May 06, 2024 Last Updated 3:08 PM, May 3, 2024

En la edición digital de El Socialista del 6 de mayo publicamos extractos de la intervención de nuestra compañera Mercedes Petit definiendo de manera coloquial nuestra concepción del socialismo. En esta nueva entrega queremos compartir a nuestros lectores algunos de los intercambios que tuvieron lugar en esa charla virtual a partir de las preguntas de los participantes.

–¿Cómo se evita que una revolución no vuelva a burocratizarse, como pasó en la URSS?

Primero, tenemos que decir que “a seguro se lo llevaron preso”. Nosotros somos los campeones de defender la democracia obrera. Estamos convencidos de algo que viene de los estatutos de la Primera Internacional: “La liberación de los trabajadores tiene que ser obra de los trabajadores mismos”. Desgraciadamente es solo el trotskismo, que es una fuerza sin duda minoritaria a nivel mundial, quien ha sido consecuente con la defensa de la democracia obrera. Incluso Trotsky perdió la vida en la pelea por la construcción de una internacional consecuente con estos principios de Marx y Lenin. 

Los rusos lo llamaron soviet, asamblea de delegados diríamos en castellano. Movilización, democracia obrera y una dirección que se ponga al frente de esas luchas. Una dirección que no busque –como ocurrió en ese primer estado obrero con Stalin– privilegios y beneficios para los funcionarios y sectores privilegiados de los trabajadores. 

Dependerá de la lucha de clases que una revolución triunfante no se burocratice y retroceda. En toda lucha nadie tiene asegurado el triunfo, pero hay que tirarse a la pileta. Es como si disputáramos en un sindicato, en medio de un conflicto, de una huelga, y logramos ganar, no vamos a decir “no asumamos a ver si nos burocratizamos”. Hay que dar la pelea, tratar de ganar y seguir adelante, construyendo una dirección que defienda esos principios.

–¿Cómo enfrentamos las y los socialistas al patriarcado?

Como todo, en primer lugar, movilizándonos de forma unitaria, sin sectarismo. Las mujeres, todas somos oprimidas, incluso las propias mujeres de las clases altas. Tenemos un problema que nos atañe a todas, que es la opresión del patriarcado, que es beneficios para el varón en detrimento de las mujeres. Y todo agravado por las condiciones de explotación del capitalismo. 

En esa pelea los socialistas nos plantamos con toda fuerza diciendo “esta lucha solo se va a terminar de resolver cuando terminemos con el capitalismo”. Porque es el capitalismo el que sostiene al patriarcado para fortalecer sus ganancias. Entonces no se puede terminar con el patriarcado como un tema aislado, por sí solo. Por eso decimos que “el capitalismo y el patriarcado caigan juntos”. Pero peleamos con toda la fuerza junto a aquellas mujeres que se movilizan junto a nosotras que no creen eso. Dentro del movimiento de lucha feminista respetamos todas las posiciones y decimos “nosotros somos el ala feminista, socialista revolucionaria”. 

Luchamos por la liberación de las mujeres y los hombres explotados por el capitalismo. Y hoy en día le decimos a los trabajadores varones “rompan ustedes con los privilegios del patriarcado, solidarícense con nuestra lucha”. No para encabezarla, no para sustituirla. Yo, por ejemplo, soy blanca y puedo ayudar y apoyar la lucha de los negros. Entonces, las mujeres al frente en la lucha contra el patriarcado, y todos los socialistas, sin importar el género, apoyamos este movimiento desde esta perspectiva revolucionaria.

Tenemos que saber, por otro lado, que el machismo y los vicios del patriarcado no se van a poder abolir por decreto al día siguiente que tomemos el poder y tomemos las medidas socialistas. Las mujeres, además de apoyar al gobierno obrero y socialista, y movilizarnos por la expropiación y la planificación, vamos a tener todo un período de pelea por una reacomodación cultural, social, y de todo tipo, que deberá ser abordada en el futuro. 

