El 16 de septiembre de 1976, en la ciudad de La Plata, fueron secuestrades, torturades y desaparecides, a manos de la policía bonaerense, 6 jóvenes secundaries, que un año antes habían sido protagonistas de la conquista por el boleto educativo contra el gobierno de Isabel Peron. “Tomala vos, damela a mí, por el boleto estudiantil”, eran los cánticos que coreaban les platenses en las marchas de septiembre de 1975.
Ya con la dictadura en el gobierno, en agosto de 1976 se suspendió el boleto educativo. Les secundaries platenses se organizaron clandestinamente. Fue entonces que Ramón Camps, ordenó a Etchecolatz, terminar con los accionares “subversivos” en las escuelas. Así, "La noche de los Lápices" fue el nombre del expediente de la policía, que explicaba el trabajo de inteligencia para desaparecer a les secundaries platenses que fueron protagonistas de la lucha educativa. El 16 de septiembre será una fecha emblemática de lucha y memoria para el movimiento estudiantil secundario que resiste a los ajustes de los gobiernos en defensa de la educación pública.
Su lucha sigue vigente
El 16 de septiembre es una fecha para recordar la memoria de les jóvenes secundaries, y también para seguir luchando por los mismos derechos que nos faltan como movimiento estudiantil. La pelea por un boleto educativo en todo el país sigue siendo un deuda pendiente, y un puntapié de organización de un derecho que ningún gobierno garantizo. El movimiento estudiantil secundario ha resistido y se ha organizado contra todos los ataques a la educación publica, como la secundaria del futuro. Les secundaries fuimos parte y lo somos del movimiento feminista y ambiental. También es una deuda pendiente con nosotres que se cumpla la ESI, laica, científica y con perspectiva de género.
Desde el comienzo de la pandemia, fuimos de los sectores más vulnerables. Ya que el gobierno de Alberto Fernandezn no garantizo presupuesto educativo para que tengamos acceso a datos moviles y conectividad, mientras seguian pagando la deuda externa.
Fuimos también a quienes primero expusieron al regreso a la presencialidad, mientras las condiciones no estaban garantizadas.
Y en el pandemia también siguió avanzando el procesamiento de les estudiantes de la UNC y UNRN que fueron parte de la lucha educativa del 2018.
Ante esta situacion de brutal ajuste y represión para nosotres, desde la Juventud de Izquierda Socialista, Papel Secundario, en el Frente de Izquierda creemos que la salida es que se deje de pagar la deuda externa y que toda esa plata vaya para educación. Exigimos la absolución de les estudiantes. Seguiremos luchando en las calles por la conquista de todo lo que nos falta, contra los ajustes de los gobiernos. Súmate con nosotres.
Ante la discusión de las elecciones,Alberto Fernandez y Juntos no son opción para nosotres. Pero tampoco lo son los sectores reaccionarios de Milei, que nos hablan de “libertad”, pero fueron parte y reivindican la dictadura militar. Para esos sectores, no hay ni olvido ni perdón. El movimiento estudiantil no puede quedarse sin memoria. Hay que seguir organizándose y luchando por nuestros derechos. Es fundamental apostar por la unidad de la izquierda, apostando a que el FITU pueda conseguir una bancada en noviembre para seguir impulsando todas las peleas que vienen
Juventud de Izquierda Socialista
Los resultados de las elecciones confirmaron una rotunda derrota del gobierno peronista del Frente de Todos. Hubo un voto castigo contra la inflación, el crecimiento de la pobreza, el robo salarial y jubilatorio y la falta de trabajo. Alberto Fernández prefiere seguir pagando una deuda externa usurera al FMI en vez de invertir esa plata en salario, trabajo, salud y vivienda.
Salieron derrotados el presidente, Cristina, Kicillof, Sergio Massa, Máximo Kirchner, la burocracia sindical que los apoyó y el peronismo en todo el país. Lamentablemente una parte del voto bronca para castigar al gobierno fue al macrismo. Pero Larreta, Vidal, Santilli y Macri no puedan ser ninguna salida para el pueblo trabajador porque cuando gobernaron lo hicieron con tremendos tarifazos, ajuste, represión y nos endeudaron con el FMI.

