Escribe Nicolás Núñez, referente de Ambiente en Lucha (Izquierda Socialista e Independientes)
Representantes de 195 países hicieron público el último reporte que el panel de la ONU sobre cambio climático (IPCC) redactaría hasta finales de la década. Del mismo emerge que, de seguir el rumbo actual de emisiones de gases de efecto invernadero, para 2030 el punto de no retorno del 1,5° de aumento de la temperatura global habría sido sobrepasado.
Partamos de señalar que desde nuestro país ya estamos atravesando las consecuencias de un calentamiento global entorno al 1,1° respecto del comienzo de la era industrial, que nos presenta alteraciones como los diez grados arriba de la temperatura promedio que vimos este verano y, a su vez, el pronóstico es que sequías dramáticas como la que estamos padeciendo pueden volverse cada vez más frecuentes. El horizonte de no sobrepasar el 1,5° que se había estipulado en los últimos años a nivel mundial surge de que la ciencia señala que, a partir de esa marca, los puntos de no retorno y sus consecuencias se tornarían impredecibles (tales como deshielos, suba del nivel del mar, sequías y temporadas de incendios más prolongadas, o eventos climáticos extremos en general como los huracanes). Ahora, en todos los posibles escenarios que modeliza el informe, esta barrera del 1,5° estaría siendo superada.
¿Cómo se realizan estas estimaciones? Primero, partamos de señalar que los informes del IPCC reducen al absurdo las posturas negacionistas de los Milei del mundo que, o bien niegan el calentamiento global, o bien niegan que el régimen de producción capitalista tenga un efecto sobre él. Así, el informe repasa que cada 1000 Giga Toneladas (GT) de CO2 acumuladas en la atmósfera, la temperatura de la superficie terrestre asciende 0,45°.
A partir de estas estimaciones es que hace tiempo vienen delimitándose “presupuestos de carbón” disponibles para no superar las metas del 1,5°o los 2°. El presupuesto restante para no superar el 1,5° serían unas 370 GT, cuando el nivel actual de emisiones anuales ronda las 44,6 GT. De ahí que surja que el rumbo actual superaría ese punto en menos de una década. El informe estipula que, sin necesidad de abrir un nuevo pozo de petróleo, las proyecciones de emisiones de la infraestructura de explotación de combustibles fósiles actualmente existente superarían ya por sí mismas el presupuesto para no exceder el 1,5°. Es en ese contexto que tenemos que ubicar el impulso de iniciativas como las petroleras off shore en el Mar Argentino, o bien la reciente decisión del gobierno yanky de Joe Biden de habilitar explotación fósil en el Ártico, o de Alemania de volver a abrir minas a cielo abierto de carbón.
Ahora bien, desde Ambiente en Lucha entendemos que rendirse ante la inevitabilidad del colapso y la catástrofe social no es una opción. Al caos climático no se responde ni desde las salidas individuales ni con el caos de la economía de mercado, sino con la planificación económica construida en base a la socialización y puesta bajo control de sus trabajadores de los principales resortes de la economía. La electrificación y descarbonización de la economía global no puede realizarse sobre la base de transformar a los países dependientes en un tendal de cráteres y sumideros de basura. Los recursos financieros globales deben ser puestos al servicio de la transición productiva, la adaptación y mitigación climática, imponiendo el no pago de las deudas externas. Hay que sumar a la clase trabajadora para la transición productiva sobre la base de sostener los puestos de trabajo y convenios más favorables en producciones sustentables, y dar garantías a las comunidades de que ninguna medida va a ser llevada adelante sin su participación. Para todo esto es necesario pelear por gobiernos de les trabajadores y no de capitalistas, basados en la participación directa y no en la delegación tutelada por el capital.
Todo esto suena difícil, y efectivamente lo es. Pero las consecuencias que plantea rendirse y no pelear por todo este horizonte socialista son demasiado graves como para no intentarlo.