Jul 19, 2024 Last Updated 10:06 PM, Jul 19, 2024

Izquierda Socialista

El dirigente trotskista argentino Nahuel Moreno fue un estudioso de la vida y la obra revolucionaria de Carlos Marx. Sus análisis se orientaron a sacar conclusiones útiles a la tarea de construir partidos trotskistas revolucionarios, fuertemente enraizados en la clase obrera y sus luchas, y la construcción de la Cuarta Internacional, fundada por León Trotsky en 1938 para dar continuidad al socialismo revolucionario. En el libro “Sobre el marxismo”, Moreno se remonta a la juventud de Marx y su pasaje a las posiciones del comunismo para definir, desde sus orígenes, qué es el marxismo y la praxis revolucionaria. Ve a Marx y Engels como “activos militantes revolucionarios, además de intelectuales enormes”, que “no se conformaban con la crítica teórica […] sino que buscaban transformar en la realidad el estado de cosas”. Desde su incorporación a la Liga de los Comunistas, Marx dedicó su vida “a la lucha y organización del movimiento obrero europeo”.1

1. Ver Nahuel Moreno. “Sobre el marxismo”, CEHuS, Buenos Aires, 2022.

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Escribe María Meza

En el marco de la obtención de la legalidad de Izquierda Socialista en Tierra del Fuego, Rubén “Pollo” Sobrero visitó la Isla para acompañar este importantísimo logro del partido. Se realizaron conferencias de prensa, entrevistas radiales y diversas actividades en Ushuaia y Río Grande, con un gran acompañamiento de importantes y reconocides compañeres de diversos sectores obreros y populares, como municipales, textiles, portuarios, metalúrgicos, docentes, referentes barriales, jubilades y juventudes.

En la conferencia de prensa que se realizó en el Sindicato de Obreros y Empleados Municipales (SOEM) de Ushuaia, se remarcó que la obtención de la legalidad fortalece al Frente de Izquierda Unidad para las próximas elecciones. En la conferencia, que devino en una importante charla, entre otras tantas cosas, se llamó a la más amplia unidad de la izquierda y los trabajadores y a poner esta legalidad al servicio de las luchas. También, Sobrero visitó a los trabajadores del “Tren del Fin del Mundo” y con un gran reconocimiento se entabló una charla enriquecedora.

En Río Grande, tras la conferencia de prensa, recorrió las instalaciones de una fábrica textil. Otro encuentro significativo fue la participación en una asamblea de Digital Fueguina que viene de más de dos años de lucha por la recuperación de la fuente laboral, y el compromiso de seguir rodeando de solidaridad por parte de nuestro partido.

Las actividades cerraron con una importante charla con militantes y simpatizantes del partido en Tierra del Fuego, en la que se remarcó los desafíos de seguir creciendo y ofreciendo una herramienta a los y las trabajadoras para enfrentar el brutal ajuste que llevan adelante el gobierno peronista del Frente de Todos y el FMI. Teniendo en claro que ni Juntos por Cambio, ni el liberfacho de Milei son la salida para la clase trabajadora y los sectores populares.

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Escribe Miguel Lamas, dirigente de la UIT-CIEscribe Miguel Lamas, dirigente de la UIT-CI

La movilización realizada el 7 de marzo fue la sexta y más grande de las masivas protestas contra la reforma de la ley de pensiones que intenta el presidente Emmanuel Macron. El sábado 11 hubo otra marcha nacional. Además varios sectores claves anunciaron el comienzo de “huelgas prorrogables” (es decir se mantendrían en huelga contínua decidida por asambleas). Pese a esto, el Senado aprobó la reforma y anunciaron que se aprobará en diputados esta semana.
   
La movilización del martes 7 de marzo, convocada por ocho centrales sindicales, fue de 1,28 millones de personas, según el gobierno, y de 3,5 millones según la central sindical CGT (700 mil sólo en París). Es la mayor protesta en tres décadas. Y es superior a la del 31 de enero, cuando se movilizaron 2,8 millones.

Al término de la jornada, el frente sindical pidió a Macron una reunión “urgente”, porque su “silencio ya no es posible”. Pero no sólo se negó a la reunión, sino que la propuesta de ley fue aprobada en el Senado.

