May 22, 2025 Last Updated 1:36 PM, May 22, 2025

Escribe Rodolfo Sánchez, científico de Bariloche, Izquierda Socialista/FIT Unidad

En casi dos meses, los incendios forestales llevan arrasadas 37.601 hectáreas de bosques andino-patagónicos. En Neuquén: 450 en Caviahue y 15.200 en el Parque Nacional Lanín. En Río Negro: 10.233 en el Parque Nacional Nahuel Huapi y 3.637 en El Bolsón. En Chubut: 55 en El Pedregoso, 3.530 en Epuyén y 4.496 en Atilio Viglione.

Luego de que las lluvias aplacaran los incendios, surge la pregunta inevitable: ¿son suficientes los recursos para combatir el fuego? La conclusión es no. Y contradice lo que repiten las autoridades. El Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF), ahora a cargo de Patricia Bullrich, en 2024 ejecutó el 81% menos de su presupuesto que el año anterior. A este parate presupuestario hay que sumar una constante que viene de las anteriores gestiones de Mauricio Macri y Sergio Bergman, y de Alberto Fernández y Juan Cabandié, con presupuestos ridículos, pocos recursos y un número insuficiente de brigadistas, los cuales están precarizados y mal pagos. El presupuesto que destinan Javier Milei y Patricia Bullrich apenas alcanza para la compra de un pequeño avión AT-802. Las diferencias con otros países que sufren incendios forestales como Chile, Portugal o España son abrumadoras. Por ejemplo, Chile tiene cinco millones de hectáreas de bosques nativos en la Patagonia y cuenta con más de 3.300 brigadistas y 77 aviones con una capacidad de verter unas 187 toneladas de agua cada dos horas. Argentina tiene 6,4 millones de hectáreas y sólo veintitrés aeronaves con una capacidad de verter 57 toneladas de agua cada dos horas. O sea, una ínfima capacidad. Según ATE, Parques Nacionales Argentina cuenta con solo 600 brigadistas en todo el país. Todos con contratos temporales y un básico de 400 mil pesos que con algunos items extras apenas alcanzan el millón.
El gobierno de Milei y Bullrich, muy lejos de reconocer esta precariedad, apuesta por un lado a criminalizar al pueblo mapuche y generar odio racista, declarando a la inexistente RAM como organización terrorista y causante de los incendios forestales. Una verdadera tapadera para eludir responsabilidades.

Por otro lado, en los primeros días de febrero, el Gobierno nacional hizo un pago de 620 millones de dólares al FMI. Con este dinero se podría haber comprado unos 124 aviones de combate del fuego de tipo AT-802 o unas 7.700 autobombas 4x4 con capacidad de 10 mil litros de agua especializadas para incendios forestales. La responsabilidad de los gobernantes es total en el vaciamiento de los recursos, porque apuntan a que el fuego les “limpie” la montaña para el negocio inmobiliario.
 

Escribe Nicolás Núñez, referente de Ambiente en Lucha (Izquierda Socialista e Independientes)

En su intervención en el Foro de Davos Milei volvió a decir barbaridades sobre el cambio climático. ¿Por qué le debería importar a las y los trabajadores que se desmientan sus argumentos?

Desde que a principios de los 90’ comenzaron a publicarse los informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas, las multinacionales del petróleo comenzaron a destinar porciones importantes de sus presupuestos a poner en pie instituciones y campañas que combatan la divulgación científica. Se trataba de las mismas empresas que contaban desde hacía décadas con informes que indicaban que la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) por vía de la quema de combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas) podía alterar la atmósfera terrestre, generando que retenga más energía solar. Y haciendo así elevar la temperatura global. Pero a pesar de eso salieron con todo a tratar de combatir las políticas de reducción de emisiones. Sabiéndose flojas de argumentos, su objetivo no fue convencer, sino instalar la confusión. Y por eso, viene siendo algo habitual que utilicen sistemáticamente argumentos abiertamente contradictorios. Lo mismo sigue haciendo Javier Milei.

