Un nuevo 8 de marzo, día internacional de las mujeres trabajadoras, nos plantea el desafío de volver a tomar las calles para plantear la grave situación de las mujeres y pelear por nuestros derechos. Este año, desde sus inicios, se ha demostrado que las políticas del gobierno K deciden encarar la crisis económica descargando los costos sobre las espaldas de las y los trabajadores. Frente a la imparable inflación que corroe rápidamente los salarios, el gobierno de Cristina propone un falso plan de “precios cuidados” y un tope para las paritarias salariales que apenas si llegan a una tercera parte de la inflación real anual.
Y está situación golpea con fuerza espacial a las mujeres que, si bien han incrementado su participación en el mercado de trabajo en los últimos diez años y hasta han superado a los varones en el promedio de años de formación en el sistema educativo, continúan con los puestos menos calificados, peor pagos y generalmente, en negro (INDEC, 2012) dificultándoseles más aun la pelea por la recuperación salarial.
Estas brechas salariales entre varones y mujeres que siguen expresándose con fuerza ante igual trabajo, se basan en el argumento de las cargas “extras” de las mujeres como la maternidad. Esta concepción patriarcal les supone a las mujeres una doble jornada laboral que incluye el aseo de la casa y el cuidado de los hijos, y es aprovechada para una super explotación laboral, que se exacerba en momentos de crisis económica. Pero las mujeres trabajadoras resisten y salen a luchar, como lo demuestran especialmente en estos días las docentes de todo el país.
Más crisis también es más violencia contra las mujeres
Pero la crisis económica y social también golpea a las mujeres en otros aspectos. La precariedad laboral, la miserable cuota del subsidio universal por hijo y la ausencia de políticas sociales para acompañar a las mujeres frente a situaciones de violencia, las lleva muchas veces a soportar el maltrato de sus parejas para poder darle de comer a sus hijos, aunque muchas veces paguen con su vida. Asimismo, las vuelve más vulnerables a las redes de trata, negocio que sigue creciendo exponencialmente en el país. Y continúan aumentando los riesgos de vida por la interrupción voluntaria de embarazos. Pues la clandestinidad y la inflación hacen casi imposibles el acceso a un aborto en condiciones de seguridad e higiene, para la mayoría de las mujeres.
Por eso, este nuevo 8 de marzo, volvemos a las calles de todo el país a reclamar nuestros derechos. Las mujeres no vamos a pagar la crisis. Por paritarias sin techo. Basta de despidos y por trabajo digno. Basta de muerte de mujeres: aborto legal, seguro y gratuito. Declaración inmediata de emergencia nacional por violencia de género. Desmantelamiento inmediato de las redes de trata y explotación sexual.