Jul 20, 2024 Last Updated 12:59 AM, Jul 20, 2024

Escribe Guido Poletti

Orquestada por la Embajada de Israel en la Argentina, sigue la campaña de acusar a nuestro diputado, Juan Carlos Giordano, de “antisemita” por ejercer el derecho elemental de condenar la criminal agresión del Estado de Israel y defender al pueblo palestino. La denuncia sionista es una maniobra tan burda que siguen creciendo los repudios, tanto en nuestro país como internacionalmente.

Con sus palabras, Giordano condenó el genocidio que viene realizando el sionismo sobre el pueblo palestino desde hace décadas, con políticas racistas y de apartheid que nos hacen recordar a las que existieron en Sudáfrica hasta 1989. A nadie debería llamarle la atención. Es parte de una posición de principios de la izquierda y de nuestra corriente: estar siempre del lado del oprimido condenando al opresor.

En este marco, tenemos que ubicar la campaña lanzada por el sionismo, orquestada directamente desde la Embajada de Israel en la Argentina y reproducida inmediatamente en una serie de medios de comunicación. La campaña y su argumentación no es novedosa, cualquier crítica al sionismo, o sea al Estado de Israel, sería antisemitismo.

El planteo de acusar de “antisemita” y “nazi” a Giordano es tan banal y ridículo que no se sostiene dos segundos. Se nos acusa de antisemitas a nosotros, la izquierda trotskista, que siempre estuvimos en primera fila en la lucha contra el nazismo. Que hemos dicho, una y mil veces, que el holocausto nazi fue la mayor aberración de la historia de la humanidad. Que nos reivindicamos de una tradición, la socialista revolucionaria, con una enorme, larguísima lista, de dirigentes de origen judío, empezando por el propio Marx, siguiendo por Rosa Luxemburgo, León Trotsky, Abraham León, por citar solo algunos. Una corriente, el trotskismo, que llevó adelante, con las armas en la mano, el glorioso levantamiento del Gueto de Varsovia contra los nazis. Así, en el ZOB (Zydowska Organizacja Bojowa), Organización Judía de Combate, una de sus organizaciones más importantes la integraban los trotskistas que editaron hasta los últimos días del levantamiento el periódico Czorwony Sztandard. Abraham León, dirigente trotskista y quien produjo uno de los más importantes análisis del judaísmo desde el marxismo, fue uno de los organizadores de las redes de la resistencia en Francia y Bélgica ocupadas hasta ser atrapado por los nazis y enviado a la muerte en Auschwitz.

Somos enemigos irreconciliables de cuanta expresión de ultraderecha existe en el mundo. En nuestro país, cualquiera que conozca mínimamente nuestra trayectoria sabe de nuestra lucha contra la dictadura genocida, la impunidad y en defensa incondicional de los derechos humanos. Tiene claro que condenamos toda forma de racismo, xenofobia y discriminación. Todo esto fue testimoniado hasta el cansancio por las decenas de referentes políticos, sociales, culturales, sindicales y de los derechos humanos que se solidarizaron con el ataque a nuestro diputado.

La operación del sionismo no es novedosa. Todo aquel que cuestiona al Estado de Israel, sus políticas, en síntesis, al sionismo, automáticamente es catalogado de antisemita, entendido como antijudío. Es lo mismo que cuando en la dictadura militar genocida se acusaba a quienes denunciaban sus crímenes y violaciones a los derechos humanos de formar parte de una “campaña antiargentina”.

La acusación que hoy se lanza contra nuestro diputado Giordano es la misma que el sionismo viene realizando desde hace años contra cualquiera que levanta la voz para denunciar sus crímenes. Así, el sionismo acusó de “antisemita” a Noam Chomski, a Ken Loach, a Roger Waters y a una larguísima lista, que llegó increíblemente a incluir a destacados intelectuales  o artistas judíos como Ilán Pappé, Sholom Sand, Harold Pinter o Gilad Atzom. A estos últimos los catalogan con la insólita descripción de “judíos que se odian a sí mismos”. 

