Para recordar un aumento de tarifas de esta magnitud tenemos que retrotraernos a las épocas de la hiperinflación de 1989/90 o al Rodrigazo de junio de 1975. Ya veníamos del aumento de la electricidad. Y más en general, de los aumentos de precios de prácticamente todos los productos en las góndolas tras la devaluación de diciembre. Si algo faltaba es este nuevo incremento que le da un verdadero golpe de nocaut a nuestros sueldos.

El gobierno pone como excusa que las tarifas del área metropolitana estaban retrasadas en comparación a las del resto del país. ¡Efectivamente en el resto del país las tarifas son un robo! ¡Ahora lo son también en Capital y Gran Buenos Aires! Pero con el agregado de que, en esta zona del país, por las grandes distancias entre el domicilio y el lugar de trabajo, son muchos los compañeros que deben tomar dos y hasta tres medios de transporte (ida y vuelta son seis pasajes). A partir del viernes pasado, un típico trabajador del conurbano bonaerense que viaja todos los días a la Capital, tomando colectivo, tren y subte, deberá gastar un promedio de 800 pesos por mes. El que tiene la “suerte” de sólo tomar dos medios de transporte, gastará 600. Tomando los propios datos oficiales, el salario promedio está en 7.000 pesos: ¡más del 10% del sueldo se va a ir sólo en boleto!

Sumémosle a esto que ya están empezando a llegar las boletas de luz, con los terroríficos aumentos anunciados el mes pasado. A pesar de los desesperados esfuerzos por “ahorrar” (apagando luces o equipos hasta menos del mínimo indispensable) nadie se salva de que le vengan facturas con 500% de aumento o más. Y pronto, acompañando perversamente a los primeros fríos, llegarán las del gas y las del agua. Cuando se sume todo veremos que una familia se va a encontrar con boletas de servicios por más de 1.000 pesos. Si a eso le agregamos el aumento en el transporte, podemos afirmar que en estos días literalmente se robó del bolsillo a los trabajadores alrededor de 2.000 pesos.

El gobierno de Macri argumenta que estas medidas son “necesarias” porque las tarifas estaban muy retrasadas, costándole al estado miles de millones de pesos en subsidios. El kirchnerismo, en su momento, justificaba esos subsidios a las empresas privatizadas diciendo que esa era la manera de mantener bajas las tarifas. Unos y otros, le garantizaban ayer y seguirán garantizándole hoy las superganancias a esas empresas. Patronales que nunca invirtieron un peso, hicieron mil y un desfalcos y están brindando servicios horrorosos que llevaron a cortes masivos y recurrentes (en el servicio eléctrico) o a la misma muerte (como el caso de la masacre de Once).

Hay que dar marcha atrás con este brutal tarifazo. La salida pasa por la reestatización de todas las empresas de servicios públicos privatizados para que sean gestionadas por sus propios trabajadores y usuarios, con buenos servicios y tarifas sociales para el conjunto de los sectores populares.