Escribe José Castillo
Ya se lo reconoce públicamente: hay 14.000 millones de dólares de la cosecha de soja sin liquidar, “guardados” en silobolsas. Desde ahí, los monopolios agroexportadores y los grandes productores exigen una mayor devaluación, baja de retenciones y más privilegios para mantener sus superganancias. Eso es lo que el gobierno del Frente de Todos, ahora con Massa como superministro, se apresta a concederles.
¿Quiénes son esos especuladores? Se los suele denominar genéricamente como “el campo”. Sin embargo, esta denominación esconde una realidad mucho más compleja. Veamos.
Los monopolios agroexportadores
Ocho grandes empresas concentran el 84% de las ventas al exterior del complejo sojero (y son el 40% del total de las exportaciones argentinas). Ellas son lo que se conoce como el complejo ABCD, las cuatro más grandes exportadoras del mundo: las yanquis ADM, Bunge y Cargill y la francesa Dreyfuss, la anglo-suiza Glencore (que actúa bajo el nombre de Viterra Argentina, que absorbió a las argentinas Oleaginosa Moreno y más recientemente se está quedando con todos los activos y negocios de Vicentín), la china Cofco (que también recientemente compró las acciones de Nidera y Noble Group), a las que se le suman dos argentinas (Aceitera General Deheza) y ACA (Asociación de Cooperativas Argentinas, vinculada a Coninagro, una de los cuatro patas de la mesa de enlace).
Estos son los grandes acopiadores, que le compran la cosecha a los productores definiendo los plazos a los que les pagan, y en muchos casos trasladando a ellos los pagos de impuestos (retenciones). Estas grandes empresas son, a la vez, las que llevan adelante la mayoría de las maniobras especulativas de subfacturación de exportaciones, contrabando y evasión impositiva. Son ellas, con su capacidad y tamaño, las que tienen más posibilidades de acopiar y definir plazos de venta e ingreso de dólares al país.
Grandes terratenientes y pequeños productores
Si nos referimos ahora al mundo de los productores, ahí también tenemos realidades muy distintas. Que van desde grandes terratenientes que tienen capacidad para guardar las cosechas en sus campos y también especular hasta pequeños productores a los que solo les queda venderla desesperadamente para obtener los pesos y sobrevivir.
El último Censo Agropecuario es de 2018. El 1% de las explotaciones agropecuarias concentran el 36% de la tierra. En el otro extremo, el 55% de las chacras tienen apenas el 2% de la tierra. En treinta años desaparecieron el 41% de las explotaciones agropecuarias y se acentuó la concentración de la tierra. Solo entre 2002 y 2018 desaparecieron 82.652 explotaciones agropecuarias.
En total existen 206 millones de hectáreas y 250.881 explotaciones. El 1,8% de las fincas (2.473) concentran el 36,4% de la tierra (57 millones de hectáreas). Se trata de las propiedades de más de 10.000 hectáreas. En el otro extremo, las chacras pequeñas (menos de 100 hectáreas) son 15.023 y tienen el 2,25% de la tierra (3,6 millones de hectáreas).
Los quince mayores grupos de siembra del país, que suman 1,6 millones de hectáreas, son: Mariano Bosch (Adecoagro, 210.000 hectáreas), Roberto Urquía (Aceitera General Deheza, 200.000 hectáreas), Lartirigoyen y Cía (Grupo Glencore, 150.000), Manuel Santos Uribelarrea Balcarce (MSU, 140.000 hectáreas), Eduardo Elzstain (Cresud, 132.000 hectáreas), Grupo Duhau (120.000 hectáreas), Grupo Andreoli (100.000 hectáreas), Gustavo Grobocopatel (Los Grobo, 99.000 hectáreas), Grupo Boehler (80.000 hectáreas), Markus Kahlbetzer (Liag Argentina, 79.000 hectáreas), Grupo Río Seco (65.000 hectáreas), Rafael Aliaga (Man Agro, 60.000 hectáreas), Daniel Cavigliasso (Maniagro, 60.000 hectáreas), Carlos Reyes Terrabusi (Virreyes Agropecuaria, 50.000 hectáreas) y Santiago Casares (Casenave y Asociados, 50.000 hectáreas). A ello debemos agregarle la presencia, sobre todo en la Patagonia, y por lo tanto fuera de la zona sojera, de varios empresarios extranjeros propietarios de millones de hectáreas, como los casos paradigmáticos de Joseph Lewis o de las estancias de Benetton.
Hay que sumar también los pooles de siembra. Se trata de especuladores financieros que arriendan tierras exclusivamente para una cosecha (cuando el precio de la soja está alto) y luego especulan con las toneladas cosechadas.
¿Qué hacer?
La salida inmediata requiere nacionalizar el comercio exterior, para terminar con las maniobras especulativas, por un lado, y para que sea el estado quien se haga de los dólares exportados en forma directa y así pueda aplicarlos planificadamente en un plan económico al servicio de resolver las necesidades populares.
Pero la estructura de propiedad de la tierra que hemos explicado brevemente nos demuestra que la salida de fondo requiere de una profunda reforma agraria, con la expropiación de los grandes terratenientes (empezando por las millones de hectáreas en manos de capitales extranjeros), y el apoyo con créditos blandos, subsidios, formación a través del INTA y precios sostén a los precios productores, a las cooperativas y a la agricultura familiar.