Jul 30, 2024 Last Updated 5:39 PM, Jul 29, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Paula Alfaro, congresal Suteba

Más de 500 docentes de inicial y otras ramas, acompañados por nuestra agrupación Docentes en Marcha, nos autoconvocamos y movilizamos a Jefatura Distrital de Esteban Echeverría, junto al Jardín 937, hartos de las agresiones contra la docencia. Marchamos reclamando justicia, con los chicos no y con los docentes tampoco. La Jefatura tuvo que recibirnos y le entregamos un petitorio exigiendo basta de violencia contra la docencia. Urgente creación y aplicación de un protocolo de resguardo claro y rápido para dar curso a las denuncias de abuso, donde tanto las y los niños o jóvenes y las familias puedan canalizar su denuncia para llegar a la verdad y justicia. Pero no podemos permitir una sola agresión más a una docente y violencia en las escuelas. Los grandes ausentes fueron los burócratas de Suteba, que se dedicó a militar la “ilegalidad” de la movilización en vez de apoyarla. “Dónde están, los gremios dónde están” gritaban las docentes.
              


Escribe Mariana Scayola, secretaria general de Ademys
 
El miércoles 5 de abril se realizó una nueva audiencia del juicio de desafuero sindical que el gobierno porteño de Horacio Rodríguez Larreta le inició a Jorge Adaro, secretario gremial de Ademys. En las anteriores audiencias ya habían declarado cuatro docentes de la escuela N°19 de Villa Soldati y ahora me tocó declarar a mí y a nuestra compañera Andrea Bohus de la Comisión Directiva de Ademys. Todas las y los testigos demostramos en el desarrollo del juicio que Ademys en general y Jorge Adaro en particular somos víctimas de una persecución política y gremial por parte del gobierno de Juntos por el Cambio, la ministra de educación Soledad Acuña y del director general de escuelas Fabián Capponi. Ante esta persecución evidente la procuradora del gobierno porteño pidió la nulidad de los seis testimonios, lo cual muestra su desesperación frente a la contundencia de cada testigo aportado por nuestra defensa. Estamos en estado de alerta y movilización a la espera de un fallo favorable para defender nuestro derecho democrático a la protesta. ¡Basta de perseguir al sindicalismo combativo!

Escribe Reynaldo Saccone, ex presidente de la Cicop

A fines de marzo, el gobierno de Kicillof intentó llevar una parte considerable de los ya escasos pediatras del Hospital Paroissien al Hospital Néstor Kirchner de Laferrere, cuyo plantel nunca se completó. Sin reparar en criterios epidemiológicos ni sanitaristas, imaginaron el desatino de inaugurar un nuevo servicio de pediatría sin nombrar ningún pediatra, dado que el último  presupuesto a la baja votado por ellos mismos y los compromisos con el FMI, asumidos por su propio gobierno, se lo impedían. Sin embargo, la voluntad de lucha de las y los trabajadores y la firmeza de la conducción democrática de la seccional Paroissien de Cicop se lo impidieron.

El lunes 3 de abril paró cuatro horas el servicio de Pediatría y se realizó una asamblea general del hospital, abierta a la comunidad. Hubo delegaciones de los hospitales Posadas y Güemes, de organizaciones sociales, gremiales y políticas. De la conducción de Cicop estuvo solo la oposición Multicolor, Mónica Méndez (secretaria de organización) y Laura Cano. Adhirieron seccionales de Cicop, ex presidentes y dirigentes históricos del gremio y compañeros de otros hospitales como el de Niños de San Justo. Estuvieron la concejala Natalia Hernández (PTS) y la concejala electa Olga Ortigosa (Izquierda Socialista) ambas del FIT Unidad. En la asamblea se resolvió por unanimidad el “no traslado” del Servicio de Pediatría y exigir nuevos cargos para completar los planteles de guardia.

En ese marco combativo se realizó la reunión de Cicop con la Dirección del Hospital, la viceministra de Salud Alexia Navarro y otros funcionarios. Éstos, con gran desparpajo, negaron de plano el intento de traslado que habían querido imponer hasta unas horas antes. Además, ofrecieron el nombramiento en planta de los residentes que finalizan. Ante esta retirada evidente, la Cicop Paroissien invitó a firmar el acta de la reunión, pero las representantes del ministerio se negaron abriendo profundas dudas sobre sus verdaderas intenciones. Cabe mencionar que en esa reunión estuvieron presentes Pablo Maciel, presidente de Cicop provincial, Silvana Scalli, vicepresidenta, y Aníbal Aristizabal, secretario gremial, que no sólo no fueron a la asamblea de los trabajadores, sino que no cuestionaron la posición del Ministerio.

