Escribe Guido Poletti
La burocracia sindical viene maniobrando. Obligada, por la presión de las bases y el desbarranque de la inflación, a exigir reaperturas de las negociaciones paritarias, sostiene en cada caso que “logró empatarle a la inflación” con aumentos anuales cercanos al 100%.
La realidad es bien distinta. Primero, porque solo un puñado de gremios llegó realmente al 100% de incremento en el año, ya que la mayoría está aún en un aumento promedio de 75%. Pero segundo, porque aún los que lo hicieron lo lograron en cuotas, alcanzando ese valor recién a fin de año. O sea, sus salarios fueron perdiendo todos los meses contra la suba de precios, y apenas en el último lo empataron. Si anualizamos los salarios (o sea sumamos todo lo que se cobra desde enero a diciembre), y vemos qué porcentaje de aumento real tuvo esa masa salarial, los valores nos cantarán entre 65 y 70%, lejos, muy lejos, de la inflación de este año.
En otros casos, es peor aún. Los burócratas hablan de 100% incorporando sumas por única vez, bonos, o contando los futuros aumentos hasta marzo, abril o mayo del año que viene, cuando la inflación ya se habrá incrementado unos cuantos puntos de más. Repasemos: sumando bonos, sumas fijas y cuotas, los aceiteros alcanzarán a diciembre un incremento del 98%; los docentes bonaerenses del 94,2%; los de CABA del 91,6%; los bancarios del 94,1%; estatales nacionales 82,2%; transporte 65%; AFIP 93,4%; Plásticos 90%; Camioneros 80% (datos de informe comparado de consultora EcoGo). La pérdida salarial es tan visible que hasta las consultoras que asesoran a las empresas la reconocen. Así, ACM afirma en un informe: “en lo que va del año podemos notar una caída del salario real del 3,45% a nivel general. Para el caso del sector privado no registrado (los trabajadores informales) la caída es del 11,2%”. Como vemos, todo bastante lejos de un aumento “real” del 100%.
Si a los trabajadores privados en blanco les va mal, la realidad es muchísimo peor en el caso de las y los trabajadores del estado, sean de la administración nacional, provincial o municipal, maestros o trabajadores de la salud. Ahí ya ni se disimula que los “aumentos” no llegan ni de lejos a cubrir la inflación del año.
Peor aún le va a los tercerizados, monotributistas o la inmensa masa de trabajadoras y trabajadores que están por fuera de cualquier contratación legal. Muchos de ellos dependen para sus aumentos de lo que suceda con el salario mínimo, vital y móvil, que desde marzo apenas si subió un 75,5%, aunque su valor (57.900 pesos) representa menos de la mitad del costo de la canasta básica, o sea se encuentra en niveles cercanos a la indigencia.
Es urgente pelear por verdaderos aumentos de salario, de emergencia, para que nadie gane menos que el valor de la canasta familiar, calculado por las y los trabajadores de ATE Indec en 205.000 pesos. Que se actualicen mensualmente por inflación. Tenemos que pelear y exigir a la CGT y las CTA que rompan su pacto con el gobierno y llamen a un plan de lucha para defender nuestro bolsillo frente al ajuste.