Varios sectores claves, como las refinerías, los ferrocarriles y el sector energético, resolvieron las huelgas prorrogables.

La basura se acumulaba en las calles de París y se bloquearon las entregas de combustible de las refinerías porque estos continuaban con las huelgas contra la reforma jubilatoria. También se interrumpió el suministro eléctrico y se retrasó el mantenimiento de algunos reactores nucleares.

Otra muestra de la voluntad desde las bases de radicalizar las medidas, es que se organizaron piquetes y bloqueos de carreteras en muchos lugares del país.

Los sindicatos también apoyaron las manifestaciones convocadas para el miércoles 8 con motivo del Día Internacional de la Mujer y el jueves 9, llamado por los estudiantes, que se están movilizando en toda Francia.

Lo intentan desde hace muchos años

La reforma de la ley de pensiones no es sólo el aumento de la edad jubilatoria de 62 a 64 años, sino que cambia las condiciones y exige un mínimo de 43 años de aportes en momentos en que cada vez más jóvenes no tienen trabajos regulares. Dos de cada tres franceses, según todos los sondeos, se oponen a esta reforma.

El ataque al sistema de pensiones es una exigencia de los capitalistas franceses desde hace décadas antes de Macron. El primer intento serio de la burguesía francesa de rebajar a las jubilaciones fue en 1995 con el infame “Plan Juppé”, derrotado por el movimiento de masas más importante sucedido en Francia desde mayo de 1968.

El actual presidente Macron también lo intentó 2019-2020, provocando la oleada de huelgas más grande de las dos últimas décadas, incluyendo el movimiento casi insurreccional de los “chalecos amarillos” y una huelga ferroviaria de seis meses de duración que obligaron a su gobierno a retirar el plan de reforma de las pensiones cuando este ya había sido aprobado por el Parlamento.

Ahora todo está peor con la crisis capitalista

Aunque Macron está más debilitado que en el 2019, el capitalismo está más en crisis y pretenden que la crisis la paguen los trabajadores. El compromiso de Macron es aumentar o recuperar las ganancias de los capitalistas franceses después de la pandemia. Por eso ni se reúne con las direcciones sindicales para discutir alguna modificación. La ley de pensiones es parte de eso, pero no sólo es la ley de pensiones, también están los salarios y las leyes laborales. Por eso el descontento de millones.

Y hoy en Francia el gobierno sigue diciendo que va a aplicar sí o sí la reforma de pensiones.

Para los trabajadores, las pensiones tampoco son el único problema que empeoró su situación. El tema salarial, ante los aumentos de precios de energía y alimentos, es también un reclamo central. Aunque los dirigentes burocráticos de las centrales sindicales no lo están tomando con el argumento de que “lo primero” es que se retire la reforma de pensiones.
Es la economía capitalista en su conjunto, en Francia y en el mundo, la que está tratando de hacer pagar su peor crisis a las y los trabajadores.
 
La necesidad de un plan de lucha

Si bien las ocho centrales sindicales se han unido y también con el movimiento estudiantil, las direcciones sindicales burocráticas siguen sin profundizar las medidas con un plan de lucha, mientras intentan negociar con Macron, que se niega públicamente a toda negociación.  

Esto plantea también la necesidad de que, al calor de esa gran lucha, trabajadores, trabajadoras y jóvenes se organicen en la perspectiva de conformar una alternativa socialista revolucionaria por un cambio de fondo que termine con este desastre capitalista, por una alternativa política para terminar con el gobierno de Macron, hacia un gobierno del pueblo trabajador.

Es evidente que en lo inmediato, para derrotar al gobierno y sus planes, “lo primero” es que habrá que preparar un plan de lucha endureciendo cualitativamente las medidas, como lo plantean sectores de base con las huelgas (“reconducible”) que ya están realizando del conjunto del país y también los bloqueos. Y para eso incorporar al conjunto de los trabajadores, trabajadoras y jóvenes, con sus demandas, incluyendo la salarial y plenos derechos laborales, por un plan económico del pueblo trabajador.

Desde la UIT-CI damos todo el apoyo a esta grandiosa lucha del pueblo trabajador francés.