Para llevar adelante su campaña, el sionismo recurre a una utilización perversa del holocausto. De hecho, la definición de antisionismo como antisemitismo la lleva adelante una institución denominada Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto, y uno de los principales denunciantes contra Giordano es Claudio Avruj, el ministro macrista que negó la existencia de los 30.000 desaparecidos, pero que para acusar a nuestro diputado se presenta como “presidente del Museo del Holocausto”. 

Pero así como hay millones de judíos en el mundo, y cada día más, que condenan las políticas genocidas del Estado de Israel, también se han pronunciado víctimas del holocausto nazi con una simple advocación, “not in our name” (“no en nuestro nombre”). 

La pregunta que queda flotando es por qué el sionismo vuelca tantos recursos en el mundo para sembrar terror contra todo aquel que acusa los crímenes de Israel. La respuesta es clara, ante el creciente repudio al racismo de su Estado y al genocidio contra los palestinos, los sionistas temen terminar como les sucedió a los partidarios del apartheid en Sudáfrica, aislados y repudiados por todo el mundo. 

Nadie va a amedrentarnos ni impedirnos seguir defendiendo la justa causa de Palestina libre, ni condenando la política genocida del sionismo. No solo no hay delito de antisemitismo en ello, sino que es una obligación moral hacerlo. Por el sufrido pueblo palestino, por todos los oprimidos del mundo. 

La crisis de la pandemia ya alcanza niveles de descontrol. Los números récord de contagios, de fallecidos y las terapias intensivas colapsadas son la postal que llevó al gobierno de Alberto Fernández a reconocer que nuestro país no estará en condiciones de ser sede de la Copa América a quince días de su inicio.

Pasaron los diez días de las nuevas restricciones y cierres y ahora se volvió a abrir todo para que, obviamente, las grandes patronales, sigan con sus superganancias, más allá del riesgo de contagio para los trabajadores, obligados a viajar como ganado en los medios de transporte, la inmensa mayoría sin estar vacunados. El discurso del gobierno nacional del Frente de Todos sigue dirigido a echarle la culpa a la falta de cuidados, ofreciendo como única salida los confinamientos de los fines de semana.

Además del drama de la pandemia, en los lugares de trabajo y en los barrios populares hay otras preocupaciones, los aumentos, la desocupación y la miseria. Los salarios ya llevan cuatro años perdiendo contra la inflación. Y los puestos de trabajo se vienen perdiendo de a centenas de miles desde el comienzo de la pandemia. Los jubilados que cobran la mínima, la inmensa mayoría, recibirán un “aumento” de 1.000 pesos por mes como única compensación hasta septiembre. Mientras tanto, los precios de los bienes de la canasta familiar siguen subiendo casi semana a semana. La burocracia sindical de la CGT y las CTA, frente a esta realidad, sigue manteniendo su pacto con el gobierno, firmando paritarias de 35% anual en cómodas cuotas, cuando la inflación superará el 50 por ciento. Su única preocupación aparece cuando se ponen en riesgo sus cajas de las obras sociales.

El gobierno de Alberto Fernández, mientras fracasa en su plan para la pandemia, sigue poniendo su centro en las negociaciones con el FMI. Tanto el presidente como el ministro Guzmán se la pasan tratando de convencer al establishment económico y político internacional mostrando sus “méritos” (léase el ajuste en el gasto social de 2021, con menos fondos para la pandemia que el año pasado, o con jubilaciones creciendo por debajo de la inflación). Discuten solamente si firman ahora con el Fondo o tratan de patearlo para después de las elecciones.

En medio de esto, se conoció una declaración de un sector del kirchnerismo que planteó “primero la salud y la vida, después la deuda”, afirmando que no habría que pagar nada hasta que termine la pandemia. Un planteo con el que podríamos acordar, aun en su parcialidad, pero que se contradice con la realidad que explicamos antes. El gobierno del que es parte fundamental el peronismo kirchnerista está totalmente abocado a firmar, más temprano que tarde, un programa de mayor ajuste con el FMI.

