El triunfo de Neuquén volvió a mostrar quines son los que sostienen el sistema público de salud. Luchando por sus reivindicaciones, defienden un sistema que se quiebra ante los embates de la pandemia.
En lo que va de ésta, se han sucedido innumerables luchas. Las primeras por los elementos de protección personal, pero hubo luchas por salario, contra la precarización, despidos, y un largo etcétera. Así salieron a la pelea los profesionales de CICOP en Buenos Aires; los autoconvocados de Misiones; la enfermería en CABA, la junta interna de ATE del hospital Garrahan, la multisectorial en Córdoba, el Hospital Larcade de San Miguel (Bs. As.); los residentes de CABA y ahora de Malvinas Argentinas en Buenos Aires; luchas en Tucumán, Río Negro, Santa Cruz, Rosario, en sanatorios privados del AMBA y en otros. Frente a la sólida rosca formada por los gobiernos, patronales privadas y dirigentes sindicales traidores, los huelguistas han salido incluso contra sus dirigentes, impulsando autoconvocatorias y espacios democráticos para organizarse.
Desde Salud en Marcha apoyamos todas estas luchas y el proceso que intenta superar a la burocracia sindical de todo pelaje. La explicación oficial del actual desastre sanitario es que “el sistema llegó a su límite”. Para nosotros el desastre tiene causas y responsables. En el caso del sistema público, es resultado de décadas de desinversión y abandono. En el caso de las pre pagas, sanatorios privados y obras sociales es consecuencia del pillaje de sus fondos por parte de empresarios y burócratas sindicales. El límite del que hablan tiene como responsable principalísimo al gobierno nacional que no toma las medidas que requiere la gravedad del momento.
Para aplastar la pandemia es necesario centralizar esta lucha: campañas de testeo, detección y rastreo y otras acciones como el aislamiento total y parcial, que debe garantizarse con el sostén económico de la población aislada.
Planteamos que es necesaria la centralización nacional de los recursos de salud en un único sistema que incluya sus tres subsectores: público, privado y obras sociales. No para salvar al sector privado y obras sociales con fondos públicos, sino para planificar la atención de toda la población y garantizar que los privados y obras sociales presten la atención debida. Para que se contrate el personal necesario y se aprovechen todos los recursos.
Lo mismo debe hacerse con las vacunas. Se producen en Garín (Bs. As.) 20 millones de dosis de Astrazeneca por mes y ni una sola ha quedado en nuestro país. El gobierno nacional debe incautar esa producción y vacunar masivamente ¡ya!
No se puede fortalecer el sistema de salud sin cuidar a sus trabajadores.
Hay que terminar con los salarios de hambre que obligan al pluri empleo a un personal ya exhausto, acabar con la precarización, los contratos basura y otras formas que sirven para tener a los trabajadores al borde del despido como las becas del sector público y la tercerización. Se debe jerarquizar la enfermería reconociendo el carácter profesional de la actividad como vienen reclamando en la CABA. Pero lamentablemente los gobiernos cuentan con el apoyo de la burocracias de la CGT y las CTA, junto con los gremios traidores de la salud. Es más urgente que nunca superar a esa burocracia y poner en pie a una nueva dirección sindical que lleve adelante la pelea por todas nuestras reivindicaciones.
A la vez, debemos seguir peleando para que los fondos necesarios para la salud aparezcan. Debemos exigir que se lleve adelante un efectivo impuesto a la riqueza y se deje de pagar la deuda externa, para volcar esos fondos a recuperar un sistema público de salud de calidad, con la cantidad de personal suficiente, con salarios por encima de la canasta familiar y con acceso para todas y todos.