Aug 01, 2024 Last Updated 8:20 PM, Jul 31, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Luis Covas

El gran perdedor de las elecciones municipales del domingo 15 de noviembre ha sido el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro. Otra buena noticia. Semanas antes el derrotado fue su referente Donald Trump. Si bien la magnitud del fracaso político de Bolsonaro no es como la del revés de su amigo norteamericano, no deja de ser importante. En el mundo siguen retrocediendo estos neofascistas, racistas, misóginos y negacionistas del Covid-19.

Bolsonaro, golpeado por el resultado, al igual que Trump, cuestionó el recuento de votos: “Precisamos un escrutinio que no deje dudas” (Clarín, 17/11). Hubo fallas en el sistema y demoras, pero de los casi 148 millones de electores de las más de 5.500 ciudades en las que hubo elecciones no se conoce ninguna denuncia de fraude.

Bolsonaro logró pocos de los candidatos derechistas que apoyaba para una segunda vuelta en las veintiséis capitales. Uno de ellos es el delegado Eguchi, de Belem (Pará), con 23% de votos, y el otro es el reaccionario pastor evangélico Marcelo Crivella, de Río de Janeiro, actual alcalde. Pero solo logró el 21,8% de los votos mientras su rival, Eduardo Paes, candidato de centroderecha, obtuvo casi 40 por ciento.

Hubo un fuerte voto castigo a Bolsonaro. Quienes más lo canalizaron fueron los viejos sectores políticos patronales como el Partido Social Demócrata de Brasil (PSDB), del ex presidente Fernando Henrique Cardoso, ahora liderado por Joao Doria, gobernador del estado de San Pablo, quien viene denunciando a Bolsonaro por su política hacia el coronavirus. Bruno Covas, del PSDB, actual alcalde la ciudad de San Pablo, pasó a la segunda vuelta con 32,8% y enfrentará a Guillermo Boulos, del PSOL, que fue la revelación de la elección con 20,2 por ciento.También ganaron espacios otros sectores conservadores del llamado “centrao”, que aglutina partidos patronales como el Social Democrático (PSD) que mantuvo la alcaldía de Belo Horizonte, capital de Minas Gerais.

El otro gran perdedor fue Lula y el PT. Se puede decir que sufrió otro desbarranque electoral. De las veintiséis capitales sólo logró pasar a segunda vuelta en Recife (Pernambuco) y Victoria (Espíritu Santo). En San Pablo, el centro político del país, el candidato de Lula y el PT sólo obtuvo 8,2 por ciento. Lula y el PT siguen pagando haber gobernado para los de arriba, traicionando al pueblo trabajador. Provocaron tal odio popular, que hizo que, equivocadamente, millones votaran en 2017, al reaccionario Bolsonaro para presidente. Y ahora, tanto el PT como la CUT siguen jugando ese papel traidor boicoteando las luchas obreras y populares, lo que le ha permitido a Bolsonaro seguir con su política antiobrera y antipopular.

Pero lo nuevo es que el Partido Socialismo y Libertad (PSOL) logró un impacto nacional con la muy buena elección que hizo en la ciudad de San Pablo, donde su ex candidato a presidente, Guillermo Boulos, logró 20,2% en la ciudad más poblada del país que fue alguna vez base del PT. O sea, se provoca un vuelco a la izquierda de una franja importante de la clase trabajadora, de mujeres y sectores populares. El PSOL se formó en 2003 con la ruptura de un sector de izquierda, entre los que estaba el entonces diputado nacional Babá, hoy integrante de la CST, con el gobierno de Lula-PT. El PSOL en el resto del país hizo una buena elección aumentando el número de concejales. En la ciudad de Belem, capital de Pará, Edmilson Rodrigues, integrante del PSOL, logró 34% y pasó a la segunda vuelta enfrentando al bolsonarista Eguchi. Pero no tiene comparación con la elección de San Pablo porque el PSOL, en Belem, integra una alianza amplia que se llama Belém Nuevas Ideas, integrada hasta con sectores patronales como el PDT, del oligarca Ciro Gomes, que hoy se dice “progresista”, con el PT, Rede de Marina Silva, la ex ministra de Dilma-Temer y el apoyo de empresarios y banqueros “progresistas”. Nuestra organización hermana, la Corriente Socialista de los Trabajadores (CST), viene cuestionando esta política de la mayoría de la dirección del PSOL. Política que rompe con la independencia de clase y busca resucitar al PT y un nuevo gobierno de conciliación de clases.