La oposición patronal de Juntos por el Cambio, mientras tanto, sigue enfrascada en su interna, con un Larreta que continúa sometiendo a los docentes sin vacunar al riesgo del contagio, o un Macri que trata de ganar puntos apareciendo en televisión con Juana Viale, supuestamente autocriticándose de “lo que hizo mal”, para postularse a volver y “hacerlo mejor”. Su propuesta no engaña a nadie, es la de siempre, más privilegios para las grandes patronales y ataques permanentes al pueblo trabajador.

Ambos, gobierno y oposición patronal, cada vez se encierran más en la pelea electoral, lejos, muy lejos, de las demandas más urgentes que se escuchan cotidianamente.

Es cierto, en este escenario, que crece la bronca contra el gobierno. Pero también que hay compañeros que nos dicen que “otra cosa no se puede hacer” porque la pandemia es algo que nos supera.
No negamos que estamos ante una situación excepcional. Una real emergencia mundial. Por eso decimos que hacen falta soluciones de fondo, como las que proponemos desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad. Un programa de emergencia que atienda tanto la emergencia sanitaria como la social.

Coincidimos en que no habrá solución para muchas cosas hasta que el conjunto de la población esté vacunada. Y que las vacunas entran a cuentagotas. Pero sí es posible avanzar. Para ello basta incautar las vacunas que está produciendo mAbxience en la planta de Pilar, propiedad de Hugo Sigman, el empresario amigo de Alberto Fernández. Allí se siguen elaborando millones de dosis que se envían al exterior, a la multinacional AstraZeneca. Ahí está la solución para vacunar ya mismo a todas y todos.
Al mismo tiempo, tenemos que resolver el colapso en que ya está sumido nuestro sistema sanitario. Es necesario proceder a centralizar todos los recursos de la salud pública, del sistema privado y también de las obras sociales. Y, por supuesto, dotarlo de los medios financieros necesarios, con más puestos para personal de la salud y con los salarios correspondientes para que no tengan que recurrir al pluriempleo.

Nuestro programa de emergencia se completa con medidas para atender la emergencia social. Hay que terminar con la miseria, el desempleo y la marginación social. Para eso hay que establecer un aumento salarial de emergencia para que nadie gane menos que el valor de la canasta familiar (establecido por los trabajadores de ATE Indec en 96.800 pesos). Otorgar un incremento a las jubilaciones que lleve el mínimo al valor de la canasta de la tercera edad, hoy en 62.000 pesos. Al mismo tiempo, disponer un ingreso de emergencia, como el IFE, de 40.000 pesos, para todo el que lo necesite. Además se deben poner en marcha medidas para ayudar a los pequeños comerciantes.

Todo esto requiere dinero. Y esa plata está. Es la que hoy se utiliza para cumplir con los vencimientos de la deuda externa. Por eso planteamos que es básico y primordial dejar de pagar la deuda y romper los lazos políticos y económicos que nos atan al FMI. Con ese dinero, más el que se podría obtener con un auténtico impuesto a la riqueza donde paguen los bancos, las transnacionales y todas las grandes empresas que amasan superganancias, habría más que de sobra para financiar un programa de emergencia de estas características. Porque es posible, lo necesario es movilizarse para imponerlo.

Como respuesta al feroz ataque al diputado nacional Juan Carlos Giordano, de Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda-Unidad, por parte de organizaciones y periodistas afines al sionismo, que llegó incluso a plantear que se lo debe expulsar del Congreso Nacional, hemos iniciado una campaña nacional e internacional de repudio por esta ofensa y de solidaridad con nuestro compañero y la causa palestina.

