Jul 16, 2024 Last Updated 6:38 PM, Jul 16, 2024

Izquierda Socialista

Redacción de Izquierda Socialista y de El Socialista

Estamos en crisis. Cada día peor. Los salarios y las jubilaciones se siguen pulverizando. Comenzó una nueva oleada de despidos y suspensiones. Crece astronómicamente la pobreza. “Otra vez”, como tantas en los últimos 40 años. ¿Por qué? Nuestra respuesta es clarísima: se debe a que estamos encadenados al saqueo de la deuda externa. Se trata del principal mecanismo de expoliación imperialista sobre nuestro país. Una deuda ilegal, inmoral, fraudulenta y encima impagable. Que se agranda cual bola de nieve y cada vez nos hunde más.

Escribe José Castillo, candidato a Diputado Nacional por la Ciudad de Buenos Aires

Contraída por la dictadura genocida de Videla y Martínez Hoz –nunca nos cansaremos de subrayar esto que hoy todos quieren esconder- fue reconocida y pagada por absolutamente todos los gobiernos que se sucedieron desde 1983: Alfonsín, Menem, De la Rua, Duhalde, Néstor y Cristina Kirchner y ahora Macri. Para cumplir con los pulpos acreedores se ajustó en base al hambre y la miseria a nuestro pueblo y al final de cada mandato se debía más que al principio.

Siempre dijimos que era impagable. Tanto que varias veces los gobiernos entraron en “default” (cesación de pagos) al no poder siquiera pagar los vencimientos que se iban dando. Esto sucedió al final de la dictadura, cuando de los más de 40.000 millones de dólares de deuda externa que dejaron los militares, 16.000 ya estaban vencidos. Idéntica situación se dio con Alfonsín, que también dejó de pagar los vencimientos en abril de 1988. Y volvió a pasar en estos días, en que el ministro Lacunza anunció que la deuda de corto plazo, no sería abonada en tiempo y forma, pateando los vencimientos hacia el próximo gobierno (generando lo que se llama un default parcial y “técnico”).

Cuando fue distinto: el Argentinazo impuso el no pago

Tanto ahora como en 1982 y 1988 se dejó de pagar una parte de la deuda. Así, tanto la dictadura, como Alfonsín o actualmente Macri se “ahorraron” una porción de plata. Claro que lo hicieron vergonzantemente, porque no les quedó otra y destinando ese dinero a tratar de garantizar los negociados y las ganancias de “otros” pulpos financieros. Ni un peso fue a salario, empleo, educación o salud.

Pero hubo una vez que fue distinto. En 2001 el hambre, el desempleo y la miseria, producto de priorizar al máximo los pagos de deuda, había llegado a un punto límite.Y finalmente, el pueblo trabajador explotó. Millones se movilizaron y echaron al entonces presidente De la Rua y a su ministro Cavallo. Ese “argentinazo” (con ese nombre pasó a la historia) impuso el no pago. El propio presidente recién nombrado, Adolfo Rodríguez Saa, se vio obligado a proclamarlo desde el Congreso.

Esa enorme masa de dinero, que de otra manera hubiera ido a parar al barril sin fondo de la deuda fue la que se terminó utilizando, por la presión de las masas movilizadas, para que se tuvieran que otorgar dos millones de planes jefas y jefes de hogar en marzo de 2002. En los meses y años siguientes comenzó un proceso de reactivación y los trabajadores pudimos arrancarles aumentos salariales a los gobiernos primero de Duhalde y luego de Kirchner. Había plata disponible, justamente la que no se usó para pagar la deuda, hasta que Kirchner, su ministro Lavagna y su segundo Guillermo Nielsen, firmaron el canje de 2005 y así volvieron los pagos a los acreedores y al FMI que pocos años después otra vez nos hundirían en la crisis.

El kirchnerismo, que había llegado al poder con una deuda que no se estaba pagando de 190.000 millones de dólares, pagó desde ese momento en efectivo 200.000 millones (tal como reconoció la propia Cristina Kirchner), para terminar su mandato con un endeudamiento total de 240.000 millones. Por eso siempre lo denunciamos: el proclamado “desendeudamiento kirchnerista” fue una vulgar mentira.

