Jul 17, 2024 Last Updated 4:00 PM, Jul 17, 2024

Izquierda Socialista

Por Miguel Angel Hernández, dirigente del PSL de Venezuela y la UIT-CI

Se cumplen dos décadas de los ataques a las Torres Gemelas de Nueva York y al Pentágono. Este aniversario coincide con la salida estrepitosa de las fuerzas armadas estadounidenses de Afganistán, país que fue invadido por Estados Unidos y sus aliados de la OTAN a consecuencia de aquel acontecimiento.

Para millones de personas en todo el mundo todavía están frescas las imágenes de los aviones impactando en los símbolos del poder financiero y militar del imperialismo norteamericano, que produjeron más de 3000 muertos y miles de heridos.

En una declaración que la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI) publicó a pocos días de los ataques, se repudiaban estos atentados terroristas, y se lamentaban las miles de muertes de personas inocentes; en aquel comunicado explicábamos las razones de nuestro repudio:

“No compartimos esas acciones porque causan confusión entre las masas, en primer lugar de los trabajadores y el pueblo estadounidense que no logran identificar el verdadero rol criminal de su gobierno imperialista...porque además el imperialismo y sus aliados las está utilizando para justificar nuevas agresiones”. (“El día que el imperio tembló”, Correspondencia Internacional, No. 16, septiembre-diciembre de 2001).

Correspondencia Internacional, No. 16, septiembre-diciembre de 2001

En aquellos días el gobierno norteamericano de George Bush aprovechó el dolor y el miedo causado por los ataques terroristas para unificar a la opinión pública norteamericana y a las potencias imperialistas europeas, e iniciar una supuesta guerra contra el terrorismo que no fue otra cosa que una vuelta de tuerca a su política de agresión contra los pueblos del mundo. Eran los días de la profundización de la lucha del pueblo palestino contra el Estado genocida y racista de Israel. En septiembre del año anterior se había iniciado la segunda Intifada (levantamiento) que culminó en el año 2005, y de la masiva protesta contra el G8 en Génova, Italia, como parte del movimiento antiglobalización que había surgido en 1999 en Seattle, y que expresaba el odio de millones de trabajadoras y trabajadores del mundo contra las principales potencias imperialistas, agrupadas en ese organismo.

Advertíamos que el imperialismo norteamericano junto a sus aliados se preparaba para utilizar los atentados como justificación para arreciar sus ataques a los pueblos, y salirle al paso a las protestas y luchas que se daban en distintos lugares del planeta, en particular en el Medio Oriente.

Rechazábamos la llamada eufemísticamente “guerra contra el terrorismo” y decíamos que de nuevo iban hacia un fracaso como efectivamente sucedió en Irak, de donde salieron con las tablas sobre la cabeza en el 2011, en un proceso de retirada de tropas que se había iniciado en el 2007. Y ahora, este mismo año con la dura derrota en Afganistán, cuyas imágenes difundidas en los medios y redes sociales recordaban su salida en 1975 de Vietnam.

Quien siembra odio cosecha tempestades

Pero más allá del rechazo a los métodos terroristas que no compartimos, decíamos que el verdadero responsable de esos ataques era el imperialismo norteamericano que con su política permanente de agresión militar, económica y política, incrementaba el odio de los pueblos del mundo.

A lo largo de la historia Estados Unidos ha ido acumulando un gran odio y repudio mundial a sus crímenes e injerencia permanentes en los asuntos internos de los distintos países, con el objetivo de mantener su dominación política y económica como líder del sistema capitalista-imperialista mundial.

Los inéditos atentados a los símbolos del poder económico y militar de Estados Unidos, hace ya 20 años, reflejaban de forma distorsionada y atroz, la resistencia de los pueblos del mundo contra la injerencia y los crímenes del imperialismo norteamericano, expresados de manera dramática en acontecimientos como las bombas atómicas lanzadas contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, donde más 250 mil personas habían muerto a finales de 1945 a consecuencia de las deflagraciones. De hecho, Estados Unidos es el único país que ha lanzado bombas atómicas contra seres humanos. La guerra de Corea que dejó un saldo de 1.500.000 personas asesinadas y 700 mil desaparecidos. La intervención militar en Vietnam que produjo la muerte de unos 2 millones de vietnamitas. Una intervención que se extendió a toda Indochina dejando 300 mil muertos en Camboya y otros 200 mil en Laos. El apoyo y financiamiento de la CIA a los “contras” en la revolución nicaragüense; el respaldo al golpe en el Chile de Allende en 1973; la promoción de las dictaduras genocidas en el cono sur de Sudamérica; la invasión a Panamá en 1989; el apoyo irrestricto y permanente al genocidio perpetrado contra el pueblo palestino por parte del Estado racista de Israel, son sólo algunas muestras de los crímenes del imperialismo norteamericano, que han generado el odio de los pueblos contra ese país, y que explican los atentados de septiembre del 2001.

