Escribe José Castillo
Martín Guzmán renunció luego de cumplir con el primer trimestre de ajuste exigido por el FMI. La nueva ministra Silvina Batakis asumió comprometiéndose a continuar el acuerdo con el Fondo y declarando “creer en el equilibrio fiscal”. Anunció un mayor ajuste, por lo que se vienen meses con más inflación, devaluación y caída de salarios, jubilaciones y planes sociales.
La renuncia de Martín Guzmán desató una grave crisis política que analizamos en las páginas 2 y 3 de este periódico. El ex ministro de Economía, garante y firmante del acuerdo con el FMI hace apenas tres meses, se fue después de cumplir con el ajuste que correspondía a la primera meta trimestral. El FMI “lo aprobó” pero inmediatamente le exigió el cumplimiento irrestricto de la meta de ajuste anual (reducir el déficit fiscal a 2,5% del PBI y la emisión monetaria a 1%, además de acumular al menos 5.800 millones de dólares en las reservas). Para hacerlo indicó el camino en su propio comunicado, reducir el gasto en jubilaciones, subsidios (esto último directamente relacionado con avanzar en tarifazos de los servicios públicos privatizados) y congelar el gasto social. Kristalina Georgieva lo graficó claramente días después al afirmar que se necesitaban “acciones dolorosas”.
Guzmán se fue víctima del fuego cruzado entre Alberto Fernández y un kirchnerismo que sin plantear nada alternativo venía buscando zafar discursivamente de las consecuencias del ajuste.
Con el nombramiento de Silvina Batakis como nueva ministra de Economía hubo quien creyó que, apareciendo como más cercana al kirchnerismo, se podía dar alguna modificación en el acuerdo con el Fondo o la puesta en marcha de alguna medida “nacional y popular”. Algunos llegaron a hablar de la aprobación del proyecto de salario básico universal.
Nada de esto sucedió. La ministra apenas asumió lo dejó bien claro al pronunciarse por la continuidad del acuerdo con el Fondo y el cumplimiento de las metas. Para que quedara más claro, dio un primer guiño al afirmar que “creía en el equilibrio fiscal” (léase en un mayor ajuste para alcanzarlo).
Finalmente este lunes, una semana después de haber sido nombrada y tras completar su equipo, dio su primera conferencia de prensa. Ahí anunció directamente un mayor ajuste. También ratificó el acuerdo con el Fondo y habló de cambios en la administración financiera: no gastar más de lo que se recaude. Esto suena muy parecido al “déficit cero” de Domingo Cavallo en 2001. Traduzcamos sus dichos: de lo que se recauda primero se pagan los vencimientos de deuda y después, lo que sobra, será para atender las necesidades populares. Como lo dijo la propia ministra, se trata de un “recorte del gasto corriente”. Al mismo tiempo se anunció el congelamiento de vacantes en el Estado nacional, incluyendo a todos los organismos descentralizados. ¡Cómo si no hicieran falta más trabajadores de la salud, médicos, investigadores, científicos u otros especialistas! Un anticipo de la poda de partidas en todos los ministerios y del cierre de programas sociales.
Todo lo que plantea Batakis está en consonancia con las exigencias del FMI. En concreto, para cumplir con la meta de reducción del déficit fiscal al 2,5% del PBI, el gobierno debe reducir el gasto en la segunda mitad del año en un 7,8%. También el acuerdo con el FMI requiere que la asistencia del Banco Central al Tesoro (básicamente, la emisión monetaria) no supere al 1% del PBI. No hay otra forma de hacerlo que por medio de un brutal ajuste, como el que ya está pre anunciando la ministra en esta primera conferencia de prensa.
Ni uno solo de los anuncios de Batakis van en beneficio del pueblo trabajador. Tal como lo ratificó horas después el propio presidente Alberto Fernández: “que los mercados entiendan que vamos a controlar el gasto e iniciar una baja del déficit fiscal”. Todo un tributo a los famosos “mercados”, es decir, a los pulpos especuladores, las grandes patronales y el propio FMI.
Batakis fue clarísima. Más aún de lo que era Guzmán. El gobierno del Frente de Todos se juega a que lo apoye el establishment económico local e internacional, profundizando el ajuste y cumpliendo a rajatabla con el Fondo. Es un camino que solo le puede dejar al pueblo trabajador salarios y jubilaciones de miseria, más hambre y marginación social.
La salida pasa por un programa diametralmente opuesto al que plantea la nueva ministra. Es lo que venimos planteando desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad. Hay que suspender inmediatamente todos los pagos en concepto de deuda externa y romper con el FMI. Estas medidas son las elementales que deben ser acompañadas de otras para terminar con la especulación y el saqueo, como nacionalizar la banca y el comercio exterior y reestatizar las privatizadas, pavimentando el camino para poner en marcha otro plan económico al servicio de atender las más urgentes necesidades populares de salario, trabajo, salud, educación y vivienda.