El macrismo, por su parte, nos endeudó en otros 150.000 millones, dejando una deuda total superior a un PBI (más de 400.000 millones de dólares, todo lo que la Argentina produce en un año) y terminó entregándonos de pies y manos al FMI. Culmina su mandato dejando servidos un acuerdo con el Fondo donde se nos exigen metas de super-ajuste y con vencimientos inmediatos para los próximos tres años de 150.000 millones de dólares.

¿Cuál es la salida?

Tanto Macri como Alberto Fernández coinciden en que van a continuar con el FMI, “renegociando” o “reperfilando” el acuerdo. Ambos garantizan a los acreedores que les van a pagar el 100% de sus deudas. Desde el Frente de Izquierda Unidad somos clarísimos: ni la más mínima política de redistribución de la riqueza, aumento de salarios o jubilaciones o reactivación de la economía va a ser posible si seguimos sometidos a los dictados del Fondo y entregando miles de millones de dólares al barril sin fondo de la voracidad de los acreedores.

Sólo alimentaremos una deuda usurera al servicio de imponer reformas laborales y mayores ajustes al pueblo trabajador. Con las más terribles consecuencias en materia de salario, trabajo y miseria.

Por eso insistimos, la única salida es romper el acuerdo con el FMI y suspender inmediatamente todos los pagos en concepto de deuda externa. Para así, con esa plata, volcarla a resolver las más urgentes necesidades de salario, trabajo, educación, salud y vivienda.

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Escribe Guido Poletti

El candidato presidencial del Frente de Todos se reunió con la entidad que agrupa a las distintas expresiones patronales del campo: Sociedad Rural Argentina (SRA), Confederaciones Rurales Argentina (CRA), Coninagro y Federación Agraria. Lo primero que pidió fue olvidar el conflicto de 2008: “fue historia, ya fue”, afirmó Fernández, para dejar en claro que en su gobierno no habrá ningún conflicto con esas entidades y se le garantizará a los grandes terratenientes, a los pooles de siembra y a los monopolios agroexportadores la continuidad de todos sus privilegios.

“No piensen que van a haber mecanismos distorsivos ni prohibiciones a las exportaciones. Las exportaciones son el camino necesario para las divisas”, recalcó el candidato presidencial, alejándose de cualquier tipo de control sobre el comercio exterior. Incluso se deslindó de lo que había insinuado Felipe Solá, acerca de la reimplantación de la Junta Nacional de Granos. Recordemos que esta entidad, que existió entre 1933 y fue cerrada por Menem en 1991, apenas si garantizaba tenuemente que los precios de los granos no se dispararan demasiado hacia arriba (repercutiendo de esta manera en el precio de la harina y el pan, en el caso del trigo) o hacia abajo (perjudicando al pequeño productor que no alcanzaba a cubrir sus costos). Pero el Frente de Todos, tal como por otra parte hizo el kirchnerismo, no piensa dar marcha atrás en esta liberación absoluta del sector.

La realidad es que Alberto Fernández ni siquiera piensa hacer uso a fondo de las retenciones, que hoy están apenas en 4 pesos por dólar exportado, y reduciéndose rápidamente con el avance de la devaluación.

Los representantes de las patronales agrarias salieron exultantes de la reunión. “Se acabaron los desencuentros”, afirmaron.
Ciertamente, un futuro gobierno del Frente de Todos le seguirá garantizando sus negocios a los dueños de miles hectáreas en lo mejor de la Pampa Húmeda y a los monopolios transnacionales exportadores como Nidera, Dreyfuss, Cargill o Cofco.

La inmensa potencialidad de nuestro campo, la fertilidad de una de las tierras más rentables del mundo y la capacidad de producir alimentos para diez veces nuestra población, será una vez más regalada a las patronales del agronegocio. Desde el Frente de Izquierda somos claros: hay que hacer exactamente lo contrario que lo que pregona Alberto Fernández. Es necesario nacionalizar el comercio exterior y realizar una profunda reforma agraria para que toda esa inmensa riqueza sea un puntal para el desarrollo de un programa económico alternativo, obrero y popular, que aporte recursos para resolver las reales necesidades pendientes de salario, trabajo, vivienda, educación y salud.