Rechazamos toda invasión o agresión del imperialismo, pero también repudiamos las acciones terroristas aisladas de la movilización de las trabajadoras, trabajadores y los pueblos del mundo.

20 años después de los atentados y de la invasión a Afganistán, y luego a Irak (2003), el imperialismo norteamericano y sus aliados de la Otan fracasaron. Otras derrotas del imperialismo que muestran que su crisis política, económica y militar se profundiza. Como sucedió en 1975 en Vietnam, tuvieron que salir de Irak primero, y ahora de Afganistán, dejando un país en ruinas, con millones de pobres y con la vuelta del régimen ultra reaccionario del talibán.

Mientras exista y siga en pie este sistema oprobioso de desigualdad, miseria y ajustes contra los pueblos, seguirá rondando el fantasma de las guerras, las crisis económicas y atentados como los del 11 de septiembre de 2001.

Reafirmamos que la única salida es luchar masivamente para terminar con el sistema capitalista-imperialista, y lograr su verdadera superación que es el socialismo, con democracia para la clase trabajadora y los pueblos explotados en todo el mundo.

 

*Reproducimos la declaración de la UIT-CI del 17 de setiembre de 2001. Publicada en un suplemento especial de la revista Correspondencia Internacional N° 16, de setiembre de 2001.

Las imágenes de los ataques terroristas al corazón de Wall Street y al Pentágono y transmitidas al mundo por TV, quedarán por décadas en la memoria de millones. Quedará como el día en que el imperialismo mostró su vulnerabilidad, por primera vez en su historia, en su propio territorio. No compartimos este tipo de acciones y lamentamos las víctimas inocentes, pero sabemos que el verdadero responsable de que se hayan producido estos atentados son la política criminal y genocida del imperialismo yanqui.

Lo ocurrido en EE.UU. el martes 11 de septiembre conmovió al mundo. Lo inesperado e increíble sucedió. La realidad superó a cualquier guionista exagerado Hollywood. Millones de oprimidos en el mundo, pese a no compartir el accionar terrorista, concluyeron que el imperialismo norteamericano cosecha lo que siembra con sus agresiones políticas, económicas y militares.

Un mundo convulsionado por el hambre y la miseria de la globalización capitalista

Más allá de quienes sean los autores de los atentados, ésto solo se explica por el proceso de radicalización del enfrentamiento mundial que existe entre el imperialismo y el movimiento de masas. Muchos analistas burgueses reconocen: “La virulencia de esos ataques figura al tope de los desafíos que enfrentan la mayor potencia mundial y sus aliados. Pero en una lista que no solo incluye el desmadrado conflicto entre israelíes y palestinos, si no también, con sus grados de importancia, las crecientes oleadas de repudio a las consecuencias sociales de la globalización; las crisis de refugiados que escapando de países empobrecidos se lanzan sobre los ricos de Occidente en búsqueda de poder construir un futuro” (Marcelo Cantelmi, Clarín, Argentina, 13/9/2001).

No es casual que los atentados se produzcan cuando se profundiza el choque el pueblo palestino y el Estado racista de Israel. Cuando en Medio Oriente los pueblos árabes e islámicos (en Irak, Irán) resisten las agresiones del imperialismo y crece el ascenso revolucionario de esos pueblos contra los gobiernos cipayos como en Argelia o que luchan por su independencia como en Chechenia. Cuando se viene profundizando la crisis de la economía capitalista mundial que está llevando al imperialismo a tratar de imponer nuevos planes de hambre y miseria sobre los pueblos oprimidos.

En síntesis: los sucesos de New York y Washington se producen cuando crecen las luchas contra la globalización y el odio al imperialismo, al FMI y a las multinacionales. Cerca de 200.000 se movilizaron en Génova, en julio, en repudio a Bush y a la cumbre del G8. Los atentados a los EE.UU son la expresión desesperada, traducida en una acción terrorista que no compartimos, del grado de sometimiento y de agresión criminal que ha llevado el sistema capitalista-imperialista sobre los pueblos.

