Escribe Agustín Blanco
Durante las últimas semanas, el gobierno ultraderechista de Javier Milei intentó dar un zarpazo ajustador sobre el hospital de salud mental Licenciada Laura Bonaparte (ex Cenareso), el cual fue repelido por la lucha que encararon sus trabajadoras y trabajadores y la solidaridad de una gran parte de sectores políticos, sociales y gremiales.
Que el establecimiento apuntado por las “fuerzas del cielo” haya sido el que llevaba el nombre de la psicóloga y ex madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora fallecida en 2013, no parece ser casualidad.
Bonaparte fue una de las luchadoras más significativas de los derechos humanos tras la vuelta a la democracia en 1983. En el camino perdió a tres de sus hijos, dos de sus yernos y su pareja Santiago Bruschtein, a quien sufrió desde la ausencia del exilio en México, al cual partió en abril de 1976 tras sufrir un atentado en la puerta de su hogar.
Fue la primera madre en ingresar al predio de la ESMA, cuando todavía la Armada comandaba el lugar, y también la que impulsó el recurso judicial para evitar la privatización del predio.
El área de Salud Mental del Hospital de Lanús fue el lugar donde mejor se desarrolló como profesional. En esa localidad coordinó con los curas tercermundistas muchas actividades en los barrios populares aledaños.
Además de nunca haber bajado los brazos, durante su exilio llevó su presencia a otros países como al Líbano, donde se solidarizó con las víctimas del ejército sionista israelí, y también estuvo presente en Guatemala y El Salvador.