El gobierno ultraderechista de Javier Milei, envalentonado por su victoria en las elecciones porteñas, sigue con la ofensiva para imponer su plan motosierra. La semana anterior había intentado prohibir el derecho de huelga mediante un decreto (que finalmente, otra vez, fue declarado inconstitucional por la Justicia). En los días siguientes, comenzó el ataque puntual hacia las y los trabajadores del Hospital Garrahan (con salarios de miseria en un hospital de excelencia y referencia para las infancias), contra las personas con discapacidad, llegando al punto en el que enfrentó y se burló personalmente de un niño con autismo. Por su lado, la diputada de La Libertad Avanza (LLA), Juliana Santillán, intentó desacreditar el reclamo del Garrahan diciendo que sus salarios eran buenos porque una familia para vivir necesitaba 360 mil pesos, evidenciando que no conoce los precios de los supermercados.
Todo esto generó una reacción masiva: la bronca popular acumulada se transformó en lucha y movilización contra el gobierno. Así lo vemos en el Garrahan, a lo que se suman cada día más trabajadoras y trabajadores de la salud de otras instituciones. También en los científicos e investigadores, en los docentes, en los delegados y activistas de la UTA que rechazaron el acuerdo salarial de la burocracia de Roberto Fernández; además de la enorme lucha que se dio en Tierra del Fuego.
Por eso es tan importante que este miércoles 4 se haya dado la unidad en una masiva convocatoria que juntó a las y los jubilados con la lucha de la salud, el movimiento de mujeres y disidencias en el aniversario del #NiUnaMenos y todas las otras peleas existentes.
Horas después, la Cámara de Diputados aprobó un aumento de 7,2% de las jubilaciones, una actualización del bono, que pasaría a ser de 110 mil pesos y la reapertura de la moratoria previsional. Pero ya sabemos como terminará esto: el mismo presidente anticipó que lo vetará. Aclaró que hará lo mismo con todo otro proyecto de ley en esa dirección. No es el camino “parlamentario”, sin duda, el que logrará parar la motosierra de Milei, sino la continuidad de la movilización.
¿Qué hace el peronismo? ¿Qué hace en particular, Cristina Fernández, presidenta del PJ? No propone ninguna medida para organizarse y enfrentar el ajuste. En su última aparición en C5N, planteó su candidatura a diputada provincial por la Tercera Sección Electoral de la provincia de Buenos Aires, priorizando sus chances electorales y su pelea interna contra el gobernador Axel Kicillof.
Los burócratas de la CGT tampoco parecen preocupados por el ajuste. Insisten con que “no hay clima para un paro”, desconociendo las luchas y movilizaciones crecientes. Su centro es jugar en la interna peronista, mayoritariamente del lado del gobernador bonaerense, tal como lo hicieron en el reciente lanzamiento de su línea interna.
Resulta evidente que el peronismo no es alternativa para el pueblo trabajador. Fue con su anterior ajuste que hizo que un sector del pueblo trabajador, equivocadamente, apoyara electoralmente a Milei. Aún hoy, son millones los que lo siguen recordando y no quieren volver a votarlos, como lo terminó reconociendo la propia Cristina. También porque, en este año y medio, no se ha puesto a la cabeza de las peleas y resistencias, incluso, ha resultado funcional a que mucho de lo que necesitaba el gobierno nacional pasara en el Congreso.
Hay que enfrentar la motosierra de Milei, los gobernadores y el FMI y potenciar al máximo la movilización y resistencia en su contra requiere de posiciones claras y sin medias tintas. Primero y principal, apoyar todas las luchas, tratar de coordinarlas, y al mismo tiempo que denunciamos su inacción y complicidad con el gobierno, exigir a la CGT un nuevo paro general, de 36 horas y un plan de lucha, tal como lo viene planteando el sindicalismo combativo.
Aún así, no basta con la lucha sindical. Estamos ante una lucha política que se va a expresar en las próximas elecciones. Frente a un peronismo en crisis y que claramente no es opción para el pueblo trabajador, tenemos que seguir postulando otra alternativa política, tanto para las peleas de todos los días como para las elecciones que se vienen: la del Frente de Izquierda Unidad. Que se hace presente incondicionalmente en todas las luchas, que es su voz en el Congreso, que denuncia y vota sistemáticamente y sin fisuras contra todas y cada una de las medidas de ajuste. El único espacio que tiene un programa alternativo, de emergencia, obrero y popular, que arranca por dejar de pagar la deuda externa y romper con el FMI, para poner todos los recursos al servicio de resolver las necesidades más urgentes de salarios dignos, empleo genuino y plata para salud, educación y vivienda.