May 18, 2024 Last Updated 3:09 PM, May 18, 2024

Escribe Adolfo Santos

El acuerdo entre el ministro de Economía Sergio Massa y un grupo de grandes gremios para negociar las paritarias, teniendo como referencia una inflación anual de 60% y encima en dos cuotas semestrales de 30%, es una nueva traición de la burocracia sindical. Aunque algunos sectores de la CGT trataron de minimizar este nefasto entendimiento con el gobierno del Frente de Todos, la UTA, bancarios, textiles, Smata, Comercio, Sanidad, Uocra y los estatales de UPCN, estarían dispuestos a negociar salarios a partir de esta premisa.

No hay nada de nuevo en el papel patronal de una dirigencia sindical enquistada en los sindicatos desde hace décadas. Lejos de preocuparse por el empobrecimiento creciente de los asalariados, se sienta a negociar con el gobierno responsable de una inflación anual que ronda el 100%, que pretende colocar el salario y las jubilaciones como una de las principales variantes del ajuste. Una dirigencia sindical al servicio de los intereses patronales y del gobierno peronista.

Aunque algunos sectores del sindicalismo tratan de desmarcarse de este acuerdo, todos terminan jugando para el gobierno del Frente de Todos. Como declaró la ministra de Trabajo, Kelly Olmos, “Hay buena voluntad de los gremialistas para trabajar con esos parámetros. Es nuestra tarea lograr este acuerdo […] les pedimos que trabajemos todos juntos para una reducción de la nominalidad (de los salarios) porque creemos que es factible poder reducir la inflación”. Mentira, es el viejo y repetido verso de que reduciendo los salarios se puede contener la inflación.

No podemos aceptar este acuerdo entre la burocracia y el ministro Massa, como no aceptamos la imposición de techos salariales en años anteriores. Atentos a las negociaciones paritarias, debemos exigir asambleas de base para discutir planes de lucha, para conquistar aumentos que superen la inflación, exigiendo cláusula gatillo para los reajustes y rechazando los aumentos en cuotas. Por otro lado, tenemos que luchar por nuevas direcciones sindicales, independientes de los patrones y de los gobiernos, que prioricen la democracia sindical y la lucha como métodos de conquista. Es el ejemplo que nos dejan las conducciones del Plenario del Sindicalismo Combativo como los ferroviarios del Sarmiento, los del neumático del Sutna, las direcciones Multicolor en docentes, entre otros sectores sindicales que debemos fortalecer para superar a la traidora burocracia sindical.

Se conoció la sentencia por el asesinato de Fernando Báez Sosa: perpetua para Máximo Thomsen, Luciano Pertossi, Enzo Comelli, Matias Benicelli y Ciro Pertossi; 15 años de prisión para Ayrton Viollaz, Blas Cinalli y Lucas Pertossi.

El reclamo de Justicia por Fernando se extendió por todo el país y se realizaron diversas acciones desde aquel 18 de enero de 2020. Desde Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda - Unidad acompañamos esta pelea.

A continuación reproducimos una nota publicada en nuestro periódico (El Socialista N° 552) sobre los avances del juicio:

 

 

Juicio por Fernando / “Nunca vi nada semejante”

Escribe Claudio Funes

El título de la presente nota es una frase de la declaración brindada por el médico que practicó la autopsia a Fernando Báez Sosa. Millones están viviendo aferrados al televisor los horrores ante cada escena del juicio que se está llevando a cabo por el asesinato del joven de 18 años, ocurrido hace tres años a la salida del boliche Le Brique, en Villa Gesell. Estamos ante un aberrante crimen de odio, racista y de clase.

Fernando había ido a pasar unos días de vacaciones a la costa atlántica junto a sus compañeros de la secundaria. Era estudiante de primer año de Derecho, único hijo de un matrimonio humilde. Una patota de varones lo atacó brutalmente hasta asesinarlo.

Los acusados Thomsen, Comelli, Benicelli, Cinalli, Ayrton y Luciano Viollaz y Ciro y Lucas Pertossi, en su mayoría son hijos de familias tradicionales oriundas de la localidad de Zárate. Jóvenes “de buena familia”, que habrían recibido una “buena” educación, pero se dedicaban desde su adolescencia a ataques en grupo, como parte de su diversión. Lo mataron al grito de “es un negro de mierda, me lo voy a llevar de trofeo”.

Tras el crimen, como si nada, los asesinos fueron a comer hamburguesas. Luego se avisaban las novedades por whatsapp. Uno de ellos escribió “caducó”, cuando se enteró del fallecimiento de Fernando.

Se está evidenciando un nivel de ensañamiento que da escalofrío. Hasta quedó marcada la suela de la zapatilla de quien le pateó la cabeza a Fernando. ¡La suela marcada en la cara! Hasta lo reconoció su autor Thomsen. Fernando estaba inconsciente y siguieron pateándolo.

