Escribe Mercedes Trimarchi, diputada en CABA por Izquierda Socialista/FIT Unidad
La denuncia por violencia de género contra Alberto Fernández generó gran impacto, además de la espectacularización del caso en los medios de comunicación y todo tipo de comentarios misóginos en las redes sociales. Desde Isadora sumamos nuestra reflexión frente a este grave hecho de violencia machista que trasciende los muros de la Quinta de Olivos.
Cínicamente Javier Milei pasó de negar la violencia de género a horrorizarse por el hecho, como si fuera algo aislado y no parte de un sistema que oprime nada más ni nada menos que a la mitad de la humanidad. Nada esperamos del gobierno ultraderechista que viene desmantelando las escasas políticas públicas como la línea 144 y el programa Acompañar, de quien cerró el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad y de quien no entrega la mercadería a los comedores adonde asisten a las mamás más humildes con sus hijos e hijas.
Por su parte, distintas referentes del amplio espacio peronista también se posicionaron al respecto. Desde la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, quien sentenció que el ex mandatario “Tiene conductas de un hombre violento, de no respetar a las mujeres” hasta la socióloga Dora Barrancos, asesora de Alberto Fernández durante su presidencia, que dijo que podía “asegurar fehacientemente que nunca Alberto Fernández agredió físicamente a Fabiola” y agregó: “Ella arrastra una compleja situación psíquica, a lo que se unió su adicción alcohólica”. A estas dos posiciones se le sumó la voz de la periodista Julia Mengolini, quien aportó al debate de la presunción de inocencia (ver “Yo te creo, Hermana”: ¿Cómo nos posicionamos las feministas socialistas ante las denuncias?).
Más allá de los posicionamientos individuales, el impacto de la noticia sobre la base peronista es tremendo. Recordemos que el ex presidente, fiel al doble discurso peronista, había decretado “el fin del patriarcado”, “Volvimos mujeres” y se sonreía al escuchar “Alberta Presidenta” en sus actos. Seguramente, muchas activistas habrán creído que sus palabras eran sinceras o, como sostuvieron durante años las y los dirigentes peronistas, que era una decisión política, pero por lo visto, no.
El doble discurso peronista no solo aplica a la violencia de género
El peronismo (en todas sus variantes) no es feminista porque su plataforma politica no lo es. Tampoco lo es su principal dirigenta Cristina Fernández de Kirchner, quien lo ratificó, una vez más, el pasado 14 de agosto ante el TOC N° 6, en el marco del juicio que investiga el intento de magnicidio. Recordemos que en las elecciones presidenciales de 2019 dijeron que hablar de aborto era piantavotos, y llamaron a unir los pañuelos (celestes y verdes) para no generar divisiones dentro de su espacio, minimizando el reclamo por el derecho a decidir. Ya en el gobierno, Alberto Fernández nombró como Jefe de Gabinete al antiderechos Juan Manzur, quien en Tucumán obstruía los abortos legales, obligando a niñas violadas a parir.
Doble discurso también cuando una de las primeras medidas del gobierno del Frente de Todos fue legitimar en el Congreso la deuda contraída por Macri por 45 mil millones de dólares. Así nos condenaron al FMI y se llevaron los millones que hacen falta para vivienda, trabajo, salud, educación y para combatir la violencia de género.
El año pasado, mientras pedían el voto contra la derecha, vimos al ex intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, navegando en un yate por Europa, y fueron los intendentes del conurbano quienes ayudaron al armado de las listas de La Libertad Avanza, tal como lo confirmó Berni en una entrevista televisiva. Es decir, no se trata solo de personajes nefastos como José Alperovich o Fernando Espinoza de La Matanza sino de un partido en crisis que mientras gobernó lo hizo al servicio del FMI y de sus empresarios amigos. Entonces, lo que no va más es el peronismo (en todas sus variantes) porque su programa no es defender a los más humildes como suelen decir, ni a los trabajadores, mucho menos los derechos de las mujeres y disidencias. Su propuesta es la de beneficiar a los grandes empresarios de siempre y sostener todas las instituciones (incluida la Iglesia Católica) que garantizan las desigualdades sociales del sistema capitalista patriarcal.
Terminar con la violencia machista del sistema
Con la movilización feminista hemos logrado conquistas parciales para combatir la violencia de género. Los logros obtenidos no son concesiones de ningún gobierno ni parlamento (aunque se los quieran adueñar), sino fruto de años de lucha. Esa fue la gran enseñanza de la #MareaVerde que conquistó la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
Pero la violencia machista y sus crímenes de odio (un femicidio/trans-travesticidio por día) son constitutivas de la sociedad actual, son intrínsecas al capitalismo que nace patriarcalizado. Por eso la pelea para terminar y erradicar la violencia de género debe ser acompañada por la lucha contra todo tipo de opresión y explotación. Para ello habrá que derrotar al capitalismo y al patriarcado juntos. Como feministas socialistas peleamos por nuestros derechos, en el camino de terminar con todas las desigualdades sociales.