No compartimos esas acciones

Aunque entendemos el porqué de los atentados, no compartimos este tipo de acciones terroristas y lamentamos las miles de muertes inocentes que ellas han provocado. No compartimos esas acciones porque provocan confusión entre las masas, en primer lugar de los trabajadores y el pueblo estadounidense que no logran identificar el verdadero rol criminal de su gobierno imperialista. Por eso estos atentados no favorecen a la causa de los pueblos oprimidos que luchan por acabar con el imperialismo y sus políticas agresivas y hambreadoras.

Porque, además, el imperialismo las está utilizando para justificar nuevas agresiones y “represiones ejemplares”. Los atentados le han permitido al imperialismo yanqui concretar una gran unidad de los gobiernos patronales del mundo, que hasta ahora le venía resultando más difícil, para agredir a los pueblos de Asia Central, para intentar establecer nuevas bases militares estadounidenses en la región.

Estas acciones pueden hacer creer, en sectores, que la salida son los atentados terroristas y no la movilización de las masas. Más cuando lo que crece en el mundo es la movilización antiimperialista, en especial contra el movimiento antiglobalización.

Los verdaderos responsables de los atentados

Los revolucionarios no nos confundimos. Señalamos nuestra discrepancia con los métodos terroristas pero le decimos al pueblo norteamericano y del mundo que los verdaderos responsables de lo que ha ocurrido es la política imperial de los gobiernos de los EE.UU. y de sus aliados de la Unión Europea, tanto histórica como actual.

Por ejemplo, dicen que ha sido la mayor “acción terrorista de la historia”. Discrepamos y rechazamos el cinismo y la moral imperialista. La mayor acción terrorista es el criminal lanzamiento, por parte de los EE.UU., la bomba atómica sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en 1945, que mató a 200.000 personas cuando la guerra ya estaba ganada. En la guerra de Vietnam mataron a cerca de 2.000.000 de personas. Impulsaron y apoyaron las dictaduras militares genocidas de Pinochet, Videla y de decenas de dictadores en el mundo. Mantienen el criminal bloqueo a Cuba. Bombardean a la población civil en Irak. Lo mismo hicieron en Yugoslavia. Sostienen económica y militarmente al ejército israelí para agredir al pueblo palestino y a todos los pueblos árabes. Agreden a los pueblos con el Plan Colombia, con los planes del FMI para cobrar la deuda externa y llevan a millones al hambre en África, Asia y Latinoamérica. Es por estas políticas que hoy día el pueblo estadounidense, lamentablemente, es víctima de estos atentados.

La única salida es luchar por terminar con el imperialismo y el sistema capitalista. Mientras exista habrá nuevas guerras, atentados, hambre y miseria.

¿Un nuevo Pearl Harbor?

Muchos analistas comparan el ataque actual al bombardeo de la aviación japonesa a Pearl Harbor en 1941. Fue un ataque a una base naval ubicada en Hawai, en medio del Océano Pacífico. Pero el país del norte nunca ha recibido un ataque ni un bombardeo en su territorio continental. Ni siquiera ocurrió durante las dos guerras mundiales. El ataque sufrido el 11 de septiembre en New York y Washington es el primero en su historia.

Estos analistas comparan el ataque actual a Pearl Harbor argumentando que, igual que entonces, EE.UU. se ve “obligada a entrar en la guerra”. En ese sentido define que se ha producido un cambio histórico en el mundo. Ya hablan de “nueva guerra”. Hay que recordar que en 1941, cuando hacía tiempo que había empezado la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. se mantenía neutral. El ataque japonés a Pearl Harbor fue el detonante.

Pero la comparación es falsa y está al servicio de la política del imperialismo de usar estos atentados para profundizar las agresiones contra los pueblos en nombre de la “libertad y la democracia atacadas”. No hay una nueva guerra. La realidad es que hoy, a diferencia de 1941, los EE.UU. ya están en guerra con los pueblos del mundo. Es una guerra nunca declarada por los yanquis, pero guerra al fin y que lleva décadas. Nosotros definimos que es guerra y política de genocidio las ordenes de Bush de bombardear periódicamente a Bagdad, la capital de Irak; el aval y el apoyo económico y militar al Estado racista de Israel -como desde 1948 lo hacen todos los gobiernos yanquis- para asesinar al pueblo palestino y quedarse con sus tierras; las ordenes de Clinton, junto con la OTAN, para bombardear durante 78 días a Yugoslavia provocando miles de muertes y destrucción de sus fábricas, puentes y hospitales. Definimos que es guerra y agresión el bloqueo de 40 años a Cuba o el Plan Colombia.

