Escribe Graciela Calderón
La educación pública también es blanco del ajuste de Javier Milei. Pero en esto no hay conflicto con los gobernadores de todos los partidos que comparten esa política. Rápidamente, Milei eliminó por decreto el Fonid y rebajó el salario. También derogó programas socio educativos y recortó presupuesto para comedores escolares.
Los gobernadores reformaron las condiciones laborales, incluyeron el presentismo, achicaron regímenes de licencias como en Neuquén, Mendoza o La Rioja. En Santa Fé se reformó el régimen jubilatorio, aumentando la edad y recortando derechos.
En CABA, Jorge Macri intenta la reforma en secundaria, con el plan BA Aprende, fusionando materias, achicando calidad educativa y dejando miles de docentes sin alumnos. En terciarios también reemplazando importantes materias por otras, responsabilizando “a la formación docente” como causa de la crisis educativa y no a las políticas de ajustes gubernamentales.
Kicillof, bajo el lema “todos pasan”, intentará una reforma en secundaria donde se podrá pasar de año sin límite de materias desaprobadas, que recuperarán recursándolas, mientras al mismo tiempo se cursa el año siguiente. Un absurdo, que además de seguir bajando el nivel educativo, implica más flexibilización laboral docente.
En la Educación especial hay un ataque en todas las provincias, buscando casi su eliminación. Desaparecerán las caracterizaciones de atención profesional de acuerdo al tipo de discapacidad. La docente de Especial deberá atender, por ejemplo, a un niñe sordo aunque no tenga la formación específica para hacerlo.
Con Milei, junto a todos los gobernadores, hay un brutal ataque a la educación pública, el salario, la infraestructura, la carrera docente, los derechos laborales, la calidad educativa, mientras se sigue financiando e incentivando el negocio de la educación privada.
La docencia ha enfrentado estos planes, mientras la conducción kirchnerista Celeste de Ctera ha pactado con Milei y los gobernadores.
El 2025 será un año donde seguiremos apostando a derrotar este ajuste y lograr que haya inversión para educación pública y salarios, no para el FMI ni subsidios a la educación privada