Escribe Prensa UIT-CI
21/05/2024. En Italia se ha constituido el Movimiento por una Liga Revolucionaria Marxista (M-LRM), una nueva organización socialista revolucionaria, que surge del seno del Partido Comunista de los Trabajadores (PCL). Se trata de dirigentes y militantes, de larga trayectoria en la izquierda trotskista italiana, que desde hace unos años eran parte, en el PCL, de la Tendencia Corriente por la Cuarta Internacional (CQI, siglas en italiano). Durante los últimos años hubo diversas diferencias y debates políticos sobre política nacional e internacional, sobre los métodos de relacionamiento en el interior de un partido y de la forma de construirlo ligado a la lucha de clases, a una corriente internacional y con propuestas de unidad de la izquierda en Italia tomando el ejemplo del Frente de Izquierda (FITU) de Argentina (ver declaración del M-LMR, a continuación) Sobre ninguno de estos puntos se pudo avanzar positivamente en el seno del PCL.
El 11 de mayo se realizó una asamblea convocada por la Tendencia Corriente por la Cuarta Internacional, en la ciudad de Pietrasanta, en la costa del norte de Toscana en Italia, en la provincia de Lucca. Participó, como invitado, Josep Lluís de Alcázar, miembro del Secretariado Internacional de la UIT-CI. En la asamblea se resolvió dar el importante paso de constituir el Movimiento por una Liga Revolucionaria Marxista (M-LRM). Resolviendo también solicitar a la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores (UIT-CI) ser reconocidos como sección simpatizante de la UIT-CI en Italia (ver declaración aprobada por el M-LMR, a continuación).
El M-LMR de Italia, nace con presencia militante en Roma y la región del Lazio, la región de Toscana y en Reggio Calabria.
Desde la UIT-CI saludamos la formación del M-LMR y le damos la bienvenida a nuestra organización internacional para seguir apoyando la resistencia Palestina contra el genocidio sionista y la lucha de todos los pueblos explotados. Dando también la pelea por la unidad de los revolucionarios en la perspectiva de la refundación de la Cuarta Internacional.
Fundación del Movimiento por una Liga Marxista Revolucionaria
Declaración. Italia. 15 de mayo 2024
Esta escisión, en lo que a nosotros respecta, es acuciante no sólo a nivel político, sino también a nivel humano y personal, pero no teníamos elección. El grupo dirigente, al flexibilizar las reglas del partido unificado, nos puso entre la espada y la pared.
No podemos negar las características políticas de un método, el del Partido Comunista de los Trabajadores (PCL), que durante demasiado tiempo se ha vuelto incomprensible. Pero el curso de esta separación no se daba por descontado ni estaba predeterminado. Como minoría, a pesar de vivir en una situación de adversidad y dificultad porque como camaradas creíamos y seguimos creyendo en la construcción de un partido revolucionario, siempre nos hemos comportado leal y correctamente con el grupo dirigente.
La crítica al PCL debe abarcar varios capítulos.
La principal crítica se refiere a la responsabilidad del grupo dirigente, que se cuestiona hasta qué punto, habiendo trabajado durante casi veinte años para construir el partido revolucionario y habiéndolo conseguido a veces o al menos habiéndose acercado mucho (2006-2013), habiendo sido la principal fuerza a la izquierda del PRC (como afirmaban los panfletos), llegó en poco tiempo -mientras otras fuerzas crecían- a una situación de grave crisis y a la imposibilidad práctica de incidir realmente en los movimientos de lucha.
Esclarecer los errores cometidos por el grupo dirigente es indispensable no sólo para hacer un balance orgánico de esta organización, sino también y sobre todo para extraer las lecciones necesarias. Entonces, ¿Cuáles son las causas de esta dificultad en el desarrollo del partido? ¿Cuál es la responsabilidad del PCL? ¿Por qué no se puede justificar todo por un destino egoísta y absurdo? ¿Es esta dirección responsable o no? La respuesta es sí, por supuesto. Ciertamente las escisiones sufridas por el PCL en los últimos años han afectado y no ayudado a su relativo desarrollo.