Las pruebas incriminatorias son contundentes. A pesar de ello la defensa trata de mostrar que fue una muerte común, fruto de una reyerta. Ya se tuvo que escuchar al abogado defensor decir con total desparpajo que la muerte de Fernando fue por culpa de un mal RCP (Reanimación Cardiopulmonar).

Thomsen declaró que fue una pelea entre borrachos. Quiere instalar que no tenía conciencia de lo que hacía. Si bien reconoció que fue el que tiró varias patadas, dijo que fue porque alguien previamente lo golpeó y no sabe a quién dirigió sus puntinazos salvajes. O sea, se puso de víctima. Todo con el objetivo de simular que hubo un homicidio en riña, que tiene una pena máxima de 6 años de prisión.

No se trata de una simple pelea como ocurre en cualquier barrio, como dijo el fundador del Club Náutico Arsenal de Zárate (“la hubo, hay y habrá siempre”), o un “accidente” protagonizado por jóvenes “que no son asesinos”. El salvaje hecho ha dejado en evidencia el brutal machismo y uso de la violencia extrema como forma de legitimar una supuesta posición de dominación, supremacista, para lograr la aniquilación del otro, en un sistema capitalista y patriarcal degradante.

Por otra parte, ¿el municipio no ha tenido ninguna responsabilidad? ¿Y la seguridad privada, patovicas y policías que tienen que resguardar la vida de les pibes? Claro que sí tienen responsabilidad por la cual tendrían que responder. Pero las mal denominadas “fuerzas de seguridad” son las que ordenan “no meterse” para no afectar las ganancias del patrón. Los negocios de los denominados empresarios de la noche, que protegen los distintos gobiernos patronales de turno, parecen tener más importancia. Los empresarios, el gobierno y la policía no se preocupan por la seguridad de la juventud que sale a divertirse, solo les importa resguardar el lucro privado.

Desde Izquierda Socialista nos volvemos a solidarizar con los padres de Fernando, su familia, amigas y amigos, y junto a ellos exigimos justicia, la única forma de reparar aunque sea en parte semejante crimen. La madre de Fernando dijo “no venimos por venganza, venimos por justicia”. La acompañamos. Justicia que se hará realidad con la prisión perpetua para los asesinos, mientras seguimos luchando contra este sistema capitalista que actúa como caldo de cultivo de estos hechos aberrantes.

Terminó el primer mes del año. Un enero donde se reactivó la inflación y volvió a subir el dólar. La carne también dio un nuevo salto. Los famosos “precios justos” brillan por su ausencia, al igual que los ya más antiguos “precios cuidados”. Los grandes empresarios explícitamente se jactan de no cumplirlos, mientras el gobierno peronista del Frente de Todos anuncia nuevos acuerdos y amaga con inspecciones de movimientos sociales y sindicatos como camioneros. La realidad es que la inflación de enero volverá a ser superior a la de diciembre. Y febrero se viene con nuevos aumentos, liderado por el salto en las tarifas de los servicios públicos. Al mismo tiempo, se confirma en las estadísticas oficiales lo que se sentía en el bolsillo, que salarios y jubilaciones perdieron por goleada en 2022 frente a la inflación. En este marco de deterioro salarial, el gobierno del Frente de Todos plantea que las paritarias de 2023 tengan un techo de 60%, cuando es obvio que la inflación será muy superior.

Lo que hay detrás de todo esto es la exigencia de cumplir el ajuste pautado con el FMI. También sobre eso, se conocieron en estos días los números definitivos del 2022, donde el gobierno peronista de Alberto, Cristina y Massa puede jactarse de haber “sobrecumplido” la meta con el Fondo: achicó el déficit fiscal al 2,4% del PBI, cuando se requería 2,5. Más ajuste que el requerido, pagado con el hambre, la marginación y la pobreza del pueblo trabajador. Los números de la pobreza, cercanos a 50%, no salen de la nada.

Máximo Kirchner volvió en estos días, a criticar el acuerdo con el Fondo, y a exigir una revisión de las metas. Por supuesto sabe que nada de eso sucederá. El propio FMI, aceptando las metas cumplidas de 2022, recordó el mayor ajuste que se debe llevar a cabo en 2023. Para empezar el año, el gobierno ya le pagó 1.000 millones de dólares a los acreedores privados y esta semana abonará 1.400 al FMI. ¡Entre los dos pagos se fueron la mitad de las reservas netas que le quedaban al país!

Inflación, pobreza creciente, más saqueo a nuestros recursos (esta semana la “justicia” avaló comenzar con la contaminante exploración offshore en el Atlántico frente a Mar del Plata). Estos son los problemas concretos que afectan al pueblo trabajador.

