Jul 17, 2024 Last Updated 6:04 PM, Jul 17, 2024

Izquierda Socialista


Escribe José Castillo

El ministro de Economía y candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa, anunció que se apresta a llevar adelante una nueva “renegociación” del acuerdo con el FMI. No se trata de nada progresista; por el contrario, lo que se viene es más ajuste y saqueo de nuestros recursos.

Desde el mismísimo comienzo del gobierno de Alberto Fernández la renegociación de la deuda externa fue un tema siempre presente. Así, en agosto de 2020, plena pandemia, se firmó el acuerdo con los acreedores privados, que ya desde el año pasado estamos pagando. En marzo de 2022, por su parte, se aprobó el nuevo programa con el FMI, por el que el gobierno se comprometió a llevar adelante un feroz ajuste, creciente año a año. Desde fines de julio del año pasado, Sergio Massa es el encargado de ejecutarlo.

Ese es el motivo fundamental por el que nuestro país tiene una pobreza del 40% y en ascenso. La inflación descomunal sobre los productos de la canasta familiar, que pulveriza salarios y jubilaciones, es el mecanismo más perverso por el que se garantiza cumplir con las exigencias del FMI. El propio Sergio Massa lo reconoció, al explicar que la devaluación del 22% llevada adelante al día siguiente de las PASO de agosto fue realizada por exigencia del Fondo. Recordemos que ese hecho fue el desencadenante del aumento de la inflación a dos dígitos en agosto, septiembre y muy probablemente octubre.

Mientras seguimos pagando (y este mes se acaban de efectuar nuevos desembolsos) la realidad es que continuamos debiéndole al FMI los mismos 45.000 millones de capital que tomó prestados Macri (recordemos que para fugarlos con beneficios para sus amigos). A ello le tenemos que agregar que, por más renegociación con los privados que hubo en 2020, el monto total de la deuda externa siguió aumentando y hoy (sumando deuda del estado nacional, Banco Central, provincias y otros pasivos contingentes, como juicios a pagar en jurisdicciones extranjeras) ya orilla los 500.000 millones de dólares.

¿A qué vuelve el FMI?

Apenas terminado el balotaje, una delegación del FMI arribará a nuestro país. Su objetivo será realizar una nueva auditoría del cumplimiento de la metas del programa. Pero, lo más importante, antes de desembolsar los montos pendientes comprometidos (que, recordemos no son para otra cosa que para cumplir con los vencimientos con el propio Fondo), es que se procederá a renegociar todo el acuerdo. No importa que el actual gobierno peronista haya enviado al Congreso Nacional un presupuesto que ya contiene lo esencial de las medidas de ajuste. Se nos exigirá aún más. Es que el nuevo acuerdo de facilidades extendidas que se viene tendrá como requisitos avanzar con la reforma laboral (flexibilización de los convenios), la previsional (subir la edad jubilatoria y terminar con los regímenes especiales, empezando por el docente) y fiscal (menos impuestos a los ricos y más al pueblo trabajador, a la vez de desfinanciar a las provincias, de quiénes dependen la salud y la educación públicas. Además de una nueva devaluación y un fortísimo tarifazo en los servicios públicos privatizados.

Massa vuelve con lo mismo que amagaron el anterior ministro de Economía, Martín Guzmán y la propia Cristina. Que es posible renegociar un acuerdo “progre” que garantice inclusión social y redistribución de la riqueza. Con plazos más largos (a veinte años) para que no se acumulen tantos vencimientos y una tasa de interés más baja que la prohibitiva actual (que llega hasta el usurario valor de 8% anual en dólares). Nada de esto sucederá. El FMI viene por su proyecto de siempre: cobrar y ajustar, ajustar y cobrar. Gane quien gane lo primero que tendrá que resolver es su política frente a las exigencias del Fondo. Massa ya ha dicho que no piensa romper el acuerdo ni dejar de pagar la deuda. Milei fue peor aún: anunció que va a realizar un ajuste mayor aún al exigido por el FMI.

¿Cuál es la salida?

Como venimos señalando insistentemente desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad: no existe ningún acuerdo “progresista” o que garantice “el crecimiento y la redistribución de la riqueza” de la mano del FMI. La única salida pasa por romper con las cadenas políticas y económicas que nos atan al Fondo, dejar de pagar ya mismo la deuda externa, y poner todos esos recursos al servicio de un plan económico de emergencia, obrero y popular, que vuelque todos los recursos para comenzar a resolver las más urgentes necesidades de salarios y jubilaciones dignas, trabajo genuino, salud y educación pública de calidad y vivienda populares para quiénes la necesiten.

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Sergio Massa viene hablando desde antes de la primera vuelta de su convocatoria, en caso de triunfar, a un “gobierno de unidad nacional”. Lo hizo dirigiéndose a Juntos por el Cambio e incluso, en el primer debate presidencial, hasta planteando que se podría incorporar algún dirigente de  La Libertad Avanza.