Justamente, la gran elección de Boulos y del PSOL en San Pablo y el nuevo fracaso del PT muestran que el camino es fortalecer al PSOL como una alternativa de izquierda independiente. Que enfrente al gobierno de Bolsonaro en las luchas y en la perspectiva de un gobierno de la clase trabajadora y el pueblo. La tarea es aprovechar el impacto del resultado electoral de Boulos y el PSOL para fortalecer la propuesta que viene haciendo la CST/PSOL, de convocar a un frente de izquierda y socialista con otros partidos de izquierda por fuera del PT y de toda alianza con sectores patronales. En lo inmediato, la CST en el PSOL se suma a la batalla electoral de la segunda vuelta para aportar al triunfo de Edmilson Rodrigues, en Belem, y de Guillermo Boulos en San Pablo.

 

 

A doscientos años de su natalicio, rendimos homenaje a uno de los más grandes maestros de la clase trabajadora mundial, Federico Engels. En esta edición especial de Correspondencia Internacional destacamos su indudable contribución al trabajo teórico desarrollado tanto en el terreno económico como político y filosófico al servicio de la emancipación de la clase obrera.

En el mismo sentido, la UIT-CI, en colaboración con Izquierda Socialista, realizará un programa homenaje el lunes 23 de noviembre en el que participarán Juan Carlos Giordano (Izquierda Socialista, Argentina), Muhittin Karkin (IDP, Turquía), Mercedes Petit (Izquierda Socialista, Argentina), M. Esther del Alcázar (Lucha Internacionalista, Estado Español) y Miguel Ángel Hernández (Partido Socialismo y Libertad, Venezuela).

Lunes 23 de noviembre

A las 19, hora de Argentina y Brasil.

A las 17, de México, Perú y Panamá. 

A las 23, de Barcelona e Italia.

Las demás secciones podrán actualizar según su uso horario.

Pedí Correspondencia Internacional al compañero que te envía el periódico y agendá el programa de homenaje.

Conectate en el vivo de Facebook y Youtube de Izquierda Socialista (https://www.facebook.com/IzquierdaSocialistaArg - https://www.youtube.com/channel/UClUcNybEvnLZ7MfakHerK9w) y la UIT-CI (https://www.facebook.com/unidadinternacional).

La enorme crisis actual no comenzó con la vacancia del corrupto gobierno de Vizcarra ni terminará con la caída del criminal gobierno de Merino, ni con las maniobras que preparan en el Congreso a espaldas del pueblo trabajador. La dinámica de la enorme crisis abierta por el agotamiento del modelo económico neoliberal y la descomposición del régimen de representación burgués, pone al descubierto la incapacidad de alcanzar una salida democrática y dentro del marco constitucional de la mano con partidos políticos que no tienen representatividad. ¡Todos los gobiernos son responsables!

La constitución fujimorista no va más. Merino llega al gobierno por un dispositivo constitucional que garantiza la cadena de mando del Estado capitalista, ante la vacancia presidencial que oportunistamente los partidos del régimen quisieron aprovechar, como parte de la pelea en las alturas entre corruptos.

Merino no se va, el pueblo movilizado lo echo. El ascenso de las movilizaciones populares fuertemente reprimidas y el asesinato de dos jóvenes y varios desaparecidos, logró aislar políticamente a Merino provocando su caída. La criminalización de la protesta ha sido una política constante de todos los gobiernos neoliberales para reprimir las movilizaciones y cuya expresión más acabada se dio en la “ley del gatillo fácil” aprobada en marzo de este año. Por eso rechazamos la represión de Merino y todos los gobiernos y exigimos la aparición con vida ya, de los desaparecidos, libertad a los detenidos, juicio y castigo a los responsables políticos y materiales del asesinato en manos de las fuerzas policiales.