Mientras, tanto el gobierno como la oposición patronal ponen toda su energía en posicionarse para las elecciones de este año. En el gobernante Frente de Todos, el presidente Alberto Fernández buscó desesperadamente ganar puntos ante su desprestigio galopante con la cumbre de la Celac. Ni siquiera repudió la represión del gobierno de Boluarte en Perú. El kirchnerismo, por su parte, hizo toda una puesta en escena de despecho por la no invitación al ministro del Interior Wado de Pedro a una reunión entre Lula, Alberto y los organismos de derechos humanos. Como se ve, todo muy lejos del más mínimo interés del pueblo trabajador.

Por el otro lado, Juntos por el Cambio sigue jugando su interna, con todos los candidateables del PRO yendo en peregrinación a Villa La Angostura, buscando la bendición de Macri. Por si fuera poco, dentro del radicalismo también aparecieron ahora figuras, como Martín Tetaz y Gustavo Posse, que piden una alianza con el liberfacho, que por ahora los sigue despreciando. Toda una carrera para ver quien se pone más a la derecha.

Ambas fuerzas patronales, mientras tanto, encontraron un circo que les sirve para alimentar electoralmente la “grieta”, el juicio político a la Corte Suprema. Un debate en comisión que se sabe que terminará en nada, pero les dará seis meses de discursos a unos y otros. Por supuesto, lo que menos les importa a ambos es la existencia de jueces (supremos y de los otros) corruptos y que siempre fallan a favor de los poderosos.

El peronismo del Frente de Todos, la oposición patronal de Juntos por el Cambio, liberfachos de la Libertad Avanza, todos tratan de acomodarse para las elecciones que se vienen. El Frente de Todos trata de ganar espacio diciendo que son la única opción “ante la derecha”. Pero en estos casi cuatro años fueron los ejecutores del ajuste. Quedaron en meras palabras sus promesas de “distribución de la riqueza”, “terminar con el ajuste macrista” o “llenar la heladera de los trabajadores”. Es que, más allá de fuegos de artificio y discursos encendidos, todos esconden un gran acuerdo, seguir cumpliendo con el FMI y los pagos de deuda en 2023 y, peor aún, con los gigantescos pagos que se vienen para 2024 y 2025.

Ninguno de ellos es salida para el pueblo trabajador. Solo el Frente de Izquierda Unidad plantea algo diferente. Y no solo de palabra. Sus diputados y militantes son los únicos que están día a día apoyando todas y cada una de las peleas contra el ajuste en curso. Ahora, ante el año electoral, insistimos en la necesidad de un programa alternativo al de los partidos patronales. Somos quienes decimos que hay que dejar de pagar la deuda externa, romper con el FMI, reestatizar las privatizadas, nacionalizar la banca y el comercio exterior, para poner todos esos recursos al servicio de resolver las necesidades más urgentes del pueblo trabajador, salario y jubilaciones dignas, trabajo genuino, educación, salud y vivienda. Desde el FIT Unidad planteamos que es hora de que gobiernen los únicos que nunca lo han hecho, las y los trabajadores y la izquierda.

Para potenciar todo esto, es urgente que el Frente de Izquierda Unidad salga ya mismo con una fórmula presidencial única, que en nuestra opinión debe ser encabezada por Myriam Bregman, del PTS, llevando como vicepresidente a Gabriel Solano del PO, o a quien dicho partido nomine para el cargo. Sobre esta base, desde Izquierda Socialista ponemos a disposición a nuestros candidatos, como Juan Carlos Giordano y Mónica Schlottahuer, para una distribución equitativa de cargos electivos rotativos, tal como es tradición en el FIT Unidad. Todo con un único objetivo, salir a fortalecer ya mismo la alternativa política que necesita el pueblo trabajador.


Escribe José Castillo

El ministro de Economía Sergio Massa anunció una compra de bonos a acreedores privados por 1.000 millones de dólares para reducir la deuda externa. Una operación trucha, que no resuelve nada, y solo genera más ganancias financieras para los pulpos especuladores.

En la mañana del 18 de enero, el ministro de Economía Sergio Massa anunció un plan de adquisición de bonos de deuda externa hasta ahora en manos privadas. La justificación del gobierno es que compraría esos papeles (hasta un monto de 1.000 millones de dólares) ya que estaban “baratos” (cotizando muy por debajo de su valor nominal), y de esa forma se estaría reduciendo el monto de la deuda externa argentina. En los días siguientes se comenzó la operación, habiéndose adquirido hasta fin de enero bonos por aproximadamente 350 millones de dólares.

Varias cuestiones se pueden reflexionar a partir de esto. Primero y principal, se utilizan 1.000 millones de dólares de las escasísimas reservas (se calcula que líquidas, o sea reales, quedan hoy apenas 5.000 millones de dólares) para pagarle a pulpos especuladores. Es más que claro que ese dinero podría haber tenido otro destino, como ser atender las urgentes necesidades populares.