Escribe Adolfo Santos

En pocos días llevamos recolectadas miles de firmas. Esto refleja que el apoyo no es solo al diputado Giordano, sino también a la heroica lucha del pueblo palestino, que ha generado una profunda simpatía a nivel mundial y un repudio creciente a las políticas criminales del sionismo, lo que se vio reflejado en las grandes movilizaciones realizadas en varios países.

Importantes personalidades del ámbito internacional y nacional levantan sus voces para oponerse a la política de apartheid y genocidio contra el pueblo palestino y para dejar en claro que no conseguirán callar a los que se oponen a estas políticas. Entre esas voces se destacan Adolfo Pérez Esquivel (ex premio Nobel de la Paz, Servicio de Paz y Justicia), Nora Cortiñas (Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora), Tilda Rabi (Federación de Entidades Argentino-Palestinas), Noam Chomski (profesor del MIT), Eric Toussaint (Comité para la Anulación para las Deudas Ilegítimas, sede Bruselas), Victoria Montenegro (legisladora del Frente de Todos en la Legislatura porteña, nieta recuperada y presidenta de la Comisión de Derechos Humanos), Ofelia Fernández (legisladora porteña del Frente de Todos), Pablo Carro (diputado nacional del Frente de Todos), Juan Carlos Alderete (diputado nacional del Frente de Todos), Ricardo Forster (Carta Abierta), Norman Briski (actor), Mabel Bellucci (referente feminista queer), Luis Zamora (ex diputado nacional y dirigente de Autodeterminación y Libertad), Patricia Walsh (ex diputada nacional), Juan Cruz Komar (futbolista Talleres de Córdoba) y Alejandro Bercovich (periodista). Cuauhtémoc Cárdenas (ex candidato presidencial de México), Yaku Pérez (ex candidato presidencial de Pachakutik de Ecuador), James Petras (profesor universitario de Estados Unidos y luchador antiimperialista), Marichuy (vocera del Congreso Indígena de México), Alí KenaNoglu (diputado del Partido Democrático del Pueblo -HDP- de Turquía, alianza integrada por el movimiento kurdo y sectores de la izquierda turca), Nicolás Del Caño (diputado del PTS/FITU de Argentina), Ricardo Antunes (sociólogo de Brasil), Enrique Fernández Chacón (diputado nacional del Partido de los Trabajadores-Uníos del Perú), Babá (CST/PSOL, Brasil), Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) de Francia, João Pascoal (coordinador de la Comisión de los Trabajadores de BST-Banco Santander, de Portugal). También llegaron adhesiones desde la Franja de Gaza, del movimiento kurdo y de diversas expresiones políticas del Norte de África y Medio Oriente, así como de personalidades y organizaciones políticas, sociales y sindicales de toda América latina.
Estas adhesiones demuestran que crece en el mundo el rechazo a la ocupación colonial del territorio palestino.  

La campaña es exitosa porque empalma con un sentimiento mundial cada vez más generalizado contra las políticas del sionismo. Seguimos sumando firmas y agradecemos todas y cada una de ellas, que son la mejor expresión de la existencia de un gran movimiento mundial de solidaridad con la lucha palestina.
 

 

Organizaciones y personalidades locales afines a la Embajada del Estado de Israel están desarrollando un ataque antidemocrático contra el diputado nacional de Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda Unidad, Juan Carlos Giordano.
En la sesión de la Cámara de Diputados del pasado miércoles 19 de mayo de 2021 Giordano se pronunció contra los bombardeos genocidas del Estado de Israel en Gaza, la ocupación, y en defensa del pueblo palestino y por el derecho de ambos pueblos -judíos y palestinos- a vivir en paz en la región, sin persecuciones étnicas o religiosas de ningún tipo.

Giordano está siendo tildado de “nazi y antisemita” en las redes y otros medios de comunicación por estas organizaciones y personalidades afines a la embajada israelí, reclamando que sea “expulsado” de la Cámara de Diputados. El conocido periodista Eduardo Feinmann es uno de los voceros de esta campaña.

