Ni el mejor cuento de Osvaldo Soriano o Roberto Fontanarrosa logró ser tan bizarro como lo sucedido el pasado 3 de diciembre en las elecciones de AFA. 75 asambleístas votaron entre el sucesor “natural” del grondonismo, Luis Segura, y el conductor televisivo Marcelo Tinelli. En un desafío a la matemática y a la más elemental democracia, la elección quedó empatada en 38 porque algún “pícaro” puso 2 boletas. Más allá de la anécdota bochornosa, lo sucedido es otra muestra más de la dirigencia corrupta que maneja el futbol en nuestro país aun después de la muerte del capo mafia Julio Humberto Grondona.
Pero seríamos injustos con nuestros mafiosos locales si no pusiéramos un contexto internacional: hoy resulta más claro que nunca que a nivel mundial el fútbol tiene impregnada la corrupción hasta los huesos. Como demuestran las recientes investigaciones conocidas como FIFAgate, que han llevado a altísimos dirigentes del fútbol mundial a prisión bajo la acusación de pertenecer a una red de corrupción que durante décadas manejó el negocio de los derechos de televisación y la designación de sedes para competencias internacionales, mundiales incluidos. El fútbol, ese hermoso deporte que deleita a centenares de millones en todo el planeta, ha quedado atrapado en las garras de los más oscuros negocios capitalistas. No es casual, por ejemplo, ver cómo los clubes de todo el orbe, en mayor o menor medida, terminan siendo terreno de “inversiones” lindantes con el lavado de activos de los más diversos negocios capitalistas legales o ilegales.
Volviendo a estas tierras, es imprescindible señalar que detrás de la dirigencia corrupta de la AFA están los principales partidos políticos patronales y la burocracia sindical. Veamos solo algunos ejemplos: junto al presidente electo Mauricio Macri, se ubica en primer lugar el presidente de Boca, radical y empresario del juego, Angelici, a quien la propia dirigente de Cambiemos Lilita Carrió ha señalado como el “Cristóbal Lopez” del PRO. Del lado del peronismo kirchnerista podríamos señalar una larga lista de afinidades construidas en la ´década ganada` fundamentalmente a través del Fútbol para Todos, donde la Casa Rosada se convirtió en la principal fuente de fondos para el futbol local. Solo por señalar a uno, digamos que el mismo día de la frustrada elección de autoridades de la AFA se supo que a un hombre de extrema confianza de Aníbal Fernández, José Luis Meiszner, le dictaron captura internacional por su participación en la red de sobornos investigada en el FIFAgate, el cual posteriormente fue apresado y como es costumbre para los corruptos, le dieron prisión domiciliaria. La burocracia sindical también está presente en la dirigencia de la AFA de la mano, entre otros, de Luis Barrionuevo, ligado a la dirigencia de Chacarita; Hugo Moyano, de la CGT Azopardo y presidente de Independiente y de su yerno, el `Chiqui´ Tapia, presidente de Barracas Central.
Los mafiosos dirigentes del futbol argentino, lejos de dar un paso al costado luego del escándalo, siguen en turbias negociaciones en búsqueda de un reparto del botín que les permita conformar una lista de unidad o, aunque más no sea, poder garantizar una elección que consagre un presidente. Una nueva burla a los millones que semana a semana vibramos con un gol, una gambeta, una rabona o simplemente nos emocionamos con ese ritual maravilloso que es alentar a nuestro equipo. Los que seguimos soñando con un fútbol manejado por los hinchas, alejado de las mafias capitalistas que no sea botín ni trampolín de políticos patronales y corruptos.