En el marco de la cuarentena llevamos adelante una charla virtual con nuestra compañera Mercedes Petit, dirigente histórica de nuestra corriente. Somos conscientes de que la palabra “socialismo” tiene múltiples usos y que ha sido manchada por experiencias burocráticas, los crímenes del estalinismo y, más recientemente, por el chavismo venezolano. Por eso queremos compartir unos fragmentos de la intervención de Petit para clarificar nuestra posición socialista y revolucionaria.
Una salida de fondo
Ya que estemos haciendo una charla virtual en medio de una crisis sanitaria tremenda nos da una indicación, el virus se ha transformado en una calamidad planetaria y desnuda la responsabilidad del sistema capitalista imperialista. Un sistema completamente injusto y desigual que funciona para producir al servicio de las ganancias de los explotadores, de los propietarios privados, que viven y lucran explotando a las masas trabajadoras de todo el mundo.
Nosotros proponemos una salida socialista. Decimos no va más el sistema capitalista, hay que destruirlo antes de que destruya a la humanidad. ¿Cómo lo concretamos eso? Cuando desde Izquierda Socialista hablamos de los cambios de fondo, con un gobierno de los trabajadores, nos referimos centralmente a tres aspectos.
Primero, expropiar a la burguesía, a las grandes multinacionales, los grandes empresarios. ¿Qué significa? Quitarles su propiedad de los medios de producción, la industria, la producción agrícola. Segundo, planificar esa nueva economía reorganizada por un Estado de los trabajadores. ¿Con qué prioridad? Nunca más la prioridad de la ganancia para los empresarios, ahora todo en función de satisfacer salud, vivienda y educación para los trabajadores y las masas. Esos serían los grandes objetivos del plan económico que siempre decimos que es necesario. Tercero, extender y coordinar estos cambios revolucionarios con los trabajadores y las masas de los países vecinos.
Pensemos lo siguiente, Argentina y América latina, lo que conocemos. Si estuvieran unidas, coordinando con gobiernos obreros y socialistas, se podría cortar de cuajo el saqueo, la producción para la ganancia y las fronteras nacionales.
Doy unos poquitos nombres. Expropiamos a la familia Odebrecht en Brasil, que es tan rica que logró corromper a varios gobiernos latinoamericanos, y no solo latinoamericanos. Al señor Slim, uno de los diez más ricos del mundo, que tiene Televisa, todo lo que es telecomunicaciones, acá los celulares Claro. A Paolo Rocca, de Techint. A Bulgheroni, empresario del petróleo, entre otras cosas. Y a las empresas extranjeras, las automotrices, las agroindustrias, los bancos. Así, casi de inmediato se podría poner en América latina una producción reorganizada de alimentos que permitiría rápidamente erradicar el hambre. La Argentina y Brasil, grandes productores de alimentos. Perú, para cambiar la dieta, nos aportaría todo tipo de pescados. Colombia y Costa Rica, café. Nos sacaríamos de encima las colosales ganancias de los exportadores actuales, y lo que quisiéramos exportar lo haríamos con un ente nacional al servicio de un plan central. Podríamos frenar el saqueo de los mares, que devasta el mar de Perú y Argentina. En términos de energía, no sería inmediato, pero se podría avanzar con todo en la búsqueda de energías renovables y, mientras tanto, tendríamos petróleo abundante y barato de Venezuela, México y Ecuador para todos. Sin hacer locuras como lo de Vaca Muerta y sin regalárselo a las multinacionales como está sucediendo actualmente en estos países. Tendríamos minerales de sobra de Chile y Bolivia. Vestimenta con la lana y el algodón de Centroamérica y Uruguay. Se podría empezar a construir y reconstruir el ferrocarril, que es el transporte más barato y limpio. Podríamos tomar medidas urgentes para proteger el Amazonas, frenar los desmontes, no devastar más bosques. Empezar a frenar en serio los estragos del cambio climático.