Después de Vietnam y la caída del Muro de Berlín

Lo nuevo e histórico es que, por primera vez, el imperio fue golpeado en el centro de su poder, en Wall Street y en el Pentágono. Las impactantes imágenes del derrumbe de las Torres de New York, simbolizan esa vulnerabilidad impensada.

Pero ya hubo antecedentes de su vulnerabilidad  y que no es invencible. La derrota en Vietnam, en 1975, fue su primera derrota militar. Entonces se demostró que un pequeño pueblo podía derrotar al ejército más poderoso del mundo. Vietnam fue un colosal triunfo del movimiento de masas mundial. Desde entonces el imperialismo no se repuso de ese mazazo histórico. Por eso hoy sigue el “síndrome de Vietnam”, el temor del imperialismo de provocar nuevas invasiones masivas. Por eso hablan de las armas “tecnológicas” (atacar con misiles y no con tropas masivas) o compartir las intervenciones militares de la OTAN y “fuerzas de paz internacionales”. Así lo hizo en la guerra del Golfo de 1991 y, aunque triunfó, no se animaron a ir hasta Bagdad con sus tropas.

Con lo que sucedió también se demuestra que tampoco la caída del Muro de Berlín y el derrumbe de la Unión Soviética significaron “el fin de la historia” o el triunfo definitivo del capitalismo. Se cayó, como las Torres Gemelas, la propaganda de un imperialismo todopoderoso, intocable e invencible.

Sufrieron un ataque en su propio territorio continental que no pudieron evitar. El más poderoso aparato militar y de seguridad del mundo no pudo evitar que fueran vulnerables los centros del poder económico y militar del imperialismo. Fueron destruidas las Torres Gemelas del sur de Manhattan y fue atacado el Pentágono que cobija el estado mayor de las Fuerzas Armadas que son el gendarme del mundo. Bush debió esconderse en un refugio secreto. Durante horas no hubo presidente en la Casa Blanca. EE.UU. se declaró en Delta 5: alerta nuclear. Todo esto ha significado un colosal golpe político y militar para el imperialismo.

Pero sabemos que el imperialismo no va a ser derrotado por atentados terroristas y que la actual vulnerabilidad es distinta al periodo de Vietnam. A esta derrota contribuyeron las masas del mundo, en especial de los EE.UU que se movilizaron contra la guerra. Este es el camino que proponemos.

Movilizarse para enfrentar las nuevas agresiones imperialistas

Que el imperialismo haya recibido un ataque no significa que no va a reaccionar o que no tenga capacidad política y militar para producir nuevos golpes e intervenciones militares contra los pueblos. Pero lo harán en el marco mundial de grandes confrontaciones sociales y después de haber sufrido tremendo golpe. También es seguro que sus nuevas agresiones recibirán la respuesta de miles de movilizados en el mundo. Por eso en el seno del imperialismo se levantan roces reclamando “prudencia” en las respuestas militares temiendo que el panorama se les complique.

El imperialismo yanqui y sus aliados de la Unión Europea y sus aliados imperialistas van a usar lo sucedido para lanzar “represalias” políticas, económicas y militares contra los pueblos. Ya lo han anunciado Bush y sus aliados imperialistas de la OTAN, que utilizarían el artículo 5° del Tratado que define como propio todo ataque a uno de sus miembros. Los EE.UU. junto a los Blair, Chirac o Schoeder preparan nuevas agresiones militares y económicas. Querrán aprovechar para paliar su grave crisis económica y también para avanzar con nuevos planes de hambre. Los pueblos árabes e islámicos serán los primeros agredidos. Ya apuntan contra el saudí Osama Bin Laden y Afganistán.