Segundo, nadie puede creer que “comprando” bonos de deuda por 1.000 millones de dólares se resuelve un endeudamiento impagable superior a los 400.000 millones. ¿Para qué se hizo entonces? El verdadero motivo del plan anunciado por Massa fue intervenir en las operaciones de compra de dólares “contado con liqui” (CCL) y MEP. Expliquemos: los grandes especuladores, cuando quieren comprar dólares en grandes cantidades, obviamente no van al “blue” (que son los arbolitos en la calle o las cuevas) sino que hacen una operación que para el Banco Central es absolutamente “legal”: compran un bono nominado en dólares pagándolo en pesos, e inmediatamente lo “venden” y reciben los dólares. Reciben esos dólares depositados en su cuenta bancaria en Argentina (eso es dólar MEP) o directamente lo fugan recibiéndolo en su cuenta en el exterior (“contado con liqui” -CCL-).

Con su plan de “rescate” de deuda, Massa compra esos bonos en grandes cantidades, entregando dólares y, de esa manera, busca frenar la suba de la divisa que se está dando en estos días (donde las cotizaciones se están acercando peligrosamente al rango de los 400 pesos por dólar). O sea, en síntesis, el gobierno del Frente de Todos hace toda esta operación, rifando reservas para tratar de que no se le escape el dólar.

Y encima, maniobras corruptas

Massa había justificado la operación diciendo que los bonos de deuda estaban “baratos”. Pero sucede que se descubrió que, en los dos días previos, su cotización había subido astronómicamente. Manos “anónimas” habían adquirido enormes cantidades de esos bonos, haciéndolos subir de precio, obviamente sabiendo que el gobierno iría a comprarlos. Toda una maniobra delictiva, de quienes tuvieron información privilegiada por parte de funcionarios que les pasaron los datos. Encima, todo resultó inútil si se pensaba que con eso se lograría bajar el dólar, que siguió subiendo de la mano de los especuladores y la absoluta falta de controles del gobierno.

¿Esto sirve para algo? ¿Cuál es la salida?

Estamos asistiendo a una nueva maniobra, patética e inútil, no solo para resolver nada relacionado con el astronómico endeudamiento externo y la bola de nieve de vencimientos sino incluso para intentar intervenir sobre el valor de la cotización del dólar. Es que los especuladores saben que el dólar va a seguir subiendo, gozando de la impunidad de un gobierno que no los controla ni mucho menos sanciona. Pero por sobre todo, porque se ve que las reservas del Banco Central siguen haciendo agua, rascando el fondo de la olla, mientras se vienen millones de dólares de vencimientos de deuda externa.

Todo esto nos debe hacer reflexionar sobre lo que siempre decimos. Hay una sola salida: dejar inmediatamente de pagar la inmoral deuda externa, romper los vínculos políticos y económicos que nos atan al FMI y, a partir de ahí, con un programa económico obrero y popular alternativo que realmente controle nuestros recursos, nacionalizando la banca y el comercio exterior, utilizar los fondos no para los especuladores y usureros, sino para atender las necesidades de trabajo, salario,vivienda, educación y salud. Cualquier otra medida solo es mero doble discurso electoral, o, peor aún, negocios para seguir engrosando los bolsillos de los pulpos financieros.


Escribe José Castillo

El gobierno peronista del Frente de Todos cumplió la meta de ajuste exigida por el FMI para todo 2022. Es más, la sobrecumplió, ya que se le exigía bajar el déficit fiscal hasta el 2,5% del PBI y “siguió de largo” y la bajó hasta el 2,4%.

Por supuesto, los costos los pagó el pueblo trabajador. Es que estamos hablando de dos billones de pesos, que tenían que haber sido dedicados a salario, trabajo, jubilaciones, ayuda social, educación, salud y vivienda, y en cambio se “ahorraron” para cumplir con los pagos de la usuraria deuda con el FMI. Según datos de la Oficina de Presupuesto del Congreso Nacional, el monto de las prestaciones jubilatorias se achicó en un 5,6% con respecto al año anterior. También sufrieron reducciones las partidas de asignaciones familiares, AUH y gastos de asistencia social en general. La reducción en “subsidios económicos” (transferencia a las empresas privatizadas) también la terminó pagando el pueblo trabajador a través de los tarifazos en curso.

La historia, lamentablemente, no termina aquí, ya que el plan de ajuste acordado por el gobierno con el Fondo exige profundizar el ajuste en este 2023, hasta llevar el déficit a 1,9% del PBI. Según lo establecido, seguirán los recortes a costa de jubilaciones, salarios públicos y transferencias a las provincias (que gestionan educación y salud, con el consiguiente achicamiento de los fondos para esos rubros). Es el ajuste sin fin, a que nos lleva el endeudamiento maldito.

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