Pero lo que sí podemos decir es que de inmediato el gobierno obrero va a poner en marcha las medidas que bajo el capitalismo no hayamos podido conquistar: el derecho al aborto, el divorcio sencillo y gratuito, la igualdad salarial, el castigo a toda forma de violencia de género con las mujeres y las disidencias sexuales y empezar a garantizar licencias, guarderías… De la mano de esas medidas, que deberán ser inmediatas por parte del nuevo gobierno, se abrirá camino a la revolución cultural que permitirá liberar a las mujeres del patriarcado y a toda la humanidad de las lacras de la sociedad de clases y la explotación.

–¿Cómo se crea la conciencia de clase en este mundo capitalista?

Me van a decir que soy monotemática y reiterativa, pero se construye luchando y peleando por poner en pie la alternativa revolucionaria, el partido revolucionario que se proponga llevar a la clase obrera a gobernar, en este país y en el mundo. Es la pelea por cambiar la conciencia y dejar de creer en la unidad entre patrones y obreros, dejar de creer en la mentira de que la propiedad estatal y la planificación fue lo que llevó al fracaso a la URSS, dejar de creer que el capitalismo es todopoderoso. 

Es una pelea por cambiar creencias que cada uno tiene en su cabeza. ¿Pero ese cambio en qué se concreta? Por ejemplo, un católico lo resuelve yendo a la iglesia, poniendo platita en el diezmo, etcétera. Un socialista revolucionario da la pelea por ese cambio con las luchas y la construcción del partido. Ganando militantes para la perspectiva de que la clase obrera puede gobernar y que para hacerlo tiene que tener su dirección obrera y revolucionaria al frente. 

Es muy difícil poder superar la imagen que tienen millones del socialismo por culpa del estalinismo y las distintas versiones reformistas. Pero les digo que yo que el desprestigio de los PC, y su derrota en el tercio del mundo que llegaron a dominar, lo pongo en “el haber” positivo de la lucha de los trabajadores por su liberación. Fue muy importante sacarse de encima ese aparato contrarrevolucionario. 

Para que se den una idea, cuando yo empecé a militar casi no existía el nombre de Trotsky, y el estalinismo era poderosísimo. La expresión “el partido” estaba ligada al PC. Los pocos trotskistas nos dedicábamos a develar que habían existido las purgas en la URSS, que los trabajadores de Hungría se habían levantado y les habían mandado los tanques rusos y que a Trotsky lo había matado Stalin. Los estalinistas decían que “el trotskismo es una fuerza de derecha, agente de la CIA, etcétera”, y tenían el mal gusto de llamar “Trotsky” a sus perros.

–¿Cómo vamos a poder superar esa imagen del socialismo que tienen millones por culpa de estos aparatos? 

Con una revolución obrera triunfante en algún país. A los millones no les podemos dar una charla virtual, un curso, editar diez libros, etcétera. Los millones que viven y luchan se van a convencer por la vía de los hechos, con una revolución triunfante, cuando vean una dirección consecuente. En gran medida, lo que pasó en Rusia, que quedó aislada, pero pudo ganar la guerra civil porque obtuvo el apoyo de los trabajadores de los países imperialistas que la invadieron. No había internet, todo era distinto, pero la Revolución Rusa impactó al mundo. Ahí sí se conquistó la cabeza de millones. 

No vamos a superar ante millones en el mundo esa imagen que tienen del socialismo con cursos de historia (que igual son muy importantes y los damos), sino a través de dos carriles: llevando las luchas al triunfo y al calor de esas luchas ir construyendo las direcciones y los partidos alternativos. Solo con el gobierno obrero vamos a tener acceso a los medios masivos, no para dar cursos de estalinismo –ni nos vamos a acordar–, sino para decir: “Obreros del mundo, como gobierno socialista hemos tomado estas medidas y nos comprometemos a ayudarlos en esto, esto y esto”. Esa va a ser la gran palanca para revertir el desastre que hicieron la burocracia soviética, la socialdemocracia y las direcciones reformistas más recientes, como Chávez y Maduro. En Venezuela el desprestigio del socialismo lo instalaron estos gobiernos. Un trabajador nos va a decir “cómo voy a ser socialista si acá el socialismo nos mata de hambre”. No es fácil, no solo fue el estalinismo, ese desprestigio continuó.  

No es fácil, pero es lo que hay que hacer. Por eso construimos Izquierda Socialista y la UIT-CI, para construir esa conciencia de clase que hace falta para terminar con la opresión y la explotación de este mundo capitalista.



