Escribe Ezequiel Peressini, dirigente de Izquierda Socialista, sección de la UIT-CI en Argentina
5/12/2024. El pasado martes 3 de diciembre, el gobierno ultraderechista de Yoon Suk Yeol, declaró la Ley marcial bajo el supuesto de proteger al país de las “fuerzas comunistas y los aliados de Corea del Norte” y que “la Asamblea Nacional se ha convertido en un monstruo”. En realidad, el gobierno buscó controlar a la oposición socialdemócrata y liberal y al conjunto del parlamento, que bloqueaba las leyes y designaciones del gobiernos, impugnaba designaciones de funcionarios y exigía se investigara la esposa del presidente por presunta corrupción. Todo esto se desarrolló en medio de reclamos sindicales y populares, como una huelga de médicos que ya lleva más de un año reclamando contra la injusta reforma en el sistema de salud. También se destacó en julio de 2024 la gran huelga de los trabajadores de Samsung y sus llamativas movilizaciones por aumento de salario y el derecho a la sindicalización. Con la ley marcial, el gobierno buscó prohibir todas las actividades políticas, las reuniones civiles y las “noticias falsas”, en lo que denominó un intento de salvar al país de las “fuerzas pro norcoreanas” y “anti estatales”.
Pero, su intentona golpista terminó en una derrota para el gobierno y fue un disparo en sus pies. Apenas 6 horas después de declarada la Ley Marcial, la Asamblea Nacional reunida en un parlamento rodeado por militares, votó levantar la medida. Ahora, en medio de huelgas y movilizaciones, el herido gobierno de Yoon Suk Yeol, pende de un hilo y pierde el sostén de su propio partido, sus ex aliados y hasta el imperialismo norteamericano desconoce la medida golpista impulsada por el presidente.
Yoon Suk Yeol. Catapultado y hundido por la crisis política
Yoon Suk Yeol, del Partido del Poder Popular (PPP), está en el poder desde las últimas elecciones presidenciales realizadas en el 2022, las que ganó por el estrecho margen de 247 mil votos (el 0,73%) en una elección donde participaron 34 millones de votantes, siendo las elecciones más reñida de la historia. En las últimas elecciones legislativas desarrolladas en abril de 2024, luego de las negociaciones parlamentarias y el retroceso del PPP, la oposición patronal de centro izquierda y liberal logró controlar la mayoría de la Asamblea Nacional, llevando la polarización política al extremo.
Yoon Suk Yeol es un reivindicador sistemático de las dictaduras militares como un motor para el desarrollo económico, es un excéntrico mesiánico, anti feminista, conservador y al igual que otros ultraderechistas como Javier Milei en Argentina, y se postula como campeón de la lucha contra el supuesto “comunismo” y cuestiona los derechos de la mujer y el derecho al aborto. En su campaña electoral prometió abolir el Ministerio de Igualdad de Género de Corea del Sur.
La figura de Yoon Suk Yeol surgió al calor de la crisis política y la inestabilidad. Desde 1999 fue parte de la Fiscalía Nacional y en 2019 fue designado por el entonces gobernante Partido Democrático (socialdemócrata) como Fiscal General. Desde su ubicación impulsó las investigaciones contra la ex presidenta, Park Geun-hye, quien fue destituida por acusaciones de corrupción en 2016 luego de fuertes manifestaciones. La ex presidenta fue encarcelada y luego indultada por el gobierno de Moon Jae-in, del actual partido opositor Partido Democrático de Corea del Sur, quien perdió las elecciones en el año 2022 con el actual gobierno conservador por no mejorar las condiciones de vida de millones de trabajadores.
La Ley Marcial: ¿el principio del fin de Yoon Suk Yeol?
La Ley Marcial fue declarada en la televisión el martes 3 de diciembre por la noche y declaró a la oposición como “fuerzas anti estatales pro norcoreanas sinvergüenzas que están saqueando la libertad y la felicidad de nuestros ciudadanos”.
La Ley Marcial del gobierno fue tomada como una declaración de guerra por el conjunto de las organizaciones políticas y sindicales. La mayoría de la clase trabajadora y los sectores populares rechazaron la medida. Las fuerzas armadas, escasamente movilizadas y muy divididas, no lograron impedir el funcionamiento del parlamento ni las incipientes concentraciones en repudio al gobierno.
El experimento golpista del gobierno fracasó por carecer de base social dentro de su partido, de la oposición política, ni entre los militares. Los parlamentarios lograron ingresar a la Asamblea Nacional saltando paredes y cercos y ayudados por la movilización que en las puertas del parlamento desafiaba a las fuerzas armadas. 190 diputados lograron ingresar y aprobaron la inmediata nulidad de la Ley Marcial por considerarla inconstitucional, ya que Corea del Sur no está en Guerra, ni en situaciones similares a las guerras.
