Jul 28, 2024 Last Updated 5:30 PM, Jul 27, 2024

Izquierda Socialista

Editorial

Este 2019 arrancó con una catarata de anuncios de elecciones que se adelantan, o que se podrían adelantar, y de presencia en los medios de precandidatos a presidente y de “grandes” debates sobre si se adelantan o no las elecciones en provincia de Buenos Aires. Si alguien prende un televisor puede estar Vidal inaugurando una “playa pública” en Mar del Plata o en el Partido de la Costa. O Lavagna recibiendo gente en su residencia de Cariló. Urtubey montado a caballo en un festival cordobés o en Polémica en el Bar. Macri yendo a ver “obras” en la Patagonia con Alicia Kirchner. Massa recorriendo en su auto el país. O Luís D´Elia en un “piletazo” apoyando la candidatura de Cristina Kirchner.

Pero la preocupación de la clase trabajadora y de los sectores populares no pasa por todo esto. Porque también 2019 arrancó con un gran tarifazo y con una inflación que no se detiene. Lo que se traduce en una nueva y brutal caída del nivel de vida de las masas. En estas semanas se confirmó que solo la inflación de 2018 fue del 47,6 %. Hay una fuerte baja del consumo. Cierran talleres y comercios. Crecen los despidos. En algunas ciudades aparecen pintadas como “Macri te voté y me fundí”, mostrando la ruptura política de sectores medios que creyeron en las falsas promesas de Macri. Lo único que crece es la bronca y el odio popular hacia Macri y el gobierno de Cambiemos. Las protestas en pleno verano no dejan de expresarse en cacerolazos o marchas contra los tarifazos.

La generalización de los adelantamientos de elecciones provinciales para despegarlas de las presidenciales es una muestra de la crisis política que sufren el gobierno y también la oposición patronal peronista en todas sus variantes. Saben que el rechazo y el escepticismo crecen en el ánimo popular. Por eso Macri y los políticos patronales hacen todo tipo de malabares electorales para sostenerse en el poder. Buscando no quedar “pegados” en la boleta a las poco entusiastas candidaturas presidenciales de Macri, Cristina o de los Lavagna, Urtubey o Massa.

Hay un punto en el que sí coinciden el gobierno de Macri-Cambiemos y la oposición peronista K y no K: en que los trabajadores y sectores populares no salgan a la calle a protestar masivamente y que solo piensen en la “solución” del voto. Lo han dicho dirigentes K como Yasky. Según su visión este “año electoral” hay “que evitar los paros” generales y parciales para que no los “use el gobierno” (Clarín 31/12/2018). Propone “otras” formas de acción. De esta manera, con marchas parciales y sin una huelga y un plan de lucha, los dirigentes sindicales de la CGT y los ligados a Cristina tapan su claudicación al plan de ajuste de Macri y el FMI. Si durante 2018 no logramos derrotar el ajuste de Macri-FMI fue por el rol nefasto de los dirigentes de la CGT y de las diferentes CTA. Justamente porque no le dieron continuidad a los dos paros generales. En 2019 quieren repetir la misma historia, ahora con el cuentito de que si “votamos a Cristina” u otros candidatos peronistas se soluciona todo.

Para Izquierda Socialista y el FIT el camino es el opuesto. Ahora hay que enfrentar el tarifazo y la caída del salario y luchar para derrotar el ajuste y no esperar a ninguna elección. Tampoco creemos que votando a Cristina, a Lavagna o a quien fuere del peronismo, para “sacar “ a Macri, se van a solucionar los problemas. Ellos también gobernaron para los de arriba cuando les tocó.

Para 2019, las trabaja-doras, los trabajadores y los sectores populares tenemos dos tareas. En primer lugar, seguir impulsando las luchas, las protestas por los tarifazos, contra los despidos, por el salario en la perspectiva de una movilización nacional obrera y popular que derrote el plan de ajuste de Macri, el FMI y los gobernadores. Bandera que también levanta, ante la pasividad de la burocracia sindical, el sindicalismo combativo organizado en la mesa del plenario de Lanús que está preparando una marcha unitaria para los primeros días de febrero. Para seguir exigiendo un nuevo paro general y un plan de lucha de la CGT y de las CTA.

La segunda tarea es intervenir en las elecciones provinciales (próximamente en Neuquén, Río Negro, Santa Fe, Córdoba y otras) y para presidente. Porque en ellas el FIT y el sindicalismo combativo tenemos que dar la pelea política para llamar a la clase trabajadora y a los sectores populares a votar por nuestros candidatos independientes contra los del gobierno de la oposición patronal peronista. Tenemos que salir a combatir el “voto castigo” a Macri y a Cambiemos. Convencer que la salida no es volver a votar a Cristina o al peronismo que ya gobernaron. Sino votar a los candidatos y candidatas del FIT para fortalecer una alternativa política de los trabajadores. Porque el problema de fondo es lograr nuevos dirigentes políticos y sindicales que den la pelea todos los días por los cambios que necesitan el país y la clase trabajadora.