Tampoco son salida personajes ultraderechistas como Milei que se identifica con Bolsonaro y mientras critica a “la casta política” propone un mayor ajuste con millones de despidos, ataque a los derechos laborales, a las libertades democráticas, cercenando los derechos de las mujeres y hasta negando el cambio climático.
Por eso el otro gran hecho que todos los medios tienen que reconocer es la gran elección que hizo el Frente de Izquierda Unidad, superando el millón de votos, siendo la tercera fuerza nacional. “Soy peronista pero el gobierno me defraudó. Por eso voté a Del Caño”, dijo un trabajador por televisión al otro día de la elección, reflejando lo que opinan muchos.
Con la unidad de la izquierda estaríamos logrando tres bancas al Congreso Nacional, peleando otra en Jujuy y conquistando varios legisladores en CABA y Buenos Aires. Un resultado que fortalece la pelea para que en el Congreso y en las calles se siga escuchando con más fuerza la voz de la izquierda, los trabajadores, las mujeres y la juventud.
El Frente de Izquierda Unidad logró muy buenas votaciones. El 23% en Jujuy; el 9% en Chubut; 7,85% en Santa Cruz; 7,90% en Neuquén; 6,89% en San Juan. En las localidades de González Catán-La Matanza obtuvo el 8,47% y el 8,78 en Merlo, sólo como ejemplos de la gran votación en los barrios obreros y populares.

Esto muestra que el voto al Frente de Izquierda Unidad canalizó la ruptura con el peronismo de amplios sectores de trabajadores, mujeres y jóvenes. Resultados que llamamos a mantener y a acrecentar en noviembre.
Convocamos a seguir apoyando a la unidad de la izquierda para consagrar definitivamente más diputadas y diputados que apoyen las luchas, enfrenten el ajuste y postulan una salida de fondo contra todos los que nos vienen gobernando con hambre y miseria.
Hace instantes se constató un atentado al local partidario ubicado en Avenida Corrientes 6705, Chacarita, CABA, perteneciente a Izquierda Socialista, partido nacional que integra el Frente de Izquierda Unidad.
Los referentes de Izquierda Socialista y diputados nacionales Juan Carlos Giordano y Mónica Schlotthauer condenaron enérgicamente el hecho.
“Es repudiable que se ataque un local partidario donde circulan permanentemente la militancia de nuestro partido. Exigimos una inmediata investigación del hecho y el castigo a los responsables tanto al gobierno de la Ciudad como al nacional. Y llamamos a todas las fuerzas políticas, de derechos humanos, sindicales y sociales a que se pronuncien en repudio a este verdadero atentado.”
Por Miguel Angel Hernández, dirigente del PSL de Venezuela y la UIT-CI
Se cumplen dos décadas de los ataques a las Torres Gemelas de Nueva York y al Pentágono. Este aniversario coincide con la salida estrepitosa de las fuerzas armadas estadounidenses de Afganistán, país que fue invadido por Estados Unidos y sus aliados de la OTAN a consecuencia de aquel acontecimiento.
Para millones de personas en todo el mundo todavía están frescas las imágenes de los aviones impactando en los símbolos del poder financiero y militar del imperialismo norteamericano, que produjeron más de 3000 muertos y miles de heridos.
En una declaración que la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI) publicó a pocos días de los ataques, se repudiaban estos atentados terroristas, y se lamentaban las miles de muertes de personas inocentes; en aquel comunicado explicábamos las razones de nuestro repudio:
“No compartimos esas acciones porque causan confusión entre las masas, en primer lugar de los trabajadores y el pueblo estadounidense que no logran identificar el verdadero rol criminal de su gobierno imperialista...porque además el imperialismo y sus aliados las está utilizando para justificar nuevas agresiones”. (“El día que el imperio tembló”, Correspondencia Internacional, No. 16, septiembre-diciembre de 2001).
