Escribe José Castillo
“Incluso entre los saqueadores corporativos, Elon Musk es un pirata”. Así titula The New York Times una nota de fecha 22/5/2022. Efectivamente, con una fortuna que lo coloca en el pináculo de la tabla de posiciones mundiales, el megamillonario es conocido por sus maniobras de compra y vaciamiento de empresas, de fuga de capitales, de evasión impositiva, y también de discursos “incendiarios” de tinte libertario. Es el dueño de X (la ex Twitter, que suma día a día denuncias en el mundo en su contra como vehículo de fake news y de ejércitos de trolls que se dedican a difundirlas) de satélites, como Starlink y otras tecnologías con las que busca meterse en una virtual “privatización del espacio” y de Tesla, la fábrica de autos eléctricos que requieren como insumo apropiarse del litio. Su planteo reaccionario racista llegó al extremo de insultar a Disney por proponer a una actriz afroamericana para reemplazar a Johnny Deep en “Piratas del Caribe 6”. No fue su primera acción racista: ya había enfrentado juicios en el mismo sentido promovidos por ex empleados de Tesla.
La semana pasada Musk recibió a uno de sus principales admiradores: Javier Milei. Se sacaron las consabidas fotos y se prodigaron elogios mutuos típicos de quienes comparten la ideología ultraderechista libertaria. Eso sí, de los rumores que las redes mileístas habían dejado correr acerca de que Musk invertiría en nuestro país varios miles de millones de dólares, ni una palabra. Es que el multimillonario comparte la misma conducta que el FMI: aplaudir y elogiar a Milei, pero, por ahora, no pone un sólo dólar. Exige que primero se termine a fondo el ajuste y, a partir de ahí, se le den garantías para el saqueo.
