*Foto de portada: Lucas Aguilar
Escribe Guido Poletti
La inseguridad en el conurbano bonaerense volvió a ocupar las primeras planas de los diarios. Casos como el repudiable asesinato del trabajador de delivery Lucas Aguilar, quien murió tras intentar defender a otra víctima de una agresión, o el de la pareja adolescente matada a golpes en Florencio Varela, generaron justas reacciones con marchas frente a las comisarías (reprimidas por Axel Kicillof, como la de Moreno) y exigencias a las intendencias.
Es innegable la responsabilidad del Gobierno provincial peronista en esto y también la del Gobierno nacional. El caldo de cultivo de la inseguridad y la violencia callejera está en los planes de ajuste y de hambre, nacional y provincial, con miles y miles de marginados, sin trabajo ni perspectivas, empujados a la violencia cotidiana. Y en que las “zonas de nadie” del conurbano se nutren de la complicidad de las cúpulas policiales, jueces, punteros y funcionarios municipales con el narcotráfico, la trata, los desarmaderos y las bandas delictivas.
Ante esto resulta repudiable la maniobra de Javier Milei de intentar aprovecharse de la indignación ante estos casos diciendo que quienes se movilizaron en la masiva marcha antifascista no les preocupa la inseguridad. Quiere ningunear el masivo repudio a sus discursos de odio en todo el país, polemizando con Kicillof sobre quién es el responsable, cuando lo son ambos.
Hay que combatir el hambre y la pobreza y terminar con la complicidad política, policial y judicial con el delito. La única forma de terminar con estos lamentables hechos.