Desde su ascenso como figura mediática, osciló entre dos posiciones: negar que esté aumentando la temperatura global o decir que sí está aumentando, pero no es culpa de lo que hace la producción capitalista sino de procesos naturales. Tiene la capacidad de decir una cosa y la otra con diferencia de horas, por más que se trate de un asunto de suma trascendencia política.

¿Está aumentando la temperatura del planeta Milei, sí o no?

Con toda claridad, sí. Los últimos años han batido todos los récords en los registros, ubicando al 2024 en 1,6º por encima de la temperatura de la era preindustrial. Las consecuencias de esto ya las vemos en huracanes, inundaciones, incendios y sequías cada vez más fuertes y frecuentes. Hasta el momento, la temperatura terrestre viene aumentando unos 0,3º por década y acelerándose. Si esto no se frena, diversos informes científicos señalan que alcanzar 2,5º en torno al 2050, podría suponer, o bien desplazar a un tercio de la humanidad de los territorios que habitan (Revista Nature), o bien cuatro billones de muertes (Universidad de Exeter, Inglaterra).

¿Esto es un invento “woke” de la izquierda? No. Organismos tan poco “zurdos” como el Banco Mundial, la NASA o el propio ejército yanky trabajan sobre la base de las hipótesis de conflicto que dispara el aumento de la temperatura global: disputa por recursos (minerales, agua); elevación del nivel del mar; aparición de enfermedades; desertificación de los suelos; etcétera.   
 
¿Ese aumento puede deberse a procesos “naturales”? Milei lo justifica diciendo: “La Tierra ha experimentado cinco ciclos de cambios drásticos de temperatura, de los cuales cuatro ocurrieron antes de la existencia del hombre”, dice. En los más de cuatro mil millones del astro que llamamos Tierra, es real que la temperatura osciló fuertemente. Pero desde que la ubicación actual de los continentes se estabilizó y de que masivas erupciones volcánicas elevaron las partículas que terminaron por conformar la atmósfera, las variaciones de temperaturas se debieron a desplazamientos en la oscilación de la órbita terrestre que se dan cada decenas de miles de años, conocidos como “Ciclos de Milancovitch”; o bien, por acumulación de gases de efecto invernadero (GEI). Lo primero no está sucediendo hoy, lo segundo sí, brutalmente.
La realidad es que los científicos señalan que la última vez que en la atmósfera terrestre hubo la misma cantidad de CO2 que en la actualidad (425 partículas por millón), el nivel de los mares era 20 metros superior y crecían bosques en la Antártida.

Luchar contra el negacionismo y los gobiernos.

Así como las petroleras, los gobernantes negacionistas saben que están mintiendo. Y optan por mentir para defender los negocios de las multinacionales que financian sus campañas y sostienen sus proyectos políticos y económicos. Hoy en día, el capital fósil está completamente atado al capital financiero. Por sus volúmenes siderales de endeudamiento e inversiones cruzadas, necesitan protegerlo para defender al capitalismo. Así cómo Milei necesita del fracking de Vaca Muerta para pagar la deuda. Por eso es que han sido muy limitadas las políticas de combate al calentamiento global. De hecho, en los últimos 30 años, el período que Milei denuncia por el supuesto ascenso de la ideología “woke”, se emitieron una cantidad de GEI equivalente a la del siglo y medio previo, aun aumentando cada año.

Saben de la catástrofe hacia la que nos están precipitando, pero mientras construyen sus refugios de millonarios o planes de fuga a Marte, confían en que también podrán hacer negocios con los golpes del calentamiento global: reconstruyendo ciudades inundadas, desarrollando nuevas tecnologías “salvadoras”, endeudando a países devastados.

Los Milei y Trump niegan el cambio climático para proteger a las empresas de las que depende este sistema. Combatir el calentamiento global implica no solo combatir a los negacionistas, sino también al propio capitalismo y a todos sus gobiernos.