Correspondencia Internacional, No. 16, septiembre-diciembre de 2001
En aquellos días el gobierno norteamericano de George Bush aprovechó el dolor y el miedo causado por los ataques terroristas para unificar a la opinión pública norteamericana y a las potencias imperialistas europeas, e iniciar una supuesta guerra contra el terrorismo que no fue otra cosa que una vuelta de tuerca a su política de agresión contra los pueblos del mundo. Eran los días de la profundización de la lucha del pueblo palestino contra el Estado genocida y racista de Israel. En septiembre del año anterior se había iniciado la segunda Intifada (levantamiento) que culminó en el año 2005, y de la masiva protesta contra el G8 en Génova, Italia, como parte del movimiento antiglobalización que había surgido en 1999 en Seattle, y que expresaba el odio de millones de trabajadoras y trabajadores del mundo contra las principales potencias imperialistas, agrupadas en ese organismo.
Advertíamos que el imperialismo norteamericano junto a sus aliados se preparaba para utilizar los atentados como justificación para arreciar sus ataques a los pueblos, y salirle al paso a las protestas y luchas que se daban en distintos lugares del planeta, en particular en el Medio Oriente.
Rechazábamos la llamada eufemísticamente “guerra contra el terrorismo” y decíamos que de nuevo iban hacia un fracaso como efectivamente sucedió en Irak, de donde salieron con las tablas sobre la cabeza en el 2011, en un proceso de retirada de tropas que se había iniciado en el 2007. Y ahora, este mismo año con la dura derrota en Afganistán, cuyas imágenes difundidas en los medios y redes sociales recordaban su salida en 1975 de Vietnam.
Quien siembra odio cosecha tempestades
Pero más allá del rechazo a los métodos terroristas que no compartimos, decíamos que el verdadero responsable de esos ataques era el imperialismo norteamericano que con su política permanente de agresión militar, económica y política, incrementaba el odio de los pueblos del mundo.
A lo largo de la historia Estados Unidos ha ido acumulando un gran odio y repudio mundial a sus crímenes e injerencia permanentes en los asuntos internos de los distintos países, con el objetivo de mantener su dominación política y económica como líder del sistema capitalista-imperialista mundial.
Los inéditos atentados a los símbolos del poder económico y militar de Estados Unidos, hace ya 20 años, reflejaban de forma distorsionada y atroz, la resistencia de los pueblos del mundo contra la injerencia y los crímenes del imperialismo norteamericano, expresados de manera dramática en acontecimientos como las bombas atómicas lanzadas contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, donde más 250 mil personas habían muerto a finales de 1945 a consecuencia de las deflagraciones. De hecho, Estados Unidos es el único país que ha lanzado bombas atómicas contra seres humanos. La guerra de Corea que dejó un saldo de 1.500.000 personas asesinadas y 700 mil desaparecidos. La intervención militar en Vietnam que produjo la muerte de unos 2 millones de vietnamitas. Una intervención que se extendió a toda Indochina dejando 300 mil muertos en Camboya y otros 200 mil en Laos. El apoyo y financiamiento de la CIA a los “contras” en la revolución nicaragüense; el respaldo al golpe en el Chile de Allende en 1973; la promoción de las dictaduras genocidas en el cono sur de Sudamérica; la invasión a Panamá en 1989; el apoyo irrestricto y permanente al genocidio perpetrado contra el pueblo palestino por parte del Estado racista de Israel, son sólo algunas muestras de los crímenes del imperialismo norteamericano, que han generado el odio de los pueblos contra ese país, y que explican los atentados de septiembre del 2001.
Rechazamos toda invasión o agresión del imperialismo, pero también repudiamos las acciones terroristas aisladas de la movilización de las trabajadoras, trabajadores y los pueblos del mundo.
20 años después de los atentados y de la invasión a Afganistán, y luego a Irak (2003), el imperialismo norteamericano y sus aliados de la Otan fracasaron. Otras derrotas del imperialismo que muestran que su crisis política, económica y militar se profundiza. Como sucedió en 1975 en Vietnam, tuvieron que salir de Irak primero, y ahora de Afganistán, dejando un país en ruinas, con millones de pobres y con la vuelta del régimen ultra reaccionario del talibán.