Esta campaña va en contra de todos aquellos que defienden la causa palestina y repudian la política de usurpación de sus tierras desde hace más de setenta años por parte del Estado de Israel. Sería un grave antecedente, con el objetivo de acallar las voces que se levantan democráticamente condenando estos atropellos, ya sea en el Congreso o en cualquier otro ámbito.
Los abajo firmantes nos pronunciamos contra el pedido de expulsión a Giordano del Congreso, como de cualquier otra sanción. Repudiamos esta campaña difamatoria y defendemos el derecho a la libertad de expresión para todos aquellos que apoyen la causa palestina reclamando, en el país y en el mundo, por una Palestina libre.

Adolfo Pérez Esquivel (Premio Nobel de la Paz), Nora Cortiñas y Mirta Baravalle (Madres–Línea Fundadora), Noam Chomsky (intelectual EE.UU.), Victoria Montenegro (nieta recuperada y presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Legislatura de CABA-Frente de Todos), Tilda Rabi (Federación de Entidades Argentino-Palestinas), Sergio Maldonado (hermano de Santiago Maldonado), Norman Briski (actor), Juan Cruz Komar (capitán de Talleres de Córdoba), Pablo Carro y Juan Carlos Alderete (diputados nacionales del Frente de Todos), Ofelia Fernández y Javier Andrade (legisladores de CABA, Frente de Todos), Patricia Walsh (ex diputada), Luis Zamora (AyL), José Cruz Campagnoli (ex legislador de CABA, Espacio Puebla-Frente de Todos), Claudio Lozano (director del Banco Nación), Ricardo Forster (Carta Abierta), Mabel Bellucci (investigadora y feminista queer), Víctor De Gennaro (ex diputado), Siman Safadi Khoury (diputado del Consejo Nacional Palestino y presidente de la Unión Palestina América Latina), Eduardo López (UTE-Ctera/CTA Capital), Hugo “Cachorro” Godoy (secretario general de ATE), Roberto Pianelli (secretario general Subte), Sergio Olguín (escritor), Marta Dillon (editora Las12, Página/12), Alejandro Bercovich (periodista), Laura Azcurra (Actrices Argentinas), Eric Toussaint (Comité de Anulación de Deudas), James Petras (profesor, EE.UU.), Carlos Fernández Chacón (diputado nacional de Perú), Cuauhtémoc Cárdenas (ex candidato presidencial, México), Marichuy (Congreso Indígena, México), Yaku Pérez (ex candidato presidencial Pachakuti, Ecuador), Ricardo Antunes (sociólogo, Brasil), Babá (ex diputado del Psol-CST, Brasil), Alí Kenanoglu (diputado del HDP, Turquía), Nicolás Del Caño (diputado nacional del PTS), Mónica Schlotthauer (diputada nacional, Izquierda Socialista), Laura Marrone (ex legisladora de CABA, Izquierda Socialista), Romina Del Plá (PO), Celeste Fierro (MST), Rubén “Pollo” Sobrero (secretario general UF Haedo), Orlando Chirino (PSL-Venezuela), Pablo Almeida (legislador de CABA, Izquierda Socialista), Vicente Zito Lema (poeta), Raúl Montenegro (Premio Nobel Alternativo Estocolmo), Edgardo Depetri (Frente Transversal CTA), Red Internacional Judía Antisionista Argentina (IJAN), Eduardo Grüner (ex vicedecano de Sociales), Carlos “Perro” Santillán (SEOM), Pablo Alabarces (sociólogo), Hernán Camarero (profesor de historia, UBA), Susana Aranda (Vecinos contra Klaukol), Florencia Alcaraz (periodista, directora de Latfem), Carolina Bracco (politóloga Culturas Árabe y Hebrea), Sheij Mohsen Ali (Casa para la Difusión del Islam), Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI), siguen numerosas adhesiones de la Argentina y otros países, de la Franja de Gaza, Norte de África y Medio Oriente, entre otras.

