Jul 31, 2024 Last Updated 12:12 AM, Jul 31, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Mariano Barba
 
El 16 de abril se votará para gobernador y diputados. También se elegirán intendentes y concejales en varios municipios importantes como Cipolletti, Roca y Viedma. Las elecciones en Bariloche, la ciudad más poblada de la provincia, se realizarán en septiembre. Allí la candidatura a intendente estará representada por nuestro compañero Armando Aligia de Izquierda Socialista. Tras varias reuniones, los cuatro partidos del frente nos pusimos de acuerdo en las ubicaciones para los distintos cargos y los tiempos de rotación en caso de lograr alguna banca en la legislatura o concejos deliberantes. La fórmula a la gobernación está encabezada por Gabriel Musa del PO y Cecilia Carrasco del PTS. Jeremías Zalazar del MST va como primer diputado provincial. Nuestro partido lleva en la lista de diputados a luchadores reconocidos en sus lugares de trabajo como Paula Gramajo de Viedma, Hugo Soul, delegado del Centro Atómico de Bariloche, Mariano Romero, delegado docente en Bariloche y Rodolfo Sánchez, del Conicet, encabezando la lista de diputados del Distrito Andino.   

En la provincia se inició una nueva campaña electoral pero los problemas siguen siendo los mismos. A pesar de los anuncios de gran producción petrolera y del hidrógeno verde, la pobreza se acerca al 50%, la desocupación aumenta y la carestía de la vida está por las nubes. Pagar el alquiler o ir al supermercado consumen la mayor parte de los ingresos de cualquier familia. Y se viene otro aumento en los servicios públicos. La carencia de viviendas supera las 50.000 unidades en la provincia.

Pero, al llegar las elecciones, los partidos patronales “olvidan” los males que generaron y nos quieren pintar un futuro mejor. ¡Mienten! Son todos muy parecidos. Por eso no llama la atención el rejunte que presentan todos los frentes. Se cambian de camiseta con tal de conseguir un cargo. El senador Weretilneck, socio del kirchnerismo en el Congreso, es candidato a gobernador de Juntos Somos Río Negro y lleva como colectora al Kirchnerismo. El resto del peronismo va dividido en otras dos alianzas. La burocracia sindical de ATE se presenta como Somos Unidad Popular y Social, es la misma dirigencia que, sin realizar asambleas, firma acuerdos salariales a la baja para toda la administración y la salud públicas. Por otro lado se presentan los macristas de Cambia Río Negro. Y también aparece Ariel Riveros, el candidato a gobernador del ultraderechista y misógino Javier Milei dice ser “la nueva política” pero ya fue varias veces diputado provincial, y lleva detrás de él un rejunte de peronistas. Todos estos candidatos y partidos patronales, junto con Alberto y Cristina, son los que entregan las riquezas del subsuelo rionegrino a Chevron, Total, Exxon y compañía, fomentan la megaminería y mantienen los negocios de la fruticultura en manos de los frigoríficos exportadores, enviando a la quiebra a los pequeños productores. Con esos partidos continuarán el ajuste y la pobreza en la provincia.
 
Nuestra propuesta electoral

Desde Izquierda Socialista y junto a los candidatos del FIT Unidad seguimos apoyando y acompañando las luchas y estamos impulsando una campaña electoral con reclamos de fondo para que empiecen a resolverse los grandes problemas de los trabajadores, las mujeres y la juventud. Por eso exigimos el no pago de la deuda externa e impuestos extraordinarios a los multinacionales y grandes comercios que operan en la provincia, para destinarlo a salarios y jubilaciones, y aún inmediato plan de obras públicas y de viviendas para dar trabajo y solución habitacional a miles de rionegrinos sin casa propia. Exigimos más presupuesto para educación que está en plan de lucha y para salud, donde apoyamos la lucha de los hospitalarios de Asspur. Decimos no a la megaminería y estatización de toda la industria hidrocarburífera. Luchamos contra la violencia de género y por más presupuesto; y por una Junta nacional de frutas con un precio sostén  para los pequeños productores y control del comercio exterior.

Candidatos de Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda Unidad: Julieta “Mechon” Ocampo, diputada provincial, Angélica Lagunas, Intendenta y Gastón Rivero diputado provincial.


Escribe José Castillo

El gobierno del Frente de Todos está quedándose casi sin reservas en el Banco Central, producto de los millones de dólares que salieron y seguirán saliendo para pagar la deuda externa. Ahora el FMI habla de flexibilizar el monto de reservas que debe alcanzar el país para fin de año, pero sigue exigiendo el mismo ajuste de siempre y la continuidad de los pagos millonarios.

