Recién asumido, el ministro de salud Mario Lugones, empuñó la motosierra de Milei y decretó el cierre de la guardia, de la internación y el traslado de las y los pacientes, apuntando al cierre del Hospital Laura Bonaparte. Lo que no esperaba el funcionario recién llegado, fue la inmediata reacción de las y los trabajadores que se autoconvocaron en asamblea y decidieron la ocupación y permanencia para evitar el vaciamiento. Esta importante determinación, convocó inmediatamente a la más amplia solidaridad.
Se sucedieron cuatro jornadas donde miles de jóvenes, trabajadores, artistas, delegaciones de otros hospitales (como el Garrahan, que se encuentra en lucha por el salario), estatales, ferroviarios, docentes, dirigentes políticos, del sindicalismo combativo y sociales, rodearon el hospital y le hicieron el aguante a una ocupación que no cesó ni un minuto hasta que el gobierno tuvo que retroceder y anunciar que el Bonaparte no cerraba, se mantenían las prestaciones y no se iba a despedir a nadie.
La lucha de las y los trabajadores del Bonaparte son un ejemplo de cómo enfrentar las medidas de ajuste del gobierno ultraderechista. La inmediata respuesta unificada de las y los trabajadores, las decisiones adoptadas de forma democrática y la solidaridad y apoyo recibido de varios sectores permitiendo la ampliación y divulgación del conflicto, fueron la clave. Si bien el gobierno seguirá intentando golpear, es un gran triunfo que tonifica la capacidad de lucha de las y los trabajadores del hospital y fortalece las luchas en curso, fundamentalmente las que defienden a la salud pública.