Escribe Saul Rocca
 
La Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) acaba de denunciar penalmente a nuestro diputado de Izquierda Socialista, Juan Carlos Giordano. La denuncia se presentó ante el juzgado federal de María Servini con la intervención del fiscal Ramiro González, quien deberá archivarla o darle curso.

La DAIA acusa a Giordano de violar la “Ley Antidiscriminación” n° 23.592, artículo 3ero (Infobae, 31/05/2021). Giordano, o su organización, según la DAIA, habría proferido “ideas o teorías de superioridad de una raza” contra personas de determinada “religión, origen étnico o color”. Como se podrá constatar, nada de eso dijo Giordano en la sesión en Diputados ni en ningún otro lado. ¿Cómo se puede acusar impunemente a Giordano y a Izquierda Socialista de discriminación religiosa o de raza cuando la trayectoria histórica y la actividad actual de nuestra corriente es luchar por lo opuesto? ¿Cuál es el delito que cometió Giordano? Ninguno.

Ocurre que para el sionismo y sus voceros criticar a la política de limpieza étnica y de apartheid que lleva a cabo Israel contra el pueblo palestino sería “delito” de antisemitismo. Pero hasta el Consejo de Derechos Humanos de la ONU resolvió investigar los crímenes cometidos por Israel. Y si bien la ONU dice lo mismo para Hamas (apelando a la teoría de los “dos demonios”), la DAIA salió categóricamente en contra.

La DAIA también denunció a Giordano porque “incurre en un mensaje antisemita que viola los postulados de la definición aprobada recientemente por la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA) 1”.
El prestigioso periodista judío Gideon Levy en el diario israelí Haaretz le contesta al sionismo señalando: “La más mínima crítica (a Israel) tiene un destino inexorable, ser condenado por antisemita”; “si no eres sionista, por lo tanto eres antisemita”; “solo los ciegos y mentirosos pueden ignorar la realidad del apartheid y el supremacismo judío”; y se desafía diciendo “debe ser posible criticar al sionismo como una forma de racismo sin ser acusado de antisemitismo” (sitio Sin Permiso, 21/03/2021). Algo muy correcto, nunca la condena al sionismo puede significar una condena al pueblo judío.
A quienes levantamos la voz contra los atropellos sionistas nos tildan de “odiar a los judíos” a pesar de que siempre hemos estado de su lado combatiendo al nazismo, repudiando al Holocausto y estamos contra todo tipo de discriminación racial, religiosa o de raza. Es el sionismo el que odia al pueblo palestino, a quien despojó de sus tierras, los obliga a vivir en una verdadera cárcel, sin derechos, sojuzgados y con masacres permanentes.
Cuando repudiamos al sionismo nos referimos al movimiento político burgués que aplica la política de ocupación de Palestina. Sionismo que también es condenado por judíos antisionistas que se movilizaron por miles en Detroit, Estados Unidos, y otras partes del mundo en defensa del pueblo palestino.

Nuestra corriente política Izquierda Socialista y la UIT-CI condena visceralmente el antisemitismo y a toda forma de opresión racial y colonialista. Y cuando nos preguntan cuál es la salida ante semejante catástrofe, contestamos que es la misma que se logró hace casi 30 años en Sudáfrica con la derrota del estado de apartheid, para dar paso a una Palestina libre, en un estado laico, no racista y democrático con el derecho de ambos pueblos, judío y palestino, a vivir en paz en la región sin persecuciones étnicas o religiosas de ningún tipo.
Llamamos a las personalidades y distintas organizaciones que se han pronunciado por la defensa de Palestina Libre y de Giordano a seguir aunando esfuerzos para no dejar pasar este nuevo intento de la DAIA intentando poner en el banquillo de los acusados a quienes defendemos la causa palestina.
 


(1) El IHRA tiene 34 países miembros -28 europeos, más Israel, Argentina, Canadá y Estados Unidos-, un país de enlace -Macedonia del Norte- y siete observadores -6 europeos, incluyendo Turquía, más Uruguay y El Salvador-.
 

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