Escribe Adolfo Santos
El 25 de enero de 1987 falleció Nahuel Moreno. Probablemente, las nuevas generaciones de militantes, simpatizantes y activistas no conozcan la trayectoria y contribuciones de quien fue el fundador de nuestra corriente histórica en la década del ’40 y el principal dirigente del trotskismo latinoamericano. Por eso, cada año recordamos sus principales aportes al servicio de la construcción del partido revolucionario y de una organización socialista revolucionaria mundial.
El asesinato de León Trotsky a manos de un agente estalinista, en 1940, y la pérdida de importantes cuadros durante la Segunda Guerra Mundial dejaron inconclusa y muy debilitada la tarea fundamental de construir la IV Internacional. El Programa de Transición, uno de los grandes legados de Trotsky, no era suficiente si no se conseguía avanzar en una organización independiente de los trabajadores para luchar por sus intereses.
Con esa comprensión, desde muy joven, Moreno se sumó a un puñado de dirigentes internacionalistas para abocarse con todas sus fuerzas a la reconstrucción de la IV Internacional. Como él mismo reconoció, la mayor parte de su militancia política estuvo dedicada a trabajar por la construcción del partido mundial. Así lo entendía Moreno, “[…] la construcción de los partidos nacionales y la internacional es un proceso combinado […]”.
Una vida al servicio de la construcción del partido revolucionario
Hugo Miguel Bressano Capacete, quien fue conocido como Nahuel Moreno, nació el 24 de abril de 1924 en Alberdi, provincia de Buenos Aires. Con solo 18 años se incorporó a círculos trotskistas, ambiente de tertulias y discusiones de café. Preocupado por el escaso contacto de esos grupos con los trabajadores, Moreno comenzó a reunirse con jóvenes obreros del barrio de Villa Crespo con los que estudió el ¿Qué hacer?, de Lenin, y los terminó ganando para el trotskismo. En 1943 escribió su primer texto, El partido, en el que concluyó: “Lo urgente, lo inmediato, es aproximarnos a la vanguardia proletaria y rechazar como oportunista todo intento de desviarnos de esa línea […]”.
Con esa idea, en 1944, junto con esos jóvenes obreros de Villa Crespo Moreno fundó el Grupo Obrero Marxista (GOM)). Mateo Fossa, un dirigente sindical que en 1938 se entrevistó con Trotsky en México, lo orienta sobre cómo introducirse en el movimiento obrero. En 1945, el GOM tuvo una importante participación en apoyo a la huelga del frigorífico Anglo-Ciabasa, que contaba con 12.000 obreros, a partir de lo cual captaron destacados activistas de esa lucha. Comenzaba así una nueva etapa. Moreno y su grupo rompieron definitivamente con el “trotskismo de los bares” y se fueron a vivir a Villa Pobladora, en Avellaneda. Al año siguiente editaron su primer periódico, Frente proletario, y reunían casi cien militantes, en su mayoría obreros.
Desde esa experiencia, Moreno impulsó a lo largo de su vida partidos ligados a la clase trabajadora y sus luchas. Como escribió en El partido, aquel documento precursor: “Nos empalmaremos en el movimiento obrero, acercándonos y penetrando en las organizaciones donde este se encuentre para intervenir en todos los conflictos de clase”. Así lo hizo de forma consecuente, a pesar del obstáculo que significaba el naciente peronismo, un proyecto nacionalista burgués, que en esa época iba a ganar la mayoría de la clase trabajadora a partir de otorgar importantes concesiones. Sin embargo, nuestra corriente siempre llamó a no confiar en ese proyecto, ya que por su carácter, de conciliación de clases, la mayoría de esas conquistas se iban a acabar perdiendo.
Contra la corriente, Moreno continuó llamando a construir una alternativa de la clase trabajadora. Con ese objetivo construyó el Partido Obrero Revolucionario (POR), el Partido Socialista de la Revolución Nacional (PSRN), Palabra Obrera, el PRT, el PST y el MAS. Siempre tratando de enraizarlos en el movimiento obrero y sus luchas con propuestas que respondían a sus intereses inmediatos e históricos de disputar el poder para los trabajadores.
