Jul 27, 2024 Last Updated 5:30 PM, Jul 27, 2024

Izquierda Socialista

Después de cinco meses de pedaleo, la burocracia de Fernández acordó un 37% muy por debajo de la inflación, estimada en 45/50%, además de ser un 37% mentiroso, ya que al no haber retroactivo a enero ese porcentaje baja mucho más. Otra vez los choferes perdemos con nuestro salario. No alcanza con que desde el primer día de la pandemia seamos esenciales , enfrentando día a día el peligro de contagiarse en uno de los focos que es el transporte público, sin vacunas y sin salario digno.

El aumento además es en cómodas cuotas, la totalidad se terminará de cobrar en septiembre, mientras nos dan un bono en negro mes por mes insuficiente, cuando la canasta básica, según ATE Indec, debería ser de 96.800 pesos. No llegamos siquiera a un salario básico.

¿Por qué se destrabó el acuerdo salarial?

El aumento llegó después de la tercera jornada de lucha que choferes autoconvocados de distintas líneas venían coordinando desde las zonas norte, oeste y sur del Gran Buenos Aires. Una verdadera rebelión que la mayoría de los choferes vio con simpatía. Está presión por abajo aceleró el acuerdo y demuestra que, cuando se sale a pelear, la plata aparece.

Debemos consolidar y extender este espacio de coordinación que no responde a ninguno de los dos sectores burocráticos (Fernández y Bustinduik-Dota), sumar a los choferes de Plusmar y de larga distancia que están en lucha, y también a los del interior, donde las patronales están amenazando con no pagar el aumento. Debemos recuperar los cuerpos de delegados que se planten ante el avance de las distintas patronales. Recuperemos UTA para los trabajadores, por 100.000 pesos de aumento y vacunación urgente para todos los choferes.

Corresponsal

 

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Escribe Mariano Barba

Queremos recordar esa ejemplar lucha. Recién comenzaba la pandemia, cuando 60 mineros, en representación de los 238 trabajadores de la empresa yanqui Trident Southern Explorations, que explota oro, vinieron a la capital neuquina a buscar que les paguen los sueldos adeudados y reclamar la continuidad laboral. Libraron una lucha tremenda contra el gobierno del MPN, la empresa, la fiscalía y las fuerzas represivas. Cuando obtuvieron el acta que contemplaba estos reclamos festejaron frente a la Legislatura y se volvieron a sus pueblos, donde los recibió una interminable caravana de vecinos. Habían empezado el 29 de abril de 2020 ocupando la mina de oro y plata y cortando la ruta 40, que une el Norte con el Sur del país por la cordillera, y al no obtener respuesta se trasladaron en caravana a la capital.

Para llegar a Neuquén capital tuvieron que sortear varios obstáculos represivos a lo largo de los 500 kilómetros que recorrieron. Cruzaron la ciudad de Chos Malal, donde la policía provincial intentó detenerlos, pero pusieron una máquina topadora a la cabeza de la caravana que se abrió paso en la barrera policial y con camiones pesados, livianos y varias camionetas de la empresa se largaron a cruzar el desierto. La Gendarmería los detuvo a 50 kilómetros de la capital en la ruta nacional 22, allí acamparon, cortaron la ruta por veintiún días mientras recibían el apoyo con víveres de varias organizaciones sociales, sindicales y de la izquierda y recogían la simpatía y el apoyo masivo de la población. Transcurridos unos días, y para obtener respuesta, salieron a campo traviesa, por la meseta patagónica, logrando que treinta y tres mineros, en los vehículos de la empresa, acamparan frente a la fiscalía y rodeen la Legislatura. Allí se obtuvo una negociación que devino en un acta en la que se acordó un subsidio mensual para cada obrero, que dura hasta la actualidad, a la espera de una solución de fondo para su continuidad laboral. Una vez más, la combatividad de los trabajadores, sumada al apoyo del Plenario del Sindicalismo Combativo y la gran solidaridad desplegada, permitieron torcer el brazo del gobierno.