El pueblo organizado y movilizado en las calles derrotó al criminal gobierno de Merino y ahora el cuestionado Congreso se prepara para formar un nuevo gobierno neoliberal, mientras que otros añoran el retorno del corrupto de Vizcarra. ¡Ni Merino!, ¡Ni Vizcarra, ni el Congreso! Ninguna confianza al gobierno de transición.

El próximo gobierno de transición no hará cambios de fondos, tendrá la tarea de mantener el modelo económico de salvataje capitalista y defender la corrupta Constitución fujimorista, haciendo que la crisis la sigan pagando la clase trabajadora.

Ante esta situación hay que sostener la movilización y la lucha y exigirle a la CGTP la convocatoria al Paro Nacional y plan de lucha con asambleas y organización en los barrios, lugares de trabajo y estudio para conquistar todas las urgentes medidas para salir de la crisis.
 
¡Luchemos por un impuesto a las grandes fortunas y aumento de salarios y jubilaciones sin AFP! ¡Para suprimir la suspensión perfecta de labores y las exoneraciones tributarias a las grandes empresas! ¡Luchemos por más presupuesto para la salud y la educación pública! Todas estas medidas urgentes no pueden ser garantizadas por ninguno de los partidos del régimen podrido, todos gobiernan para los ricos y la CONFIEP. Mientras los poderosos se reparten por arriba el poder llamamos a luchar por una Asamblea Constituyente libre y soberana que garantice la plena y democrática participación de todas las organizaciones obreras, populares, campesinas, de las mujeres y la juventud para sepultar la Constitución del 93 y su capítulo económico, en el camino de la lucha por un gobierno de los trabajadores y los pueblos que ponga todos los recursos del país al servicio de las mayorías populares.


¡PLATA PARA SALARIO, TRABAJO, SALUD Y EDUCACIÓN NO PARA LOS CAPITALISTAS!
¡ASABLEA CONSTITUYENTE LIBRE Y SOBERANA YA!
¡QUE GOBIERNEN LOS TRABAJADORES!
#AsambleaConstituyenteLibreySoberana
#PartidoDeLosTrabajadoresUníos #PTU

 UNIOS PERÚ - NINGUNA CONFIANZA EN EL NUEVO GOBIERNO

 

Finalmente, el derechista, racista y misógino Trump fue derrotado. Compartimos la alegría y los festejos de los movimientos antirracistas, de mujeres, de la juventud y de la mayoría del pueblo estadounidense, que se extiende a millones por todo el mundo. Al mismo tiempo, advertimos que no tenemos que tener ninguna confianza en el nuevo gobierno de Biden que, más allá de las formas y los discursos, expresa, junto con su partido, el Demócrata, la continuidad del papel yanqui de ser el principal gendarme del capitalismo imperialista en el planeta.

Esa advertencia vale para nuestro país. El gobierno peronista de Alberto Fernández ya ha comenzado a decir que, con Biden, podemos esperar un trato más benévolo por parte del nuevo gobierno norteamericano. Tratan de sembrar la expectativa de que se podrá acordar un programa con el FMI de tinte “progresista”, sin ajuste, que sería avalado por la nueva administración yanqui.

Nada más alejado de la realidad. Biden fue vicepresidente de Barack Obama entre 2008 y 2015. En ese período la política yanqui hacia la Argentina siguió siendo la de siempre, garantizar los negocios de las empresas multinacionales y los pagos de deuda externa a los usureros internacionales. No nos debe extrañar, se trata de la política de siempre del Partido Demócrata, pata fundamental del bipartidismo yanqui, régimen político que sostiene el rol imperialista de los Estados Unidos. Nuestro país es, desde hace muchas décadas, una semicolonia yanqui que sufre el saqueo y la explotación de nuestros recursos, tanto bajo gobiernos republicanos como demócratas.

¿Qué relación concreta tiene todo esto con la realidad de todos los días, que conversamos con nuestros compañeros de trabajo, de estudio, vecinos o familiares?

