Escribe Mercedes de Mendieta, diputada nacional electa por Izquierda Socialista/FIT Unidad
La periodista Julia Mengolini en el programa Segurola y Habana de Futurock planteó sobre la consigna #YoTeCreoHermana que “esto no es literal. Esto no quiere decir que cualquiera llegue y diga que a mí me pasó tal cosa, entonces yo te creo. No, yo voy a escuchar y vos vas a tener que probar lo que estás diciendo”, y agregó: “vivimos en una república donde se presume la inocencia, Fabiola va a tener que probar lo que está diciendo”
Rápidamente estas declaraciones polémicas fueron utilizadas por el machista y misógino de Milei para decir que el #YoTeCreoHermana “era una forma de perseguir opositores, que después nos enteramos que son delitos aberrantes que cometen ellos” a lo que siguió “Estoy orgulloso de eliminar el Ministerio de la Mujer y el siniestro Inadi, que se dedicaban a perseguir ideológicamente”. Tenemos que ser claras en este debate, la violencia de género no es un problema ideológico, sino social y la violencia machista contra las mujeres, disidencias y niñas se produce en todos los rincones del planeta. Esta violencia es sistémica, producto del sistema capitalista y patriarcal, y atraviesa todos los ámbitos en los que transitan las mujeres.
Por eso, decimos que es algo progresivo y revolucionario el hecho de que las mujeres en los últimos años hayamos comenzado a denunciar; un avance en la conciencia, un cambio de paradigma: después de años de soportar abusos y violaciones, nos rebelamos contra violentos y abusadores y rompemos el silencio. Aunque claro, también seguimos siendo cuestionadas por un sector de la sociedad cuando denunciamos.
Frente a este fenómeno, ¿qué ocurre con los varones denunciados? Los hombres no pierden su derecho a la defensa. De hecho, van a la justicia con sus abogados, una justicia patriarcal. Lo que sí pierden es la impunidad, por eso deberán demostrar su inocencia. Esto es lo que logramos con la cuarta ola de luchas feministas al problematizar la violencia de género como consecuencia del sistema patriarcal.
El principio de inocencia, también para las mujeres
El derecho a la defensa en juicio surgió al calor de las revoluciones burguesas, como parte de las libertades democráticas y los “derechos del ciudadano” en los siglos XVII y XVIII. Pero esto fue solo para los hombres. Las mujeres fueron quedando como ciudadanas de segunda, con los derechos democráticos disminuidos o directamente negados. Mientras que las mujeres hemos sido castigadas en el terreno de la violencia patriarcal, y condenadas al silencio y la sumisión sin derecho a la defensa, los varones violentos han gozado de impunidad.
Las mujeres fuimos históricamente consideradas como las responsables de la violencia o el abuso, y en la mayor parte de los casos, sin ninguna posibilidad de defensa. Esto es lo que cuestiona la cuarta ola. Ahora, una mujer se atreve a decir que fue abusada y miles responden “yo te creo, hermana” y eso es progresivo. Por primera vez la víctima se anima a hablar y denunciar, gana visibilidad y credibilidad. Empieza a ser escuchada y protegida.
Conclusión: los varones no pierden su derecho a defensa sino solo la impunidad. Lo novedoso es que, aunque sean poderosos, se los denuncie, se los condene y en algunos casos vayan presos, como Darthés o Alperovich.