Mientras exista y siga en pie este sistema oprobioso de desigualdad, miseria y ajustes contra los pueblos, seguirá rondando el fantasma de las guerras, las crisis económicas y atentados como los del 11 de septiembre de 2001.
Reafirmamos que la única salida es luchar masivamente para terminar con el sistema capitalista-imperialista, y lograr su verdadera superación que es el socialismo, con democracia para la clase trabajadora y los pueblos explotados en todo el mundo.
*Reproducimos la declaración de la UIT-CI del 17 de setiembre de 2001. Publicada en un suplemento especial de la revista Correspondencia Internacional N° 16, de setiembre de 2001.
Las imágenes de los ataques terroristas al corazón de Wall Street y al Pentágono y transmitidas al mundo por TV, quedarán por décadas en la memoria de millones. Quedará como el día en que el imperialismo mostró su vulnerabilidad, por primera vez en su historia, en su propio territorio. No compartimos este tipo de acciones y lamentamos las víctimas inocentes, pero sabemos que el verdadero responsable de que se hayan producido estos atentados son la política criminal y genocida del imperialismo yanqui.
Lo ocurrido en EE.UU. el martes 11 de septiembre conmovió al mundo. Lo inesperado e increíble sucedió. La realidad superó a cualquier guionista exagerado Hollywood. Millones de oprimidos en el mundo, pese a no compartir el accionar terrorista, concluyeron que el imperialismo norteamericano cosecha lo que siembra con sus agresiones políticas, económicas y militares.
Un mundo convulsionado por el hambre y la miseria de la globalización capitalista
Más allá de quienes sean los autores de los atentados, ésto solo se explica por el proceso de radicalización del enfrentamiento mundial que existe entre el imperialismo y el movimiento de masas. Muchos analistas burgueses reconocen: “La virulencia de esos ataques figura al tope de los desafíos que enfrentan la mayor potencia mundial y sus aliados. Pero en una lista que no solo incluye el desmadrado conflicto entre israelíes y palestinos, si no también, con sus grados de importancia, las crecientes oleadas de repudio a las consecuencias sociales de la globalización; las crisis de refugiados que escapando de países empobrecidos se lanzan sobre los ricos de Occidente en búsqueda de poder construir un futuro” (Marcelo Cantelmi, Clarín, Argentina, 13/9/2001).
No es casual que los atentados se produzcan cuando se profundiza el choque el pueblo palestino y el Estado racista de Israel. Cuando en Medio Oriente los pueblos árabes e islámicos (en Irak, Irán) resisten las agresiones del imperialismo y crece el ascenso revolucionario de esos pueblos contra los gobiernos cipayos como en Argelia o que luchan por su independencia como en Chechenia. Cuando se viene profundizando la crisis de la economía capitalista mundial que está llevando al imperialismo a tratar de imponer nuevos planes de hambre y miseria sobre los pueblos oprimidos.
En síntesis: los sucesos de New York y Washington se producen cuando crecen las luchas contra la globalización y el odio al imperialismo, al FMI y a las multinacionales. Cerca de 200.000 se movilizaron en Génova, en julio, en repudio a Bush y a la cumbre del G8. Los atentados a los EE.UU son la expresión desesperada, traducida en una acción terrorista que no compartimos, del grado de sometimiento y de agresión criminal que ha llevado el sistema capitalista-imperialista sobre los pueblos.
No compartimos esas acciones
Aunque entendemos el porqué de los atentados, no compartimos este tipo de acciones terroristas y lamentamos las miles de muertes inocentes que ellas han provocado. No compartimos esas acciones porque provocan confusión entre las masas, en primer lugar de los trabajadores y el pueblo estadounidense que no logran identificar el verdadero rol criminal de su gobierno imperialista. Por eso estos atentados no favorecen a la causa de los pueblos oprimidos que luchan por acabar con el imperialismo y sus políticas agresivas y hambreadoras.
Porque, además, el imperialismo las está utilizando para justificar nuevas agresiones y “represiones ejemplares”. Los atentados le han permitido al imperialismo yanqui concretar una gran unidad de los gobiernos patronales del mundo, que hasta ahora le venía resultando más difícil, para agredir a los pueblos de Asia Central, para intentar establecer nuevas bases militares estadounidenses en la región.
