Escribe José Castillo
El super-ministro Sergio Massa presentó como un “gran éxito” la reciente renegociación de la deuda con el Club de París. Recordemos que se trata de una parte de la deuda externa, de “estado a estado”, con diversos países imperialistas (por orden de importancia: Alemania, Japón, Holanda, España, Italia, Estados Unidos, Suiza, Francia y Canadá).
Es una de las partes más corruptas del endeudamiento argentino, cuyo origen se pierde en los negociados más oscuros de la época de la dictadura militar. Por ejemplo, parte de la deuda es por la compra de dos helicópteros a Gran Bretaña (a la empresa Westland) que nunca llegaron al país, ya que la entrega quedó suspendida por la guerra de Malvinas. Los sucesivos gobiernos argentinos siguieron reconociendo esa deuda, a pesar de que los helicópteros fueron revendidos por la firma inglesa a Irak, que los utilizó en la guerra del Golfo. Otro caso paradigmático es la deuda con Holanda y España, por gasoductos que nunca se construyeron.
Massa se ufana de que logró “mejorar” el acuerdo firmado en 2014. Digamos que eso no era muy difícil: la negociación llevada adelante en aquel momento por el gobierno de Cristina Kirchner, con Kicillof como ministro de Economía, fue un auténtico escándalo, ya que, con el reconocimiento de intereses, llevaba a que nuestro país terminara debiendo 9.000 millones de dólares. En los años siguientes, luego de varios pagos, aún se adeudaban 2.000 millones de dólares de capital y se acumulaban “intereses impagos” (generados por la negociación de Kicillof) por otros 2.400 millones. Esto último es lo que se logró reducir en la actual renegociación de Massa.
Pero no debemos confundirnos: seguimos reconociendo, y pagando, esa escandalosa deuda generada por la dictadura. Con esos 2.000 millones de dólares que se reconocieron se podrían construir 70.000 viviendas populares (creando 280.000 puestos de trabajo genuinos). En vez de eso, una vez más, se prioriza a los pulpos especuladores.