Escribe Mercedes de Mendieta Diputada nacional electa Izquierda Socialista/FIT Unidad
La diputada nacional Carolina Gaillard del Frente de Todos acaba de presentar un proyecto para derogar el artículo 14° de la ley 23.737 sancionada en 1989 que penaliza la tenencia de drogas para consumo y comercialización. Es decir, la despenalización. También sectores del CELS plantean lo mismo.
Desde ya, combatimos la hipocresía de la justicia patronal, que amparándose en esta ley llena las cárceles de “perejiles” y pobres (entre ellas y en gran parte mujeres, trans y travestis) para dejarles vía libre a los verdaderos narcos. Y claro que estamos en contra de la criminalización de las personas que utilizan drogas con fines terapéuticos, recreativos, experimentales o cualquier otro. Pero la despenalización no alcanza, porque no combate al narcotráfico (ver nota aparte) y porque no resuelve el problema del control estatal sobre la adulteración de las drogas ni la información sobre lo que se consume. La despenalización, por ejemplo, no hubiera evitado la reciente masacre con droga envenenada.
El proyecto de la diputada peronista -igual a lo que opinan otros especialistas en el tema- se basa en que “la sociedad no estaría preparada para la legalización, entonces que se avance en la despenalización”. No es así. Lo mismo nos decían con el aborto, que no se legalizaba porque “la gente no estaba preparada”, una burda mentira, como quedó demostrado.
El prohibicionismo fracasó en nuestro país y en el mundo. Hay que avanzar en una respuesta de fondo frente a esta problemática social. A veces despenalización y legalización se utilizan como sinónimos, pero como se ve, tienen consecuencias distintas.
Desde Izquierda Socialista sostenemos que la verdadera solución pasa por la legalización de todas las drogas. Esto atacaría el negocio narco y permitiría al Estado regular la producción, evitando la adulteración de las drogas que hoy afecta particularmente a los sectores más pobres, y avanzar en campañas públicas de información sobre los riesgos del consumo, la reducción de daños, etcétera. Solo así habrá una política integral sobre este tremendo flagelo.