Escribe Miguel Lamas, dirigente de la UIT-CI
Con la profunda decadencia del capitalismo mundial, Donald Trump y muchos gobiernos capitalistas del mundo, como Javier Milei, no tienen otra receta que profundizar los brutales ajustes e imponer que las masas retrocedan en su nivel de vida, atacando, en el caso de Trump, a miles de migrantes.
Donald Trump reconoció la decadencia del imperialismo norteamericano diciendo que a partir de su gobierno y con las medidas que impulsa, “terminó el declive de los Estados Unidos”.
Hay 37 millones de personas en Estados Unidos, el 11,5% de la población, bajo la línea de la pobreza. Gente que vive bajo los puentes, en carpas en las plazas, en el subte. Y eso es creciente.
Los primeros decretos de Trump quitan derechos, como la atención médica a los pobres, retiró a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud, amenazó con tomar el canal de Panamá y Groenlandia, e indultó a los fachos que habían asaltado el Capitolio (la sede del Congreso) en el 2021 para tratar de obligar que se anularan las elecciones que había ganado Joe Biden, y le dieran el triunfo a él. También decretó quitar la ciudadanía a hijos de migrantes, pero esto fue bloqueado por un juez y por 22 de los Estados que reclamaron nulidad de esta medida anticonstitucional.
Basta de deportar a los inmigrantes
Trump habla de la expulsión de millones de inmigrantes en Estados Unidos. Se calcula que hay 11 millones que el gobierno considera “ilegales”. La mayoría de ellos viven hace muchos años en Estados Unidos donde trabajan y son explotados. El discurso racista y antiinmigrante de Trump tiene pocas bases de realidad y de aplicación.
Ante la crisis capitalista y el crecimiento de la miseria en muchos sectores, Trump le hecha la culpa a los inmigrantes. Dijo que va a echar a un millón este año e hizo todo un show enviando el ejército a la frontera. Los acusa de “robar los salarios”, de “narcotraficantes” y “criminales”. Estas acusaciones no tienen nada que ver con la realidad de la inmensa mayoría de inmigrantes, millones de mexicanos y de otros países latinoamericanos que son explotados por los capitalistas, y en especial los que no tienen residencia legal en Estados Unidos, aunque viven desde hace muchos años y toman los trabajos que no hacen la mayoría de los estadounidenses, por míseros salarios.
La política histórica del capitalismo yanqui, es dejar entrar a migrantes para tener a millones para explotarlos y cada tanto hacer una expulsión para tratar de justificarse. Desde hace muchos años las amenazas de deportación fueron un instrumento de los capitalistas agrarios para mantener sometidos, sin derechos laborales y con bajísimos salarios, a los trabajadores ilegales. El record de expulsión lo tuvieron Barack Obama y Biden, del Partido Demócrata. Obama expulsó a tres millones de inmigrantes en ocho años, 375.000 al año, y Biden batió el record en 2024 echando a 700.000.
Trump había expulsado 250.000 en su anterior gobierno. Ahora habla ahora de deportar un millón por año. Pero los mismos capitalistas son los que le están alertando que tenga cuidado con lo que va a hacer. Temen que las deportaciones afecten sus superganancias y la producción, ya que no podrían bajar sus costos laborales.
La gran patronal del campo en California alertó a Trump, que sus empresas producen el 100% de las nueces y almendras de Estados Unidos, y otros muchos productos, y para eso ocupan 2.400.000 trabajadores de los cuales 1.200.000 son indocumentados. Si dejan de tener a esos trabajadores se hunden esas empresas.
La crisis llega a tal punto que la secretaria de Estado de California, Shirley Weber, aprobó una iniciativa que busca incluir en las elecciones de 2028 una consulta sobre la independencia del Estado, autorizando una campaña para recolectar firmas sobre la propuesta de separarse de Estados Unidos. La iniciativa responde a que en ese estado, que perteneció a México y fue ocupado por los Estados Unidos en el siglo XIX, viven millones de inmigrantes latinoamericanos.
Por ahora los expulsados son pequeños números: 200 a Colombia, 200 a Honduras, 200 a Brasil. Dicen que van a habilitar Guantánamo (base yanqui en la costa cubana) con 40.000 camas para llevar ilegales. Durante las deportaciones los inmigrantes fueron encadenados, durante más de 24 horas sin poder siquiera ir al baño, una evidente tortura.
Protestas en las calles de Estados Unidos: “Nadie es ilegal en una tierra robada”
El fin de semana pasado miles de personas salieron a las calles a protestar contra las nuevas medidas antimigratorias de la administración Trump. Entre banderas y gritos se movilizaron en varios estados del país manifestándose en contra de las últimas redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), que ha realizado más de 5.500 arrestos de inmigrantes desde el 23 de enero. En una de las manifestaciones en California se llevaba un gran cartel: “Nadie es ilegal en una tierra robada” (refiriéndose al hecho histórico de que California era parte de México).
Desde la UIT-CI llamamos a la más amplia solidaridad con las y los inmigrantes para impedir toda deportación. Esto es parte del ataque a toda la clase trabajadora de Estados Unidos, que intenta quitarle sus conquistas. Por eso es necesaria la más amplia unidad tanto en Estados Unidos como internacional, para enfrentar a Trump y a sus planes reaccionarios e imperialistas, como su amenaza de invadir Panamá y el redoblado apoyo a los genocidas sionistas de Israel.