En la madrugada del viernes 13 de noviembre falleció Roberto Goijman, un entrañable compañero de la corriente morenista que había entrado al Partido Socialista de los Trabajadores desde su fundación, en 1972. Estuvo en el local partidario de Pompeya organizando a la Juventud Socialista de Avanzada. Trabajó en la industria gráfica, donde formó parte de nuestra corriente sindical que enfrentaba a la burocracia sindical y a sus matones. Después del golpe genocida, el 3 de julio de 1976 un grupo de tareas dinamitó su casa como represalia porque no lo pudieron secuestrar.
Refugiado unos años en Paraguay, fue allí donde comenzó a desarrollar su veta poética, que se convirtió en una gran pasión por el resto de su vida. Vuelto al país, donde nacieron sus hijos, continuó la militancia clandestina contra la dictadura. En los años ’80 se radicó en Trelew donde desarrolló una intensa actividad sindical y de organización de nuestro partido. Inscripto en las listas negras de las patronales locales, debió ganarse la vida con la venta de publicaciones.
Alejado de la militancia orgánica, su actividad poética se plasmó en una abundante publicación en revistas culturales y sus propios libros. Desarrolló nucleamientos artísticos en nuestro país y en América latina, fundó la revista Patagonia poesía y en 2010 recibió el premio a la trayectoria otorgado por la ciudad de Buenos Aires. La muerte lo sorprendió preparando el libro El último Kazarenko, sobre sus orígenes, con su padre como protagonista. Ya no tendremos su alta figura en los eventos de Izquierda Socialista ni en los asados de los viejos compañeros de Pompeya de los ’70. Saludamos a la familia de Roberto, a sus amigos, colegas poetas y los antiguos y nuevos compañeros de militancia por la revolución mundial y el socialismo.
El viernes 13 de noviembre falleció Miguel Ángel Batista, militante de nuestra corriente morenista desde 1972. Durante más de veinte años participó de la construcción del PST, y luego, del MAS. Miguel Ángel fue el obrero que constituyó la carne y la sangre de nuestra corriente. Por su integridad, por ser un luchador inclaudicable de la clase obrera, por su solidaridad hacia los trabajadores y lealtad a sus compañeros de lucha siempre fue un referente.
Se inició como delegado en Textil Pompeya en 1973, pasó por La Opinión, La Voz y, después de un tiempo en el Sanatorio Güemes, volvió a la industria gráfica. En cada lugar donde estuvo fue elegido delegado por sus compañeros. Alejado ya de la actividad partidaria, formó parte de la organización de vecinos, docentes y alumnos de la Escuela Taller del casco histórico que se movilizaron ante la amenaza de demolición del gobierno de Larreta.
Su vida terminó, pero su ejemplo de luchador queda grabado en la memoria de la clase obrera. Aunque su experiencia le hacía saber que mientras exista esta sociedad capitalista todo triunfo de los trabajadores es transitorio, se fue celebrando una pequeña victoria de la movilización de la escuela, la Justicia le hizo lugar al amparo que impide la continuación de la demolición del edificio. Saludamos a la familia de Miguel, a sus compañeros de tantas luchas y a sus compañeros del local de Pompeya del PST de los '70.
Desde que comenzó la lucha en el predio, Izquierda Socialista y varias delegaciones del Sindicalismo Combativo acompañaron a las familias de Guernica. Llevaron su solidaridad y donaciones los diputados nacionales electos por Izquierda Socialista en el FIT-Unidad Juan Carlos Giordano y Mónica Schlotthauer, quien también es delegada ferroviaria y se acercó con una delegación del Sarmiento; Mariana Scayola y Jorge Adaro, secretaria general y adjunto de Ademys, acompañados por miembros de la conducción del gremio; Graciela Calderón y Olga Ortigoza, directivas de Suteba La Matanza, con compañeros de Docentes en Marcha, y compañeras y compañeros de la zona oeste del Gran Buenos Aires.