A medida que pasaron los días, Massa fue avanzando en precisiones. Un primer destinatario claro fue el radicalismo. No es novedad: existe una vieja e íntima relación entre el actual candidato de Unión por la Patria y figuras como el gobernador de Jujuy, el que llevó adelante la represión para garantizarle el litio a las multinacionales, Gerardo Morales. Otro guiño va dirigido hacia los sectores del peronismo que no están dentro de Unión por la Patria, principalmente al sector de Juan Schiaretti, con fuertes vínculos con los sectores patronales del agronegocio. Posteriormente, el candidato a presidente y actual ministro de Economía anunció que Roberto Lavagna, ex ministro del área durante el gobierno de Néstor Kirchner y autor del primer canje de deuda en 2005 será su “coordinador” del área económica.
Ahora Massa dio un paso más en sus precisiones sobre su gobierno de unidad nacional. Acaba de anunciar que su ministro de Economía “no será de su espacio político”. ¿Acaso es un guiño hacia Carlos Melconián, que acaba de ser “despedido” (con agradecimiento por lo servicios prestados) de la Fundación Mediterránea? Sin entrar en especulaciones definitivas, es un hecho que se tratará de alguien “bien visto” por el FMI, las patronales y el establishment financiero en general.

Que, frente a los planteos de terror del ultraderechista Milei, lo central sea oponernos para que no llegue al gobierno, y que entonces debamos plantear el voto crítico a Massa, no implica que le demos en absoluto el más mínimos apoyo y, por supuesto, desde Izquierda Socialista afirmamos que, bajo ningún aspecto participaremos de ese “gobierno de unidad nacional”. Por el contrario, gane quien gane, al día siguiente de las elecciones estaremos enfrentando en las calles el mayor ajuste que se viene.

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Escribe José Castillo

La semana pasada el gobierno nacional procedió a cancelar los tres vencimientos con el FMI del mes de octubre. Fueron 2.627 millones de dólares, abonados en parte con los restos de los Derechos Especiales de Giro (cuasi moneda del FMI) y en parte con yuanes del swap otorgado por el gobierno de China. Remarquemos que, en ambos casos, el pago implicó una baja de reservas y compromisos de devolver lo pactado en el futuro inmediato. Este lunes, por su parte, se pagaron otros 790 millones de dólares en concepto de intereses con el propio Fondo. Sumando ambos pagos, se fueron de nuestras alicaídas reservas nada más ni nada menos que 3.400 millones de dólares.

Lo peor, sin embargo, está por venir: de acá a marzo de 2024, nuestro país tiene vencimientos por otros 12.000 millones de dólares. Por eso, Sergio Massa, el candidato presidencial, está urgido a ponerse de rodillas adelante del Fondo y renegociar. La otra salida que tiene, romper cn el FMI y dejar de pagar la deuda no figura entre sus opciones posibles. Por eso anticipamos que, lo que se viene, gobierne quién gobierne, es un mayor ajuste. Contra el que habrá que salir a pelear en las calles.
             

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Escribe Mercedes de Mendieta, diputada nacional electa Izquierda Socialista/FIT Unidad

Frente a un balotaje abierto, Milei consolida una alianza electoral reaccionaria con el sector más de derecha de Juntos por el Cambio de Macri y Bullrich, quienes ya gobernaron contra el pueblo trabajador y con represión. Bajo la consigna “No más kirchnerismo” Milei busca conquistar una parte mayoritaria del electorado antiperonista y a quiénes buscan un “cambio”. Pero este cambio, será de la mano de un proyecto político de ultraderecha peligroso para las mujeres y disidencias, los trabajadores y la juventud.  

El “pacto de Acassuso” donde el facho de Milei consolidó su alianza con Macri, fue un nuevo cambio político que reafirma un escenario de fuerte disputa en el balotaje del 19 de noviembre. La ultraderecha de La Libertad Avanza busca ampliar electoralmente su 30% de votos y seducir a sectores de clase media y antiperonista.

El pacto y sus consecuencias: se dividió Juntos por el Cambio y se abre una crisis en La Libertad Avanza

Como consecuencia del pacto con Milei, Juntos por el Cambio se dividió. El PRO entró en crisis, ya que si bien la mayoría habría entrado en el acuerdo, referentes como Horacio Rodríguez Larreta y Eugenia Vidal se pronunciaron por “Ni Milei ni Massa”. Lo mismo hizo la Unión Cívica Radical (UCR) con Morales y Lousteau, la Coalición Cívica (CC) de Lilita Carrió y el Partido Socialista de Roy Cortina que se posicionó por el voto a Massa. En los hechos, Juntos por el Cambio dejó de existir.

El acuerdo también hizo ruido dentro de algunos sectores de La Libertad Avanza. El día lunes, en la reunión del Hotel Libertador el propio Milei se mostró enojado con  sectores de legisladores que rechazaron el acuerdo con Macri, por ser parte del fracaso reciente y ser parte de la “casta política” que hundió al país. Como así también, muchos referentes que apoyan a Milei por su discurso contra la “casta política”, y que se fueron desilusionados ante el acuerdo.