Otro aspecto negativo es la continua dificultad para establecer una discusión serena dentro de las instancias del partido. Tener una posición de disidencia dentro de un partido marxista-revolucionario conlleva la capacidad por parte del grupo dirigente de poder responder y refutar con argumentos oportunos y verificables. Por poner un ejemplo, resulta fastidiosa, rozando lo nauseabundo, la repetición de falsas acusaciones hacia la minoría de la Tendencia Corriente por la Cuarta Internacional (CQI), ahora M-LMR, realizadas por camaradas tanto del Secretariado como del Comité Central, como la referida a la ausencia de centralismo democrático en el seno de la UIT. Si los camaradas siguen pensando que la tierra es plana, no tenemos herramientas para corregirlos.
Porque este método de elevar el tono, sistemáticamente y en todo caso, cuando se pone de manifiesto la disidencia hacia el grupo dirigente, demuestra la inmadurez política de la mayoría de este partido.
Esto no es comprensible.
En el ámbito nacional, las posiciones políticas de la mayoría están políticamente estancadas y ancladas en un viejo cliché.
Es evidente la ausencia de un proyecto político que pueda dar voz a la clase obrera en la arena electoral. Aquí radica en parte la diferencia entre un partido estructurado para la clase obrera y una organización sumida en su propia supervivencia. Desde hace seis años venimos planteando la propuesta de construir un frente electoral sobre el modelo argentino, teniendo esto una doble utilidad: por un lado, poder traducir la única experiencia electoral exitosa de los marxistas-revolucionarios, y por otro clavar a la base de las organizaciones que se autodenominan marxistas-revolucionarias en sus responsabilidades políticas para con la clase obrera. Sin embargo, sin una verdadera evaluación táctica, no hay vuelta atrás.
Además, si la dirección del PCL quiere estructurar una crítica teórica del sectarismo, como hizo con el documento sobre el TMI (con el que estamos de acuerdo palabra por palabra), debería dotarse no sólo del método del «garrote “ sino también del de la ”zanahoria», es decir, hacer una propuesta de frente único, porque la teoría se completa con la práctica.
Esta línea, atornillada sobre sí misma, ha conducido a tolerar formas políticas rutinarias destinadas a mantener al PCL no como un instrumento político al servicio de la clase trabajadora, sino del PCL como PCL. Lejos quedan los días del viejo mantra del PCL de «la mayor organización comunista a la izquierda del reformismo».
Las constantes dificultades políticas del PCL le han llevado a adoptar diferentes posiciones, como «construir sobre sí mismo…», «El partido anticapitalista de la clase obrera…». Todas fórmulas más o menos válidas pero no adherentes a la realidad porque no tenían la capacidad de remover las formas estáticas, llevando a una inevitable cristalización autoproclamatoria.
Más allá de los obstáculos objetivos, el haber estado demasiado tiempo enredado en relaciones fluidas con otras organizaciones a nivel internacional ha producido primero un atraso y después un retraso en el desarrollo del partido, ha obstaculizado el proceso de relanzamiento de la reconstrucción de la IV Internacional. La línea de reagrupamiento sigue siendo, tanto a nivel nacional como internacional, una necesidad ineludible no sólo para el futuro de la izquierda comunista sino también para valorizar los posibles fermentos, que los ha habido y los puede haber. (por ejemplo, GKN)
Basta pensar en las relaciones exclusivamente binarias que el PCL ha mantenido en los últimos años, como:
– PO (con Altamira)
– EKK
– DIP
– AR-Francia
– PO (sin Altamira)
– Nuevo MAS
– POR ruso
– Liga por la V Internacional
Esto representa una inversión exacta del método trotskista. Trotsky construyó la Oposición de Izquierda Internacional, después de su expulsión de la URSS, no a través de relaciones bilaterales sino a través del método de reagrupamientos. Para Trotsky, por tanto, el método de reagrupamiento ya estaba profundamente anclado antes de la construcción de la IV Internacional.
Pensar en construir una nueva Internacional sin utilizar el método de reagrupamiento no sólo es erróneo y está fuera de los cánones del trotskismo, es sobre todo imposible.
El agrupamiento hoy sólo puede ser impulsado por una organización que tenga voluntad y que esté centralizada.
La UIT-CI no se autodenomina la nueva IV Internacional, no tiene un centro de gravedad oxidado y autorreferencial en la construcción de ésta, a diferencia de todas las fracciones internacionales o internacionalistas, y ha tomado las mejores posiciones (hecho innegable) en el panorama trotskista posterior en los últimos diez años.