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De la visita de Macri, el 15 de enero, al nuevo presidente de Brasil el ultrarreaccionario Bolsonaro, la prensa patronal destacó los “acuerdos” para “perfeccionar el Mercosur”. Todas fueron sonrisas. Pero la realidad es que le mete más leña al fuego a las políticas antiobreras y proimperialistas de ambos países.

En un momento se había dicho que Bolsonaro quería desconocer el Mercosur por sus políticas “nacionalistas”. El supuesto logro del acuerdo por el Mercosur se quiso pintar de “positivo”. No tiene nada de positivo el Mercosur, siempre fue un pacto económico al servicio, esencialmente, de las multinacionales automotrices y sus intereses. “Perfeccionar” no es más que seguir con esa política que no tiene ningún beneficio para los trabajadores. Ambos gobiernos simpatizan con los planes de reforma laboral y previsional.

El ultraderechista Bolsonaro asumió para tratar de atacar los derechos sociales y democráticos del pueblo brasilero. Lleva menos de un mes en el gobierno y ya lanzó todo tipo de decretos reaccionarios. Entre ellos aprobó la privatización de la fábrica de aviones Embraer. Pero las cosas no le resultan fáciles. En los primeros veinte días se tuvo que retractar de varias medidas. Anunciaron la posibilidad de instalar una base militar de los Estados Unidos en territorio brasilero y a los pocos días dijeron que no existe ese plan. Había anunciado la suspensión de atribución de tierras vigente desde 1970, medida que iba contra aspectos de la vieja y limitada reforma agraria. A los días dieron marcha atrás.

En las últimas semanas crecieron las denuncias contra su hijo, el diputado Flavio Bolsonaro, por sospechas de corrupción. Hubo revelaciones sobre movimientos sospechosos en sus cuentas, sobre la base de la información oficial del Consejo de Control de Actividades Financieras (COAF), que incluye los datos de su ex chofer, envuelto en la polémica.

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Escribe Gabriel Massa

Ante el desastre del gobierno de Cambiemos, pero también frente a la crisis y dispersión del peronismo, Cristina propone conformar para las elecciones un “Frente Patriótico” con figuras como Massa y otros dirigentes peronistas que han apoyado las medidas fundamentales de Macri. ¿Esto es salida para los trabajadores, las mujeres, la juventud y el pueblo? En Izquierda Socialista y el FIT creemos que no, que nos llevaría a otra frustración como las que vivimos bajo anteriores gobiernos peronistas.

Distintas fuerzas kirchneristas han impulsado la “marcha de antorchas” en la Capital y protestas similares en otras ciudades del país. Es la manera de aparecer como que enfrentan los tarifazos, que se ponen al frente de la bronca de la gente. Pero en realidad no hacen nada efectivo para pararle la mano hoy a Macri. De acuerdo con los seguidores de Cristina, para que haya soluciones hay que esperar a las elecciones y “votar bien en octubre”.

Para ello el kirchnerismo está proponiendo un “Frente Patriótico” en el que, como dijo la misma Cristina, se tienen que unir los “pañuelos verdes y los celestes”. Esto incluye a los peronistas como Sergio Massa y muchos de los legisladores que votaron a favor de pagar a los buitres y de la rebaja de las jubilaciones, en contra de la legalización del aborto y las demás leyes junto a Cambiemos.

Pero también el “Frente Patriótico” incluiría a muchos que se consideran de “izquierda” y que votaron y llamaron a luchar contra algunas o todas las leyes de Macri como Victoria Donda, diputada que rompió con Libres del Sur para unirse a Juan Grabois, el líder de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) amigo del Papa, o Fernando “Pino” Solanas, senador por Proyecto Sur. Luego de haber enfrentado a Cristina, ahora estas figuras convocan a apoyarla.

La Biblia junto al calefón

¿Cómo se logra semejante unidad política, la “Biblia junto al calefón”?

Massa lo explicó así en el programa de Luis Novaresio: “Tenemos que dejar de hablar de Massa o Cristina […] Tenemos que interpretar a los millones de argentinos que quieren un camino distinto al que eligió el gobierno”.

Por su lado, Solanas lo dijo de manera contundente: “Queremos un frente patriótico, de emergencia, cívico, o como lo quieran llamar. Todo aquel que quiera superar y derrotar el año que viene al plan de gobierno de Cambiemos tiene que estar adentro”.

