El congreso de delegados de CICOP, reunido el pasado 2 de septiembre, aprobó en votación dividida la moción presentada por un sector del Consejo Directivo Provincial que planteaba el ingreso a la CTA de los Trabajadores, dirigida por Hugo Yasky. Esta afiliación y la forma en que fue decidida plantea un grave quiebre en la tradición de nuestro gremio caracterizada por la independencia del gobierno cualquiera sea su bandería política y un régimen interno democrático basado en la consulta exhaustiva a las bases y las resoluciones por asamblea. Esa tradición de independencia política y democracia sindical que permite el pluralismo político es la que cimentó la unidad de CICOP durante casi 35 años y es la que ahora está en peligro a partir de la forzada votación del último congreso de delegados.
En el congreso del 2/9 hubo un grave quiebre en el régimen interno democrático
Tenemos que decir con total claridad que la decisión de ingresar a la CTA de los Trabajadores no se llevó adelante con métodos democráticos. Veamos los hechos. La propuesta fue planteada por la mayoría del CDP para que se tratara perentoriamente en el congreso de delegados a reunirse en la semana siguiente.
A pesar de nuestra oposición y la de un sector del CDP, que rechazábamos el apuro y la falta de debate previo, se aprobó esa moción sin abrir un período de información y discusión en la base del gremio. Es así que llegamos al congreso sin tiempo para tratarlo en reuniones y asambleas que posibilitaran el necesario intercambio de opiniones entre los compañeros de los hospitales. Sobre todo, habiendo varios interrogantes para definir entre todos: ¿por qué incorporarse a una central? y, en el caso de la CTA, ¿por qué a la de los Trabajadores y no a la Autónoma? Esta actitud burocrática de la mayoría del CDP se extendió al desarrollo del propio congreso. Se impuso que los delegados tuvieran solo tres minutos para opinar sobre el plan de lucha, el ingreso a una central y para reflejar el estado de la base en relación a la lucha salarial. De esa manera se sofocó la posibilidad de debate.
Este comportamiento fue lo opuesto a lo que hicimos en el 2005 cuando votamos el ingreso a la CTA, en ese tiempo unificada. El proceso de discusión abierto en la totalidad del gremio en esa oportunidad consistió, en primer lugar, en varios meses de debate alrededor de un documento propuesto por el CDP en que se fundamentaba la incorporación a la central. Posteriormente se llevó a cabo un plebiscito en todos los establecimientos que permitió que expresaran su opinión incluso aquellos que no concurrían a las asambleas. Finalmente, las asambleas dieron su mandato a los delegados que refrendaron la decisión mayoritaria en un congreso. Nada de eso ha ocurrido ahora.
Pero ¿por qué aquel año organizamos un debate profundo de todo el gremio y dimos los tiempos necesarios para que la resolución fuera democrática y esta vez fue a las apuradas y sin garantizar el debate? La respuesta es muy sencilla, aunque dolorosa. En el 2005 primaba en nuestro sindicato el funcionamiento democrático, por sobre las intenciones políticas y gremiales de los dirigentes. A diferencia del sindicalismo tradicional carente de democracia interna, con dirigentes perpetuos y millonarios, sordos a los reclamos de su base y enfeudados políticamente, CICOP constituía una de las pocas excepciones. En cambio, ahora, al calor de lo sucedido, comienza a instalarse en nuestro sindicato un curso burocrático que, de continuar, terminará liquidando la democracia interna, la independencia del gobierno y el pluralismo político que son pilares fundamentales de la existencia de nuestro sindicato.
Una CICOP oficialista y sumisa al servicio del ajuste del gobierno y el FMI
Si hasta acá hablamos de los daños producidos al funcionamiento democrático del gremio, veamos ahora los aspectos políticos de la resolución tomada. Hemos ingresado a una central fuertemente comprometida con el partido gobernante y los gobiernos nacional y provincial. Que los dirigentes sindicales de las centrales como de muchos sindicatos apoyen al gobierno o a la patronal no es algo raro, lamentablemente. Felizmente, tanto en la CGT como en las dos CTAs, existen sindicatos y seccionales combativos que se oponen a esos dirigentes desleales a su clase. Esta subordinación política hace que la CTA de los Trabajadores se dedique a apoyar cada una de las medidas que toma el gobierno y abandone toda lucha en defensa de los trabajadores. Veamos los hechos: luego del recorte de 128 mil millones de pesos en educación, salud y transporte que anunció el ministro de Economía Sergio Massa, el dirigente de la CTA Hugo Yasky amenazó con un paro… pero, no en defensa de los trabajadores perjudicados sino para el caso de que fuera condenada por la justicia la vicepresidenta. Entre la defensa de los trabajadores y la obediencia política, eligió la obediencia.