El pasado sábado 16 se cumplieron dieciséis años del fallecimiento de nuestras compañeras Amelia Beato y Rita Astacio. Ambas eran militantes de nuestra corriente morenista y secretarias general y gremial respectivamente del Suteba General Sarmiento (que concentra los municipios de Malvinas Argentinas, San Miguel y José C. Paz). Ese día sufrieron un accidente automovilístico al regresar de San Luis, donde habían ido a apoyar un conflicto docente.

Ellas están siempre presentes en la comunidad docente de Malvinas, donde se ganaron el respeto y admiración por su trayectoria de lucha inclaudicable por la escuela pública, contra la burocracia sindical y por una sociedad socialista. Siguen siendo un ejemplo a seguir.

Desde nuestra agrupación, Docentes en Marcha, e Izquierda Socialista hacemos llegar un saludo a sus familias y a todos los que acompañaron su lucha. Y a quienes se han sumado en estos años, incorporándose sin haberlas conocido a la pelea y la construcción política y gremial que Amelia y Rita sostuvieron por años, lo que nos enorgullece. ¡Queridas Amelia y Rita, siempre presentes en cada lucha! 



Escribe José “Pepe” Rusconi

Hace 43 años, tres jóvenes compañeros del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), antecesor de Izquierda Socialista, compartían un departamento en la localidad platense de Tolosa. Sus nombres eran Mónica de Olaso (Moniquita) de 17 años, Alejandro Ford (el Negro) de 20 años, y Julio Matamoros (el Bocha), de 21 años. Ellos formaban parte de una célula (equipo) del partido. Era la época, bajo la dictadura, en que funcionábamos en la clandestinidad.  

Alejandro venía de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Había sido dirigente de esa organización de la Juventud Peronista en la Escuela de Bellas Artes, perteneciente a la Universidad Nacional de La Plata. Era un excelente dibujante. Su hermano lo había convencido de la propuesta trotskista morenista y lo había ganado para el PST un tiempo antes del golpe. Posteriormente, entró a trabajar como obrero en el área de seguridad de YPF. Julio venía militando desde mucho tiempo antes en la Juventud Socialista. Era estudiante de derecho, un abnegado e incondicional militante, siempre con su semblante serio, que escondía un tremendo humor. Había entrado a trabajar en el Banco de Crédito Provincial de La Plata. Moniquita era muy jovencita, recién salida del secundario. Estaba en plena formación como militante y en pareja con Alejandro. Muy simpática y divertida. Completábamos la célula, mi compañera, Pelusa, y yo. 

El 12 de mayo de 1977, por la mañana, me encontré con otro compañero que me dijo que la noche anterior había ido al domicilio de ellos. Pero, al llegar, había visto movimientos extraños en la puerta y, posteriormente, personas con armas largas. Al conocer esta situación llamé al trabajo de Julio, donde me dijeron que no había ido. Llamé a su casa y su hermano me dijo, muy exaltado, que tampoco estaba. Él ya no vivía allí, pero el tono de su hermano lo decía todo. Dimos la alarma y tomamos todas las medidas de seguridad para evitar exponernos. Esa fue la última noticia que tuvimos de nuestros compañeros, que pasaron a engrosar la lista de desaparecidos de la dictadura. 

En el año 2013 el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó tres cadáveres en una fosa común de indigentes en el cementerio de Ezpeleta (Quilmes). Eran ellos. Figuraban, falsamente, como integrantes no identificados de un grupo que había atacado la comisaría de esa localidad.  

La feroz represión de la dictadura se llevó las vidas de estos tres jóvenes militantes revolucionarios, llenos de ilusiones, que soñaban con un gobierno de los trabajadores para poder construir el socialismo sobre los escombros del capitalismo. Hoy nosotros continuamos la lucha y exigimos justicia. Por eso, en este nuevo aniversario decimos compañeros Alejandro, Mónica y Julio, ¡presentes! ¡Hasta el socialismo, siempre! 

 

 

En el marco de la cuarentena llevamos adelante una charla virtual con nuestra compañera Mercedes Petit, dirigente histórica de nuestra corriente. Somos conscientes de que la palabra “socialismo” tiene múltiples usos y que ha sido manchada por experiencias burocráticas, los crímenes del estalinismo y, más recientemente, por el chavismo venezolano. Por eso queremos compartir unos fragmentos de la intervención de Petit para clarificar nuestra posición socialista y revolucionaria.

