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El día que el imperio tembló* (17/12/2021)

*Reproducimos la declaración de la UIT-CI del 17 de setiembre de 2001. Publicada en un suplemento especial de la revista Correspondencia Internacional N° 16, de setiembre de 2001.

Las imágenes de los ataques terroristas al corazón de Wall Street y al Pentágono y transmitidas al mundo por TV, quedarán por décadas en la memoria de millones. Quedará como el día en que el imperialismo mostró su vulnerabilidad, por primera vez en su historia, en su propio territorio. No compartimos este tipo de acciones y lamentamos las víctimas inocentes, pero sabemos que el verdadero responsable de que se hayan producido estos atentados son la política criminal y genocida del imperialismo yanqui.

Lo ocurrido en EE.UU. el martes 11 de septiembre conmovió al mundo. Lo inesperado e increíble sucedió. La realidad superó a cualquier guionista exagerado Hollywood. Millones de oprimidos en el mundo, pese a no compartir el accionar terrorista, concluyeron que el imperialismo norteamericano cosecha lo que siembra con sus agresiones políticas, económicas y militares.

Un mundo convulsionado por el hambre y la miseria de la globalización capitalista

Más allá de quienes sean los autores de los atentados, ésto solo se explica por el proceso de radicalización del enfrentamiento mundial que existe entre el imperialismo y el movimiento de masas. Muchos analistas burgueses reconocen: “La virulencia de esos ataques figura al tope de los desafíos que enfrentan la mayor potencia mundial y sus aliados. Pero en una lista que no solo incluye el desmadrado conflicto entre israelíes y palestinos, si no también, con sus grados de importancia, las crecientes oleadas de repudio a las consecuencias sociales de la globalización; las crisis de refugiados que escapando de países empobrecidos se lanzan sobre los ricos de Occidente en búsqueda de poder construir un futuro” (Marcelo Cantelmi, Clarín, Argentina, 13/9/2001).

No es casual que los atentados se produzcan cuando se profundiza el choque el pueblo palestino y el Estado racista de Israel. Cuando en Medio Oriente los pueblos árabes e islámicos (en Irak, Irán) resisten las agresiones del imperialismo y crece el ascenso revolucionario de esos pueblos contra los gobiernos cipayos como en Argelia o que luchan por su independencia como en Chechenia. Cuando se viene profundizando la crisis de la economía capitalista mundial que está llevando al imperialismo a tratar de imponer nuevos planes de hambre y miseria sobre los pueblos oprimidos.

En síntesis: los sucesos de New York y Washington se producen cuando crecen las luchas contra la globalización y el odio al imperialismo, al FMI y a las multinacionales. Cerca de 200.000 se movilizaron en Génova, en julio, en repudio a Bush y a la cumbre del G8. Los atentados a los EE.UU son la expresión desesperada, traducida en una acción terrorista que no compartimos, del grado de sometimiento y de agresión criminal que ha llevado el sistema capitalista-imperialista sobre los pueblos.

No compartimos esas acciones

Aunque entendemos el porqué de los atentados, no compartimos este tipo de acciones terroristas y lamentamos las miles de muertes inocentes que ellas han provocado. No compartimos esas acciones porque provocan confusión entre las masas, en primer lugar de los trabajadores y el pueblo estadounidense que no logran identificar el verdadero rol criminal de su gobierno imperialista. Por eso estos atentados no favorecen a la causa de los pueblos oprimidos que luchan por acabar con el imperialismo y sus políticas agresivas y hambreadoras.

Porque, además, el imperialismo las está utilizando para justificar nuevas agresiones y “represiones ejemplares”. Los atentados le han permitido al imperialismo yanqui concretar una gran unidad de los gobiernos patronales del mundo, que hasta ahora le venía resultando más difícil, para agredir a los pueblos de Asia Central, para intentar establecer nuevas bases militares estadounidenses en la región.