Por José Castillo, dirigente de Izquierda Socialista, sección argentina de la UIT-CI

13/3/2023. El viernes 12 de marzo se produjo la quiebra del Silicon Valley Bank. Desató un tembladeral durante todo el fin de semana y una fuerte caída de las cotizaciones de los bancos en las bolsas de todo el mundo. Una nueva señal de un capitalismo imperialista en crisis crónica. Sea cual sea el desenlace de ese episodio, los grandes capitalistas intentarán que sean la clase trabajadora y los pueblos del mundo quiénes paguen los platos rotos.

El Silicon Valley Bank era una entidad financiera especializada en financiar a empresas tecnológicas, tanto grandes corporaciones como las más pequeñas y emergentes startups. Era el banco número 16 en tamaño en los Estados Unidos. Su quiebra es la segunda en tamaño en toda la historia de los Estados Unidos (la mayor, en 2008 fue la de Lehman Brothers, en el pico agudo de la crisis en ese momento).

Más de la mitad de las empresas tecnológicas de la región del Silicon Valley en el estado de California, tenían dinero depositado en dicho banco, entre ellas la inmensa mayoría de las denominadas “startups”.

Ante los rumores sobre la caída del banco, se produjo una corrida entre jueves y viernes pasado, donde se retiraron 42.000 millones de dólares. Finalmente, la Reserva Federal yanqui terminó declarando la quiebra. La Corporación Federal de Seguros de Depósitos de los Estados Unidos, entidad estatal, quedó como “liquidador” y a cargo de los 175.000 millones de dólares en depósitos. El problema era que los depósitos sólo están garantizados hasta 250.000 dólares por cuenta, cubriendo sólo al 7% de los mismos.

¿Por qué había tantos depósitos voluminosos en las cuentas del Silicon Valley Bank? Porque la mayoría pertenecía a nuevas empresas tecnológicas, las llamadas startups. Una startup es una empresa nueva, en general pequeña que, por ubicarse en el rubro de las nuevas tecnologías, aspira a crecer muy rápidamente. Recurren al capital de terceros, sean especuladores, otras empresas grandes o bancos. Muchas veces, las startup tienen dificultades para conseguir financiamiento de los bancos más tradicionales, ya que no cumplen los requisitos de seguridad. El Silicon Valley Bank era un banco especializado en dar estos créditos de “riesgo”.

Las startup no suelen tener muchos ingresos: pagan a sus empleados y otras facturas con el efectivo que recaudan vendiendo acciones a los inversores de riesgo. Y guardan el dinero recaudado excedente en algún lugar. Muchas de ellas lo tenían en cuentas del Silicon Valley Bank, ya que era ese mismo banco el que les había otorgado préstamos que otros bancos más importantes le habían negado.

Una burbuja que se desinfla

Lo que sucedió fue un nuevo capítulo de los típicos estallidos de burbujas especulativas. En 2021, estas empresas tecnológicas de capital de riesgo habían logrado financiamiento por 330.000 millones de dólares. Todo en un contexto donde, luego de la pandemia, se expandían aceleradamente. Pero luego sucedió que sus negocios no resultaron tan rentables, y empezaron a achicarse (una de las manifestaciones de ello es el despido de centenares de miles de trabajadores de todas las empresas del sector tecnológico). Al mismo tiempo, la Reserva Federal empezó a subir la tasa de interés para tratar de bajar la inflación, encareciendo el crédito.

El Silicon Valley Bank, por su parte, había colocado en bonos del Tesoro a 40 años los depósitos en su poder. Cuando la Reserva Federal subió la tasa de interés, los viejos bonos, con tasas más bajas, perdieron valor y su cotización empezó a caer. Los depositantes de las empresas tecnológicas, al enfrentarse al hecho de que sus negocios no eran rentables, trataron de retirar el dinero de los bancos. Pero el banco no podía pagarles: sólo tenía esos bonos devaluados como contrapartida. El Silicon Valley Bank trató de vender sus propias acciones para recaudar efectivo, pero estas también empezaron a caer. Ahí se dio la corrida y la quiebra.

La quiebra del Silicon Valley Bank es una consecuencia entonces, de la suba de tasas de la Reserva Federal, que, con el objetivo de bajar la alta inflación yanqui, está dispuesta para ello a avanzar hacia una recesión. Con altas tasas, el dinero es más caro y escaso, y eso desata corridas como la que terminó con el Silicon Valley Bank. Pero también es consecuencia de que está desinflando la burbuja especulativa de las empresas tecnológicas, y cada inversor trata desesperadamente de rescatar su dinero.