Una salida de fondo

Ya que estemos haciendo una charla virtual en medio de una crisis sanitaria tremenda nos da una indicación, el virus se ha transformado en una calamidad planetaria y desnuda la responsabilidad del sistema capitalista imperialista. Un sistema completamente injusto y desigual que funciona para producir al servicio de las ganancias de los explotadores, de los propietarios privados, que viven y lucran explotando a las masas trabajadoras de todo el mundo. 

Nosotros proponemos una salida socialista. Decimos no va más el sistema capitalista, hay que destruirlo antes de que destruya a la humanidad. ¿Cómo lo concretamos eso? Cuando desde Izquierda Socialista hablamos de los cambios de fondo, con un gobierno de los trabajadores, nos referimos centralmente a tres aspectos.

Primero, expropiar a la burguesía, a las grandes multinacionales, los grandes empresarios. ¿Qué significa? Quitarles su propiedad de los medios de producción, la industria, la producción agrícola. Segundo, planificar esa nueva economía reorganizada por un Estado de los trabajadores. ¿Con qué prioridad? Nunca más la prioridad de la ganancia para los empresarios, ahora todo en función de satisfacer salud, vivienda y educación para los trabajadores y las masas. Esos serían los grandes objetivos del plan económico que siempre decimos que es necesario. Tercero, extender y coordinar estos cambios revolucionarios con los trabajadores y las masas de los países vecinos. 

Pensemos lo siguiente, Argentina y América latina, lo que conocemos. Si estuvieran unidas, coordinando con gobiernos obreros y socialistas, se podría cortar de cuajo el saqueo, la producción para la ganancia y las fronteras nacionales. 

Doy unos poquitos nombres. Expropiamos a la familia Odebrecht en Brasil, que es tan rica que logró corromper a varios gobiernos latinoamericanos, y no solo latinoamericanos. Al señor Slim, uno de los diez más ricos del mundo, que tiene Televisa, todo lo que es telecomunicaciones, acá los celulares Claro. A Paolo Rocca, de Techint. A Bulgheroni, empresario del petróleo, entre otras cosas. Y a las empresas extranjeras, las automotrices, las agroindustrias, los bancos. Así, casi de inmediato se podría poner en América latina una producción reorganizada de alimentos que permitiría rápidamente erradicar el hambre. La Argentina y Brasil, grandes productores de alimentos. Perú, para cambiar la dieta, nos aportaría todo tipo de pescados. Colombia y Costa Rica, café. Nos sacaríamos de encima las colosales ganancias de los exportadores actuales, y lo que quisiéramos exportar lo haríamos con un ente nacional al servicio de un plan central. Podríamos frenar el saqueo de los mares, que devasta el mar de Perú y Argentina. En términos de energía, no sería inmediato, pero se podría avanzar con todo en la búsqueda de energías renovables y, mientras tanto, tendríamos petróleo abundante y barato de Venezuela, México y Ecuador para todos. Sin hacer locuras como lo de Vaca Muerta y sin regalárselo a las multinacionales como está sucediendo actualmente en estos países. Tendríamos minerales de sobra de Chile y Bolivia. Vestimenta con la lana y el algodón de Centroamérica y Uruguay. Se podría empezar a construir y reconstruir el ferrocarril, que es el transporte más barato y limpio. Podríamos tomar medidas urgentes para proteger el Amazonas, frenar los desmontes, no devastar más bosques. Empezar a frenar en serio los estragos del cambio climático.

¿Se aplicó alguna vez?

Sí, se aplicó y funcionó. Fueron los primeros años de la revolución socialista en Rusia de 1917, los primeros seis años, cuando surgió la Unión Soviética. Gracias a estas medidas, fundamentalmente expropiación y planificación, se salió del tremendo atraso de un enorme país campesino, se ganó una cruenta guerra civil y se recuperó un país devastado por esa guerra. Y esto se hizo con una dirección revolucionaria internacionalista consecuente que era la de Lenin y Trotsky. Eran los bolcheviques que poco después se pusieron el nombre de Partido Comunista de la Unión Soviética. Funcionaban organismos obreros, democráticos, con los campesinos, que se llamaron soviets. 