Frenemos el proyecto ultraderechista de Milei-Villarruel

Este pacto tuvo sus consecuencias dentro de Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza, pero en lo estrictamente electoral la alianza con Macri-Bullrich favorece la candidatura de Milei de cara al balotaje. Somos claros, la elección no está definida aún y por eso el resultado está abierto para los dos candidatos patronales. Esto puede significar, que el 10 de diciembre tengamos en nuestro país un gobierno encabezado por dos fachos.

Desde Izquierda Socialista/FIT Unidad repudiamos el proyecto político ultraderechista que encabezan Milei-Villarruel que reivindica al genocidio de la dictadura de Videla, negando a las y los 30.000 desaparecidos y que fue públicamente apoyado por genocidas como “El Tigre” Acosta. Está claro que entre sus objetivos, como ya lo viene agitando la reaccionaria Cecilia Pando, está avanzar en los indultos a los militares porque su plan de gobierno y ajuste brutal solo puede pasar con un salto en la represión.  

El plan económico de Milei es antiobrero, y busca terminar con los derechos conquistados de las y los trabajadores que aún tenemos a fuerza de lucha, en una Argentina con 40% de trabajo informal. Sigue planteando la dolarización de la economía y una reducción del 15% del PBI del gasto público a través de arancelar la educación y la salud, la privatización de los ferrocarriles, de Aerolíneas Argentinas y de otras empresas estatales con miles de despidos, que se sumarían al cierre de distintas entidades estatales, de la cultura, de la ciencia y la tecnología. Además, pretende revertir los derechos conquistados por el movimiento feminista como el aborto legal y la educación sexual integral (ESI), entre otros.

Por todo esto, nos sumamos a este repudio político-electoral a Milei y su alianza con Macri y Bullrich, quienes ya gobernaron contra el pueblo trabajador. Llamamos a no votar a Milei y a seguir organizándonos contra este proyecto ultraderechista, votando críticamente a Massa, sin brindarle ningún apoyo político.

Escribe Reynaldo Saccone, ex presidente de la Cicop

Las declaraciones de la economista Diana Mondino mostraron en toda su ferocidad la entraña patronal al servicio de los monopolios del candidato ultraderechista Javier Milei. “¿Qué es el mercado de órganos? Vos necesitás un riñón y no hay nadie … que te lo pueda o quiera donar. Pero a lo mejor hay alguien en la otra punta que es compatible […] Hay un señor que se ha ganado el Premio Nobel por esto, que es Alvin Roth” (La Nación, 1/11/2023), simplificó la libertaria. Le faltó decir dos cosas: una, que eso es habilitar la compra venta de órganos; la segunda, que el proyecto de un mercado legal internacional de órganos elaborado por el nombrado Premio Nobel fue rechazado tajantemente por la Unión Europea.
 
¿Qué hay detrás de la compra venta de órganos?

La revista médica británica Lancet señalaba ya el 10/5/2003: “En general, el movimiento de los riñones [lo más frecuente] … [va] del Sur al Norte, del Este al Oeste, de cuerpos pobres a otros más adinerados, de cuerpos negros y morenos a blancos, de mujeres a hombres, o de individuos pobres, de baja posición, a individuos más acomodados”. Organs Watch, grupo que investiga el tráfico de órganos, revela que: “el receptor de órganos promedio [tiene] ingresos anuales de 53.000 dólares, mientras que el donante promedio […] ingresos inferiores a 500”. Los receptores pueden pagar entre 50.000 y 100.000 dólares por un riñón, un hígado, un corazón o cualquier otro órgano, según un funcionario del Consejo de Europa; los donantes reciben menos de 5.000.

Se trata de un negocio global de miles de millones de dólares. Como informa Interpol, requiere grandes capitales para una infraestructura importante: laboratorios, quirófanos, conservación y transporte, equipos de profesionales, reclutadores y vendedores.  

Una forma cruenta de la superexplotación capitalista

Entre los miembros más pobres y explotados de la clase trabajadora (muy especialmente de los países semicoloniales) se encuentran quienes se ven obligados a vender sus vísceras para poder satisfacer necesidades elementales. No se trata solo de alquilar la fuerza de trabajo del obrero sino de convertir su carne y su sangre en una mercancía. Con brutal cinismo, los defensores de la legalización del comercio de órganos se preguntan ¿por qué si los trabajadores reciben salarios altos por labores riesgosas no pueden cobrar por la venta de sus órganos para salvar la vida de otras personas?

Rechazamos esa aberrante propuesta capitalista que pretende la apropiación de la carne y la sangre de la clase trabajadora. El principio gremial innegociable “no entregar salud a cambio de mayor salario” es parte de la lucha de las y los trabajadores de todo el mundo desde hace más de doscientos años por la seguridad en el trabajo, por la disminución de la jornada laboral y por la defensa de la salud del trabajador y la trabajadora que incluye su integridad física.
 
 

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