El próximo 24 de Marzo se cumplirán cuarenta y cuatro años del golpe cívico militar de 1976 encabezado por Videla y el imperialismo yanqui. Un golpe contra la clase trabajadora y los sectores populares, contra la juventud, contra la militancia que venía creciendo masivamente desde el Cordobazo de 1969. Un golpe que tuvo como objetivo imponer un plan económico de hambre y entrega, al servicio de las multinacionales y el FMI, que nos dejó como herencia la inmoral, ilegal e impagable deuda externa que aún hoy seguimos arrastrando. Un golpe que implementó un plan sistemático de persecución y exterminio a luchadores sindicales y políticos, estudiantes, referentes sociales y de derechos humanos, artistas y cualquiera que denunciara el carácter de la dictadura. Que para eso implementó un auténtico genocidio con la desaparición de 30.000 compañeras y compañeros. Y con otros hechos horrorosos como la apropiación de bebés por parte de los represores.
Un golpe que tuvo sus cómplices: los grandes empresarios beneficiados (los Pérez Companc, Fortabat, Rocca o Macri) y la cúpula de la Iglesia Católica. Se montaron cientos de centros de detención y tortura. Un golpe planificado por el imperialismo yanqui, como parte de un plan sistemático continental, que incluyó a casi todos los países del continente, con una represión conjunta a través de mecanismos como la Operación Cóndor.
Un golpe que generó, como contrapartida, una lucha contra la impunidad que aún no cesa. A pesar de que gobiernos posteriores lo intentaron, con el Punto Final, la Obediencia Debida o los indultos. Todos intentos derrotados por la movilización popular, como sucedió hace pocos años con el 2x1.
Centenares de miles nos movilizamos año a año. Gracias a esa continuidad, los juicios siguen y hay represores presos. Y, con mucho esfuerzo, gran parte de los niños apropiados (hoy adultos) han recuperado su identidad. Pero la tarea sigue inconclusa: la mayoría de los represores continúan sueltos, o en situaciones de “prisión domiciliaria” que nadie controla y es constantemente burlada. Los juicios tienen una lentitud exasperante. Y, en todos estos años, se han sucedido nuevos hechos de violaciones a los derechos humanos. Rafael Nahuel y Santiago Maldonado son los dos ejemplos más recientes, que integran la larga lista de asesinados y reprimidos en los años posteriores a la dictadura.
Por todo esto nos movilizamos cada 24. Más allá de que este año producto de la pandemia del coronavirus, no podamos estar masivamente en las calles, que nadie se confunda: ahí volveremos a estar marchando en cuanto la emergencia sanitaria termine.
Cuarenta y cuatro años después, el presidente Alberto Fernández pidió dar una “vuelta de página”, hacer borrón y cuenta nueva de este genocidio que atribuyó a “inconductas” de algunos. Fue tal el repudio, que tuvo que salir a desdecirse. Pero lo dicho, dicho estaba. Por eso lo acusamos de negacionista. Repudiamos sus dichos. Y seguimos afirmando como siempre: ¡no olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos!
Por todo esto, este 24 de marzo, desde Izquierda Socialista seguimos levantando todas y cada una de las reivindicaciones que año a año, hemos levantado junto al Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, el colectivo de organizaciones que orgullosamente hemos mantenido la independencia frente a la cooptación que sufrieron durante el kirchnerismo muchos organismos de derechos humanos. Y seguimos reivindicando la memoria de todos y cada uno de los 30.000 compañeras y compañeros detenido-desaparecidos, entre ellos los más de 100 del glorioso Partido Socialista de los Trabajadores (antecesor de Izquierda Socialista), gritando como lo hicimos tantas veces: ¡a los caídos no los vamos a olvidar, y con un mundo socialista volverán!