Por Miguel Sorans*, 9 de marzo de 2020
El lunes 9 de marzo se desplomaron las bolsas del mundo. Nuevo “lunes negro” para la economía capitalista mundial. Wall Street detuvo sus cotizaciones por 15 minutos. El precio del petróleo cayó a 33 dólares el barril. En enero estaba a 63 dólares. La interrupción de la cotización es un movimiento de emergencia que Wall Street instauró durante la crisis de 2008 para tratar de evitar las ventas de pánico. Pero el pánico entre los capitalistas, el capital financiero y las multinacionales está instalado. Y no es solo por el coronavirus.
Wall Street sufrió la peor caída desde el 2008. Todas las bolsas del mundo cayeron. En México y Brasil se devaluaron las monedas.
Muchos economistas y analistas patronales pretenden adjudicar el nuevo estallido y derrumbe de la economía capitalista a los efectos de la epidemia del coronavirus. Indudablemente las consecuencias del coronavirus tienen influencia. Pero el coronavirus no es la causa central del nuevo crack económico global. Desde ya que la epidemia del coronavirus es muy importante. Ya son más 110.000 de infectados en el mundo y cerca de 100 los países afectados.
El coronavirus vino a profundizar la ya existente crisis aguda de la economía capitalista mundial. El sistema capitalista-imperialista sigue sin poder superar la crisis económica aguda abierta en 2007/8. Los datos de la realidad así lo demuestran.
“La economía capitalista mundial ya se había desacelerado hasta una 'velocidad de caída' cercana al 2.5% anual. Estados Unidos está creciendo a solo el 2% anual, Europa y Japón a solo 1%; y las principales economías emergentes de Brasil, México, Turquía, Argentina, Sudáfrica y Rusia están básicamente estancadas. Las enormes economías de India y China también se han desacelerado significativamente en el último año. Y ahora la cuarentena por el COVID-19 ha llevado a la economía china a un abismo.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que representa las 36 economías más avanzadas del planeta, advierte sobre la posibilidad de que el impacto de COVID-19 reduzca a la mitad el crecimiento económico mundial este año en relación con su pronóstico anterior. La OCDE redujo su pronóstico de crecimiento central del 2.9 por ciento al 2.4 por ciento, pero advierte que un "brote de coronavirus más largo e intenso" podría reducir el crecimiento al 1.5 por ciento en 2020” (Michel Roberts, economista inglés, en Sin Permiso 7/3/2020).
El coronavirus le metió “más leña al fuego” a la crisis de la economía capitalista. El coronavirus surgió en China (ver “China: Coronavirus y dictadura”. www.uit-ci.org). China es el mayor exportador del mundo y la caída récord que ha registrado su producción industrial, por el cierre de las empresas, tiene ya un impacto negativo en todo el mundo capitalista. Ya trasciende los marcos de China. Se ve afectado, por ejemplo, todo lo relacionado con la industria del turismo. Caen la producción y los precios del petróleo. Se profundizará la crisis de la economía capitalista en curso desde 2007/08. Las multinacionales están preocupadas por sus enormes pérdidas de ganancias en China y en el mundo. Los juegos especulativos de las bolsas y de los precios del petróleo solo expresan la búsqueda de salvar las riquezas de los multimillonarios del mundo. El gran problema para la humanidad es que imperialismo y sus gobiernos van a tratar de profundizar los planes de ajuste y saqueo sobre la clase trabajadora y los pueblos.
También la sorpresiva aparición de la epidemia del coronavirus es expresión de la decadencia del capitalismo. El crecimiento de la pobreza, del hacinamiento, de los cambios ambientales y el colapso de los sistemas de salud pública del mundo, son el terreno propicio para el surgimiento y desarrollo de viejas y nuevas enfermedades.
La crisis capitalista y del coronavirus la deben pagar los capitalistas
Para peor la epidemia del coronavirus no se detiene en el mundo, aunque dicen que en China los casos habrían bajado. Al momento de escribir este artículo ya había en el mundo más 110.000 infectados, 3800 muertos y más de 100 países afectados. Italia declara al país en cuarentena.
El sistema capitalista-imperialista y sus gobiernos no garantizan una respuesta adecuada esta crisis humanitaria que está afectando a millones (ver “Coronavirus y el rebrote del dengue”. El Socialista N° 451 www. izquierdasocialista.org). Toman medidas como suspender eventos de deportivos o artísticos masivos. Fomentan el pánico para cubrirse de un mayor desastre sin ir a los problemas de fondo.