La magia que une a peronistas de “izquierda” y de “derecha” es la perspectiva de ganarle a Macri y recuperar el gobierno.

¿Un “Frente Patriótico” con el FMI?

El problema es que el peronismo en general y el kirchnerismo en particular en el gobierno, luego de despertar muchas ilusiones, terminaron frustrando a los trabajadores y el pueblo. ¿En qué terminaron las privatizaciones de Menem? En una crisis monumental, con millones en la miseria y desocupados. ¿Cuál fue el resultado de doce años de gobierno kirchnerista? Néstor y Cristina hablaban de “Segunda Independencia”, pero mantuvieron privatizados todos los servicios esenciales y las multinacionales mineras y petroleras tuvieron vía libre para saquear nuestras riquezas. Le dijeron “chau al Fondo”, pero pagaron 200.000 millones de dólares de la fraudulenta deuda externa. Y en consecuencia hubo más de 30 por ciento de pobres, inflación galopante, 40 por ciento de trabajadores en negro. A lo que se agrega la corrupción, que produjo catástrofes como la masacre del ferrocarril Sarmiento en Once.

¿Y qué nos propone ahora el kirchnerismo con su “Frente Patriótico”? Es Axel Kicillof, supuesto integrante “marxista” del equipo de Cristina, el encargado de declarar al diario La Nación: “El FMI tampoco quiere ser artífice de destruir un país […] El Fondo, en un cambio de dirección de gobierno, con otra orientación, democráticamente elegido, se va a sentar a rediscutir…” No por casualidad, el de Kicillof es el mismo discurso de Massa, Pichetto, Urtubey y todo el peronismo que apoya a Macri.

Por todo ello decimos que el “Frente Patriótico” de Cristina no es salida para los trabajadores, las mujeres, la juventud y el pueblo.

La alternativa, para evitar una nueva frustración, pasa por unirse al sindicalismo combativo y el Frente de Izquierda, las fuerzas que hoy reclaman el plan de lucha y el paro nacional para anular los tarifazos, por un salario igual a la canasta y el 82% móvil para los jubilados, por la estatización de los servicios privatizados, la banca y el comercio exterior bajo control de los trabajadores, por la reapertura de las escuelas cerradas y la defensa de la educación y la salud pública, por la legalización del aborto y los reclamos de las mujeres, la juventud y los trabajadores. Este es el camino también para enfrentar en las elecciones a Macri, a Cristina, al Peronismo Federal y al resto de las fuerzas patronales.

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Escribe Gabriel Massa

La imagen de Miguel Ángel Pichetto, presidente del bloque Argentina Federal -de senadores adheridos al Peronismo Federal antikirchnerista-, reunido en el exclusivo balneario de Cariló con el ex ministro de Economía Roberto Lavagna, se viralizó. Pero, para desgracia de los peronistas federales, lo que causó sensación -y generó no pocos memes- no fue ninguna noticia política, sino la imagen de Lavagna con medias y sandalias.

El Peronismo Federal, encabezado por Pichetto, junto al gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey; el de Córdoba, Juan Schiaretti, y Sergio Massa, intentando superar al menos en parte la dispersión del peronismo en crisis, ha reunido en una mesa a los mandatarios provinciales, diputados y senadores peronistas que apoyaron las políticas fundamentales de Macri. De cara a las elecciones, el Peronismo Federal busca ocupar el espacio de los que rechazan por igual a Macri y Cristina, que supuestamente representaría un tercio de los votantes.

El Peronismo Federal ya tiene dos candidatos lanzados: Sergio Massa y el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey. Pero dado que les dan bajas las encuestas a ambos, algunos de los que fueron sus subordinados, como es el caso de Felipe Solá, ex jefe de la bancada massista en Diputados, rompieron con ellos y apoyan abiertamente un acuerdo con Cristina Kirchner.

Lavagna se propone como el candidato de la unidad peronista

Es la debilidad en las encuestas y el peligro de dispersión del Peronismo Federal lo que ha hecho que Massa en su momento, y ahora Pichetto, salieron en busca de un poco de aire político con otra candidatura, a ver si con eso pueden detener la fuga hacia el kirchnerismo. La alternativa que encontraron es Roberto Lavagna, ex ministro que se prestigió con el “viento de cola” de la economía en las presidencias de Duhalde y Néstor Kirchner. El gran “mérito” de Lavagna es que, junto a Néstor, hizo que el país volviera a pagarle a los buitres luego de la suspensión de los pagos de la deuda externa decretada en diciembre de 2001.

