Escribe José Castillo, dirigente de Izquierda Socialista/FIT Unidad
El único “cambio” que hubo fue el tono monocorde, casi asustado, de un Milei debilitado que ni siquiera se animó a terminar con su clásico “viva la libertad, carajo”. Fueron 15 minutos donde, en concreto, se limitó a presentar un presupuesto a la medida de las exigencias del FMI. Justamente el Fondo fue otro de los grandes ausentes en su disertación.
¿Qué dijo el presidente ultraderechista, en su primera aparición tras el discurso de la noche en que reconoció su derrota electoral? Lo repetido, un montón de veces, con distintas metáforas, es lo que llamó eufemísticamente “el equilibrio fiscal”. O sea, el ajuste. Lo llamó “el ancla”, “la piedra angular”, “el principio innegociable”.
Después de repetir, con menos énfasis que en otros discursos (en que lo hacía a los gritos), los supuestos “logros” de su gestión, donde habrían “bajado la inflación y la pobreza”, Milei afirmó que el problema era que “las cosas no siempre se entienden” o que “hay personas que no perciben las mejoras”. Desconociendo que millones “sí que entienden” y “sí que perciben” el hambre y la marginación a que los viene sometiendo la motosierra en estos casi dos años.
Milei usó una expresión repetida. Que ya la había dicho hace un año, que también la había repetido hace varios meses su ministro de Economía Luis “Toto” Caputo. Los más memoriosos recordaban que era la misma que utilizó Mauricio Macri cuando, siendo presidente, abrió las sesiones legislativas en marzo de 2018: “lo peor ya pasó”. Menos de un mes después vino el desbarranque, el salir corriendo al FMI y el principio del fin de su mandato.
Lo que no dijo Milei es que el presupuesto que estaba presentando desmiente rotundamente que “lo peor, ya pasó”. Al contrario, propone un mayor y más duro ajuste, tal cual lo acordado en abril pasado con el FMI. El superávit fiscal, pasará del 1,2% al 2,2% del PBI en 2026 y luego al 2,5% en 2027. ¡Casi el doble!
Según el presidente, el proyecto de presupuesto contiene una serie de “aumentos”, que claramente no son tales. Así, promete incrementar el presupuesto para universidades. Apenas minutos después de terminado su discurso, el propio Consejo Universitario Nacional salió a desmentirlo: “los 4,8 billones de pesos anunciados no son más que anualizar para el 2026 lo percibido a diciembre de 2025, queda muy lejos de los 7,3 billones necesarios para que pueda funcionar normalmente el sistema” (declaración del CIN: “Un proyecto para consolidar el ajuste universitario”).
Milei también revoleó supuestos números de incrementos para jubilados, personas con discapacidad, salud y educación. Todos confusos y mentirosos. La trampa es que vendrán atados a una “regla fiscal” que ya conocemos: el “déficit cero” (que en realidad es peor: el superávit obligatorio del 2,2%, como exige el Fondo). Si no se lo alcanza, se recortan los gastos. ¡La mismísima regla que inventaron Caputo y Patricia Bullrich en 2001, cuando, meses antes de volar por los aires en el Argentinazo, le recortaron un 13% a las y los jubilados y empleados estatales!
Milei ya directamente delira cuando habla de un crecimiento de entre 7 y 8% anual sostenido durante 20 años que nos colocaría “entre los países más ricos del mundo”. Está en la misma línea de cuando se presentaba como “el mejor economista del mundo” y reclamaba que le dieran el premio Nobel.
Vamos a la realidad.
Con los supuestos de base que presenta la ley de presupuesto de Milei no se alcanzará ningún “crecimiento” de esos con que sueña el gobierno. Miremos los números (que el propio presidente se cuidó de no mencionar en su discurso): dicen que el año próximo la economía argentina crecerá un 4,5%, cuando su política la está sumiendo en una mayor recesión, reconocida por todos los economistas, incluso los del establishment. Afirma que la inflación del año que viene estará entre el 7 y el 12% (otro supuesto difícil de cumplir) y, lo más ridículo de todo, habla de un 2025 que terminará con un dólar a 1.325 pesos (cuando hoy ya está por encima de los 1.450) y un dólar a diciembre de 2026 de 1.423. Cómo obviamente, todo esto es incumplible, el presidente tendrá las manos libres para “no cumplir sus promesas” de esos supuestos aumentos a las y los jubilados, personas con discapacidad, salud y educación.
Otra cosa que no dijo Milei, y que también desmiente que “lo peor ya pasó”, es que el año que viene le prometió al Fondo que presentará sus leyes de flexibilización laboral, reforma jubilatoria y fiscal, los tres ejes estructurales con que pretende dar el mazazo final a los derechos del pueblo trabajador.
Demostrando la extrema debilidad en que quedó su gobierno después de la paliza que sufrió en la elección bonaerense, el presidente, casi en tono de súplica, dijo que está dispuesto a trabajar con los gobernadores y los legisladores, tirando un cable a la oposición patronal.
En síntesis, ¿para qué y para quién habló Milei? Los únicos que escucharon atentamente su mensaje fueron el FMI y el establishment financiero internacional, encabezados por los acreedores de deuda externa, que ya dudan de la capacidad del gobierno de poder avanzar con su super-ajuste y así garantizar los próximos pagos de deuda externa. Para ellos es este presupuesto que se presentó ayer. Queda muy en duda si podrá aprobarse. Y que el gobierno deba conformarse con seguir ajustando sin presupuesto, como lo hizo desde el comienzo de su mandato. Mientras tanto, la continuidad de la motosierra se expresó en lo concreto la semana pasada, con los vetos al Garrahan, a las universidades y a las provincias. El repudio popular, que ayer mismo se expresó en varios cacerolazos mientras hablaba Milei, se multiplicará por centenares de miles en todo el país este miércoles, cuando se traté en el Congreso el rechazo a dichos vetos. Desde Izquierda Socialista y el FIT Unidad seguiremos impulsando la movilización para derrotar la motosierra de Milei, los gobernadores y el FMI.










