Escribe José Castillo, dirigente de Izquierda Socialista/FIT Unidad
Finalmente, el gobierno ultraderechista de Milei logró hacer aprobar la ley de presupuesto para el año 2026. Se trata de toda una hoja de ruta de super-ajuste, que le da continuidad a la motosierra de los dos años anteriores. La aprobación de esta ley, exigencia del FMI, fue posible gracias al apoyo que obtuvo el gobierno de La Libertad Avanza por parte de PRO, radicales, partidos provinciales y también de los votos aportados antes por diputados, y ahora senadores, vinculados a gobernadores peronistas.
Luego de la victoria en las elecciones de octubre, y del acelerado proceso de “transfuguismo” (diputados y senadores votados por otras fuerzas políticas, sea el peronismo, el radicalismo o el PRO) que “se pasaron” directamente a La Libertad Avanza, Milei y su mesa chica creía que iba a lograr con trámite exprés aprobar todo el paquete de ajuste y reformas estructurales, incluyendo, nada más y nada menos, la reforma previsional.
Sin embargo, tuvo un traspié en la votación del presupuesto en Diputados que los obligó a recalcular. No lograron en la votación en particular en dicha Cámara hacer pasar la anulación de las leyes de financiamiento universitario y de emergencia en discapacidad. Una mezcla de miedo al repudio de los legisladores al volver a sus provincias, y compromisos no cumplidos del toma y daca de compra de votos, hizo que ese capítulo de la ley fuera rechazado. A esto tenemos que sumarle que en ese momento se realizaba la marcha contra la reforma laboral de la CGT y las CTA a Plaza de Mayo (en las que también participó el sindicalismo combativo y la izquierda con una columna independiente), que se replicó masivamente en todas las provincias.
Todo esto generó un pequeño triunfo para el pueblo trabajador, “Luchar sirve” fue el mensaje. El gobierno “que se llevaba todo por delante” tuvo que poner el pie en el freno y anunciar que trasladaba a febrero el tratamiento de la reforma laboral. Con respecto al presupuesto, tras el amague de Milei de “vetar todo”, volvieron sobre sus pasos y prefirieron aprobarlo tal como salió aprobado de Diputados (o sea sin las derogaciones de la ley universitaria y de discapacidad).
¿Qué es y porqué se aprobó este presupuesto?
Seamos claros. Por más que se haya sacado ese capítulo, sigue tratándose de un proyecto de super-ajuste, un salto en calidad en relación a la motosierra, un presupuesto que sólo trae más hambre, miseria y marginación social con el único y explícito objetivo de cumplir con los compromisos con el FMI y los pulpos acreedores. Un presupuesto que, además, autoriza al gobierno a seguir aumentando el endeudamiento en 20.000 millones de dólares.
El gobierno se decidió por hacerlo aprobar, tras sus dudas acerca si convenía directamente vetar y estar otro año más actuando discrecionalmente (sin presupuesto), porque así se lo exigieron explícitamente el FMI, el gobierno de los Estados Unidos y los mismos pulpos acreedores (hubo una explícita declaración al respecto del J.P. Morgan). Era la hoja de ruta que materializaba que se iba a cumplir, en base al hambre de los argentinos, con todos y cada una de las exigencias del imperialismo yanqui y los acreedores externos.
Mucho se habló previamente de que la versión aprobada en Diputados (y que se votaba en el Senado) tenía ciertos artículos “invotables” incluso para aquellos partidos patronales que acompañaban “en general” la aprobación exigida por La Libertad Avanza. En particular, se hablaba del artículo 30, por el que se derogaba partes de la leyes de Financiamiento Educativo, de Educación Nacional, de financiamiento del sistema nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación y de Educación Técnica Profesional y del artículo 12, que atentaba contra el financiamiento universitario. Un ataque en toda la línea a la educación pública y al sistema de ciencia y técnica. Pero funcionó la compra de votos, una vez más, más escandalosamente que nunca. La Libertad Avanza tiene en Senadores 20 bancas (21 si sumamos al tránsfuga de Luis Juez, con quien integran un interbloque). Sin embargo, se pudo ver, tanto en la votación en general como en particular, que el cartel marcaba repetidamente “45” o “46”. Los senadores de los gobernadores peronistas como el catamarqueño Jalil o el tucumano Jaldo, o Sáenz, el antiguo amigo de Massa, gobernador de Salta, más algunos de otras provincias (Jujuy), se sumaron a radicales, el PRO y legisladores de partidos provinciales. Todos revolcados en el mismo lodo, dándole el presupuesto de ajuste y la gobernabilidad que requería el ultraderechista Milei. La sonrisa de oreja a oreja de la impresentable nueva senadora (y ex ministra represora Patricia Bullrich), lo decía todo.
Fue el último hecho político del año. El pueblo trabajador asistió con indiferencia a esta votación vergonzosa. Algunos llegaron a escuchar preocupados la amenaza navideña del presidente Milei: “ajustense los cinturones”, prometiendo más ajuste, despidos y recortes. La inmensa mayoría estuvo ocupada tratando de poder comprar, con salarios y jubilaciones pulverizadas, algo para la mesa de las fiestas. Miles ya no saben lo que es el aguinaldo, otros tanto, que sí lo cobran, lo tuvieron que usar íntegramente para pagar deudas. Están los que no saben si van a tener trabajo el año que viene. Los que se tienen que pasar las fiestas trabajando para alguna plataforma y así conseguir alguna moneda.
El 2026 será, sin dudas, un año de luchas. Por el salario, contra los despidos, enfrentando los nuevos ajustes. Dando una fortísima pelea contra lo que se viene, la reforma laboral en primer lugar. Por eso, sigue siendo fundamental exigir a la CGT y las CTA que rompan con el inmovilismo o las declaraciones testimoniales, llamando a un paro general y un plan de lucha contra la motosierra de Milei, el FMI, el imperialismo yanqui y los gobernadores cómplices. Es lo que venimos sosteniendo tanto desde el sindicalismo combativo como desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad.