Llamamos a la más amplia unidad de acción de todas las organizaciones políticas, sociales, sindicales, estudiantiles, de derechos humanos, del movimiento antiglobalización, para salir a la calle a repudiar cualquier agresión imperialista contra los pueblos en lucha. Convocamos a solidarizarnos incondicionalmente con la lucha del pueblo palestino. Llamamos a redoblar las acciones del movimiento antiglobalización y apoyar a todas las luchas obreras, populares, campesinas y estudiantiles contra los planes del hambre y entrega del imperialismo y sus gobiernos aliados.

Secretariado Internacional de la UIT-CI
17 septiembre de 2001

 

Repudiamos la campaña de detenciones arbitrarias de la dictadura orteguista

La dictadura burguesa de Daniel Ortega y Rosario Murillo viene realizando una campaña de detenciones como preparación para la farsa electoral de noviembre de este año. Ya suman alrededor de 40 detenciones arbitrarias en los últimos tres meses. Uno de los casos más recientes ha sido la detención el sábado 4 de septiembre de Yader Parajón, en El Guasaule, en la frontera con Honduras. Yader es hermano de Jimmy José Parajón, asesinado por los esbirros de Ortega en la rebelión popular de 2018. La Asociación Madres de Abril, que agrupa a familiares de víctimas de la represión de 2018, denunció que fue incomunicado y llevado a la estación policial del Distrito III de Managua. Los representantes de los cuerpos represivos indicaron que estaba “bajo proceso investigativo” y el martes siguiente fue presentado en una audiencia judicial, donde se le habría dictado 90 días de detención como parte de un proceso judicial por supuestamente comprometer “la independencia, soberanía y autodeterminación de Nicaragua”. Así opera el esquema fascistoide de Ortega para encarcelar a la oposición bajo montajes judiciales plagados de frases nacionalistas.

El mismo martes 7 también se inició el juicio a Medardo Mairena, Max Jerez, José Antonio Peraza y Freddy Navas López, acusados burdamente de “formar una pandilla para atentar contra la integridad nacional”. Desde su inicio en junio, la campaña de detenciones ha llevado tras las rejas a los dirigentes opositores que han anunciado sus intenciones de presentarse como candidatos en la elección presidencial, siete en total. La dictadura orteguista se muestra desesperada ante la certeza de que perdería cualquier elección medianamente limpia.

También fueron detenidos ex dirigentes del FSLN e históricos guerrilleros anti somocistas como Dora María Téllez y Hugo Torres. Además, Ortega está pidiendo la detención del escritor Sergio Ramirez, quien fuera su vicepresidente y se encuentra en el exilio. 

En los últimos tres meses, decenas de activistas y dirigentes políticos han sido detenidos arbitrariamente, echando mano del adefesio represivo de la Ley 1055, adoptada en diciembre del año pasado, en la que precisamente se plantea la proscripción para optar a cargos públicos de quienes atenten contra la soberanía. 

Tal y como planteamos en nuestra declaración de junio, cuando comenzó la ola de detenciones, consideramos que “es necesario construir una herramienta política del pueblo luchador y derrotar a la dictadura en las calles en un nuevo 1979, un 2018 victorioso”. En ese sentido estamos por la inmediata liberación de todas las personas presas por razones políticas y la restitución de los derechos democráticos del heroico y rebelde pueblo nicaragüense.

En especial, desde la UIT-CI, llamamos a la solidaridad internacional con el joven Yader Parajón, arbitrariamente detenido, exigiendo que se pare todo intento de aplicar la ley 1055 y se le otorgue la inmediata libertad.

Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI)
9 de septiembre del 2021

Por Prensa UIT

Compartimos los registros de lo que fueron las movilizaciones en Rio de Janeiro en el marco de las manifestaciones coordinadas del 7 de septiembre, en todo Brasil.

Desde la CST, sección de Brasil de la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional participaron en el marco de las movilizaciones en todo Brasil en contraposición de las movilizaciones convocadas por el gobierno reaccionario de Bolsonaro. La CST intervino con una gran columna de la militancia contra Mourão, por Fuera Bolsonaro, contra la privatización del Correo y la reforma administrativa. Contra la reforma laboral, por el aumento y recomposición de los salarios, por la reducción del precio de alimentos, combustibles y boleto de transporte público. Por el no pago de la deuda externa y un impuesto a las grandes fortunas de los multimillonarios. Por un plan de vacunación general y eliminación de las patentes. Además desde la CST, se busca avanzar en la construcción de un Frente Nacional de Izquierda y Socialista con el PSOL, UP, PCB y PSTU.


 

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