Por Miguel Angel Hernández (dirigente de la UIT-CI)
En la reunión del consejo general de la Organización Mundial de Comercio, celebrada entre el 5 y el 6 de mayo, Estados Unidos anunció su decisión de apoyar la renuncia a las protecciones de propiedad intelectual para las vacunas contra la Covid-19. En concreto, la administración de Biden se sumaría a los países que han planteado la suspensión temporal de las patentes de dichas vacunas, que hoy están en manos de las grandes transnacionales farmacéuticas.
Estados Unidos junto a la Unión Europea, Inglaterra, Noruega, Suiza, Canadá, Australia, Japón, Chile, Colombia y Brasil, en su mayoría productores de la vacuna, se habían negado insistentemente a liberar o suspender las patentes. Fueron los principales defensores de los intereses de las transnacionales farmacéuticas en el seno de la OMC.
¿Por qué EE.UU. cambió de posición?
Sin lugar a dudas, este cambio se debe a la creciente presión internacional por la debacle social que significa la pandemia. Esa presión se ha venido generando desde el mes de octubre del año pasado cuando India y Sudáfrica liderizaron una iniciativa que agrupaba a unos 99 países que solicitaron ante la OMC que se liberaran temporalmente las patentes de las vacunas.
Desde entonces el clamor mundial en ese sentido ha crecido. Hoy más de 100 países acompañan a India y Suráfrica. A este movimiento mundial creciente se unen unas 170 personalidades mundiales como los expresidentes del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero y Felipe González, y reconocidas organizaciones internacionales como Médicos sin Fronteras, Oxfam, Amnesty International, Frontline Aids y Global Justice Now. Recientemente se hizo pública una iniciativa por una “Vacuna del Pueblo” encabezada por el premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus, secundada por otros premios Nobel, a la que se han sumado más de 2 millones de firmas, entre las que destacan los actores George Clooney y Forest Whitaker, y la actriz Sharon Stone. Desde la UIT-CI hemos venido impulsando desde hace meses una campaña que se suma a la presión mundial por la eliminación de las patentes de las vacunas del Covid-19.
La nueva posición adoptada por Biden está determinada también por la situación social en los propios Estados Unidos. Donde todavía hay unos 10 millones de desempleados y con una economía que tuvo una contracción de 3,5% del PBI en el 2020, la peor desde la segunda postguerra.
El descontento social se ha expresado en las huelgas de los maestros en Oklahoma, Kentucky, Virginia Occidental, Los Angeles y Chicago; las protestas de enfermeras y médicos en el marco de la pandemia en distintas ciudades; la huelga de General Motors, así como el poderoso levantamiento popular antiracista en el 2020 por el asesinato de George Floyd, son las razones internas que explican este cambio en la posición del gobierno yanki respecto a las vacunas y las patentes.
Joe Biden llegó a la presidencia de Estados Unidos después de la derrota del gobierno ultraderechista y reaccionario de Trump, precisamente como consecuencia de este levantamiento. La administración demócrata sabe que está montada en un polvorín, en un país donde el descontento social se ha venido incrementando en los últimos años.
No todo lo que brilla es oro
La representante comercial de Estados Unidos se apresuró a decir que el gobierno cree firmemente en las protecciones de la propiedad intelectual. Que no quede lugar a dudas que el gobierno norteamericano defiende los intereses de las farmacéuticas. Y agregó que “el proceso será lento”, que las negociaciones en la OMC llevarán tiempo. Es decir, que no hay que hacerse muchas ilusiones con una liberación rápida de las patentes que hoy siguen controlando las grandes transnacionales farmacéuticas.
Ya la multinacional Pfizer salió a oponerse al anuncio de Biden. Lo mismo hizo Angela Merkel, premier de Alemania, defendiendo los intereses del laboratorio alemán BioNTech, socio de Pfizer.
El gobierno de Biden dice estar de acuerdo con suspender las patentes. Si fuera consecuente con esto podría liberar las patentes en su propio país, específicamente con las vacunas de Pfizer y Moderna, laboratorios con sede en ese país.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 87% de las dosis de vacunas administradas globalmente, hasta principios de abril, se inyectaron en los países más ricos, mientras que los países de ingresos bajos sólo recibieron un 0,2% de las vacunas producidas hasta ahora contra el coronavirus. La Universidad de Duke, calcula que en Estados Unidos hay 300 millones de dosis de vacunas sobrantes, sin embargo, el gobierno de Biden no dona a los países más pobres los millones de vacunas que adquirieron y ahora les sobran.
Por otra parte, el cambio de posición de Estados Unidos en momentos que hay un nuevo rebrote de la pandemia a escala mundial, es un reconocimiento tácito al hecho de que las patentes son un obstáculo para el acceso a las vacunas, y una camisa de fuerza a la producción mundial de las mismas. Lo que impide una distribución más equitativa de las vacunas entre todos los países.
El otro elemento es que Estados Unidos necesita que su economía se recupere a los niveles previos a la pandemia, así como en general, requiere que la economía capitalista mundial salga de la crisis económica más profunda experimentada desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Desde la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional decimos que el anuncio del gobierno de Biden sobre las patentes no es ninguna garantía de que estas efectivamente sean liberadas. Hoy más que nunca hay que arreciar la campaña mundial que desarrollan distintas organizaciones exigiendo que se eliminen o suspendan las patentes para procurar en el marco de la emergencia, que todos los laboratorios del mundo estatales y privados produzcan a máxima capacidad, única forma de lograr una vacunación masiva en todo el mundo.
Por nuestra parte seguiremos impulsando la campaña que desarrollamos desde hace ya varios meses, haciendo unidad de acción con otras organizaciones, sumando médicos, especialistas, enfermeras y trabajadores de la salud en todos los países donde tenemos presencia. Sólo con la movilización mundial de las trabajadoras y trabajadores, y los pueblos, lograremos eliminar o suspender las patentes de las vacunas del Covid-19.
7/5/2021