Estas acciones pueden hacer creer, en sectores, que la salida son los atentados terroristas y no la movilización de las masas. Más cuando lo que crece en el mundo es la movilización antiimperialista, en especial contra el movimiento antiglobalización.

Los verdaderos responsables de los atentados

Los revolucionarios no nos confundimos. Señalamos nuestra discrepancia con los métodos terroristas pero le decimos al pueblo norteamericano y del mundo que los verdaderos responsables de lo que ha ocurrido es la política imperial de los gobiernos de los EE.UU. y de sus aliados de la Unión Europea, tanto histórica como actual.

Por ejemplo, dicen que ha sido la mayor “acción terrorista de la historia”. Discrepamos y rechazamos el cinismo y la moral imperialista. La mayor acción terrorista es el criminal lanzamiento, por parte de los EE.UU., la bomba atómica sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en 1945, que mató a 200.000 personas cuando la guerra ya estaba ganada. En la guerra de Vietnam mataron a cerca de 2.000.000 de personas. Impulsaron y apoyaron las dictaduras militares genocidas de Pinochet, Videla y de decenas de dictadores en el mundo. Mantienen el criminal bloqueo a Cuba. Bombardean a la población civil en Irak. Lo mismo hicieron en Yugoslavia. Sostienen económica y militarmente al ejército israelí para agredir al pueblo palestino y a todos los pueblos árabes. Agreden a los pueblos con el Plan Colombia, con los planes del FMI para cobrar la deuda externa y llevan a millones al hambre en África, Asia y Latinoamérica. Es por estas políticas que hoy día el pueblo estadounidense, lamentablemente, es víctima de estos atentados.

La única salida es luchar por terminar con el imperialismo y el sistema capitalista. Mientras exista habrá nuevas guerras, atentados, hambre y miseria.

¿Un nuevo Pearl Harbor?

Muchos analistas comparan el ataque actual al bombardeo de la aviación japonesa a Pearl Harbor en 1941. Fue un ataque a una base naval ubicada en Hawai, en medio del Océano Pacífico. Pero el país del norte nunca ha recibido un ataque ni un bombardeo en su territorio continental. Ni siquiera ocurrió durante las dos guerras mundiales. El ataque sufrido el 11 de septiembre en New York y Washington es el primero en su historia.

Estos analistas comparan el ataque actual a Pearl Harbor argumentando que, igual que entonces, EE.UU. se ve “obligada a entrar en la guerra”. En ese sentido define que se ha producido un cambio histórico en el mundo. Ya hablan de “nueva guerra”. Hay que recordar que en 1941, cuando hacía tiempo que había empezado la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. se mantenía neutral. El ataque japonés a Pearl Harbor fue el detonante.

Pero la comparación es falsa y está al servicio de la política del imperialismo de usar estos atentados para profundizar las agresiones contra los pueblos en nombre de la “libertad y la democracia atacadas”. No hay una nueva guerra. La realidad es que hoy, a diferencia de 1941, los EE.UU. ya están en guerra con los pueblos del mundo. Es una guerra nunca declarada por los yanquis, pero guerra al fin y que lleva décadas. Nosotros definimos que es guerra y política de genocidio las ordenes de Bush de bombardear periódicamente a Bagdad, la capital de Irak; el aval y el apoyo económico y militar al Estado racista de Israel -como desde 1948 lo hacen todos los gobiernos yanquis- para asesinar al pueblo palestino y quedarse con sus tierras; las ordenes de Clinton, junto con la OTAN, para bombardear durante 78 días a Yugoslavia provocando miles de muertes y destrucción de sus fábricas, puentes y hospitales. Definimos que es guerra y agresión el bloqueo de 40 años a Cuba o el Plan Colombia.

Después de Vietnam y la caída del Muro de Berlín

Lo nuevo e histórico es que, por primera vez, el imperio fue golpeado en el centro de su poder, en Wall Street y en el Pentágono. Las impactantes imágenes del derrumbe de las Torres de New York, simbolizan esa vulnerabilidad impensada.