Escribe Nahuel Céspedes, secretario general Sindicato de Prensa Bariloche

La Patagonia vuelve a ser noticia internacional por los voraces incendios forestales. Desde Navidad, las llamas avanzan rápidamente sobre la zona del lago Los Manzanos, cerca de Bariloche, y a metros de las viviendas en El Manso Inferior. El fuego consumió más de 10 mil hectáreas de bosque virgen, a pesar de la labor de los brigadistas que cada año cuentan con menos recursos y personal.

Simultáneamente, El Bolsón vive la peor tragedia de su historia. El incendio que se desató en el sendero del Cajón del Azul hace estragos. Cinco aviones hidrantes y cerca de 300 combatientes intentan extinguir los focos activos cercanos a las viviendas de Mallín Ahogado. Casas, animales, cultivos, más de un centenar de pobladores del lugar lo perdieron todo y debieron ser evacuados en el polideportivo municipal. Se estima que el fuego ya consumió más de 3 mil hectáreas. Lamentablemente, don Ángel Vargas, un antiguo poblador sordomudo de Mallín fue la primera víctima del fuego, quien se negó a ser evacuado cuando las llamas ingresaron a su vivienda.

Desde un primer momento, el gobernador Alberto Weretilneck (Juntos Somos Río Negro) se mostró “comprometido” con la causa. “No vamos a dejar a ningún rionegrino atrás”, afirmó. Sin embargo, la declaración de emergencia ígnea en Rio Negro sólo restringe encender fuego en lugares abiertos.

Un clásico: culpar al pueblo mapuche

Patricia Bullrich, luego de montar el circo mediático para desalojar el Lof Paillako, ante el incendio que se desató en la ciudad chubutense de Epuyén, junto al gobernador del PRO, Ignacio Torres, usaron la repetida coartada: culpar al pueblo mapuche del ataque incendiario. En sintonía con ellos, también el gobernador de Río Negro, afirmó que el incendio en Cajón del Azul fue intencional y que los peritos habrían encontrado una botella con combustible que era de los mapuches. Los mismos pueblos que luchan junto a las asambleas ambientalistas contra la ofensiva extractivista e inmobiliaria son a quienes intentan hacer cargar con el estigma social de “la mafia incendiaria”. La realidad es la opuesta: una parte de los incendios son generados por empresarios para luego lucrar con los terrenos sin el bosque. Una prueba: en El Bolsón se realizó un acto por el 99° aniversario, en el que Weretilneck condecoró como ciudadano ejemplar a Nicolás Van Ditmar, empresario inmobiliario y administrador de la estancia de Joe Lewis, el magnate que cercó el Lago Escondido.

Cabe destacar y con mayúscula, la inmensa cadena de solidaridad que se conformó desde el minuto uno. Instituciones, clubes, juntas vecinales, organizaciones políticas, sociales, deportivas, las donaciones de insumos, alimentos, ropa, medicamentos, comenzaron a llegar de diversos puntos de Río Negro para los damnificados y brigadistas. Desde médicos, veterinarios, artistas, psicólogos, hasta terapeutas de flores de bach, todos aportaron. Todos menos Javier Milei y su infame gabinete que se borró. Ni siquiera le dedicó un tweet. Por eso consideramos de suma urgencia la declaración de la emergencia ígnea en todo el país.

Escribe Nicolás Núñez, referente de Ambiente en Lucha (Izquierda Socialista + Independientes)


1. Todos los fuegos…

Decenas de muertes, cientos de miles de desplazados y de hectáreas reducidas a cenizas son el saldo del incendio más devastador de la historia de los Estados Unidos. Devorando las casas de millonarios y en un Estado (California) que dista de ser de los más retardatarios en políticas de adaptación al cambio climático, la catástrofe golpeó la puerta para recordar que no hay punto del planeta a salvo.

Aunque el origen de las primeras llamas aún es investigado, ya existen estudios que atribuyen y vinculan los incendios con el proceso de calentamiento global. En pleno invierno del hemisferio norte, la zona venía siendo afectada por temperaturas 5º por encima de lo normal, vientos particularmente fuertes y una sequía muy importante. Todos esos fenómenos generaron las condiciones y el combustible de vegetación seca que alimentó al fuego.