¿Se aplicó alguna vez?
Sí, se aplicó y funcionó. Fueron los primeros años de la revolución socialista en Rusia de 1917, los primeros seis años, cuando surgió la Unión Soviética. Gracias a estas medidas, fundamentalmente expropiación y planificación, se salió del tremendo atraso de un enorme país campesino, se ganó una cruenta guerra civil y se recuperó un país devastado por esa guerra. Y esto se hizo con una dirección revolucionaria internacionalista consecuente que era la de Lenin y Trotsky. Eran los bolcheviques que poco después se pusieron el nombre de Partido Comunista de la Unión Soviética. Funcionaban organismos obreros, democráticos, con los campesinos, que se llamaron soviets.
Ese progreso, esos primeros pasos se frustraron, porque no se avanzó al tercero, no se extendió con nuevos triunfos de la revolución socialista en Europa, los países avanzados, que era donde Marx decía que tenía que empezar la revolución. Y la URSS fue copada por una burocracia, el estalinismo. Ahora, a pesar de esa burocracia ineficiente que buscaba sus privilegios y era represora, la URSS se transformó en la segunda potencia mundial.
Por eso nosotros insistimos, donde se expropió a la burguesía y se planificó, incluso con burócratas represores e ineptos, comenzó un progreso. Como se vivió en China desde los ’50, en Cuba desde los ’60. Ahora también decimos que esos procesos se detuvieron y retrocedieron al capitalismo otra vez. ¿Cómo lo explicamos? La vuelta al capitalismo en la ex URSS, el Este europeo, China y Cuba lo que demuestra es que el socialismo tiene que ser mundial, hay que extender la revolución y hay que construirlo sin burocracias reformistas y represivas, con libertad, con la iniciativa de los trabajadores y no con las dictaduras siniestras de partido único que lo que hacen es defender las fronteras nacionales, que es lo que tiene que abolir el socialismo para extenderse.
¿Cómo lograrlo?
Dialogando con activistas y trabajadores que acompañan al FIT Unidad y a Izquierda Socialista, que nos dicen “sería lindo, pero al capitalismo no hay cómo destruirlo, no se puede”.
¿Qué respondemos? No es fácil, pero se puede, no es una utopía. Con el capitalismo imperialista los trabajadores y las masas vivimos cada vez peor. Lo imposible y utópico es lograr progresar y tener un futuro con el capitalismo. Hay que destruir al capitalismo con la revolución socialista.
¿Cómo avanzar ahora, desde el presente, hacia los cambios que den lugar al gobierno revolucionario que implemente el inicio de las medidas socialistas? ¿Qué hacer ahora?
Hay dos carriles. El primero, hay luchas, hay que desarrollar las luchas, acá y en el mundo. El capitalismo es mundial y la solución tiene que ser mundial. Luchan los trabajadores, la juventud estudiantil y precarizada, las mujeres conmueven al mundo con su movilización, hay un movimiento en defensa del ambiente. Nosotros decimos hay que impulsarlas, hay que unirlas, hay que solidarizarse con todas las luchas contra los gobiernos, contra los patrones, por libertades, por condiciones de vida, que muchas de esas se dan contra o desbordando a los burócratas sindicales que frenan y traicionan.
El segundo carril: hay que construir una nueva dirección alternativa, el partido revolucionario, acá y en todos los países. Un partido que pelea y defiende la independencia política frente a todos los patrones y todos los gobiernos burgueses, que responda a la tarea electoral como hacemos con el FIT Unidad, pero sin crear falsas expectativas en el Parlamento, al estilo de los políticos burgueses y la socialdemocracia. Que convoque a la unidad de los revolucionarios con un programa por el socialismo y el apoyo a todas las luchas y causas justas.
En ese camino es que llamamos a las luchadoras y los luchadores a que se sumen a este esfuerzo en la construcción de Izquierda Socialista.