Los pueblos del mundo tienen que salir a reclamar a sus gobiernos verdaderas medidas de fondo ante la emergencia. Que los de arriba, los capitalistas, se hagan cargo. Hay que reclamar que se vuelquen fondos urgentes para aumentar sustancialmente los presupuestos de salud para atender la emergencia sanitaria. Fondos para, entre otras medidas, ampliar y mejorar las instalaciones sanitarias, dar aumento salarial a todos los profesionales de la salud, hacer nuevas contrataciones y que se den remedios gratuitos para todos. Que esos fondos salgan de altos impuestos progresivos a los grupos empresarios, al capital financiero y que se dejen de pagar las deudas externas. Por un sistema nacional de salud único y estatal, con consultas, tratamientos y medicamentos gratuitos pagados por el estado y administrado por los usuarios, médicos, trabajadores y profesionales del sector. Por la nacionalización de los laboratorios de especialidades médicas y que pasen a funcionar bajo el control de las y los trabajadores y científicos de la salud y la medicina.
Como decíamos más arriba, el imperialismo y sus multinacionales van a querer usar el coronavirus para lanzar nuevos intentos de mayor explotación sobre los pueblos. Ya se habla de centenares de miles de despidos y suspensiones en las empresas. Buscaran rebajar los salarios con mayores devaluaciones de la moneda en las semi colonias y un mayor saqueo con el mecanismo de la deuda externa.
La crisis capitalista y del coronavirus no la pueden pagar los trabajadores y los pueblos. Ningún despido ni suspendido. No al pago de la deuda externa. Plata para salud y trabajo. Que las empresas y los de arriba se hagan cargo de la crisis.
Las rebeliones de Chile, Francia, Líbano, Irak, Palestina y otras protestas sociales, que crecen en el mundo, muestran que la pelea contra los planes de ajuste y por la defensa de la vida y la salud de los pueblos continúa.
*Dirigente de Izquierda Socialista y la UIT-CI
Declaración de la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores
8M: por una jornada mundial de lucha contra los gobiernos ajustadores y por el derecho a decidir
Una nueva jornada mundial de lucha nos encuentra a las mujeres trabajadoras en las calles. Somos las bolivianas en lucha contra el reaccionario golpe cívico militar de Añez-Camacho. Somos las trabajadoras francesas luchando contra la reforma previsional de Macrón. Somos las ecuatorianas y las portorriqueñas movilizadas contra el ajuste del FMI y sus gobiernos títeres. Somos las argentinas en la calle por el aborto legal. Somos las brasileras reclamando justicia por Marielle Franco y contra las medidas misóginas y ajustadoras del reaccionario gobierno de Bolsonaro. Somos las mexicanas movilizadas contra los femicidios que siguen creciendo de manera alarmante. Somos las peruanas en lucha contra la violencia de género. Somos las trabajadoras panameñas reclamando contra los despidos masivos del gobierno de Cortizo. Somos las mujeres turcas exigiendo basta de criminalización a las luchas feministas. Somos las colombianas luchando contra la persecución y el asesinato de las y los luchadores sociales. Somos las iraquíes y las libanesas en lucha contra el hambre, la represión del gobierno y los ataques del imperialismo yankee. Somos las jóvenes y las indígenas peleando por el medioambiente, por la expulsión de las multinacionales mineras y la destrucción de nuestros territorios y comunidades. Somos las migrantes que reclamamos que ningún ser humano es ilegal y que peleamos por la igualdad de derechos para el acceso al trabajo, a la salud y la educación. Somos la rebelión de las mujeres en esta nueva oleada de luchas feministas que se expresa con fuerza sumando reclamos y enfrentando en la primera línea a los gobiernos capitalistas. Por eso, somos sobre todo las mujeres trabajadoras chilenas que enfrentamos día a día al gobierno reaccionario de Piñera en las calles, resistiendo ante la represión y la tortura que adquiere un carácter doblemente vejatorio al castigarnos con la violencia político-sexual que implica violaciones y todo tipo de torturas sexuales por el hecho de ser mujeres.
Este 8 de marzo, día internacional de luchas feministas para las trabajadoras de todo el mundo desde hace más de 100 años, necesitamos no solo reivindicar la historia de las obreras que murieron quemadas en una fábrica en Nueva York en 1908 en medio de una huelga por aumento de salarios o recordar el legado que la revolucionaria socialista alemana Clara Zetkin nos dejó al proponer nuestra fecha en el congreso internacional feminista de 1910 en Copenaghe y rememorar la heroica lucha de las trabajadoras rusas que en 1917 dieron el puntapié inicial para comenzar la gran Revolución Rusa al movilizarse el 8 de marzo (febrero en su calendario). Si no que necesitamos poner en pie una gran jornada de lucha que logre avanzar en la organización internacional de las trabajadoras de manera independiente de los gobiernos capitalistas y que nos sirva para conquistar todas nuestras demandas.