Además se hicieron presentes Mercedes Trimarchi y Mercedes de Mendieta junto a una delegación de Isadora y estudiantes de la juventud de Izquierda Socialista, entre otros. Más el acompañamiento permanente de militantes de la zona sur aportando al fortalecimiento de la lucha por “tierra para vivir”.
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El 23 de octubre falleció nuestro querido compañero Jorge Steimbach, de la regional San Martín-Tres de Febrero de Izquierda Socialista. Finalmente, cedió a una serie de enfermedades que venía arrastrando que lo llevaron a que en los últimos años de su vida tuviera que movilizarse en silla de ruedas, siempre acompañado por su compañera Viviana.
Aunque verlos juntos en todos lados a Jorge y Vivi no era de ahora, sino una situación permanente desde el año 1996, cuando se enamoraron trabajando en la escuela Nuestra Señora de Lourdes, de Tres de Febrero.
Jorge, profesor y economista, se formó en la derecha liberal, fue educado a los 17 años por el propio Álvaro Alsogaray, quien le explicaba que solo había dos sistemas, el liberal y el socialista.
Recién a los 60 años, con la crisis de 2001, Jorge concluyó que el capitalismo solo podía traer hambre y miseria y se definió por el socialismo. Poco antes del Argentinazo comenzó a militar en el gremio docente. Indignados con la burocracia Celeste, conformaron la agrupación Docentes por la Escuela Pública en San Martín. Allí conoció a Docentes en Marcha, participó de las jornadas del 19 y 20 de diciembre y se incorporó al partido. Intervino en el proceso de las asambleas barriales, viajó a Porto Alegre, al Foro de San Pablo, comenzó a estudiar a Trotsky y no lo abandonó jamás.
Fue un gran compañero, alegre e inquieto, como si hubiese querido recuperar los años juveniles que se había perdido de militar para el socialismo. Lo hacía con un entusiasmo que no solo contagiaba, sino que inspiraba admiración. Le gustaba mofarse de que no se privaba de ninguno de sus gustos culinarios, que adoraba producir y consumir. Allá por 2005 siguió militando de manera independiente, siempre con Viviana, buscando sus lugares, armó agrupaciones sindicales, se sumó a otros partidos (militó algunos años en el PO) y luego se reintegró, en 2011, a Izquierda Socialista y a Docentes en Marcha.
Luchador del gremio docente, donde fue delegado de la Media 6 por más de diez años, era infaltable en las marchas, luchas, acampes, permanencias, reclamos de IOMA, encuentros de Docentes en Marcha, o viajes para apoyar conflictos provinciales. Pero Jorge era un apasionado de ir a todas las luchas y reclamos obreros y populares, inclusive en los últimos años, cuando ya estaba en silla de ruedas. Por la lucha ambiental viajó a La Rioja, Catamarca, Entre Ríos y Chubut. Estuvo en la toma de Bruckman y en primera fila en la recuperación de la fábrica Isaco, de San Martín, en la lucha de Sportech y de Tsu Cosméticos, por nombrar algunas. Iba a las acciones de lucha del movimiento de mujeres y a los encuentros nacionales. Infaltable también en los juicios de lesa humanidad en San Martín contra los genocidas. También a los plenarios del sindicalismo combativo, en todas las campañas electorales y actividades políticas del Frente de Izquierda y del partido. Siempre generando un clima de alegría a su alrededor con su humor, aceptando bromas y haciéndose querer.
Para la última caravana docente de los Suteba multicolores Jorge se sentía mal, pero igual quiso que Viviana lo llevara en el auto. Así fue Jorge, luchador hasta el final.
Desde Izquierda Socialista le enviamos todo nuestro cariño y solidaridad a su compañera inseparable, Viviana Puccio, a sus familiares, compañeros de la regional San Martín-Tres de Febrero y a sus amigos.
Compañero Jorge Steimbach ¡hasta el socialismo siempre!