Estas acciones pueden hacer creer, en sectores, que la salida son los atentados terroristas y no la movilización de las masas. Más cuando lo que crece en el mundo es la movilización antiimperialista, en especial contra el movimiento antiglobalización.
Los verdaderos responsables de los atentados
Los revolucionarios no nos confundimos. Señalamos nuestra discrepancia con los métodos terroristas pero le decimos al pueblo norteamericano y del mundo que los verdaderos responsables de lo que ha ocurrido es la política imperial de los gobiernos de los EE.UU. y de sus aliados de la Unión Europea, tanto histórica como actual.
Por ejemplo, dicen que ha sido la mayor “acción terrorista de la historia”. Discrepamos y rechazamos el cinismo y la moral imperialista. La mayor acción terrorista es el criminal lanzamiento, por parte de los EE.UU., la bomba atómica sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en 1945, que mató a 200.000 personas cuando la guerra ya estaba ganada. En la guerra de Vietnam mataron a cerca de 2.000.000 de personas. Impulsaron y apoyaron las dictaduras militares genocidas de Pinochet, Videla y de decenas de dictadores en el mundo. Mantienen el criminal bloqueo a Cuba. Bombardean a la población civil en Irak. Lo mismo hicieron en Yugoslavia. Sostienen económica y militarmente al ejército israelí para agredir al pueblo palestino y a todos los pueblos árabes. Agreden a los pueblos con el Plan Colombia, con los planes del FMI para cobrar la deuda externa y llevan a millones al hambre en África, Asia y Latinoamérica. Es por estas políticas que hoy día el pueblo estadounidense, lamentablemente, es víctima de estos atentados.
La única salida es luchar por terminar con el imperialismo y el sistema capitalista. Mientras exista habrá nuevas guerras, atentados, hambre y miseria.
¿Un nuevo Pearl Harbor?
Muchos analistas comparan el ataque actual al bombardeo de la aviación japonesa a Pearl Harbor en 1941. Fue un ataque a una base naval ubicada en Hawai, en medio del Océano Pacífico. Pero el país del norte nunca ha recibido un ataque ni un bombardeo en su territorio continental. Ni siquiera ocurrió durante las dos guerras mundiales. El ataque sufrido el 11 de septiembre en New York y Washington es el primero en su historia.
Estos analistas comparan el ataque actual a Pearl Harbor argumentando que, igual que entonces, EE.UU. se ve “obligada a entrar en la guerra”. En ese sentido define que se ha producido un cambio histórico en el mundo. Ya hablan de “nueva guerra”. Hay que recordar que en 1941, cuando hacía tiempo que había empezado la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. se mantenía neutral. El ataque japonés a Pearl Harbor fue el detonante.
Pero la comparación es falsa y está al servicio de la política del imperialismo de usar estos atentados para profundizar las agresiones contra los pueblos en nombre de la “libertad y la democracia atacadas”. No hay una nueva guerra. La realidad es que hoy, a diferencia de 1941, los EE.UU. ya están en guerra con los pueblos del mundo. Es una guerra nunca declarada por los yanquis, pero guerra al fin y que lleva décadas. Nosotros definimos que es guerra y política de genocidio las ordenes de Bush de bombardear periódicamente a Bagdad, la capital de Irak; el aval y el apoyo económico y militar al Estado racista de Israel -como desde 1948 lo hacen todos los gobiernos yanquis- para asesinar al pueblo palestino y quedarse con sus tierras; las ordenes de Clinton, junto con la OTAN, para bombardear durante 78 días a Yugoslavia provocando miles de muertes y destrucción de sus fábricas, puentes y hospitales. Definimos que es guerra y agresión el bloqueo de 40 años a Cuba o el Plan Colombia.
Después de Vietnam y la caída del Muro de Berlín
Lo nuevo e histórico es que, por primera vez, el imperio fue golpeado en el centro de su poder, en Wall Street y en el Pentágono. Las impactantes imágenes del derrumbe de las Torres de New York, simbolizan esa vulnerabilidad impensada.
