Escribe Pili Barbas, dirigenta de la Juventud de Izquierda Socialista (JIS)
El sábado 22, en el auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA se llevó adelante el Congreso Nacional Educativo, donde la principal expositora fue CFK. Un discurso en clave electoral que no profundizó en los verdaderos ejes que hay que abordar para defender la educación y omitió los problemas que teníamos antes el gobierno de Javier Milei.
Sin dudas, estamos ante un gobierno que odia la educación pública y gratuita con total ensañamiento. El facho de Javier Milei la desfinancia de manera brutal, dejando a las y los docentes en la miseria y achicando al máximo los gastos de funcionamiento y los derechos estudiantiles para la permanencia en las universidades.
En este contexto, Cristina Fernández de Kirchner dio un discurso en el Congreso Nacional de Educación, que contó con varias ausencias importantes de referentes tanto de gremios y federaciones de docentes y estudiantiles peronistas, así como del propio gobernador Axel Kicillof.
Como parte de su discurso, la ex presidenta no planteó ninguna solución a los problemas del sistema educativo. Es que hacerlo habría significado dejar al descubierto los problemas estructurales causados por años de desfinanciamiento en favor del pago al FMI.
Increíblemente, intentó dejar en claro que los principales responsables del deterioro educativo son las y los docentes “que no dan clases”. Según su visión, están quienes se esfuerzan y quienes no, sosteniendo un discurso meritocrático que se repetiría en varios momentos a lo largo de su intervención en el auditorio.
Para empezar, intentó desligarse de la responsabilidad de su espacio político en darle gobernabilidad a Milei. En nombre de lo que llamó una “descomposición institucional” que abarca los tres poderes del Estado, dio vueltas para desentenderse del hecho de que sus diputados y la burocracia sindical peronista son responsables de darle aire al modelo libertario.
También señaló el vínculo entre el deterioro de las instituciones educativas y las reformas implementadas durante el gobierno de Carlos Saúl Menem en la década del ‘90, cuando se “federalizó” el sistema educativo. La Ley Federal de Educación N.º 24.195, sancionada en 1993, descentralizó la gestión y los recursos educativos hacia las provincias. Sin embargo, lo que Cristina no menciona es que, durante los 12 años de su gobierno y los cuatro de Alberto Fernández (de los cuales parece no querer hacerse cargo), más allá de alguna que otra política paliativa, mantuvieron esta ley sin realizar ninguna reforma estructural, siendo también responsables de sostener la legislación menemista.
Lo mismo ocurre con la Ley de Educación Superior (LES), que sus gobiernos mantuvieron intacta, dejando abierta la puerta a la privatización de las universidades mediante los “recursos propios”, un mecanismo que Milei busca profundizar. Sin ir más lejos, en su discurso Cristina afirmó que “la Coneau logró que la universidad argentina fuera un ejemplo y fuera defendida en la calle”, dejando en claro sus intereses y saludando a este organismo de “evaluación” que promueve la mercantilización de las universidades.
También dedicó parte de su discurso a reivindicar medidas como la creación de 19 universidades nacionales, la puesta en marcha del programa Conectar Igualdad y la implementación de la Ley de Educación Sexual Integral. Si bien todas fueron avances necesarios -y en muchos casos, como el de la ESI, conquistas del movimiento feminista y educativo que luchó por su implementación-, lo que CFK no menciona es que nunca se les destinó el presupuesto necesario.
Más allá de los diversos puntos sobre educación que se pusieron en debate, lo verdaderamente estructural que ataca a nuestro sistema de educación pública y gratuita, CFK lo omite.
Por eso, no hay que dejarse engañar: la única manera de defender la universidad pública y gratuita en todos sus niveles es dejando de pagar al FMI y destinando presupuesto para salarios, infraestructura, becas y boleto educativo. Es necesario nacionalizar el sistema educativo y derogar leyes nefastas como la LES.
El cambio debe ser más profundo, y la única manera de lograrlo es profundizando el plan de lucha, exigiendo instancias asamblearias y una Tercera Marcha Federal Educativa. El único espacio político que se plantea esta alternativa es el Frente de Izquierda Unidad.