La IV Internacional, otra de sus obsesiones
En 1948 se realizó en París el II Congreso de la IV Internacional. El GOM envió a Moreno como delegado. Allí conoció a los principales dirigentes trotskistas y fue informante del punto sobre América latina. Ese mismo año, por su crecimiento y las actividades desarrolladas, el GOM se convirtió en partido. En diciembre se fundó el Partido Obrero Revolucionario (POR). Moreno escribió su primer trabajo teórico, Cuatro tesis sobre la colonización española y portuguesa en América, donde cuestiona la visión de la mayoría de la izquierda que le daba un carácter feudal a ese proceso.
En ese congreso de 1948, el primero después de la muerte de Trotsky, se eligió la dirección, encabezada por los dirigentes Michel Pablo, griego, y Ernest Mandel, belga. Moreno, que a pesar de su juventud ya había iniciado un proceso de construcción partidaria luchando contra la marginalidad del trotskismo, la definió como una dirección inexperta, formada en ámbitos intelectuales y no en la lucha de clases. Sostuvo duras polémicas con ella. Ese fue uno de los méritos de Moreno, haber intervenido con una política correcta en un momento difícil en que la dirección de la Internacional, debilitada por la muerte de Trotsky y presionada por procesos objetivos, fue conducida a serios desvíos.
Uno de los más graves errores de esa dirección fue su capitulación a los partidos comunistas que seguían al aparato de la URSS, encabezado por Stalin, y a los nacionalismos burgueses en Latinoamérica, Asia y África, así como también posteriormente al castrismo y el sandinismo. Moreno alertó que esa orientación oportunista llevaba a renunciar a la construcción de partidos revolucionarios y al hundimiento de la Internacional.
En los años ’70 entabló una dura polémica contra la política de elevar la táctica de la guerrilla, que se había mostrado exitosa para la revolución cubana, al plano estratégico. El grupo encabezado por Mandel definió impulsar la guerrilla en Latinoamérica. Moreno sostuvo que esa orientación llevaría al desastre a generaciones enteras de luchadores y sería contraproducente para el desarrollo de la revolución latinoamericana. La sistemática liquidación de los grupos guerrilleros, al tiempo que se iniciaba un proceso de ascenso obrero estudiantil en la región, acabaron dándole la razón a Moreno.
Pasaron treinta y cuatro años de la muerte de Moreno y los hechos continúan corroborando sus aciertos políticos. Haber apoyado a los nacionalismos burgueses, a las direcciones “progresistas”, a los gobiernos frentepopulistas, al castro-chavismo, al falso “socialismo del siglo XXI” y sus variantes, como el sandinismo, fue un gran error de muchos sectores del trotskismo, en especial del mandelismo, y fue un freno para el desarrollo de una dirección revolucionaria. Por eso reivindicamos las enseñanzas de Moreno, de luchar por la movilización de masas, por la independencia de clase, por la construcción de partidos revolucionarios y reconstruir la IV Internacional.
Nuestro compromiso con el legado de Moreno Nahuel Moreno ha dejado una extensa elaboración teórica y política plasmada en varios libros y folletos* que continúan vigentes con sorprendente actualidad. Sin embargo, creemos que su legado más importante es el de haber insistido sin descanso en la lucha para construir una dirección revolucionaria. Desde Izquierda Socialista y la Unidad Internacional de las y los Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI) asumimos el compromiso de dar continuidad a esa tarea que las luchas en curso nos exigen más que nunca. Los trabajadores, los jóvenes, las mujeres y los sectores populares no paran de luchar. Si no se avanza más, y algunas veces hasta se retrocede, es por la falta de una dirección revolucionaria, ese es el desafío al que nos comprometemos los morenistas junto con los que luchan. Levantamientos como los ocurridos en Chile, Líbano, Estados Unidos, Hong Kong, las huelgas de Europa y el descontento generalizado contra los planes de ajuste para paliar la más grave crisis económica del sistema capitalista mundial nos demuestran que la pelea por la dirección está planteada en el orden del día. Si en cada uno de esos procesos somos capaces de unirnos a los sectores que luchan y aplicar las enseñanzas legadas por Nahuel Moreno podremos estar a la altura de los tiempos. |
*Para conocer la obra de Nahuel Moreno recomendamos visitar www.nahuelmoreno.org
Escriben: Jorge Ávila y José “Pepe” Rusconi. Ex trabajadores y delegados gremiales de Propulsora, militantes del PST y de Izquierda Socialista en el FIT-U
Pocas semanas antes del golpe militar del 24 de marzo de 1976, asesinaron en La Plata a Carlos Scafide. Fue la noche del 13 de enero de ese terrible año.