Justo esta semana viene una nueva misión del FMI a negociar un acuerdo con el gobierno de Alberto Fernández. ¿Es posible un pacto con el Fondo que permita un plan económico de crecimiento y distribución de la riqueza? Cualquier trabajador sabe que no se cumplió la promesa de “la heladera llena” hecha por el peronismo en la campaña electoral. El gobierno dice que eso se debió a la pandemia, pero que ahora sí llega la hora de las políticas de reactivación. ¿Existe alguna posibilidad de que esto suceda y que a la vez se acuerde con el Fondo?

Lo tenemos que decir con todas las letras, no hay FMI bueno. Al igual que lo que pasó con los veintiún planes anteriores firmados con el Fondo desde que ingresamos al organismo, en 1956. Al igual que todos los planes del FMI firmados este año, el último hace apenas unas semanas con Ecuador. Acordar con el Fondo es sinónimo de más ajuste, aunque el gobierno de Fernández lo quiera disfrazar con otro discurso.

Miremos en concreto lo que ya está pasando en estos días, lo que dice el propio ministro Guzmán: en el altar del acuerdo con el FMI ya se sacrificó el IFE (que no continuará en 2021) y los reajustes jubilatorios para 2021, que serán por debajo de la inflación. Se está aprobando “a toda velocidad” un presupuesto que plantea un mayor ajuste, el más grande desde 2002. Por contraposición, vemos cómo se “derrite” y sigue quedando solo en el discurso el famoso impuesto a la riqueza. Así no hay salida para el pueblo trabajador, solo más caída de salarios, desocupación, miseria y marginación social.

Contra este plan de ajuste, y sus consecuencias, vamos  a tener que salir a pelear. Como ya lo estuvieron haciendo en estos meses los trabajadores de la salud, los aeronáuticos, los telefónicos, los docentes, los vecinos sin vivienda, los que denuncian la destrucción del ambiente y tantos otros. Tal como en estos casos, esas peleas tendrán el apoyo incondicional del sindicalismo combativo y de nuestro partido.

Pero, además, desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad seguimos afirmando que se necesita otro plan económico, alternativo del que negocia con el FMI el gobierno peronista de Fernández, y también diametralmente opuesto al que fue el de Macri. Un programa obrero y popular que realmente resuelva las más urgentes necesidades populares. Que ponga como centro el salario, con un aumento de emergencia para que nadie gane menos que la canasta familiar, calculada en 73.470 pesos por la junta interna de ATE Indec, y la reapertura de las paritarias. Que priorice el trabajo con un plan de viviendas populares que resuelva a la vez el desempleo y la crisis habitacional. Que garantice un ingreso de emergencia para todos los que lo necesiten de 40.000 pesos por mes. Que otorgue una recomposición real para los jubilados, llevando la mínima a la canasta de la tercera edad, de 49.614 pesos. Y que ponga todo el presupuesto que haga falta para la infraestructura sanitaria, los puestos de trabajo y los salarios de los trabajadores del sector.

Para que esto sea posible hay que romper las cadenas que nos atan como semicolonia al capitalismo imperialista. Cortando todos los lazos políticos y económicos que nos atan al Fondo Monetario Internacional y dejando de pagar la deuda externa, llamando a la vez a un frente latinoamericano de países deudores. En síntesis, llevando adelante la gran tarea pendiente, nuestra segunda independencia. Como en el siglo XIX fue de España, hoy tiene que ser del imperialismo yanqui, lo gobiernen Trump o Biden. 

Tags

El sábado 7 de noviembre se confirmó que el presidente yanqui Donald Trump perdió las elecciones, aunque él sigue diciendo que le hicieron fraude. Esto se da en medio de la pandemia y en la crisis más grave del capitalismo mundial.

Desde la UIT-CI compartimos el festejo de los trabajadores, el movimiento antirracista, el movimiento de mujeres, el movimiento ambientalista y la mayoría del pueblo estadounidense, así como en otros países. Salió derrotado el presidente y multimillonario derechista, imperialista, racista y misógino que negó el coronavirus, desmanteló el sistema de salud, defendió a la policía asesina de George Floyd y sometió a los pueblos del mundo con sus planes de saqueo a favor de las grandes transnacionales y los banqueros. Trump era el presidente del capitalismo imperialista que solo ofrece hambre, desigualdad social y es una amenaza para el planeta con la destrucción ambiental, llegando al extremo de negar el cambio climático producido por el uso irracional de recursos que hacen las transnacionales y los gobiernos capitalistas.