Los militantes de Izquierda Socialista guardamos en la retina momentos destacados de esa lucha, como cuando la policía quiso detener a un minero a quien defendimos y a los tirones lo rescatamos, y cuando peleamos para romper el cerco policial que permitió el ingreso de agua, comida y la instalación de baños.

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Escribe Mercedes Trimarchi, diputada bonaerense (m.c.) Izquierda Socialista/FIT Unidad

En aquella jornada histórica, miles nos movilizamos hacia el Congreso hartas de la violencia patriarcal más extrema que se expresa en los femicidios y transtravesticidios. Gritamos que paren de matarnos y nos organizamos para exigirles a los gobiernos políticas públicas con presupuesto acorde para prevenir y erradicar la violencia de género en nuestro país. Desde aquella gesta hasta hoy pasaron tres presidentes, Cristina Fernández, Mauricio Macri y Alberto Fernández. Lamentablemente, a pesar de la visibilización que logramos con la movilización, a las muertas las seguimos contando todos los días.

Según la ONG La Casa del Encuentro, desde el 1º de enero de 2021 hasta el 30 de abril se produjeron 92 femicidios, 5 transfemicidios y 7 femicidios vinculados de varones adultos y niños. El informe preparado por el Observatorio de Femicidios en Argentina “Adriana Marisel Zambrano” da cuenta además de que 103 niñas y niños se quedaron sin su mamá este año. La provincia de Buenos Aires sigue siendo la que más casos tiene (29), seguida por Córdoba (10), Santiago del Estero (7) y Santa Fe (7). Otros datos que surgen del informe destacan que doce víctimas habían radicado denuncias, diez femicidas tenían dictadas medidas cautelares de prevención, diez femicidas eran agentes o ex agentes de fuerzas de seguridad, cinco víctimas tenían indicio de abuso sexual, cuatro estaban embarazadas, cinco eran mujeres trans, seis eran migrantes, una pertenecía a pueblos originarios, dos víctimas son de presunción de trata y once femicidas se suicidaron.

Es sabido, luego de un año y medio de pandemia, que el contexto de aislamiento agrava la situación de las víctimas que conviven con los violentos. Hasta la ONU declaró en 2020 que los gobiernos debían tomar medidas específicas para resguardar a las víctimas. Sin embargo, lejos de tomar medidas de prevención, los gobiernos, tanto el nacional como los provinciales, hacen oídos sordos. Por eso, desde Isadora e Izquierda Socialista decimos que los gobiernos son responsables de la situación de vulnerabilidad que sufrimos las mujeres, travestis y personas trans. Por eso exigimos presupuesto para combatir la violencia de género, basado el el no para el pago de la deuda externa.

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Escribe Adolfo Santos

En mayo de 1969, Córdoba se convirtió en el centro de atención. Una movilización obrera, estudiantil y popular, apoyada en una poderosa huelga, derrotaba a la policía y tomaba el control del centro de la ciudad. Esos hechos, que quedarían conocidos como el Cordobazo, iban a cambiar el rumbo del país dejando profundas huellas e importantes enseñanzas.

En 1966 se había instalado en el gobierno una dictadura militar. Encabezada por el general Juan Carlos Onganía, llegó proclamando que se quedaría por veinte años. El movimiento obrero sufrió terribles ataques, salarios congelados y una alta inflación, su nivel de vida se redujo de forma vertiginosa. Los partidos políticos estaban prohibidos y una serie de derechos democráticos y laborales fueron conculcados. Para peor, la mayoría de las direcciones sindicales, encabezadas por el burócrata metalúrgico Augusto Vandor, colaboraban abiertamente con la dictadura, impidiendo que las peleas que daba el movimiento obrero pudieran avanzar.

Pero en 1969 comenzaron a surgir luchas estudiantiles. El rector de la Universidad del Nordeste decretó la privatización de los comedores estudiantiles de Corrientes y Resistencia y los jóvenes respondieron con una fuerte movilización. La represión dejó el primer muerto, el estudiante Juan José Cabral. Fue un impacto que provocó huelgas y manifestaciones estudiantiles en todo el país. En Rosario se generó una fuerte lucha con enfrentamientos en las calles. Una ola de solidaridad obligó a la CGT a llamar a un paro el 21 de mayo, en el que fue muerto el joven metalúrgico Adolfo Ramón Blanco. En ese escenario se fue gestando el Cordobazo.