"Carlitos" era trabajador de Propulsora Siderúrgica de Ensenada (hoy Siderar), activista de la camada de luchadores que había echado a la burocracia sindical de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) de esa fábrica, aunque nunca fueron reconocidos oficialmente por el sindicato. Carlitos militaba en el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), antecesor de Izquierda Socialista. Era un reconocido y muy querido compañero en la fábrica y en el partido, pero también en la comunidad ensenadense.
Cuando lo asesinaron, el PST ya venía de sufrir varios golpes, como la Masacre de Pacheco y la Masacre de La Plata, convirtiéndose en el decimosexto asesinado del partido bajo los gobiernos de Juan Domingo e Isabel Perón.
Aquella noche de enero, bandas fascistas de la Concentración Nacionalista Universitaria (CNU) y de la Triple A, que se identificaron como personal del Ejército, secuestraron de casa de su madre a Carlitos. Secuestraron al “Pampa” Delaturi, también obrero y activista de Propulsora, y a Peláez, un activista del Astillero Rio Santiago.
Al día siguiente aparecieron sus cadáveres dinamitados y acribillados. Una asamblea de Propulsora resolvió parar desde el miércoles de madrugada hasta el sábado por la tarde. En Astilleros resolvieron paros progresivos hasta el viernes. Se solidarizaron con medidas de fuerza, Petroquímica Sudamericana y Metalúrgica OFA. La Coordinadora de Gremios en Lucha llamó a un paro para el siguiente martes, al que se sumó una línea de micros y varios comercios de Ensenada. Se realizó un acto cuando enterraron a los compañeros, al cual asistieron 600 trabajadores de Propulsora (aproximadamente la mitad del personal de la fábrica).
En el acto, José “el Petiso” Páez, histórico dirigente de Fiat del Sitrac Sitram y del “Cordobazo”, habló en nombre de la dirección nacional del PST. Señaló que “la única posibilidad que tenemos los trabajadores de frenar estos ataques es nuestra movilización y nuestra organización para la defensa, en cada fábrica, en cada barrio, en cada lugar de trabajo; denunciando la tolerancia del gobierno y exigiendo la investigación y el castigo del salvaje crimen”.
Desde Izquierda Socialista, a 45 años del asesinato de Carlos Scafide, seguimos exigiendo juicio y castigo a los responsables de su muerte. Carlitos es un ejemplo para las nuevas generaciones de militantes revolucionarios, porque dio su vida por la clase obrera y por el socialismo. Desgraciadamente, su vida fue truncada a los veintinueve años. Pero aun así, su ejemplo y su lucha inconclusa continúan vigentes para aquellos jóvenes y viejos militantes que seguimos luchando por la revolución socialista.
Carlos Scafide, compañeros asesinados y detenidos-desaparecidos del PST, ¡Presentes! ¡Hasta el socialismo, siempre!
Como todos los años para esta fecha nuestro partido está de campaña financiera, recolectando fondos entre nuestros militantes, simpatizantes y amigos de Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda Unidad. Al contrario de los partidos patronales que son financiados por grandes empresarios y multinacionales, nosotros nos solventamos con los aportes voluntarios de trabajadores, mujeres, vecinos y jóvenes. Así construimos una alternativa política de los trabajadores y las trabajadoras y la unidad de la izquierda, como lo estamos haciendo con el FIT Unidad.
Te pedimos un aporte para apoyar las luchas obreras y populares, de las mujeres y la juventud, como juró defender nuestro diputado, Gringo Giordano, en el Congreso. Hoy tenemos que seguir apoyando esta gran lucha por conquistar el aborto legal, lo cual demanda costos económicos.