Pero ya hubo antecedentes de su vulnerabilidad  y que no es invencible. La derrota en Vietnam, en 1975, fue su primera derrota militar. Entonces se demostró que un pequeño pueblo podía derrotar al ejército más poderoso del mundo. Vietnam fue un colosal triunfo del movimiento de masas mundial. Desde entonces el imperialismo no se repuso de ese mazazo histórico. Por eso hoy sigue el “síndrome de Vietnam”, el temor del imperialismo de provocar nuevas invasiones masivas. Por eso hablan de las armas “tecnológicas” (atacar con misiles y no con tropas masivas) o compartir las intervenciones militares de la OTAN y “fuerzas de paz internacionales”. Así lo hizo en la guerra del Golfo de 1991 y, aunque triunfó, no se animaron a ir hasta Bagdad con sus tropas.

Con lo que sucedió también se demuestra que tampoco la caída del Muro de Berlín y el derrumbe de la Unión Soviética significaron “el fin de la historia” o el triunfo definitivo del capitalismo. Se cayó, como las Torres Gemelas, la propaganda de un imperialismo todopoderoso, intocable e invencible.

Sufrieron un ataque en su propio territorio continental que no pudieron evitar. El más poderoso aparato militar y de seguridad del mundo no pudo evitar que fueran vulnerables los centros del poder económico y militar del imperialismo. Fueron destruidas las Torres Gemelas del sur de Manhattan y fue atacado el Pentágono que cobija el estado mayor de las Fuerzas Armadas que son el gendarme del mundo. Bush debió esconderse en un refugio secreto. Durante horas no hubo presidente en la Casa Blanca. EE.UU. se declaró en Delta 5: alerta nuclear. Todo esto ha significado un colosal golpe político y militar para el imperialismo.

Pero sabemos que el imperialismo no va a ser derrotado por atentados terroristas y que la actual vulnerabilidad es distinta al periodo de Vietnam. A esta derrota contribuyeron las masas del mundo, en especial de los EE.UU que se movilizaron contra la guerra. Este es el camino que proponemos.

Movilizarse para enfrentar las nuevas agresiones imperialistas

Que el imperialismo haya recibido un ataque no significa que no va a reaccionar o que no tenga capacidad política y militar para producir nuevos golpes e intervenciones militares contra los pueblos. Pero lo harán en el marco mundial de grandes confrontaciones sociales y después de haber sufrido tremendo golpe. También es seguro que sus nuevas agresiones recibirán la respuesta de miles de movilizados en el mundo. Por eso en el seno del imperialismo se levantan roces reclamando “prudencia” en las respuestas militares temiendo que el panorama se les complique.

El imperialismo yanqui y sus aliados de la Unión Europea y sus aliados imperialistas van a usar lo sucedido para lanzar “represalias” políticas, económicas y militares contra los pueblos. Ya lo han anunciado Bush y sus aliados imperialistas de la OTAN, que utilizarían el artículo 5° del Tratado que define como propio todo ataque a uno de sus miembros. Los EE.UU. junto a los Blair, Chirac o Schoeder preparan nuevas agresiones militares y económicas. Querrán aprovechar para paliar su grave crisis económica y también para avanzar con nuevos planes de hambre. Los pueblos árabes e islámicos serán los primeros agredidos. Ya apuntan contra el saudí Osama Bin Laden y Afganistán.

Llamamos a la más amplia unidad de acción de todas las organizaciones políticas, sociales, sindicales, estudiantiles, de derechos humanos, del movimiento antiglobalización, para salir a la calle a repudiar cualquier agresión imperialista contra los pueblos en lucha. Convocamos a solidarizarnos incondicionalmente con la lucha del pueblo palestino. Llamamos a redoblar las acciones del movimiento antiglobalización y apoyar a todas las luchas obreras, populares, campesinas y estudiantiles contra los planes del hambre y entrega del imperialismo y sus gobiernos aliados.

Secretariado Internacional de la UIT-CI
17 septiembre de 2001

 

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