Bancos sin control

Una pregunta pertinente es porqué se permitió al Silicon Valley Bank tener semejante exposición al riesgo, jugando con los depósitos de sus clientes depositándolos en bonos que terminaron perdiendo valor. La respuesta es que, en 2015, el gobierno de Donald Trump había desarmado casi todas las regulaciones que se habían creado en la crisis de 2008 para evitar que ello volviera a suceder. Fue justamente Greg Becker, el presidente del Silicon Valley Bank, el principal lobbysta en el Senado yanqui para que se redujeran las regulaciones a los bancos con capital menor a 250.000 millones dólares (en ese entonces todo banco con activos superiores a 50.000 millones de dólares estaba sometidos a fuertes controles). Al flexibilizarse los controles, cientos de bancos, entre ellos el Silicon Valley Bank, quedaron con las manos libres para todo tipo de maniobra especulativa.

La quiebra del Silicon Valley Bank ha afectado a un gran número de empresas tecnológicas de diverso tamaño, que, si no recuperan su dinero, no están en condiciones siquiera de pagar los salarios de este mes. Tal el caso de Roku (dispositivos de streaming de bajo precio), Circle (tecnología de gestión de pagos electrónicos), Roblox (plataforma de juegos en línea), BlockFi (prestamista de criptomonedas), Compass Coffee (cafetería on line), Camp (juguetería on line), Axsome Therapeutics (farmacéutica), Rippling (gestión de pagos), entre las más importantes.

¿Primer paso hacia otro crack?

La caída del Silicon Valley Bank es, sin duda, la que hizo más ruido. Pero previamente ya se había producido la quiebra del banco especializado en criptomonedas Silvergate y este lunes la propia Reserva Federal tuvo que declarar el cierre del Signature Bank.

El lunes cayeron las cotizaciones de todos los bancos en las principales bolsas del mundo, temiendo un efecto contagio. Empiezan a aparecer ramificaciones de afectados fuera del área de las empresas del Silicon Valley. Empresas tecnológicas de Israel y la India aparecen involucradas. También en Gran Bretaña, donde trascendió que el HSBC habría adquirido la sucursal británica del Silicon Valley Bank por sólo una libra esterlina.

Buscando evitar que el pánico se extienda, hubo un comunicado conjunto de la Reserva Federal, el Departamento del Tesoro y la Corporación Federal de Seguros de Depósitos, garantizando que todos los depósitos serían pagados. El propio presidente yanqui Joe Biden tuvo que salir a defender al sistema bancario, planteando que habría nuevas regulaciones, tema difícil de implementar con la actual composición del Congreso norteamericano. Sin embargo, ninguno de estos anuncios logró llevar tranquilidad, y al cierre de los principales mercados de este lunes seguía la incertidumbre.

No podemos anticipar si ya estamos ante un nuevo crack del tipo que vivió el capitalismo imperialista en 2008, o si los grandes banqueros, los gobiernos imperialistas y los organismos financieros internacionales lograrán controlar la situación. Lo que sí podemos afirmar que esto que está sucediendo no es más que un capítulo más de una crisis crónica del capitalismo imperialista que ya lleva medio siglo con innumerables situaciones de este tipo, muchas de las cuales terminaron en crisis agudas globales. Y que en todos los casos comenzaron por el estallido de burbujas especulativas generadas por ganancias ficticias, ante el hecho concreto de que en el capital productivo las tasas de ganancias siguen a la baja. Hay billones de dólares colocados en la especulación financiera, bursátil, inmobiliaria, en negocios de la nueva tecnología totalmente sobredimensionados o en el sube y baja de las criptomonedas. Que en cualquier momento puede estallar. Y luego, como siempre, se tratará de que la crisis la paguen los trabajadores y los pueblos sometidos del planeta.

Todo esto no es sino una muestra más de porqué el capitalismo no va más, ya que sólo tiene para ofrecer crisis, hambre, miseria y saqueo. Es más necesario que nunca que gobiernen las y los trabajadores, en el camino hacia el socialismo.