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Escribe Guido Poletti

Es la gran coincidencia entre macristas y el Frente de Todos: ambos compiten por quién le promete más privilegios a los pulpos transnacionales del gas y el petróleo para la explotación de Vaca Muerta. Sólo se pelean por quién fue el verdadero “fundador” de esa explotación no convencional. Cristina en su libro Sinceramente afirma que, tras la estatización parcial de YPF, el pacto secreto firmado con Chevrón fue el puntapié inicial que dio lugar a que comenzara el negocio. Los macristas retrucan que “el verdadero comienzo” de Vaca Muerta fue con los nuevos privilegios y subsidios que ellos le otorgaron durante su gobierno.

Pero más allá de esta pelea “de cartel”, la realidad es que cuando se les pregunta a los dirigentes del Frente de Todos por cuáles serán los ejes privilegiados de su gobierno, Vaca Muerta aparece como el número uno. Así lo explicó Guillermo Nielsen en innumerables foros, donde incluso promovió que todo el negocio tomara la forma de una off-shore: prácticamente no pagará impuestos y tendrá una extraterritorialidad tal que parecerá que la zona ya no pertenece a la Argentina.

La explotación de Vaca Muerta, por medio del fracking, mecanismo denominado “no convencional”, está duramente cuestionada por todas las organizaciones ambientalistas. Su potencialidad destructiva del ambiente es pavorosa. A ello se le agrega que la explotación se realiza prácticamente pasando “por arriba” a las comunidades locales, entre ellas varias de pueblos originarios que tienen allí sus tierras ancestrales. Y, por si todo esto fuera poco, Vaca Muerta está produciendo con trabajadores sometidos a la más feroz superexplotación, producto de un convenio colectivo de trabajo ultra-flexibilizado, que ya ha causado varias muertes de obreros por violar las más elementales medidas de seguridad. Todo al servicio de que un puñado de transnacionales del sector se lleve nuestro gas y petróleo.

Este es el “modelo productivo” que prioriza el programa económico del Frente de Todos. El nuestro, una vez más, es el opuesto: pasa por aumentar los salarios, prohibir las suspensiones y despidos, reestatizar las privatizadas (entre ellas constituir una gran YPF y una gran Gas del Estado que concentren todo el negocio gasífero-petrolero), en definitiva, en vez de un modelo de saqueo, otro de desarrollo al servicio del pueblo trabajador.

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Alberto Fernández se fue a España y el Frente de Todos se llamó a silencio. Dicen que Alberto, Cristina y Kicillof no van a opinar sobre las últimas medidas del gobierno para no “entorpecer”. Pero más que silencio, su actitud demuestra un aval a los anuncios oficiales, mientras millones sufren la severa crisis social tras la devaluación, el aumento de los precios y la tremenda pérdida de los salarios, jubilaciones y planes sociales.

Escribe Juan Carlos Giordano, diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT

Alberto Fernández viajó a España por una semana. Va a dar clases en la Universidad privada Camilo José Cela, se entrevistará con políticos patronales de ese país y de Portugal, y regresará el 8 de septiembre, un día después del comienzo de la campaña electoral.

En el Frente de Todos optaron por medir sus declaraciones y ser “prudentes” sobre las medidas que está tomando Macri de la mano del FMI.
A muchos votantes de los Fernández tal vez que les pueda parecer bien esta “jugada” para que no sea culpado el peronismo de ser co-responsable de la crítica situación, como acusa el gobierno. Pero su silencio, más que una brillante estrategia electoral, parece complicidad.

La “estrategia” de Alberto Fernández es dejar que Macri se cocine en su propia salsa. En concreto, que aplique el ajuste y que se siga desgastando para que el Frente de Todos gane con holgura el 27 de octubre. Pero las medidas de Macri no son inocuas, perjudican al pueblo trabajador. ¿Qué hizo Fernández ante la brutal devaluación? ¿Repudió la medida señalando que es un gran negocio para los exportadores y un mazazo al pueblo trabajador? No. Le indicó al gobierno que el dólar tenía que estar a 60 pesos. O sea, fue cómplice de ese brutal ataque al bolsillo popular.

¿Qué dijo Fernández ante el anuncio del “reperfilamiento” (renegociación) de la deuda? ¿Dijo que eso significará más sacrificio para el pueblo trabajador, que se van a postergar vencimientos con más intereses sobre intereses y que se siga pagando una deuda ilegítima y fraudulenta? No. El candidato no dijo nada porque ya le venía reclamando a Macri tomar esa decisión.