Ese progreso, esos primeros pasos se frustraron, porque no se avanzó al tercero, no se extendió con nuevos triunfos de la revolución socialista en Europa, los países avanzados, que era donde Marx decía que tenía que empezar la revolución. Y la URSS fue copada por una burocracia, el estalinismo. Ahora, a pesar de esa burocracia ineficiente que buscaba sus privilegios y era represora, la URSS se transformó en la segunda potencia mundial.

Por eso nosotros insistimos, donde se expropió a la burguesía y se planificó, incluso con burócratas represores e ineptos, comenzó un progreso. Como se vivió en China desde los ’50, en Cuba desde los ’60. Ahora también decimos que esos procesos se detuvieron y retrocedieron al capitalismo otra vez. ¿Cómo lo explicamos? La vuelta al capitalismo en la ex URSS, el Este europeo, China y Cuba lo que demuestra es que el socialismo tiene que ser mundial, hay que extender la revolución y hay que construirlo sin burocracias reformistas y represivas, con libertad, con la iniciativa de los trabajadores y no con las dictaduras siniestras de partido único que lo que hacen es defender las fronteras nacionales, que es lo que tiene que abolir el socialismo para extenderse.

¿Cómo lograrlo?

Dialogando con activistas y trabajadores que acompañan al FIT Unidad y a Izquierda Socialista, que nos dicen “sería lindo, pero al capitalismo no hay cómo destruirlo, no se puede”.

¿Qué respondemos? No es fácil, pero se puede, no es una utopía. Con el capitalismo imperialista los trabajadores y las masas vivimos cada vez peor. Lo imposible y utópico es lograr progresar y tener un futuro con el capitalismo. Hay que destruir al capitalismo con la revolución socialista. 

¿Cómo avanzar ahora, desde el presente, hacia los cambios que den lugar al gobierno revolucionario que implemente el inicio de las medidas socialistas? ¿Qué hacer ahora?

Hay dos carriles. El primero, hay luchas, hay que desarrollar las luchas, acá y en el mundo. El capitalismo es mundial y la solución tiene que ser mundial. Luchan los trabajadores, la juventud estudiantil y precarizada, las mujeres conmueven al mundo con su movilización, hay un movimiento en defensa del ambiente. Nosotros decimos hay que impulsarlas, hay que unirlas, hay que solidarizarse con todas las luchas contra los gobiernos, contra los patrones, por libertades, por condiciones de vida, que muchas de esas se dan contra o desbordando a los burócratas sindicales que frenan y traicionan. 

El segundo carril: hay que construir una nueva dirección alternativa, el partido revolucionario, acá y en todos los países. Un partido que pelea y defiende la independencia política frente a todos los patrones y todos los gobiernos burgueses, que responda a la tarea electoral como hacemos con el FIT Unidad, pero sin crear falsas expectativas en el Parlamento, al estilo de los políticos burgueses y la socialdemocracia. Que convoque a la unidad de los revolucionarios con un programa por el socialismo y el apoyo a todas las luchas y causas justas.   

En ese camino es que llamamos a las luchadoras y los luchadores a que se sumen a este esfuerzo en la construcción de Izquierda Socialista. 

 

El viernes 10 de abril falleció Eduardo “Areco”, quien fue un gran militante y camarada de la corriente morenista. Ingresó en la década del ´60 en Bahía Blanca al entonces PRT. Inició su militancia en el movimiento estudiantil. Cuando se produjo la división con El Combatiente formó parte del PRT-La Verdad. Luego se sumó al Partido Socialista de los Trabajadores, donde militó antes y durante la dictadura. Más tarde integró el MAS hasta fines de la década del ´90. Tomó tareas en la organización del partido, viajaba por el país atendiendo a las regionales que se iban formando en los lugares más lejanos.  

Al conocer su fallecimiento, y a pesar de la cuarentena, compañeros de diferentes lugares del país le rindieron homenaje por las redes recordando su militancia abnegada y generosa. Con afecto, levantaron su puño para despedirlo.

Desde la dirección nacional de Izquierda Socialista le hacemos llegar a su compañera y a su familia nuestras condolencias. Compañero Areco: ¡hasta el socialismo siempre!

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