Escribe José Castillo
La única verdad de todo lo que dice Javier Milei es que está realizando “el ajuste más grande de la historia”, claro que no a costa de ninguna “casta”, sino del pueblo trabajador. Todo, absolutamente todo, con el único objetivo de pagar los vencimientos de deuda a los pulpos acreedores y al FMI.
El ajuste que viene realizando el gobierno ultraderechista de Javier Milei es descomunal. Pasó de un déficit fiscal de -2,9% del PBI a un superávit de 1,5%. ¿Quién está pagando semejante recorte, de casi 4 puntos y medio del producto? Los números lo dicen con toda claridad: un tercio lo costean las y los jubilados, cobrando montos miserables; luego le sigue la obra pública, congelada prácticamente a cero, con cientos de miles de nuevos desocupados; para finalizar están las transferencias a las provincias, que impacta directamente en los sueldos y la infraestructura docente. Y los recortes siguen, impactando por todos lados, en una auténtica “motosierra”, para usar la misma figura que aplica el presidente. Claro que esa motosierra no va contra los ricos y poderosos, ni nada que pudiera siquiera parecerse a lo que él suele denominar, a propósito en forma confusa, como “la casta”.
Así, todos los días, tenemos ejemplos de las consecuencias de este auténtico plan de guerra contra el pueblo trabajador. A las y los jubilados, no contentos con llevar sus haberes por debajo del nivel de indigencia, se les recorta los medicamentos gratuitos, hasta el extremo de no entregar drogas oncológicas. A las y los empleados públicos se les congelan los sueldos, además de despedirlos de a miles. Se cierran organismos de ciencia y técnica, se desfinancia al extremo las universidades, se deja de entregar alimentos a los comedores populares. Se cerraron todos los organismos vinculados a defender a las mujeres, disidencias o denunciar conductas discriminatorias. Se aumentaron las tarifas de servicios públicos, hasta transformarlos en impagables. Podríamos seguir casi hasta el infinito, llenando páginas y páginas de los afectados por estos recortes. La economía de conjunto, producto de todas estas políticas, cayó en una recesión similar a la de un país que está en guerra: el PBI, si descontamos el crecimiento estadístico del sector agropecuario que creció comparativamente debido a la sequía 2023, viene cayendo un 7,5%, con sus consecuencias también sobre las y los trabajadores del sector privado, quiénes viven de changas y el pequeño comercio, en todos los casos con ingresos pulverizados, provocando niveles de pobreza e indigencia récords.
Claro que no es cierto que “todos nos estamos ajustando”. Mientras el pueblo trabajador sufre todo lo que citamos más arriba, a los ricos se les bajó los impuestos (con bienes personales y el blanqueo).Y se les está garantizando superganancias y nuevos negocios a costa del saqueo de nuestras riquezas. Así festejan los especuladores. Por ejemplo en la Bolsa de Valores de Buenos Aires, que ven como suben sus acciones y bonos.
Lo que se viene será aún peor
El gobierno dice “que lo peor ya pasó”, que “vale la pena el esfuerzo”, porque ahora empezamos a crecer. ¡Mentira! Todo, absolutamente todo este ajuste tiene un objetivo único y explícito: pagar los vencimientos de deuda externa.
Pero lo que se viene será peor, como lo expresa el proyecto de Ley de Presupuesto presentado por el gobierno, que explicita la regla de recortar lo que fuera necesario con tal de garantizar el pago de todos y cada uno de los astronómicos vencimientos que se vienen en los próximos años. Sólo en 2025 vencen 24.000 millones de dólares (17.500 millones de pago inmediato).
¿Cuál es la salida?
Milei y su gobierno sólo nos ofrecen más hambre, marginación social y saqueo de nuestras riquezas, y cada vez peor. No tenemos futuro, ni nosotros ni las próximas generaciones, si seguimos por este camino. Es necesario ya mismo parar este descomunal ajuste e implementar otro plan económico, alternativo, obrero y popular, que comience por dejar ya mismo de pagar la inmoral, ilegal, ilegítima e impagable deuda externa, que rompa con el FMI y sus planes de ajuste. Así, ¡sí veremos que plata hay! Y podremos aplicarla a resolver las más urgentes necesidades populares de salarios y jubilaciones dignos, trabajo genuino para quién lo necesite, salud, educación, vivienda, ciencia y tecnología.