También necesitamos tu aporte para apoyar los reclamos contra el ajuste, decirle no al robo jubilatorio, a la megaminería en Chubut, al FMI y brindar solidaridad internacional con los pueblos del mundo que pelean contra los planes capitalistas, como lo estamos haciendo con la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores (UIT-CI) de la que somos parte, y que viene de realizar su exitoso séptimo congreso.
Te pedimos que colabores con Izquierda Socialista. También podés hacerlo adquiriendo este anuario especial de El Socialista a precio solidario. Sabemos que significará un gran esfuerzo de tu parte ante el crecimiento de la crisis económica, pero vale la pena. Desde ya muchas gracias.
Escribe Adolfo Santos
En el marco que precede al Congreso Mundial de la Unidad Internacional de Trabajadores y Trabajadoras Cuarta Internacional, que se llevará a cabo de forma virtual los días 10, 11, 12 y 13 de diciembre, Izquierda Socialista realizó el último fin de semana una exitosa conferencia nacional. Llegamos a este momento después de que, durante meses, el conjunto de la militancia dedicó horas a la lectura, el estudio y la discusión de los principales documentos y numerosos boletines con aportes, críticas y sugerencias. Este proceso y el nivel del debate demostraron un alto grado de consolidación política. De la misma manera, la cantidad de delegados electos evidenció un crecimiento partidario, incluso superando las trabas impuestas por la pandemia.
Para designar la presidencia honoraria se propuso rendir homenaje a León Trotsky, Federico Engels, Nahuel Moreno, los mártires chilenos asesinados en la rebelión de 2019, el pueblo palestino por su lucha contra la opresión imperialista y los compañeros de Izquierda Socialista recientemente fallecidos –Juan Suppa, Jorge Steimbach, Javier “Joto” Ávila, Jorge Alvareda, Iván Ávila, Camila Rodríguez y Graciela Torres–, propuesta que fue aprobada por unanimidad. De esta forma se inició la conferencia con la presentación de las delegadas y delegados elegidos en los plenarios de base.
El primer debate fue sobre la situación política mundial. Presentado el punto por Miguel Sorans, dirigente de la UIT-CI, hubo numerosas intervenciones de los compañeros sobre los principales temas. La doble pandemia, la de la grave crisis económica y la del coronavirus que afecta gran parte de la humanidad. La situación del imperialismo norteamericano, marcada por los altos índices de pobreza que indican su profunda crisis y por las masivas protestas antirracistas después del asesinato del trabajador negro George Floyd, que contribuyeron con la derrota electoral del reaccionario Donald Trump. Los procesos de luchas y rebeliones alrededor del mundo con su punto alto en Chile. La rebelión de las mujeres. La decadencia de las viejas direcciones reformistas y la batalla por construir una nueva dirección al servicio de la clase trabajadora y sus luchas, junto con el carácter de la dictadura capitalista en China y el gobierno burgués bonapartista ruso encabezado por Putin, que no tienen nada de progresivos, y las propuestas de impulso de las campañas políticas y de solidaridad internacionalista. Tales fueron los principales temas sobre los que se centraron las intervenciones.
Luego se inició el debate sobre la situación ambiental, un tema importantísimo frente a la devastación que está llevando a cabo el sistema capitalista imperialista, poniendo en riesgo la vida del planeta. La novedad fue el extenso documento presentado por la dirección de la Internacional. Nuevamente, después del informe del compañero Guillermo Sánchez Porta, quedó demostrada la avidez por debatir. Hubo un reconocimiento de la calidad del documento, aportando nuevos datos para un tema tan crucial en estos momentos en que innumerables personalidades y organizaciones científicas pronostican situaciones catastróficas si no se adoptan severas medidas de protección al ambiente en los próximos años. Los importantes aportes, orales y escritos, serán elevados al congreso para socializar con los delegados de otros países.
Los debates finalizaron el domingo 29 con el punto sobre balance y orientación de nuestra Internacional presentado por el compañero Gabriel Schwerdt. Hubo coincidencia en que, desde el último congreso, la UIT-CI tuvo un crecimiento y una consolidación notable, fundamentalmente a partir de sus aciertos políticos en los distintos procesos de la lucha de clases mundial, como nuestra postura crítica frente al castro-chavismo, nuestro posicionamiento ante las revoluciones del norte de África, de la revolución siria o de la rebelión chilena, además de nuestra caracterización de que el triunfo de Trump no significaba un giro a la derecha de las masas, ni mucho menos el advenimiento de nuevos regímenes fascistas, como pronosticaban muchas corrientes de izquierda.