Mientras tanto, Andrés “Cuervo” Larroque fue el encargado de recordar, en nombre de La Cámpora y el kirchnerismo, que Lavagna tiene “vínculos importantes con los grupos económicos locales” como Techint, de Paolo Rocca. A pesar de identificar a Lavagna con los peores enemigos de los trabajadores, las grandes patronales, el propio Larroque no tuvo empacho en abrirle las puertas al “Frente Patriótico”. Todo para ganar votos.

Pero Lavagna, por lo menos hasta ahora, no está dispuesto a identificarse con un solo sector. Frente a la crisis y la división del peronismo, él se presenta como el candidato que podría unificar a todos, al kirchnerismo con el Peronismo Federal. Lavagna apuesta a que, al acercarse las elecciones, la desesperación por ganarle a Macri ponga al peronismo apoyando su candidatura.

Lo cierto es que con Massa, Urtubey, Lavagna o el candidato que sea, el peronismo solo puede ofrecer una nueva frustración a la clase trabajadora y sectores populares. 

 

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Escribe Guido Poletti

El gobierno lanzó una andanada de medidas para tratar de aparecer con una “agenda para la inseguridad”. Todas apuntando a más represión contra los sectores populares. Con más mano dura, llevada adelante por los mismos que hacen la vista gorda ante el narcotráfico, la trata y las zonas liberadas, no se dará un paso en garantizarle la seguridad al pueblo trabajador.

La ministra Patricia Bullrich desempolvó un viejo proyecto: bajar la edad de imputabilidad de los menores a 15 años. Se trata de una medida reaccionaria y demagógica que busca colocar como tema de campaña a la inseguridad para esconder tanto las responsabilidades de este gobierno en el incremento de la inseguridad como su política de ajuste, los bajos salarios, la inflación que no cesa, los despidos y el pago de la deuda externa.

El planteo surge del mismo gobierno que quiere cerrar escuelas nocturnas y terciarios, que desfinancia los programas de atención para niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad y que sostiene una política económica que solo lleva al desempleo de los jóvenes a niveles astronómicos. Está en la misma línea de la compra de las pistolas Taser -definidas como instrumentos de tortura por las Naciones Unidas-, la legalización del gatillo fácil y la amenaza de deportación de miles de extranjeros.

Es mentira que al gobierno le preocupa solucionar la inseguridad. Si así fuera no apañaría a las distintas fuerzas de seguridad que son cómplices del narcotráfico, las redes de prostitución y de las zonas liberadas para el delito. Lo que busca es más mano dura para mostrarse fuerte y capaz de hacer pasar el feroz ajuste acordado con el FMI y pretender ganar el voto de un sector del electorado para su proyecto.

El gobierno de Macri saca a la luz el planteo de la baja de la edad de imputabilidad amparándose en que hay que modificar una ley de la dictadura y que, hace unos años, fue una propuesta del kirchnerismo. Efectivamente, en el año 2009 la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner impulsó al entonces bloque mayoritario del Frente para la Victoria, quien junto con el radicalismo le dieron media sanción en el Senado a un proyecto similar al que ahora presenta Cambiemos, llamado “régimen penal juvenil”, que incluía la baja de la edad de imputabilidad a los 14 años, y que finalmente nunca se trató en la Cámara de Diputados. Por eso son una expresión más del doble discurso de los dirigentes kirchneristas el “repudio” generalizado que ahora realizan, cuando en su gobierno fueron ellos los primeros promotores de estos planteos. Un kirchnerismo que, recordémoslo, aún hoy tiene como máximo vocero en el tema de seguridad al ex secretario del área Sergio Berni, que se jactó de “matar personalmente delincuentes”, o de haber participado en operativos represivos contra trabajadores en lucha en la Panamericana y en otros lugares.

Desde Izquierda Socialista/FIT somos claros: los trabajadores son siempre los grandes afectados por el tema de la inseguridad. Pero esto no se resuelve persiguiendo a los pibes en los barrios o lanzando propuestas de mano dura para tratar de meter el tema en la campaña electoral “a lo Bolsonaro”. Exigimos el desmantelamiento del aparato represivo que sostiene y apaña al delito. Promovemos la autoorganización de los vecinos en los barrios y la elección popular del comisario. Y con respecto a los jóvenes y adolescentes, exigimos más presupuesto para educación, más escuelas, programas sociales específicos y más puestos de trabajo. Para alcanzar todo esto lo que hace falta no es más “palos”, sino salarios dignos, trabajo, salud, educación y vivienda, objetivos alcanzables si dejamos de pagar la deuda externa y ponemos todos esos recursos al servicio de estas urgentes necesidades populares.

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