Mientras crecen las voces que plantean que la Argentina debe suspender los pagos de deuda, el gobierno de Fernández sigue adelante con su propuesta de “renegociación”. Miles de millones de dólares que deberían ir para atender la crisis de la pandemia van a terminar en las manos de los pulpos acreedores
Escribe José Castillo
Todos los días se escuchan declaraciones explicando que es imposible que los países, en particular los dependientes y semicoloniales, puedan cumplir con los pagos de deuda externa. Lo dicen centros de estudio internacionales. Se lo escuchamos al propio papa Francisco el domingo pasado en la celebración de la pascua católica. El FMI realizó una declaración “para la tribuna” acerca de que se debería “perdonar” la deuda a los países más pobres, por supuesto sin aclarar a cuáles se refería en concreto ni cómo o cuándo se implementaría. Con respecto a la deuda externa argentina, hasta Eduardo Duhalde, que en otras épocas fue un gran defensor de “pagar todas las deudas”, hoy plantea que la Argentina no puede pagar.
¿A qué se debe todo esto? A la suma de dos hechos de la realidad. Primero, que la deuda externa argentina es una bola de nieve absolutamente impagable y, peor aún, que la concentración de vencimientos de corto plazo (u$s150.000 millones en tres años) hace absolutamente inviable pagarlos. Y segundo, que el coronavirus ha desatado una crisis económica mundial (que ya se venía incubando de antes) que está provocando la ruptura de todas las cadenas de pagos, los capitalistas están dejando de pagarse las deudas entre ellos mismos.
¿Pagar a costa de más ajuste, hambre y miseria?
Alberto Fernández, al iniciar su mandato, insistió en que “no pagaría la deuda con el hambre del pueblo”. Pero, inmediatamente, puso la renegociación de esa deuda y la continuidad de los acuerdos con el FMI como el eje central de su política. Por eso se ajustó a los jubilados y se destinaron prioritariamente u$s4.500 millones (de las escasas reservas existentes) para cumplir con los pulpos acreedores. En enero pasado, el gobernador Kicillof pagó un vencimiento de u$s250 millones, postergando en ese momento a los docentes.
Ahora, ya con la pandemia desatada, todo se torna más dramático aún. La semana pasada se pagaron u$s250 millones (otro vencimiento), un monto equivalente a contratar por un año con un salario de $60.000 a los dos mil trabajadores de la salud faltantes en la provincia de Buenos Aires, según denuncia el sindicato médico Cicop. La semana próxima está planteado otro pago, ahora por 503 millones. ¡El costo de 50.000 respiradores artificiales!
Y la rueda sigue. Todavía hay pagos “pendientes” para 2020 por u$s3.400 millones con acreedores privados, más u$s3.100 millones con organismos internacionales (FMI, Banco Mundial, BID) y u$s2.100 millones al Club de París. A esto hay que sumarle los vencimientos de deudas provinciales (u$s1.650 millones, el 70% de la provincia Buenos Aires). Y a eso falta sumarle 800.000 millones de deuda en moneda local. Toda esta bola de nieve “vence” este año. El gobierno podrá patear algo para adelante, siempre a costa de más intereses y condicionalidades pero, como vemos, pasan las semanas y van cayendo vencimientos con plata cash que se va a manos de los pulpos especuladores a costa de menos fondos para atender la crisis sanitaria.
La única salida es dejar de pagar inmediatamente
¿Por qué si seguir pagando nos lleva, más que nunca, a la catástrofe, el gobierno de Alberto Fernández continúa con su “hoja de ruta” pegado a la negociación con los acreedores y el FMI? ¿Por qué lo hace cuando son cada día más los que le recomiendan, incluso desde sectores del propio peronismo, que suspenda las negociaciones porque no tiene ninguna posibilidad de alcanzar un acuerdo factible sin comprometerse a un ajuste que caería como una bomba atómica en medio de la crisis del coronavirus?
La respuesta que se plantea desde el gobierno es simple: si caemos en default será mucho peor. Es lo mismo que dicen los economistas del establishment, abogados históricos de los intereses de los acreedores. Cuando se les pregunta por qué explican que la Argentina se quedará “sin crédito” en el futuro. ¡Cuando nuestro problema fue justamente por el supuesto “crédito” que nos dieron los pulpos acreedores! ¡El problema de nuestro país no es que “falta plata”, sino al revés, que se la llevan “en pala” entre los pulpos acreedores y la fuga de divisas!
Ni qué hablar de los que dicen que si no pagamos “nos aislarán”, “nos invadirán”, o cualquier otro escenario apocalíptico, cosa que no sucedió siquiera cuando, producto del Argentinazo, nuestro país dejó de pagar una parte sustancial de su deuda externa.
Lo decimos con todas las letras: “peor” es seguir pagando. “Peor” es una renegociación que nos obligue a un mayor ajuste. Necesitamos ya, más que nunca, dejar de pagar la deuda y volcar todos esos recursos a comprar respiradores, montar unidades sanitarias, contratar personal sanitario, pagar lo que le corresponde a los que ya están trabajando y, a la vez, poner en los barrios populares toneladas de comida y dar plata a todos aquellos que se han quedado sin ingresos frente a la pandemia.