Por su parte, muchos dirigentes sindicales que apoyan a Alberto Fernández estuvieron en la reunión del Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil cuando el gobierno fijó un aumento en tres cuotas pasando de los actuales 12.500 pesos a 16.500 en tres meses, es decir, un monto final menor a la mitad de la canasta de pobreza. ¿Qué dijo Daer de la CGT ante la pregunta si iba a tomar alguna medida de fuerza en repudio? Contestó una vez más que no, que hay que esperar al cambio de gobierno para que se solucionen las cosas, descartando otra vez un paro general.

Sergio Massa, quien encabeza la lista a diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires, acaba de decir “a todos nos duele el país que nos está dejando Macri, pero en 100 días termina esta etapa y comienza un nuevo gobierno donde el trabajo tendrá protagonismo central” (Página12, 2/09). Es el mismo Massa que vino votándole todas las leyes a Macri (en especial el pago a los fondos buitres apenas asumió) y viene de respaldar al gobernador de Chubut, Mariano Arcioni. Chubut está sacudida por un enorme plan de lucha de docentes, estatales, judiciales, trabajadores municipales y de Vialidad, entre otros, porque no cobran los sueldos por culpa del gobernador. En la provincia que es la principal productora de petróleo del país no se pagan sueldos, los hospitales están colapsados y los chicos sin clases, de un gobernador peronista ligado a Alberto Fernández, socio en aplicar el ajuste de Macri.

Está claro. La “estrategia” de Alberto Fernández, Cristina y los dirigentes sindicales que los apoyan es no “hacer olas”, mientras sigue el ajuste, los pagos de la deuda, la fuga de capitales y la debacle económica que se sigue descargando sobre el pueblo trabajador con terribles consecuencias. La estrategia del Frente de Izquierda Unidad es la opuesta. Apoyar las luchas, exigir el paro general y pelear por un plan económico alternativo que parta de desconocer al FMI, dejar de pagar la deuda, nacionalizar la banca y el comercio exterior y cobrar un fuerte impuesto a los de arriba para combatir los males sociales que está dejando Macri.

Votar al Frente de Todos será para apoyar un silencio cómplice y fortalecer a un gobierno que va a aplicar un nuevo ajuste para cumplir con el FMI. Votar al FIT-Unidad, en cambio, será para fortalecer una alternativa política que enfrente a este gobierno y al que viene dando pelea por medidas de fondo al servicio del pueblo trabajador.

 

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Escribe Angélica Lagunas, candidata a intendenta

Con esta consigna, entre otras, llamamos a los trabajadores, a las mujeres y a la juventud a votarnos el próximo 22 de septiembre en las elecciones municipales, ante el llamativo panquequismo que se dio en la capital donde históricos políticos enfrentados ahora se aliaron en veintidós colectoras y listas espejos para intentar ganar la intendencia de la principal ciudad patagónica.

También llamamos a los electores a que enfrenten con su voto a los candidatos del ajuste y el FMI ya que los seis candidatos a intendentes restantes pertenecen al macrismo que gobierna la ciudad, al PJ y los kirchneristas y al MPN, partido de gobierno provincial que fueron aliados a Macri. Todos ellos tienen algo en común: coinciden en continuar con el pago de la deuda externa y los acuerdos con el FMI. Con ellos no habrá plan económico a favor del pueblo trabajador y continuarán con el ajuste. La conclusión es clara: son todos prácticamente lo mismo. Encima presenta su candidatura Sobich, auto confeso responsable político del asesinato de Carlos Fuentealba.

Las elecciones se realizan con boleta única electrónica donde la justicia electoral ha resuelto que en la pantalla aparezcan las 27 listas cuando solo compiten 7 candidatos a intendente. Desde el FIT-Unidad impugnamos este mecanismo porque la foto del candidato del MPN aparece en la pantalla diecisiete veces y la del candidato macrista seis, mientras que nuestra boleta con la candidatura a intendenta aparece solo una. Por supuesto que la junta electoral rechazó nuestra impugnación, dejándonos en notoria desventaja ante el elector que se para ante la pantalla para emitir su voto.
La campaña la estamos realizando con el esfuerzo militante del FIT Unidad y con el entusiasmo que despierta nuestra en representación de Izquierda Socialista al frente de una lista de concejales integrada por reconocidos candidatos del resto de los partidos del Frente de Izquierda Unidad. Y la estamos realizando con recorridas de barrios, repartiendo volantes en mesas diarias en el centro y con pegatina de afiches.

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