Los trabajadores del Paroissien lograron revertir una situación grave, pero como dicen: “Seguiremos en estado de alerta y en unidad de acción para garantizar el derecho a la salud de toda la población, en defensa de una salud pública de calidad e igual para todos, por aumento del presupuesto sanitario, contra los ajustes que los gobiernos hacen por orden del FMI, peleando por condiciones laborales dignas y enfrentando toda medida que atente contra nuestros derechos de trabajadorxs y la calidad de nuestro trabajo profesional.”
 

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Escribe Federico Novo Foti

Entre el 19 de abril y el 23 de mayo de 1943 se produjo el levantamiento del gueto judío de Varsovia, ubicado en la capital polaca ocupada en la Segunda Guerra Mundial por los nazis. Fue violentamente reprimido hasta dejar el lugar en ruinas. Dos años después, el nazi-fascismo era aplastado por la creciente resistencia popular y el avance del Ejército Rojo y los aliados.
 
El 1° septiembre de 1939 comenzó la Segunda Guerra Mundial, cuando los ejércitos alemanes invadieron Polonia. Días antes, los ministros de Asuntos Exteriores de Adolf Hitler y José Stalin habían celebrado un infame pacto de no agresión entre la Alemania nazi y la Unión Soviética (URSS), que incluía la partición y reparto de Polonia por ambos países. El 8 de septiembre, las tropas alemanas alcanzaron Varsovia, la capital polaca. El 17 de septiembre, la región oriental fue invadida por la URSS. Polonia, como tal, había dejado de existir.

Polonia fue uno de los países más castigados por la barbarie nazi, en particular su numerosa población judía. Allí gobernó el carnicero Hans Frank, quien instaló la sede del “gobierno central” en Cracovia, la segunda ciudad polaca en importancia. Frank fue uno de los más entusiastas impulsores de la “solución final”, es decir, de los campos de exterminio. Fueron igualmente víctimas del nazismo los gitanos, eslavos, comunistas, homosexuales y todo opositor a la contrarrevolución nazi y su “modelo ario”.
 
El gueto y el exterminio del pueblo judío

En Varsovia vivían unos 380.000 judíos, muchos de ellos llegados en distintas olas migratorias, provenientes de regiones orientales, huyendo de la pobreza, la represión y las matanzas desde la época del imperio de los zares rusos. Entre ellos había trabajadores, campesinos, comerciantes, artesanos, profesionales y hasta grandes empresarios, como el grupo judío propietario de la fábrica de montaje de autos bajo licencia de General Motors.[i]   

Los primeros decretos del gobierno nazi de Frank definieron que ningún judío sería dueño de su propio destino. Congeló sus cuentas bancarias, les fueron arrebatados comercios y empresas, los sometió a humillaciones diarias y trabajos forzados. Desde diciembre de 1939 todos los judíos debían lucir en la manga derecha una banda blanca con la estrella de David. En abril de 1940, se comenzó a aislar el barrio judío con la excusa del surgimiento de una epidemia de tifus. En noviembre comenzó la “limpieza étnica” de la ciudad. Miles de familias judías de Varsovia y otras localidades fueron obligadas a abandonar sus casas y dirigirse al “gueto” en el barrio judío, ahora cerrado por once kilómetros de murallas. En 300 hectáreas habitables del gueto llegaron a vivir hacinadas medio millón de personas. En ese infierno se instaló la muerte por hambruna, enfermedades, ajusticiamientos arbitrarios y todo tipo de vejámenes. Estaba prohibido salir del gueto. Solo lo hacían, en medio del mayor control militar, aquellos que debían desplazarse a trabajar en otras zonas de la ciudad. El Consejo Judío (Judenrat) y la denominada “policía judía”, constituidos por hombres de la clase alta judía colaboracionista, quedaron encargados de hacer cumplir las leyes nazis en el gueto.

A inicios de 1941 comenzaron a llegar a Varsovia noticias de que en la ciudad de Chelmno habían asesinado a unos 40.000 judíos procedentes de Lodz, en lo que se describía como un “campo de exterminio”. Luego de comenzada la invasión nazi a la URSS, en junio de 1941, se supo de asesinatos masivos en Ucrania y Bielorrusia. En marzo de 1942 fue destruido el gueto de Lublin. El 22 de julio llegó la orden de que todos los judíos “no productivos” de Varsovia debían trasladarse hacia un lugar indeterminado en la frontera oriental. Comenzaba la “Gran Deportación”. Todos los días, unas 6.000 personas eran subidas a trenes con dirección a Sokolow, un cruce ferroviario que llevaba a Treblinka. Judíos prófugos confirmaron que el verdadero destino era la muerte en ese campo de exterminio. El 21 de septiembre cesó la acción de expulsión. Quedaron recluidos en el gueto tan sólo 33.700 judíos, que trabajaban en fábricas y tiendas alemanas. Sumados a los que sobrevivían clandestinamente, escondidos en sótanos y túneles de alcantarillado, eran unas 60.000 personas. En siete semanas habían sido trasladadas y asesinadas unas 300.000 personas. Un verdadero genocidio.