Estalla la rebelión

Las luchas estudiantiles contagiaron a los trabajadores. Fue en Córdoba donde ese proceso se desencadenó con más fuerza. Los obreros de las grandes fábricas de automotores se movilizaron contra las quitas zonales y la suspensión del sábado inglés. Obligada por los hechos, la CGT llamó a un paro nacional para el 30 de mayo. Pero la CGT local se adelantó. A las 11 del día 29, los trabajadores abandonaron las fábricas y marcharon hacia el centro de la ciudad. Miles de obreros de Industrias Kaiser, Fiat y otras fábricas menores ganaron las calles. En el centro, los estudiantes junto a trabajadores y empleados de Luz y Fuerza, cuya principal referencia era Agustín Tosco, realizaban un acto que fue violentamente reprimido.

Siguiendo el ejemplo reciente del Mayo Francés, se armaron las primeras barricadas y la lucha se generalizó. La fuerza de la rebelión obligó a la policía a retroceder. Comenzaba a imponerse un doble poder donde los trabajadores, junto con los estudiantes, controlaban una parte de la ciudad. No había allí partidos políticos ni dirigentes sindicales. Trabajadores, estudiantes y sectores populares se organizaban como podían al grito de “¡obreros al poder!”. Se había quebrado el orden y el gobierno tuvo que recurrir al ejército. Pero los trabajadores y los sectores populares no retrocedieron y mantuvieron una firme resistencia que le iba a costar dieciséis muertos, según datos oficiales, centenas de heridos y detenidos. Después de horas de enfrentamientos la tensión cedió, pero el sentimiento era de triunfo, de haberle asestado un duro golpe a la dictadura, algo que se acabaría confirmando plenamente.

Una rebelión triunfante

El levantamiento de Córdoba generó un ascenso incontenible que se extendió a Rosario y Tucumán. En Corrientes, Salta y La Plata los estudiantes salieron a las calles y, para coronar, al día siguiente una huelga general paralizó a todo el país. Fueron golpes mortales que destrozaron el régimen patronal militar y cambiaron la relación de fuerzas entre las clases, imponiendo el inicio de un proceso de luchas y conquistas que sólo se cerraría con el golpe militar de 1976.

Fue un triunfo que restauró la confianza de la clase trabajadora en sus propias fuerzas. Sin embargo, la burguesía consiguió maniobrar para desviarlo hacia el proceso electoral. En 1972, el general Lanusse, el último representante militar, fue el arquitecto del Gran Acuerdo Nacional junto con los partidos patronales, fundamentalmente con el apoyo del peronismo, que contaba con la confianza del movimiento obrero. El GAN les permitió una relativa estabilidad, encauzando el proceso de luchas hacia las elecciones de 1973, en las que se impusieron los gobiernos peronistas patronales de Cámpora y, luego, de Perón.

En la experiencia del Cordobazo encontramos hechos que se han repetido en otras rebeliones. El comienzo fue por reivindicaciones mínimas, económicas o democráticas, como la simple eliminación del sábado inglés. Otro elemento importante es que solo es posible una conquista con la movilización y la lucha. Pero lo fundamental es que, para que una rebelión de este tipo avance, la clase trabajadora se debe dotar de una organización política independiente de los partidos patronales y de los dirigentes sindicales burocráticos, que presente un programa con las reivindicaciones de su clase y que plantee que gobiernen los propios trabajadores.

La ausencia de esa alternativa impidió que el Cordobazo avance hasta sus objetivos finales. Lo mismo había acontecido un año antes durante el Mayo Francés. Hoy en Colombia se está dando una acción parecida. La clase trabajadora, junto con la juventud y sectores populares, está encabezando un proceso de luchas que ha colocado contra las cuerdas al régimen uribista encabezado por Duque. Los representantes de la burguesía, del reformismo, de las burocracias sindicales y del progresismo latinoamericano están llamando al diálogo por la paz, es decir a detener la movilización para canalizarla a través de la vía electoral. Hay que intervenir con fuerza para construir una salida de clase, una dirección política y sindical revolucionaria que vaya hasta el final y evite que nuevamente se desvíe el proceso revolucionario.