En este mundo capitalista y patriarcal, las mujeres somos las más oprimidas entre los oprimidos y las más explotadas entre los explotados. Pues no solo somos consideradas ciudadanas de segunda en gran parte del mundo ya que no tenemos ni derecho a manejar o a votar, como en muchos países de Medio Oriente, sino que en todos los países del mundo aun seguimos trabajando una doble jornada no reconocida. En este mundo patriarcal, todas las tareas de limpieza y cuidado doméstico que suelen estar a cargo de las mujeres como si fuera parte de una distribución sexual “natural” de trabajo, no están remuneradas e incluso no se reconocen como trabajo. Pero, además, esta carga de trabajo aparece como argumento de los capitalistas para pagarnos menos ante igual tarea (brecha salarial) y para relegarnos a los trabajos más precarios. Por eso somos las contratadas en los trabajos peor pagos. Con los planes de ajustes de los gobiernos y las reformas jubilatorias, somos las primeras en ser despedidas y seremos las más afectadas con el desguace de los fondos previsionales.
Por eso, en esta nueva jornada de lucha volvemos a exigirles a las centrales sindicales, sindicatos y organizaciones de trabajadoras y trabajadores a que llamen al Paro Internacional feminista como una medida efectiva que implique la huelga de toda la clase obrera por todos nuestros derechos. Necesitamos al conjunto de la clase trabajadora movilizada junto a nosotras contra los feminicidios y los trans travesticidios, contra las muertes por abortos clandestinos que las iglesias se empeñan en sostener para seguir sometiéndonos, contra el gran negocio capitalista de la trata de mujeres, niñas y niños para la explotación sexual, contra la brecha salarial y la discriminación laboral, por la libre circulación de las migrantes y por el acceso a todos los derechos sociales. Vamos contra los planes de ajuste de los gobiernos capitalistas y del imperialismo que quiere seguir pagando las fraudulentas deudas externas al FMI, porque nosotras no vamos a pagar la crisis.
Construyamos una gran jornada mundial de lucha internacionalista, anticapitalista, antipatriarcal y antirracista en el camino por nuestra emancipación.
Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional (UIT-CI)
Marzo 2020
Al momento, de escribir esta nota, los casos totales de coronavirus en el planeta llegaban a 90.000, la mayoría en China, y se ha expandido a 72 países. Se dió un primer caso en Argentina. Se debate hasta donde puede llegar esta epidemia y si no se está exagerando en su peligrosidad. Pero hay otros interrogantes tan o más importantes. ¿Está el mundo capitalista y sus gobiernos preparados para responder eficazmente a la emergencia sanitaria? ¿Qué pasa con los sistemas de salud pública en el mundo y en Argentina? Aquí avanza el dengue y los casos de sarampión.
Escribe Miguel Sorans, dirigente de Izquierda Socialista y de la UIT (CI)
El impacto mundial de la aparición del coronavirus es innegable. Hasta la economía mundial capitalista se vería afectada. Se discute sobre si hay un pánico exagerado. Hay quienes citan que las muertes por gripe o cáncer son muchas más. Lo cual es cierto. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) cada año entre 290 mil y 650 mil personas fallecen por gripe. También es cierto que la tasa de mortalidad del coronavirus es baja. Por ahora habría 3.000 fallecidos en todo el mundo.
Los socialistas revolucionarios nos ubicamos lejos tanto de los apocalípticos como de los negadores. No somos expertos en ciencia médica. Pero la misma OMS y muchos calificados científicos del mundo señalan que todavía no se puede dar un veredicto final sobre los alcances de este virus. No está confirmado el origen y no hay todavía una vacuna. El jefe de la OMS, Tedros Ghebreyesus dijo, el 12 de febrero, “que esta epidemia puede ir para cualquier dirección”. Fue el anticipo de la posterior expansión mundial.