El 27 de septiembre de 2005, a los 69 años, víctima de un accidente cerebrovascular, fallecía el compañero José “Petiso” Páez, uno de los dirigentes de los sindicatos clasistas de Fiat, Sitrac-Sitram, de los años 70. Páez fue además un dirigente obrero revolucionario, trotskista, del Partido Socialista de los Trabajadores PST -antecesor de Izquierda Socialista- y de la corriente que con distintos nombres encabezó Nahuel Moreno. Estuvo preso más de seis años durante la dictadura.
Conocimos al Petiso Páez en los plenarios sindicales del Sitrac-Sitram en 1971. Junto con dirigentes como Bizzi, Massera, Suffi, Flores y otros, habían desalojado a la burocracia sindical de los sindicatos de Fiat en heroicas tomas de fábrica después del Cordobazo del ’69. Eran los tiempos del surgimiento de una amplia vanguardia clasista y antiburocrática en todo el país, que ellos encabezaban. Páez y la dirección del Sitrac-Sitram fueron protagonistas del Viborazo, el segundo Cordobazo. Tenía un rol destacado en los plenarios ya que era un gran orador. La influencia de las posturas ultraizquierdistas impidió entonces que surgiera un movimiento unitario clasista de todo el país, posición que defendíamos desde la corriente sindical del PRT-La Verdad, con la interna del Banco Nación y otras comisiones de delegados del Smata y Petroquímica Sudamericana, entre otras.
En ese proceso, para frenar el ascenso, se fue estableciendo una alianza entre el gobierno militar y la burocracia sindical que acabó aislando al Sitrac-Sitram hasta derrotarlo. Por entonces, Páez había comenzado a tomar contacto con los compañeros que empezaron a formar la regional Córdoba en 1969, encabezados por César Robles. En 1972, con el llamado del PST a formar un frente obrero y socialista, Páez rechazó definitivamente las posiciones ultraizquierdistas que decían “ni golpe ni elección, revolución” haciéndole el juego al peronismo y al Gran Acuerdo Nacional. Se incorporó al PST y aceptó ser candidato a gobernador en Córdoba.
Páez, dirigente obrero y partidario
Desde que ingresó a nuestro partido, Páez fue uno de los principales dirigentes obreros, tanto en el PST como luego en el MAS. Impulsó la construcción del partido desde las candidaturas electorales y en el trabajo sindical, las luchas y la pelea contra el guerrillerismo de la época. Formó parte de la delegación del partido argentino al X Congreso de la Cuarta Internacional en febrero de 1974.
El 27 de enero de 1976, poco antes del golpe, cuando había viajado a Córdoba por tareas partidarias y estaba realizando un trámite con su ex esposa, un grupo de civiles armados intentó introducirlo en un automóvil sin matrícula. Páez se resistió, reconoció al jefe del operativo, lo llamó a gritos por su nombre y gracias al tumulto impidió su secuestro. Pero apareció un patrullero que lo detuvo por “asociación ilícita” y violación a la monstruosa ley 20.840, llamada “antisubversiva”.
Al producirse el golpe de Estado era uno de los tantos compañeros presos por el gobierno de Isabel Perón. Lo alojaron en la Unidad Penitenciaria Nº 1 en Córdoba. A pesar de estar “legalmente” detenido, sufrió simulacros de fusilamiento y era inminente su asesinato. Nuestra corriente internacional y los militantes exiliados del PST impulsaron una fuerte campaña para salvar su vida, así como la de otros compañeros. Difundíamos en todo el mundo el genocidio de la dictadura y reclamábamos por la vida y la libertad de Páez y demás detenidos y desaparecidos. A fines de 1981, Páez recuperó la libertad y retomó la militancia. Integró la dirección del MAS cuando se fundó en 1982 y fue candidato.
Sin ninguna duda, el Petiso ya está en la historia de la clase trabajadora junto a aquella camada de dirigentes clasistas de los ’70 como ejemplo para las nuevas generaciones de luchadores sindicales, de combate inclaudicable contra la patronal y la burocracia sindical, pero también como dirigente obrero revolucionario que dio su vida por apoyar la construcción de un partido revolucionario, de una alternativa política de los trabajadores.