Por José Castillo, dirigente de Izquierda Socialista, sección argentina de la UIT-CI

13/3/2023. El viernes 12 de marzo se produjo la quiebra del Silicon Valley Bank. Desató un tembladeral durante todo el fin de semana y una fuerte caída de las cotizaciones de los bancos en las bolsas de todo el mundo. Una nueva señal de un capitalismo imperialista en crisis crónica. Sea cual sea el desenlace de ese episodio, los grandes capitalistas intentarán que sean la clase trabajadora y los pueblos del mundo quiénes paguen los platos rotos.

El Silicon Valley Bank era una entidad financiera especializada en financiar a empresas tecnológicas, tanto grandes corporaciones como las más pequeñas y emergentes startups. Era el banco número 16 en tamaño en los Estados Unidos. Su quiebra es la segunda en tamaño en toda la historia de los Estados Unidos (la mayor, en 2008 fue la de Lehman Brothers, en el pico agudo de la crisis en ese momento).

Más de la mitad de las empresas tecnológicas de la región del Silicon Valley en el estado de California, tenían dinero depositado en dicho banco, entre ellas la inmensa mayoría de las denominadas “startups”.

Ante los rumores sobre la caída del banco, se produjo una corrida entre jueves y viernes pasado, donde se retiraron 42.000 millones de dólares. Finalmente, la Reserva Federal yanqui terminó declarando la quiebra. La Corporación Federal de Seguros de Depósitos de los Estados Unidos, entidad estatal, quedó como “liquidador” y a cargo de los 175.000 millones de dólares en depósitos. El problema era que los depósitos sólo están garantizados hasta 250.000 dólares por cuenta, cubriendo sólo al 7% de los mismos.

¿Por qué había tantos depósitos voluminosos en las cuentas del Silicon Valley Bank? Porque la mayoría pertenecía a nuevas empresas tecnológicas, las llamadas startups. Una startup es una empresa nueva, en general pequeña que, por ubicarse en el rubro de las nuevas tecnologías, aspira a crecer muy rápidamente. Recurren al capital de terceros, sean especuladores, otras empresas grandes o bancos. Muchas veces, las startup tienen dificultades para conseguir financiamiento de los bancos más tradicionales, ya que no cumplen los requisitos de seguridad. El Silicon Valley Bank era un banco especializado en dar estos créditos de “riesgo”.

Las startup no suelen tener muchos ingresos: pagan a sus empleados y otras facturas con el efectivo que recaudan vendiendo acciones a los inversores de riesgo. Y guardan el dinero recaudado excedente en algún lugar. Muchas de ellas lo tenían en cuentas del Silicon Valley Bank, ya que era ese mismo banco el que les había otorgado préstamos que otros bancos más importantes le habían negado.

Una burbuja que se desinfla

Lo que sucedió fue un nuevo capítulo de los típicos estallidos de burbujas especulativas. En 2021, estas empresas tecnológicas de capital de riesgo habían logrado financiamiento por 330.000 millones de dólares. Todo en un contexto donde, luego de la pandemia, se expandían aceleradamente. Pero luego sucedió que sus negocios no resultaron tan rentables, y empezaron a achicarse (una de las manifestaciones de ello es el despido de centenares de miles de trabajadores de todas las empresas del sector tecnológico). Al mismo tiempo, la Reserva Federal empezó a subir la tasa de interés para tratar de bajar la inflación, encareciendo el crédito.

El Silicon Valley Bank, por su parte, había colocado en bonos del Tesoro a 40 años los depósitos en su poder. Cuando la Reserva Federal subió la tasa de interés, los viejos bonos, con tasas más bajas, perdieron valor y su cotización empezó a caer. Los depositantes de las empresas tecnológicas, al enfrentarse al hecho de que sus negocios no eran rentables, trataron de retirar el dinero de los bancos. Pero el banco no podía pagarles: sólo tenía esos bonos devaluados como contrapartida. El Silicon Valley Bank trató de vender sus propias acciones para recaudar efectivo, pero estas también empezaron a caer. Ahí se dio la corrida y la quiebra.

La quiebra del Silicon Valley Bank es una consecuencia entonces, de la suba de tasas de la Reserva Federal, que, con el objetivo de bajar la alta inflación yanqui, está dispuesta para ello a avanzar hacia una recesión. Con altas tasas, el dinero es más caro y escaso, y eso desata corridas como la que terminó con el Silicon Valley Bank. Pero también es consecuencia de que está desinflando la burbuja especulativa de las empresas tecnológicas, y cada inversor trata desesperadamente de rescatar su dinero.