Que festejemos la derrota de Trump no implica apoyar o tener alguna expectativa en Joe Biden, quien ganó en nombre del otro partido patronal imperialista, el Partido Demócrata. Biden fue el vicepresidente del gobierno de Obama, no solo no solucionó los problemas de los trabajadores, los afrodescendientes o el pueblo pobre, sino que ante la crisis capitalista de 2008 salvó a los bancos y las multinacionales e impulsó también los planes de hambre en el resto del mundo.

Por eso la clase trabajadora y los pueblos del mundo no deben depositar ninguna esperanza en Biden, pero sí en las y los trabajadores, en el movimiento antirracista y de mujeres en lucha de los Estados Unidos que enfrentaron a Trump en las calles.

La derrota electoral de Trump es también una gran derrota política para toda la ultraderecha mundial, para los Salvini, Le Pen, Bolsonaro, los Orban de Hungría, el partido Vox del Estado español, los neonazis de Alemania, o de Aurora Dorada, de Grecia.

La derrota de Trump es la expresión electoral de la rebelión antirracista por el crimen de George Floyd y la crisis del Covid-19

Muy pocas veces un presidente de los Estados Unidos no ha sido reelecto. En los últimos cien años sólo cuatro no fueron reelegidos. Trump quedará en la historia como el quinto.

La participación electoral fue la mayor en la historia en un país donde el voto no es obligatorio y hay que inscribirse, y se aplican toda clase de maniobras para suprimir votantes en las distintas legislaciones de los estados. La participación llegó al 66% de los inscriptos, 155 millones. También fue récord el voto por correo, que llegó a cien millones pese a todos los intentos de Trump por disuadirlo y entorpecerlo.

Millones fueron a votar para sacarse de encima a Trump por el odio a su racismo, a la represión policial y a su negación del Covid-19. La derrota de Trump se explica porque antes estuvo la rebelión antirracista que se desató, a fines de mayo, por el crimen policial de George Floyd. Fue una rebelión nacional, con movilizaciones callejeras convocadas por el movimiento #BlackLivesMatter (Las vidas de las personas negras importan) en todas las grandes ciudades y que llegó a movilizar más de 20 millones de personas, superando las manifestaciones contra la guerra de Vietnam. El gobierno se dividió, no pudo sacar las tropas a las calles. El jefe del Pentágono, Mark Esper, y el jefe de las Fuerzas Armadas no estuvieron de acuerdo. Trump quedó entonces muy debilitado. Se puso en evidencia una crisis política. Ahora Trump “despidió” a Mark Esper por su cuenta de Twitter.

La rebelión antirracista se combinó con el desastre del tratamiento que dio Trump al Covid-19. Su negacionismo llevó al descontrol de la pandemia y que Estados Unidos sea el primer país de contagiados (10 millones) y muertos (240.000) por el Covid-19.

Una extrema polarización de la sociedad estadounidense a favor y en contra de Trump

El resultado electoral expresó la extrema polarización política y social que existe en el país y todas las contradicciones de la sociedad estadounidense.

Millones se volcaron a votar contra Trump dándole el triunfo a Biden. Pero también ha sorprendido a muchos que millones le dieron el voto a Trump.

Aunque Biden no logra un triunfo contundente, como habían previsto las encuestas, consigue el récord de 74 millones de votos para la fórmula del Partido Demócrata, nueve millones más que los logrados por Hillary Clinton en las elecciones de 2016. Pero Trump no dejó de hacer una buena elección y llegó a 70 millones, superando en ocho millones su elección de 2016.