Escribe Miguel Lamas

Muchos que no conocen la historia de la ocupación sionista de Palestina desde la fundación del Estado de Israel, hace setenta años, pueden haberse sorprendido con las imágenes de los festejos en Gaza de miles de jóvenes por el cese del fuego y con fuertes consignas contra Israel mostrando que la lucha continúa.

Estos festejos se produjeron después de once días de bombardeos aéreos sionistas, que mataron a 248 personas, entre ellas setenta menores, destruyeron más de mil viviendas y unidades comerciales, diecisiete clínicas y hospitales resultaron dañados, junto a la única planta de producción de electricidad. En Gaza, un territorio de 40 km de largo por 10 de ancho, viven dos millones de palestinos bloqueados por Israel. Ha sido definido como la mayor cárcel a cielo abierto del mundo.

Sin embargo, ese desastre es menor que lo que causaron los bombardeos en 2014 sobre la misma población de Gaza, con más de 1.300 muertos.

Los jóvenes palestinos son hoy la cuarta generación en lucha contra la invasión sionista a sus territorios, que comenzó con la expulsión de la mayor parte de la Palestina histórica de sus abuelos y bisabuelos. Han nacido y crecido bajo los bombardeos y los ataques sionistas. Tanto en Gaza como en Cisjordania, el otro territorio donde viven tres millones de palestinos expulsados de Israel (además de los millones que tuvieron que emigrar a otros países), la situación es terriblemente difícil en lo económico social, ya que quedaron casi sin tierras cultivables (ocupadas por colonos sionistas) y sin trabajo, con sus industrias y hasta sus plantas de olivo destruidas por los sionistas.

Por eso son conscientes de una larga lucha y festejan un triunfo parcial al obligar a Israel a dejar de bombardear Gaza.

Una movilización mundial por Palestina

Esto ocurrió por la gran movilización palestina y mundial en defensa de los palestinos. En Israel y territorios ocupados por Israel hubo una huelga general de los palestinos el 18 de mayo. Además hubo movilizaciones de masas en solidaridad con el pueblo palestino en París, Londres, Amsterdam, Berlín, Madrid, Nueva York, Chicago… y decenas de ciudades, también en Latinoamérica y en países árabes. Portuarios sudafricanos e italianos se negaron a cargar barcos que se dirigían a Israel. Especialmente significativas fueron las marchas y los pronunciamientos de afroamericanos en los Estados Unidos, señalando su solidaridad y que también ellos están sometidos a un Estado racista. La conmoción fue tan grande que hasta en el Congreso yanqui se expresaron voces de diputados que exigieron que cese todo envío de armas a Israel y denunciaron sus crímenes, los Estados Unidos envían cada año 4.000 millones de dólares en armas.

Es decir, está surgiendo un movimiento de masas, como ocurrió hace medio siglo con la guerra de invasión yanqui a Vietnam, que repudia la política imperialista yanqui. Y esto se da en un contexto de desestabilización política en los propios Estados Unidos a partir del gran movimiento antirracista del año pasado. Esto  fue lo que presionó al presidente yanqui Biden, que había expresado su total respaldo a Israel, a pedir el cese del fuego.

Entonces es un triunfo parcial, pero la lucha continúa. ¡Basta de represión y ataques racistas del Estado sionista! Apoyamos la lucha por una salida verdaderamente justa, que es el establecimiento de un Estado único, laico, no racista y democrático en todo el territorio histórico de Palestina.

Nuestro semanario. En el que te acercamos el reflejo de las luchas del movimiento obrero, las mujeres y la juventud, además un análisis de los principales hechos de la realidad nacional e internacional.

Es una herramienta fundamental para fortalecer a Izquierda Socialista y al Frente de Izquierda.

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