El 4 y 5 de septiembre de 1975 ocho militantes del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) de La Plata, antecesor de Izquierda Socialista, fueron secuestrados, torturados y fusilados por bandas fascistas que actuaban en la región. La masacre buscó amedrentar al conjunto de activistas que venía protagonizando un ascenso de las luchas desde el “Cordobazo” de 1969 y, a la vez, dar un duro golpe al PST, partido que se destacó por su inserción obrera y por su lucha revolucionaria por el socialismo. Seguimos exigiendo justicia por nuestros compañeros y compañeras asesinadas del PST. Ante las campañas negacionistas de los liberfachos decimos: ¡Son 30.000! ¡Fue genocidio!
Escriben: José “Pepe” Rusconi y Stella Vanara
Candidatos a Senadores Sección Capital PBA - Izquierda Socialista/FITU
Desde finales de la década de 1960 se inició en muchos países del mundo un enorme ascenso de las luchas. Algunas de ellas fueron las grandes manifestaciones de protesta en Estados Unidos contra la guerra de Vietnam y el “Mayo Francés”, enorme lucha obrera y estudiantil. Argentina no fue ajena a estos procesos.
A finales de la década de 1960 también comenzó un ascenso de las luchas obreras, estudiantiles y populares en nuestro país. Su pico máximo fue el “Cordobazo”, en mayo de 1969. Por entonces, gobernaba la dictadura militar del General Juan Carlos Onganía. Pero fue incapaz de controlar las luchas, al igual que sus sucesores, el General Roberto Levingston y el General Alejandro Lanusse. Por esta razón, las patronales y el imperialismo, planearon abrir la válvula y descomprimir la presión dando elecciones y permitiendo el regreso de Juan Domingo Perón, que hacía años, tras el “Golpe Gorila” de 1955, había tenido que exiliarse. Perón aún era considerado por un amplio sector obrero y popular como el líder que traería soluciones, ya que existía aún el recuerdo de las conquistas logradas bajo su gobierno desde 1945.
Perón llegó al poder en 1973 junto a su esposa, María Estela Martínez de Perón (“Isabelita”), gozando de enorme expectativa popular. Las patronales y el imperialismo exigían a Perón que aplicara un fuerte ajuste y a la vez que controlara el proceso de luchas. Pero el ascenso no se detuvo ni siquiera ante el reclamo del mismo líder. Perón murió en julio de 1974 y asumió Isabelita, quien sin ningún tipo de ascendencia sobre los sectores populares fue incapaz de controlar las luchas. Sin embargo, el gobierno continuó un ajuste económico brutal, implementado por su ministro de Economía, Celestino Rodrigo, quien pulverizó los salarios negociados en paritarias. La reacción obrera, el “Rodrigazo” de 1975, terminó con el Plan Rodrigo, y dejó tambaleando al gobierno de Isabelita. En este escenario, apañados por los gobiernos de Perón e Isabelita, desde el Ministerio de Bienestar Social del siniestro José López Rega, se fueron organizando y comenzaron a actuar grupos parapoliciales y bandas fascistas, como la Alianza Anticomunista Argentina (la triple A), la Concentración Nacionalista Universitaria (CNU) o el Comando de Organización (CdeO), y las patotas sindicales.
La masacre de La Plata
La Plata fue una de las regiones donde se dieron importantes luchas. Petroquímica Sudamericana, Propulsora Siderúrgica, Astillero Río Santiago y muchas otras fábricas, reparticiones estatales, trabajadores y estudiantes de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), fueron un ejemplo de organización y lucha. En ellas, tuvo un lugar destacado la militancia revolucionaria del PST, impulsando la organización y la solidaridad obrera, estudiantil y popular con la perspectiva de luchar por una Argentina y un mundo socialista.
La noche de 4 de septiembre de 1975, un grupo de jóvenes militantes del PST se dirigía hacia la fábrica Petroquímica Sudamericana para llevar dinero de una colecta en apoyo a su fondo de huelga. Nunca llegaron, fueron interceptados, secuestrados y, luego de ser torturados salvajemente, los fusilaron. Sus cuerpos fueron tirados en La Balandra, una playa de la ciudad de Berisso. Eran Roberto “Laucha” Loscertales, que había sido dirigente estudiantil en la Facultad de Ingeniería y trabajador del Astillero Río Santiago; Adriana Zaldúa, referente estudiantil de Arquitectura y trabajadora del Ministerio de Obras Públicas (MOP); Hugo Frigerio, delegado gremial del MOP; Ana María Guzner Lorenzo, delegada no docente de la UNLP; y Lidia Agostini, joven odontóloga, integrante del frente de profesionales. Al día siguiente, alarmados por su desaparición, pero aún sin conocer su suerte final, se convocó a una asamblea en el MOP que resultó multitudinaria. Hacia allí se dirigían otros tres militantes del PST para repartir volantes denunciando los hechos. Pero tampoco pudieron llegar a su destino. Fueron interceptados y secuestrados a la vuelta del local central del PST de La Plata. Sus cuerpos también aparecieron acribillados al poco tiempo. Ellos eran: Oscar Lucatti, trabajador del MOP; Carlos “Diki” Povedano, trabajador de Previsión Social; y Patricia Claverie, estudiante de Ciencias Naturales.
El asesinato de los ocho militantes del PST, perpetrado por una banda fascista que actuaba al amparo del gobierno peronista de Isabelita y del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Victorio Calabró, dirigente burócrata de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), tuvo como objetivo golpear al movimiento obrero y popular de la región y, en particular, al PST y su política socialista revolucionaria.
Seguimos luchando por justicia y por el socialismo
Tras la caída de la Dictadura, desde 1983, los distintos gobiernos han intentado lograr impunidad para los militares genocidas, negando el terrorismo de Estado e instalando la “teoría de los dos demonios”. Así, el ex presidente Raúl Alfonsín (UCR) impuso las leyes de “Punto Final” y “Obediencia Debida”, Carlos Menem (PJ) los indultos a los militares y los Kirchner nombraron al genocida César Milani como jefe del Ejército. Sobre esta histórica campaña negacionista y de “los dos demonios” se montan hoy, envalentonados por el resultado electoral, los liberfachos de Javier Milei y Victoria Villarruel, quienes intentan realizar actos de homenaje a genocidas militares y civiles a quienes llaman “víctimas del terrorismo”.
Pero la lucha obrera y popular que derrotó a la Dictadura, también continúa hoy con el masivo movimiento por los Derechos Humanos, como el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, que sigue exigiendo justicia, reclamando que fue un genocidio y que fueron 30.000 detenidos-desaparecidos. Ese movimiento que le dice a los liberfachos: ¡No pasarán! A 48 años de la masacre de La Plata, desde Izquierda socialista, repudiamos todo intento negacionista sobre el terrorismo de Estado, seguimos exigiendo justicia por nuestros compañeros y compañeras asesinados y detenidos-desaparecidos, y reivindicamos con orgullo al glorioso PST y su lucha socialista revolucionaria levantando como siempre los puños bien en alto y diciendo: ¡compañeras y compañeros asesinados y detenidos-desaparecidos del PST, hasta el socialismo siempre!