Estos aciertos, entre otros, sirvieron para acercar nuevos grupos de compañeros revolucionarios de diferentes países que estarán participando del congreso. Justamente, una de las tareas que propone nuestra Internacional es la unidad de los revolucionarios, una propuesta que llevamos a la reciente Conferencia Latinoamericana y de los Estados Unidos organizada por el FIT-Unidad. En ese marco, se señalaron una serie de debilidades y dificultades que deberemos superar para mejorar nuestra intervención en los procesos de la lucha de clases y en la construcción de nuestras secciones nacionales. La conferencia finalizó con la elección de los delegados y delegadas e invitados e invitadas de Izquierda Socialista al VII Congreso Mundial de la UIT-CI y el emotivo cierre entonando las estrofas de La Internacional.
Se cumplen 12 años de la Masacre de La Encrucijada del 27 de noviembre de 2008, donde fueron asesinados dirigentes obreros de la Corriente Sindical C-Cura del PSL -UIT-CI, corriente política de José Bodas y Orlando Chirino. Reproducimos esta nota de Simón Rodríguez Porras de 2014, dirigente del Partido Socialismo y Libertad, sección venezolana de la UIT-CI
Por: Simón Rodríguez Porras (PSL)
La noche del 27 de noviembre de 2008, luego de una ardua jornada en la huelga en la fábrica de la transnacional de alimentos Alpina, tres dirigentes de la Unión Nacional de Trabajadores, capítulo Aragua, se dirigieron a uno de los locales de La Encrucijada de Cagua a cenar. La policía del estado Aragua, bajo órdenes de los tribunales, había atacado la huelga a comienzos de la tarde, hiriendo a cuatro trabajadores y desalojando la ocupación que se mantenía en protesta por rebajas salariales y violaciones a la libertad sindical por parte de la patronal. En una gran acción de solidaridad, decenas de trabajadores de la zona convocados por Richard Gallardo, Luis Hernández y Carlos Requena, había logrado sumarse a los obreros de Alpina para desalojar a la policía regional y retomar la fábrica. Carlos, delegado de prevención en la empresa Produvisa, estaba lesionado en una pierna producto del enfrentamiento con la policía.
Gallardo era presidente de la Unete-Aragua, indiscutiblemente el principal referente del movimiento obrero del estado. Junto con Hernández, secretario general del sindicato de la Pepsi Cola, los dirigentes habían protagonizado las principales luchas de los trabajadores de la región contra contra el golpe de Estado, contra la burocracia sindical, a favor de la heroica experiencia de autogestión obrera en Sanitarios Maracay, así como en la huelga general regional del año 2007, e innumerables huelgas y acciones reivindicativas. Su perfil como sindicalistas autónomos, democráticos y revolucionarios, además de su apuesta por la construcción de un partido político que expresara los intereses de los trabajadores, independiente del gobierno y los patronos, les habían granjeado la enemistad de empresarios, cuerpos policiales corruptos, mafias sindicales de la construcción ligadas al Psuv, así como de la élite boliburguesa regional. Aquella confluencia de intereses que Gallardo llamaba “la santa alianza” contra los trabajadores.
Con siniestra precisión, un sicario profesional irrumpió en el local donde se encontraban y acribilló a Luis, Richard y Carlos, truncando en pocos minutos las vidas de tres de los más destacados luchadores de la clase trabajadora aragüeña y del país. Los enemigos de los trabajadores no solo apuntaban a quitar del camino a tres dirigentes probados en mil peleas, sino también a destruir la Unete-Aragua y el joven partido político que ellos impulsaban, la Unidad Socialista de Izquierda, bajo cuyas banderas habían participado en las elecciones regionales realizadas apenas cuatro días antes. En una advertencia directa, la banda armada de motorizados ligada al alcalde electo de Villa de Cura, el pesuvista Aldo Lovera, había celebrado el triunfo electoral con disparos al aire frente a la fábrica donde trabajaba Luis Hernández, quien había sido el contendor de Lovera.