Pero ya hubo antecedentes de su vulnerabilidad y que no es invencible. La derrota en Vietnam, en 1975, fue su primera derrota militar. Entonces se demostró que un pequeño pueblo podía derrotar al ejército más poderoso del mundo. Vietnam fue un colosal triunfo del movimiento de masas mundial. Desde entonces el imperialismo no se repuso de ese mazazo histórico. Por eso hoy sigue el “síndrome de Vietnam”, el temor del imperialismo de provocar nuevas invasiones masivas. Por eso hablan de las armas “tecnológicas” (atacar con misiles y no con tropas masivas) o compartir las intervenciones militares de la OTAN y “fuerzas de paz internacionales”. Así lo hizo en la guerra del Golfo de 1991 y, aunque triunfó, no se animaron a ir hasta Bagdad con sus tropas.
Con lo que sucedió también se demuestra que tampoco la caída del Muro de Berlín y el derrumbe de la Unión Soviética significaron “el fin de la historia” o el triunfo definitivo del capitalismo. Se cayó, como las Torres Gemelas, la propaganda de un imperialismo todopoderoso, intocable e invencible.
Sufrieron un ataque en su propio territorio continental que no pudieron evitar. El más poderoso aparato militar y de seguridad del mundo no pudo evitar que fueran vulnerables los centros del poder económico y militar del imperialismo. Fueron destruidas las Torres Gemelas del sur de Manhattan y fue atacado el Pentágono que cobija el estado mayor de las Fuerzas Armadas que son el gendarme del mundo. Bush debió esconderse en un refugio secreto. Durante horas no hubo presidente en la Casa Blanca. EE.UU. se declaró en Delta 5: alerta nuclear. Todo esto ha significado un colosal golpe político y militar para el imperialismo.
Pero sabemos que el imperialismo no va a ser derrotado por atentados terroristas y que la actual vulnerabilidad es distinta al periodo de Vietnam. A esta derrota contribuyeron las masas del mundo, en especial de los EE.UU que se movilizaron contra la guerra. Este es el camino que proponemos.
Movilizarse para enfrentar las nuevas agresiones imperialistas
Que el imperialismo haya recibido un ataque no significa que no va a reaccionar o que no tenga capacidad política y militar para producir nuevos golpes e intervenciones militares contra los pueblos. Pero lo harán en el marco mundial de grandes confrontaciones sociales y después de haber sufrido tremendo golpe. También es seguro que sus nuevas agresiones recibirán la respuesta de miles de movilizados en el mundo. Por eso en el seno del imperialismo se levantan roces reclamando “prudencia” en las respuestas militares temiendo que el panorama se les complique.
El imperialismo yanqui y sus aliados de la Unión Europea y sus aliados imperialistas van a usar lo sucedido para lanzar “represalias” políticas, económicas y militares contra los pueblos. Ya lo han anunciado Bush y sus aliados imperialistas de la OTAN, que utilizarían el artículo 5° del Tratado que define como propio todo ataque a uno de sus miembros. Los EE.UU. junto a los Blair, Chirac o Schoeder preparan nuevas agresiones militares y económicas. Querrán aprovechar para paliar su grave crisis económica y también para avanzar con nuevos planes de hambre. Los pueblos árabes e islámicos serán los primeros agredidos. Ya apuntan contra el saudí Osama Bin Laden y Afganistán.
Llamamos a la más amplia unidad de acción de todas las organizaciones políticas, sociales, sindicales, estudiantiles, de derechos humanos, del movimiento antiglobalización, para salir a la calle a repudiar cualquier agresión imperialista contra los pueblos en lucha. Convocamos a solidarizarnos incondicionalmente con la lucha del pueblo palestino. Llamamos a redoblar las acciones del movimiento antiglobalización y apoyar a todas las luchas obreras, populares, campesinas y estudiantiles contra los planes del hambre y entrega del imperialismo y sus gobiernos aliados.
Secretariado Internacional de la UIT-CI
17 septiembre de 2001