2. …el fuego
Las imágenes de las casas reducidas a escombros tuvieron el rol de bajar a hechos concretos los informes que salieron en los primeros días de enero sobre los registros del 2024. Copernicus, el organismo de la Unión Europea dedicado a analizar informaciones climáticas, publicó que la temperatura promedio del año pasado fue de 1,6º por encima de la era pre-industrial. Es decir, se trata del primer año en ubicarse por encima de la meta acordada en las Naciones Unidas en 2015 de intentar no superar 1,5º en este siglo, fruto de las consecuencias catastróficas e inesperadas que esto desataría.

Se trata de una meta a definirse en un periódo de tiempo más extenso que un único año pero, dado que las emisiones de gases de efecto invernadero nunca dejaron de aumentar, sobran los motivos para pensar que el acuerdo político del grado y medio ya está muerto.

3. Hay que frenar la catástrofe
Los récords del 2024 dieron cuenta que las tendencias respecto de los riesgos del calentamiento global en las próximas décadas eran subestimadas. A fin de actualizarlos, un estudio de la Universidad de Exeter (Inglaterra) publicó un nuevo informe el 15 de enero.

Los investigadores estiman que, si para 2050 la temperatura llegara al aumento de 2º (algo enteramente factible visto el actual ritmo de más de 0,2º por década), sus consecuencias (sequías, inundaciones, proliferación de conflictos bélicos y enfermedades, etcétera) empujarían a dos billones de muertes a escala global. Pero si se retroalimentaran las consecuencias del calentamiento global -como ser el deshielo del Ártico o la destrucción de la Amazonia, y el salto fuera de 3º-, el saldo de víctimas podría duplicarse. Los científicos dicen que la clase capitalista global y sus gobiernos están en camino de perpetuar el genocidio más grande de la historia de nuestra especie por la vía de sostener la quema de combustibles fósiles para sostener sus ganancias.

La amenaza de la catástrofe tiene que despertar al movimiento de lucha contra el cambio climático. La primera tarea es quebrar a los gobiernos negacionistas, pero a sabiendas de que a los récords de 2024 llegamos tras cuatro años de gobierno demócrata. Es decir, a la catástrofe nos empujan tanto los Trump y Milei como los que solo hablan de cambio climático para hacer negociados, tal como Joe Biden y el gobierno del peronismo en Argentina.

Hacen falta políticas de no proliferación de combustibles fósiles y un impulso real de la descarbonización, sobre la base de que las petroleras paguen por el caos climático que generaron. La estatización bajo control de las y los trabajadores y las comunidades del conjunto de los bienes energéticos y minerales resulta necesaria para una planificación racional. Así como dejar de pagar las deudas de los países saqueados por los capitales responsables de la crisis. O avanzamos en una perspectiva socialista, o avanzamos hacia la catástrofe.


Escribe Nicolás Núñez, referente de Ambiente en Lucha (Izquierda Socialista + Independientes)

Así como en Los Ángeles se culpa a los inmigrantes del comienzo de las llamas, otra vez Patricia Bullrich e Ignacio Torres (gobernador de Chubut) han culpado a las comunidades originarias sin ninguna prueba. La lógica de la ultraderecha en todo el mundo es negar el cambio climático y utilizar sus consecuencias para apuntalar sus políticas de discriminación y criminalización.

En esta ocasión, más de 3.000 hectáreas, casas e instituciones educativas fueron afectadas por otro de lo que ya son los “típicos” incendios de verano. Al igual que en los casos previos, los combustibles de los incendios es la implantación masiva de pinos, vegetación exótica que acrecienta la escasez de agua que es profundizada por las altas temperaturas y mayores sequías promovidas por el calentamiento global.

Desde el FIT Unidad, presentamos un proyecto en el Congreso por la emergencia ígnea y un fondo para hacer frente a los destrozos, financiado con un impuesto a las grandes empresas.

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