Escribe Mercedes Trimarchi, diputada en CABA por Izquierda Socialista/FIT Unidad
Dos buenas noticias en un mismo día. El 21 de marzo, la Corte Suprema de Justicia (CSJ) falló a favor de la niña Arcoíris, revocando las decisiones previas adoptadas por la Justicia riojana que obligaba a la revinculación forzada con su progenitor. Este caso trata de una niña que manifestó haber sufrido abusos sexuales intrafamiliares, señalando a su abuelo paterno y a su progenitor. A pesar de las denuncias, la Justicia había determinado la revinculación con el agresor. Ese mismo viernes también conocimos el fallo de la Justicia Federal brasilera que reconfirmó la culpabilidad de Juan Darthés en el juicio por violación contra Thelma Fardin. Ambos casos se transformaron en emblemas de la lucha contra los abusos y la justicia patriarcal revictimizante.
Recordemos que el actor fue condenado el año pasado a seis años de prisión con un régimen abierto, puede ir a trabajar pero debe dormir en la cárcel cada noche. En ese momento, sus abogados pidieron revisar la condena y finalmente, la semana pasada, cinco de los seis jueces del Tribunal Regional Federal votaron a favor del fallo que reconoce la violación ocurrida en 2009 en Nicaragua, cuando ella tenía 16 años y él, 45.
Thelma lo contó el pasado viernes, en sus redes sociales: “Es un día muy movilizante. La Justicia me escuchó, y luego de tanta lucha, reconoce los hechos, eso es innegable y no hay vuelta atrás. Esta decisión es un paso firme en la construcción de una justicia que condena la violencia sexual hacia las infancias y la violencia de género, y, con ello, envía una potente señal para las niñas y mujeres de Latinoamérica. Incluso a muchos varones que se conmovieron con mi historia. Hoy hay esperanzas: hemos dado un gran paso en ese camino para que las víctimas sientan la confianza a la hora de denunciar”.
La lucha contra la justicia patriarcal
Thelma, al igual que tantas otras mujeres, siempre denunció la revictimización que sufrió durante todo el proceso judicial. Darthés fue denunciado en diciembre de 2018 y el juicio comenzó recién en noviembre de 2021. Dos años después, la Justicia lo absuelve en primera instancia y en la segunda, en 2024, lo condena por violación. Ahora, el Tribunal ratifica esa condena: se reconocen los hechos y ya no podrán discutirse.
Estas idas y vueltas es lo que hace que muchas mujeres desistan de denunciar las violencias sufridas. Por su carácter patriarcal, la propia justicia no escucha a las víctimas o las obliga a narrar una y otra vez los abusos sufridos poniendo en duda sus palabras. La cuarta ola de luchas feministas impuso un cambio de paradigma frente a las denuncias por violencia sexual que busca romper con este criterio patriarcal por el que se culpabiliza a las víctimas.
Hoy somos miles las que nos organizamos junto a las víctimas al grito de #YoTeCreoHermana. Este poderoso abrazo colectivo y feminista es uno de los mayores temores de la ultraderecha en el gobierno. Por eso, Javier Milei y su ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, pretenden arrasar con derechos ganados con la movilización, como la figura de femicidio en el Código Penal, o aumentar las penas (solo para las mujeres) cuando se trate de falsas denuncias. Para frenar esta avanzada reaccionaria de la llamada “batalla cultural”, debemos potenciar nuestra organización feminista y, tal como lo aprendimos con la #MareaVerde, debemos defender cada uno de nuestros derechos como los conquistamos: en las calles.