Bancos sin control

Una pregunta pertinente es porqué se permitió al Silicon Valley Bank tener semejante exposición al riesgo, jugando con los depósitos de sus clientes depositándolos en bonos que terminaron perdiendo valor. La respuesta es que, en 2015, el gobierno de Donald Trump había desarmado casi todas las regulaciones que se habían creado en la crisis de 2008 para evitar que ello volviera a suceder. Fue justamente Greg Becker, el presidente del Silicon Valley Bank, el principal lobbysta en el Senado yanqui para que se redujeran las regulaciones a los bancos con capital menor a 250.000 millones dólares (en ese entonces todo banco con activos superiores a 50.000 millones de dólares estaba sometidos a fuertes controles). Al flexibilizarse los controles, cientos de bancos, entre ellos el Silicon Valley Bank, quedaron con las manos libres para todo tipo de maniobra especulativa.

La quiebra del Silicon Valley Bank ha afectado a un gran número de empresas tecnológicas de diverso tamaño, que, si no recuperan su dinero, no están en condiciones siquiera de pagar los salarios de este mes. Tal el caso de Roku (dispositivos de streaming de bajo precio), Circle (tecnología de gestión de pagos electrónicos), Roblox (plataforma de juegos en línea), BlockFi (prestamista de criptomonedas), Compass Coffee (cafetería on line), Camp (juguetería on line), Axsome Therapeutics (farmacéutica), Rippling (gestión de pagos), entre las más importantes.

¿Primer paso hacia otro crack?

La caída del Silicon Valley Bank es, sin duda, la que hizo más ruido. Pero previamente ya se había producido la quiebra del banco especializado en criptomonedas Silvergate y este lunes la propia Reserva Federal tuvo que declarar el cierre del Signature Bank.

El lunes cayeron las cotizaciones de todos los bancos en las principales bolsas del mundo, temiendo un efecto contagio. Empiezan a aparecer ramificaciones de afectados fuera del área de las empresas del Silicon Valley. Empresas tecnológicas de Israel y la India aparecen involucradas. También en Gran Bretaña, donde trascendió que el HSBC habría adquirido la sucursal británica del Silicon Valley Bank por sólo una libra esterlina.

Buscando evitar que el pánico se extienda, hubo un comunicado conjunto de la Reserva Federal, el Departamento del Tesoro y la Corporación Federal de Seguros de Depósitos, garantizando que todos los depósitos serían pagados. El propio presidente yanqui Joe Biden tuvo que salir a defender al sistema bancario, planteando que habría nuevas regulaciones, tema difícil de implementar con la actual composición del Congreso norteamericano. Sin embargo, ninguno de estos anuncios logró llevar tranquilidad, y al cierre de los principales mercados de este lunes seguía la incertidumbre.

No podemos anticipar si ya estamos ante un nuevo crack del tipo que vivió el capitalismo imperialista en 2008, o si los grandes banqueros, los gobiernos imperialistas y los organismos financieros internacionales lograrán controlar la situación. Lo que sí podemos afirmar que esto que está sucediendo no es más que un capítulo más de una crisis crónica del capitalismo imperialista que ya lleva medio siglo con innumerables situaciones de este tipo, muchas de las cuales terminaron en crisis agudas globales. Y que en todos los casos comenzaron por el estallido de burbujas especulativas generadas por ganancias ficticias, ante el hecho concreto de que en el capital productivo las tasas de ganancias siguen a la baja. Hay billones de dólares colocados en la especulación financiera, bursátil, inmobiliaria, en negocios de la nueva tecnología totalmente sobredimensionados o en el sube y baja de las criptomonedas. Que en cualquier momento puede estallar. Y luego, como siempre, se tratará de que la crisis la paguen los trabajadores y los pueblos sometidos del planeta.

Todo esto no es sino una muestra más de porqué el capitalismo no va más, ya que sólo tiene para ofrecer crisis, hambre, miseria y saqueo. Es más necesario que nunca que gobiernen las y los trabajadores, en el camino hacia el socialismo.

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