La Masacre de La Encrucijada desató una indignada respuesta obrera de manera inmediata. El propio 28 de noviembre en la mañana la rabia recorrió las fábricas de Aragua y se expresó en un paro regional con cortes de rutas importantes como la Autopista Regional del Centro. En Villa de Cura, incluso el comercio cerró ese día ante la gran conmoción social. Inmediatamente una huelga regional fue convocada para el 2 de diciembre. Bajo la presión de la movilización, el gobierno se vio forzado a romper su silencio el 1 de diciembre, cuando el presidente Chávez se dirigió a Maracay y aseguró que el crimen sería investigado, además de prometer una depuración de la policía regional. Promesas que serían incumplidas.
La huelga regional del día siguiente obligó a las autoridades a comprometerse a instalar una comisión de la verdad con la participación de las familias de las víctimas de la masacre y de las organizaciones sindicales, como garantes de la transparencia de la investigación. No obstante, esa misma noche el ministro del Interior y Justicia anunció la posición que en definitiva impondría el gobierno para encubrir el crimen y salvaguardar a sus autores intelectuales y materiales: se anunció que la masacre había sido motivada por un “ajuste de cuentas” por una disputa dentro del sindicato de la Pepsi Cola, y se acusó a un trabajador de la empresa, sin evidencias y sin que los fiscales a cargo de la investigación respaldaran los dichos del ministro El Aissami. Pero además, numerosos testigos confirmaban que el trabajador había cumplido turno esa noche en la fábrica. Menos de un año más tarde, El Aissami emplearía los mismos métodos de encubrimiento y montaje judicial para perseguir al cacique yukpa Sabino Romero y encarcelarlo por año y medio. Como recompensa por las tareas realizadas, Chávez llevaría a El Aissami a la gobernación de Aragua en las elecciones regionales de 2012.
En la misma línea, las autoridades regionales torpedearon la comisión de la verdad que había sido acordada. Nuevas movilizaciones de trabajadores en Maracay el 11 de diciembre y el primero de mayo de 2009 reiteraron la exigencia de una investigación independiente y consistente de la masacre. La impunidad favoreció un nuevo ataque del sicariato, con el asesinato del sindicalista revolucionario Jerry Díaz, también de la Unete-Aragua, el 25 de abril de 2010. Cuando menos, al gobierno le interesaba dejar correr estos crímenes para aplastar a la Corriente Clasista, Unitaria, Revolucionaria y Autónoma (C-cura), principal corriente sindical de la región y cabeza de la Unete-Aragua. Más allá, el crimen contra Díaz confirmaría nexos de las mafias sindicales de la construcción con el alto gobierno. A menos de un mes del asesinato de Díaz, el 23 de mayo el presunto sicario y el dirigente sindical de la construcción Tomás Pérez aparecieron en la edición 358 del programa Aló Presidente, transmitido desde Guacara. Pérez tomó la palabra y recibió los aplausos del presidente Chávez como “dirigente obrero bolivariano”.
Dando continuidad a la política de encubrimiento del sicariato antiobrero, el presidente Chávez publicó el 1ero de agosto en su columna de opinión “Las líneas de Chávez” la insólita declaración de que “en la Venezuela bolivariana no tenemos sindicalistas asesinados”. Actualmente Rafael Isea, quien en aquella época se desempeñaba como gobernador de Aragua y uno de los principales socios de las mafias sindicales de la construcción, se encuentra prófugo en EEUU, presuntamente bajo acuerdos de colaboración con la DEA.
La exigencia de justicia para Richard Gallardo, Luis Hernández, Carlos Requena, así como para Jerry Díaz, Ramiro Ponce, Esdras Vásquez, Luis Delgado y Carlos Méndez, mártires de C-cura a manos del sicariato, sigue en pie. Como sigue vivo su proyecto de construir una corriente sindical autónoma y combativa, y un partido revolucionario de los trabajadores y el pueblo oprimido. Al conmemorarse seis años de la Masacre de La Encrucijada, el Partido Socialismo y Libertad inaugurará en Maracay la Casa de los Trabajadores Richard Gallardo, Luis Hernández y Carlos Requena como homenaje.
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