Mientras el gobierno avanza con estos recortes los aumentos pactados por esta clase de dirigentes en las paritarias del estado están 25 o 30 % debajo de la pauta de inflación y del valor de la canasta familiar. Por esa obediencia política también, la CTA de Yasky deja en soledad a cada una de las luchas de sus sindicatos de base. Así ha ocurrido, por ejemplo, con el conflicto de los docentes iniciado en forma autoconvocada (por la inacción de la CTA) en San Juan y que se extendió por La Rioja, Mendoza, Córdoba, Santa Cruz, Chubut, Neuquén, Santa Fe y esta provincia. Lejos de unificar esa pelea y convertirla en una lucha nacional por la educación y los docentes, ha abandonado cada conflicto provincial a su propia suerte.
Este hecho muestra que es un engaño el argumento de que con el ingreso a la CTA se rompería el aislamiento de la CICOP. ¿Qué solidaridad podemos esperar de una central en la que su dirigente principal Hugo Yasky declaró públicamente que “las medidas de Massa son necesarias”? En los casi 35 años que tiene nuestro gremio la única manera de no quedar aislados fue articular con todos los que querían luchar. Con los que querían luchar y no con los dirigentes que entregan las luchas. Si hay alguna solidaridad de la CGT y las CTA es cuando la fuerza de los trabajadores se la impone y para eso hay que ser independiente del gobierno.
Como si lo arriba escrito fuera poco, a pocos días de la decisión del congreso de CICOP que cuestionamos, Hugo Yasky, Roberto Baradel, secretario general de SUTEBA-CTA junto a Pablo Moyano estuvieron reunidos con el embajador de los EE.UU. Todos los presentes calificaron la reunión como positiva, quedando el compromiso de trabajar en común. ¿Cuál será el trabajo en común que estos dirigentes consideran posible nada menos que con el gobierno del país que viene exigiendo que la Argentina cumpla a rajatabla las medidas de ajuste que impone el FMI? ¿Qué necesidad de los trabajadores se busca satisfacer concurriendo a la embajada norteamericana? Ninguna. Es simplemente obediencia a los requerimientos políticos del gobierno, hoy empeñado en mostrarse amigable con el FMI y cumplir religiosamente sus mandatos de salarios y jubilaciones a la baja. Así actúan los dirigentes de la central a la que pertenecemos a partir del 2 de septiembre. La CTA de Yasky sólo se dedica a apoyar todas las medidas del gobierno. No llama a luchar por salarios y condiciones de trabajo.
Recuperemos la tradición de democracia interna e independencia del gobierno
CICOP nació hace casi 35 años con dos principios muy claros. Por un lado, un mecanismo democrático de toma de decisiones basado en la consulta permanente a la totalidad de trabajadores y trabajadoras, con resoluciones tomadas en las asambleas de base de los hospitales. Por otro lado, la independencia absoluta de todos los gobiernos, nuestros empleadores y la más amplia pluralidad política al interior del gremio con un solo objetivo, la defensa permanente de los trabajadores y de la salud pública. La resolución de ingreso a la CTA conspira contra esos dos principios y nos debilita en la lucha por nuestros objetivos. El quiebre del régimen interno democrático abre un curso de burocratización que puede convertir a CICOP en uno más de los sindicatos tradicionales que desoyen y abandonan a sus bases. La sumisión al gobierno nos desarma frente a un empleador que mantiene salarios a la baja y nos obliga al desempeño de nuestra labor en condiciones cada vez más deficientes.
En 2005 la CICOP se afilió a la CTA, una central surgida en los años ’90 para enfrentar la política de privatización y destrucción del Estado de Bienestar que, diseñada por el FMI, el gobierno nacional encabezado por Carlos Menem aplicaba. Llegamos a esa afiliación después de años de coordinar las luchas en las calles con ATE, judiciales y docentes, entre otros. Cuando se dividió la CTA nos mantuvimos sin definición por una u otra fracción.
Cuando en las últimas elecciones del gremio se formó la lista 1+3, lo hicimos para fortalecer una conducción unitaria donde primara la democracia sindical. Esta situación ha cambiado por lo que no nos sentimos parte de una misma conducción.
Se trata ahora de recuperar la tradición democrática interna y la independencia política del gobierno que ostentó la CICOP durante sus casi 35 años de existencia. Para lograrlo planteamos:
• Abrir un período de varios meses de información y discusión en todos los hospitales sobre nuestra pertenencia a alguna de las centrales de trabajadores, con un plebiscito indicativo en la que puedan participar la mayor cantidad de compañeros y que un posterior congreso de delegados ratifique o rectifique nuestra afiliación a una central.
• Llamamos a todas las corrientes políticas, agrupaciones y compañeros que consideren que es necesario mantener la tradición democrática de CICOP a bregar juntos por esta propuesta. También y muy especialmente nos dirigimos a quienes coinciden con la política del partido gobernante, pero ven necesario mantener el régimen de democracia de base, a que se unan en este punto a nuestro reclamo.
• Convocamos a recuperar nuestra tradición de funcionamiento democrático e independencia política para seguir con más fuerza la pelea por mejorar nuestras condiciones de trabajo y salarios y defender el sistema público de salud que garantice una salud pública de excelencia, gratuita e igual para todos.
Salud en Marcha, Izquierda Socialista más independientes