Todo comenzó el pasado 16 de febrero, la fecha prevista para que el país celebrara sus rutinarias elecciones municipales, una especie de antesala para los comicios presidenciales a mediados de año. Sin embargo, sin que todavía se sepa muy bien los motivos, el sistema “falló” y pocas horas después de que abrieran las mesas electorales, cancelaron la votación.
El anuncio dio paso a un desconcierto casi generalizado y, de forma inesperada, le siguieron las movilizaciones y los cacerolazos. Desde hace casi dos semanas República Dominicana se estremece casi a diario por una ola de manifestaciones que el jueves 27 de febrero desembocaron en una de las más grandes movilizaciones populares de jóvenes de las que se tiene registro en la historia del país.