La desesperación del presidente, quien en un brusco giro represivo y autoritario buscó compensar su debilidad política con la movilización de las fuerzas armadas, fracasó. Su intentona se le volvió en contra y a seis horas de haber anunciado la declaración de la Ley Marcial, la tuvo que levantar.
El fracaso político del presidente Yoon Suk Yeol abrió la puerta a una profundización de la crisis política y su gobierno pende de un hilo mientras transcurre un verdadero éxodo masivo en el que decenas de funcionarios abandonan su gobierno y su partido. Según el diario local Korea Herald, todos los colaboradores de Yoon, incluido el jefe de gabinete Chung, el director de política nacional Sung Tae-yoon y el asesor de seguridad nacional Shin Won-sik, así como 11 secretarios de alto rango, ofrecieron renunciar a sus puestos. Sin embargo, el partido gobernante se negaría a aprobar la destitución de Yoon e insiste en que el presidente debe abandonar su partido. En una declaración separada, el Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, se alejó del presidente golpista desconociendo la medida tomada por el gobierno y resaltó que: «Reafirmamos nuestro apoyo al pueblo de Corea y a la alianza entre Estados Unidos y la República de Corea basada en los principios compartidos de democracia y estado de derecho» .
El ridículo de la medida tomada quedó de manifiesto en las palabras de renuncia del ex Ministro de Defensa, quien pidió disculpas por la medida tomada y se hizo responsable de la situación y de “haber asesorado mal” al presidente.
La crisis política y la debilidad del presidente han llevado a que la Asamblea Nacional presentara seis proyectos para destituir a Yoon Suk Yeol. Estos proyectos serán discutidos en los próximos días, en medio de huelgas y movilizaciones y será resuelta por el tribunal constitucional una vez que se resuelva la designación de sus miembros faltantes y se espera que el Primer Ministro sea quien asuma el poder.
A pesar de la mayoría opositora en el parlamento, existen fervientes negociaciones para conquistar los 200 votos a favor sobre los 300 diputados. En este escenario, el Partido Democrático y sus aliados, se preparan para ser el recambio y capitalizar la crisis de gobierno.
La clase trabajadora entra en escena para derribar al gobierno
En medio de esta crisis brutal, la clase obrera y los trabajadores entran en escena. La Confederación Coreana de Sindicatos, la mayor organización sindical de Corea del Sur, declaró el miércoles 4 una huelga general indefinida, exigiendo la dimisión inmediata del presidente y se convocó a una «protesta masiva» en la plaza Gwanghwamun, en el centro de la capital, Seúl. En un comunicado, la Confederación que agrupa a más de un millón de trabajadores, afirmó que: «El presidente ha revelado su dictadura antidemocrática al recurrir a esta medida inconstitucional y extrema. Esto marca el fin de su régimen. Nosotros, junto con el pueblo de esta nación, no nos quedaremos de brazos cruzados«.
La crisis política que se vive en Corea del Sur demuestra que los gobiernos de ultraderecha no resuelven los grandes problemas sociales que sufren los trabajadores y los sectores populares, sino más bien, los empeoran. Los bajos salarios, la precarización y la grave crisis habitacional que golpea particularmente a la juventud, se vio reflejada drásticamente en la galardonada y taquillera película Parásitos o la popular serie Juegos del Calamar, siendo la ficción un inevitable reflejo de la cruda realidad coreana. Según Sarah A. Son, profesora de estudios coreanos en la Universidad de Sheffield, cuando esta serie fue estrenada en 2021, la deuda de los hogares en Corea del Sur, con 51,7 millones de habitantes, superaba el 100% de su PIB, el más alto de Asia. El 20% de los que más ganan en el país tiene un patrimonio neto 166 veces mayor que el del 20% con menores ingresos, una disparidad que se ha incrementado en un 50% desde 2017.
En este escenario la clase trabajadora, los sectores populares y la juventud se organiza en busca una salida a la crisis económica y social que impone el capitalismo y los gobiernos. La pelea por salarios y pensiones dignos, una vivienda digna y condiciones de trabajo seguras y estables, junto a la defensa de los derechos democráticos, son el motor de las luchas en curso. Derrotar al gobierno y conquistar la caída de Yoon Suk Yeol es tarea fundamental del conjunto de la clase trabajadora. En esta tarea merecen toda la solidaridad internacional con su lucha, en una nueva lección de cómo enfrentar a los nuevos gobiernos de ultraderecha que ajustan al pueblo trabajador y atacan las libertades democráticas.