El levantamiento

Desde el comienzo mismo de la ocupación nazi, comenzaron las primeras acciones de la resistencia polaca. En el gueto de Varsovia, a principios de 1942, había comenzado a instalarse entre la juventud la idea de preparar un levantamiento armado. Un planteo rechazado por el Consejo Judío y la mayoría de los partidos políticos y líderes judíos. El 28 de julio se constituyó la Organización Judía de Combate. Para el 20 de octubre, tras la “Gran Deportación”, la Organización Judía de Combate se convirtió en la máxima autoridad del gueto. Clandestinamente se organizaron en pequeños grupos de hombres y mujeres, sionistas, socialistas, comunistas y trotskistas. Estos últimos, que participaron activamente hasta el final, editaban el periódico “Bandera Roja” (Czorwony Sztandard). Sólo los líderes ortodoxos del partido religioso Agudas Israel se negaron a unirse. En aquellas espantosas condiciones de vida, fueron haciendo milagros para conseguir y almacenar alimentos, armas y municiones, cobrando impuestos “especiales” a los más ricos.

El 19 de abril de 1943, cuando un batallón nazi se disponía a entrar al gueto para realizar nuevas deportaciones, comenzó el levantamiento. Con unos pocos explosivos, cócteles molotov, fusiles, pistolas y algunas metralletas, los judíos lograron repeler el primer ataque nazi. El general de las SS Jürgen Stroop se puso al mando de la represión y rápidamente ordenó recurrir a la artillería pesada y los lanzallamas. Fueron incendiando cada sector del gueto, para luego inundar las alcantarillas y arrojar gases lacrimógenos por sus bocas. El 16 de mayo a la noche volaron la Sinagoga. Unos días después sólo quedaba el humo y algunos incendios. A pesar de su valiente resistencia, los judíos sufrieron unas 11.000 muertes y el levantamiento fue derrotado a finales de mayo.

La lucha heroica del gueto de Varsovia no fue en vano. En 1943 había comenzado el inicio del fin del nazismo. Poco antes del levantamiento del gueto de Varsovia, el 1° de febrero, el triunfo del Ejército Rojo en la batalla de Stalingrado marcó un punto de inflexión en la Segunda Guerra Mundial (ver El Socialista N° 554). Un nuevo impulso comenzó a recorrer la resistencia de los pueblos europeos. El nazismo comenzaba su retroceso y caída final. Al año siguiente fueron expulsados de Polonia y en mayo de 1945 cayó Berlín, derrotando al nazismo como la expresión más brutal del capitalismo imperialista.

1. Todos los datos fueron tomados de Matthew Brzezinski. “El ejército de Isaac”. Capital Intelectual, Buenos Aires, 2013.

El dirigente trotskista argentino Nahuel Moreno estudió la Segunda Guerra Mundial con el objetivo de sacar enseñanzas útiles para las futuras generaciones de revolucionarios. Definió a la Segunda Guerra Mundial como “el intento de extender la contrarrevolución [nazi] fascista imperialista a todo el mundo”.1 En la lucha contra el nazi-fascismo destacó “como una de las grandes gestas del proletariado mundial la lucha del gueto de Varsovia contra los nazis”.2 Señaló la importancia de que los revolucionarios intervinieran en las luchas democráticas, a pesar de la participación de corrientes burguesas. Dio el ejemplo de que “[en el gueto] había un ala izquierda que presionaba por la lucha, y todos los grandes dignatarios del gueto estaban en contra. El gueto [se levanta] cuando el ala burguesa, los rabinos, todos los que colaboraban con los nazis se dan cuenta de que a ellos también los meten en los trenes y los matan. Entonces, cuando se avivan de eso, dan un vuelco y le dan la razón a la juventud. Entonces la propia revolución se transforma en socialista: hay que repartir los alimentos, etcétera.”3 Este proceso fue abortado por la derrota del levantamiento. Pero Moreno llamó a comprender la profunda enseñanza que dejó a los revolucionarios sobre la necesidad de intervenir en las luchas democráticas bajo el capitalismo imperialista en la pelea por lograr gobiernos de trabajadores y el socialismo.

1. Nahuel Moreno. “Revoluciones del siglo XX”. Antídoto, Buenos Aires, 1986. Ver en nahuelmoreno.org
2. Idem.
3. Nahuel Moreno. “Escuela de cuadros. Argentina 1984.” Ediciones Crux, Buenos Aires, 1992. El Socialista Ver en nahuelmoreno.org

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