Biden capitalizó el descontento popular y social contra Trump. De hecho, no hizo campaña poniendo énfasis en su programa, sino sobre todo “para salir de Trump”. Logró tener una diferencia en el voto popular de cuatro millones por sobre Trump. Sin embargo, por el sistema de votación indirecto de elección, a Biden le costó llegar a superar los 270 electores (estaría logrando 294) que se necesitan para triunfar en el Colegio Electoral. Un sistema antidemocrático que da electores por cada estado, sin proporcionalidad. El que gana se lleva todos los electores en cada estado. Por eso en 2016 Trump ganó la presidencia, aunque Hillary Clinton había obtenido tres millones de votos más que el republicano. Bush también ganó en 2000 con menos votos que el demócrata Gore.

El resultado electoral echó por tierra las maniobras de Trump para desconocerlo alegando fraude y recurriendo a la Justicia y a la movilización de su base para bloquear el conteo de votos; en ambos sentidos sus intentos fracasaron.

Trump pierde pero se consolida como líder de una extensa franja social ultraconservadora, reaccionaria y racista

Muchos, en Estados Unidos y el mundo, se preguntan cómo un personaje tan reaccionario y repudiable como Trump pudo lograr 70 millones de votos y ganar la elección en estados importantes, con gran parte de población latina y negra, como Texas y Florida.

El voto a Trump pone de manifiesto la extrema polarización social que existe en los Estados Unidos, que no tiene punto de comparación con otros países.  Trump se apoya en millones de personas de la tradicional base social de racistas, neofascistas, grupos de odio de supremacistas blancos, milicias armadas de la derecha, de xenofobia visceral, odio a feministas, ambientalistas, como también de una base popular de granjeros de las zonas rurales donde predomina el fundamentalismo evangélico. Pero también de una franja de trabajadores blancos del viejo cordón industrial en decadencia por la crisis capitalista. No hablamos de la totalidad o la mayoría de los obreros industriales, que tradicionalmente votan a los demócratas. Pero existe esa franja de trabajadores marginados y desencantados con el sistema que en su desesperación dan el voto a un personaje como Trump.

Esta polarización ha crecido con la crisis social combinada con la rebelión antirracista, el crecimiento del movimiento obrero, de mujeres o contra el cambio climático. Millones creen en el discurso “locoide” de que Biden puede “llevar al socialismo”, que se “va a Cuba y Venezuela” y que Biden es parte de la “ultraizquierda” que va a “destruir” los Estados Unidos. A mayor crisis social, crisis económica y luchas populares, mayor crecimiento del polo racista y fascistizante.

También muchos analistas se sorprendieron con el leve crecimiento de votos de Trump en sectores de población latina y negra. Cosa que es cierta. Pero siempre los republicanos han tenido votos en la franja latina y negra. Por ejemplo: “En 1984, el 37 por ciento de los latinos votaron por el republicano Ronald Reagan; el 40 por ciento votó por George W. Bush, también republicano, en 2004” (Isvett Verde, The New York Times, 6 de noviembre de 2020). Muchos votos latinos y de la población negra a Trump se dieron por el desencanto que provocó el gobierno de Obama. Pero la esencia de ese leve crecimiento se explica por el histórico aumento de votantes. Por eso aumentaron los votantes latinos y negros tanto para Trump como para Biden. Pero el 87% de las y los electores negros votaron contra Trump, fue un voto decisivo para su derrota (datos Reuters, 4/11). Y, pese al voto cubano de derecha en Florida, a nivel nacional dos tercios de los votos latinos fueron contra Trump.

En síntesis, Trump perdió, pero consolida su base social y va a intentar quedar como alternativa para las elecciones de 2024. El trumpismo no deja de ser una expresión de la crisis del Partido Republicano. Trump llegó a presidente por la falta de figuras de peso luego del fracaso de George Bush (h), el mismo que ya expresó sus diferencias con Trump enviando un saludo de reconocimiento a Biden.

Un cambio de mando del imperialismo yanqui en medio de su crisis global

El cambio de jefe imperialista también fue festejado en las alturas. La derrota de Trump fue bien recibida por sus competidores y aliados de las grandes potencias capitalistas como la Unión Europea (UE), el Reino Unido, el Vaticano o Canadá. Biden fue, rápidamente, felicitado por Angela Merkel, Emmanuel Macron, Pedro Sánchez y el Papa, entre otros. Rusia y China guardan silencio, por ahora. Todos ellos esperan un mejor trato y una apertura de nuevas negociaciones en medio de la profundización de la crisis económica mundial.