Pero la cuestión de fondo para los pueblos es ¿Porqué mueren cientos de miles por gripe? ¿Porqué resurgen enfermedades erradicadas como el cólera o el sarampión? ¿Porqué no se detiene la epidemia del ébola en Africa y surgen nuevos virus como el SAR y el coronavirus? Todo esto tiene que ver con lo que es el capitalismo: un sistema injusto, irracional y para los ricos. El caldo de cultivo del crecimiento de las enfermedades es la miseria creciente, el hacinamiento, los cambios ambientales y los sistemas de salud basados en la ganancia del capital privado. Con el coronavirus se puso en evidencia, por ejemplo, la endeblez de la China capitalista. La dictadura del Partido Comunista Chino negó durante un mes la existencia del coronavirus. Censuró y reprimió al médico que hizo el primer alerta. Esa demora facilitó el agravamiento de la epidemia en China y en el mundo.
El pánico entre las masas lo crean los gobiernos capitalistas. Nadie confía en ellos y los sistemas de salud pública que están en crisis en todo el mundo. La política del sistema capitalista-imperialista, empezando por los Estados Unidos, es reducir la salud pública estatal para favorecer el negocio privado de salud y a las multinacionales de la industria farmacéutica. Existe un colapso de la salud pública mundial.
Argentina: rebrote del dengue y del sarampión
Argentina es parte de ese colapso. El sistema de salud público padece una crisis creciente, evidenciada por los constantes reclamos populares y de los trabajadores del sector.
Se ha producido el primer caso de coronavirus y el país está gravemente afectado por un rebrote de dengue. En el marco de una expansión del dengue en Paraguay con 90 mil casos y cerca de 20 muertos. En el país se han confirmado unos 900 casos. En la ciudad de Buenos Aires creció a 165. En provincia de Buenos Aires hubo dos muertos por dengue. Además existen 1.500.000 de enfermos por el mal de Chagas. “Es muy grave el brote de sarampión, si se tiene en cuenta que desde el año 2000 nuestro país no presentaba casos aunque desde agosto último ya se confirmaron 140, de los cuales 138 fueron de transmisión local. Y, si no logramos frenarlo, la Argentina pierde el estatus de país libre de sarampión.” (Jorge Tartagliome, médico cardiólogo, presidente de la Fundación Cardióloga Argentina, Clarín, 29/2/20).
Esto se da en medio del colapso de nuestro sistema de salud pública. Hay servicios cerrados, fuga de profesionales, falta de nombramientos y graves problemas edilicios que ponen en riesgo a pacientes y trabajadores. Existen interminables listas de espera para cirugía, falta de insumos e inseguridad de pacientes y trabajadores.
El deterioro del servicio de salud afecta también al recurso humano. Los y las profesionales de la salud pública padecen salarios ínfimos que los obligan al empleo múltiple. Por otro lado, el alto costo de los remedios, su uso irracional y el monopolio que ejerce la industria farmacéutica privada hace casi imposible el acceso a los mismos.
La responsabilidad de este creciente deterioro de la salud pública estatal está en los gobiernos de turno que han tenido el objetivo de desentenderse del sistema de salud estatal, con el objetivo de fomentar el negocio privado capitalista de la salud. Afectan los presupuestos de salud para seguir pagando la deuda externa.
Está claro que el gobierno de Macri profundizó el ajuste en salud pero durante los doce años de gobierno peronista kirchnerista también se mantuvo la crisis de la salud pública. Y nada indica que el gobierno peronista de Alberto Fernández vaya a cambiar nada de fondo.
Se debe declarar la emergencia sanitaria ante el brote de dengue, sarampión y por la prevención de llegada del coronavirus. Como lo viene proponiendo Izquierda Socialista y el FIT (en octubre del 2019 la diputada Mónica Schlotthauer presentó un proyecto en defensa de la salud pública), se debe dejar de pagar la deuda externa y volcar fondos urgentes para aumentar sustancialmente el presupuesto de salud (aumento salarial, remedios gratuitos para todos). Mientras se sigue la lucha por un sistema nacional de salud único y estatal, con consultas, tratamientos y medicamentos gratuitos pagados por el estado y administrado por los usuarios, médicos, trabajadores y profesionales del sector.
Enrique Fernández Chacón con el puño izquierdo en alto recibe el diploma como diputado nacional electo. Como candidato de Uníos en el Frente Amplio obtuvo 130.000 votos, siendo el tercer congresista más votado del país.
Las medidas de seguridad no lograron impedirlas en los alrededores de la Quinta Vergara, sitio donde se realiza el histórico festival de Viña del Mar. Durante su segunda jornada llamada “noche de las mujeres chilenas” se caracterizó por un fuerte reclamo feminista. Entre otros artistas que reivindicaron la lucha popular contra el gobierno de Piñera, la cantante Mon Laferte expresó “Es tan difícil quedarse callada cuando uno lo vivió en carne propia, porque no toda la gente sabe lo que es cagarse de hambre de verdad”.