El triunfo de Biden y los demócratas no solucionará la crisis global que sufre el sistema capitalista imperialista. Se vive una de las más graves crisis de la historia del capitalismo combinada con la pandemia del coronavirus, sin solución a la vista aún. Trump no hizo más que meter leña al fuego de la crisis con sus “guerras económicas” y sus políticas de ajuste mundial. Con Biden es previsible un cambio en donde vuelva a primar la negociación, tanto con sus pares de las potencias capitalistas como con los gobiernos de las semicolonias. Volverá la vieja combinación imperialista de “zanahoria con garrote”.

Pero no hay posibilidades de que Biden supere la crisis política global capitalista. Además, está inmerso en la propia crisis política y social de su país, que todavía tendrá otros capítulos con el intento de Trump de seguir desconociendo el resultado electoral y posiblemente con mayoría republicana en el Senado. Crisis política que, probablemente, se seguirá expresando durante el gobierno Biden-Harris.

Lo seguro es que Biden no representa ningún cambio positivo para la clase trabajadora y los sectores populares de los Estados Unidos y del mundo. Biden y el gobierno imperialista del Partido Demócrata va a gobernar en nombre de las multinacionales, el capital financiero y el FMI. Al comienzo de su gobierno (asume el 20 de enero) adoptaría algunas medidas cosméticas, como quizás adherir al limitado Acuerdo de París del cambio climático, o volver a la Organización Mundial de la Salud (OMS), de donde se retiró Trump. Pero el centro de la política de Biden será seguir, con “rostro humano”, tratando de descargar la crisis sobre las y los trabajadores, con nuevos planes de ajuste y hambre impuestos por las multinacionales y el FMI.

La unidad de los trabajadores, las trabajadoras y los pobres del mundo será la poderosa herramienta para seguir enfrentando al imperialismo yanqui, a sus gobiernos aliados y a sus planes de recortes y ajustes. En la perspectiva de lograr gobiernos de la clase trabajadora que abran el camino del cambio de fondo, de terminar con el capitalismo y avanzar hacia un verdadero socialismo.

Desde la UIT-CI llamamos al pueblo trabajador estadounidense, al movimiento de mujeres, antirracista, ambientalista, a seguir movilizados por sus urgentes reclamos ante el nuevo gobierno y a formar una nueva alternativa política independiente. Hay que ofrecerle una alternativa a las y los miles que salieron en todo el país a festejar la derrota de Trump. Una alternativa al bipartidismo capitalista imperialista. Un nuevo partido o movimiento de izquierda unitario e independiente que represente verdaderamente los intereses de la clase trabajadora, la juventud y el movimiento antirracista.

Unidad Internacional de las y los Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI)

10 de noviembre de 2020

 

 

 

 

Nuestro semanario. En el que te acercamos el reflejo de las luchas del movimiento obrero, las mujeres y la juventud, además un análisis de los principales hechos de la realidad nacional e internacional.

Es una herramienta fundamental para fortalecer a Izquierda Socialista y al Frente de Izquierda.

La suscripción del periódico impreso nos permite también seguir editándolo, ya que nos financiamos con nuestros propios aportes y del de los suscriptos.

 

Suscribite a la versión Impresa

Más Leídos

¿Unidad del peronismo o unidad de la izquierda?

¿Unidad del peronismo o unidad de …

17 Jul 2024 El Socialista N° 586

A Luchar / Nuestro modelo de sindicalismo combativo y democrático es distinto

A Luchar / Nuestro modelo de sindic…

17 Jul 2024 El Socialista N° 586

Vení al Plenario de lanzamiento de A Luchar

Vení al Plenario de lanzamiento de…

17 Jul 2024 El Socialista N° 586

Francia / De la derrota de Le Pen a la inédita crisis de gobierno

Francia / De la derrota de Le Pen a…

17 Jul 2024 El Socialista N° 586