Entre 4.000 y 4.400 millones de dólares, eso es lo que marcan las reservas del Banco Central de la República Argentina. Si fuera un tanque de combustible, estaría ya indicando que estamos al límite y tenemos que recargar.

El acuerdo firmado con el FMI en marzo de 2022 establece una serie de exigencias. La más importante es reducir el déficit fiscal en forma muy fuerte año a año. Terminado el 2022, el gobierno del Frente de Todos cumplió, a costa de jubilaciones de hambre, salarios por debajo de la inflación y reducción de partidas sociales y transferencias a las provincias (que redundó en menos presupuesto para salud y educación), logró alcanzar la meta de 2,5% del PBI de déficit fiscal (en realidad sobrecumplió la meta, ya que llegó a 2,4%). Había una segunda exigencia: juntar 5.000 millones de dólares de reservas (como garantía de que el país contaría con los recursos para seguir cumpliendo con los pagos de deuda). Con un poco de dibujo contable, el gobierno lo logró.

Para este 2023, el ajuste es más duro y exigente. Hay que reducir más aún el déficit fiscal, hasta un 1,9% del PBI, y a esto se suma que el dinero que vendrá del FMI será mucho menos que lo que hay que pagarle al propio organismo por vencimiento de intereses. Entre una cosa y la otra, el gobierno tendrá que abonar neto 3.500 millones de dólares al FMI. Si a esto le sumamos los pagos a los acreedores privados, tenemos un 2023 donde habrá que pagar en efectivo casi 12.000 millones de dólares que, a nadie se le escapa, deberán salir del hambre popular.

Pero el acuerdo con el Fondo también exigía para este año que las reservas efectivas del Banco Central debían llegar a 12.125 millones de dólares. Si ahora hay apenas 4.000, y hay semejante cantidad de pagos, ¿cómo se hace para juntar los más de 7.000 millones de dólares restantes?

¿Por qué no hay dólares?

Empecemos por el principio. No hay más reservas justamente porque se despilfarraron pagándole a los acreedores privados y al FMI. En todo 2022, los pagos de intereses de deuda sumaron 7.629 millones de dólares. Este enero se pagaron 2.948 millones. Si vamos un poco más atrás, durante todo el gobierno peronista del Frente de Todos se llevan pagados 23.238 millones de dólares de intereses de deuda. Y enfatizamos que esto es solo de intereses, por eso el capital de la deuda siguió creciendo. Así, la deuda del estado nacional pasó de 313.299 millones de dólares a 395.779 millones. A ello tenemos que sumarle la de las provincias y la del Banco Central, lo que lleva el total del endeudamiento arriba de los 450.000 millones de dólares.

¿“Flexibilización” del acuerdo?

La semana pasada se dieron dos reuniones del gobierno con el FMI. La primera en Washington, donde se aprobaron las metas cumplidas en 2022 y la segunda en la India, en el marco de la reunión del G20.

De ambas surgió que el Fondo Monetario Internacional aceptaría “flexibilizar” una de las metas exigidas, en concreto el monto de reservas a alcanzar este año. Ojo, las metas de ajuste se mantienen, en particular que hay que seguir reduciendo el déficit fiscal a 1,9% del PBI, o sea llevar más a fondo el recorte. En concreto, el Fondo “perdonará” si no se alcanza la meta de acumulación de reservas, en tanto y en cuanto se cumpla lo principal, que es ajustar y cumplir estrictamente con los pagos tanto al propio FMI como a los acreedores privados.

No hay salida con el FMI

De todo lo anterior se desprende una conclusión simple y clara: si seguimos pagando la deuda y atrapados en las negociaciones y planes del Fondo, para las y los trabajadores solo queda por delante más ajuste, marginación, salarios y jubilaciones de hambre, saqueo y entrega.

Por eso es necesario dar vuelta radicalmente todo esto. Hay que romper inmediatamente todos las ataduras políticas y económicas que nos someten al FMI. Tenemos que suspender ya mismo los pagos de deuda externa. Solo a partir de estas dos medidas básicas se abrirá el camino para un programa económico distinto, que utilice todos nuestros recursos, que hoy se van a los bolsillos de los pulpos acreedores, para resolver las más urgentes necesidades de salarios y jubilaciones dignas, trabajo genuino, vivienda para todos y salud y educación públicas de calidad.

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Escribe José Castillo

La estadística dice que en 2022 la economía argentina creció. Poco, sin duda, y frenándose en los últimos meses. Un crecimiento que tiene bastante de “espejismo”, ya que los primeros meses se comparaba contra igual período de 2021, donde todavía pegaba la pandemia.

Pero lo que queremos destacar es que, en el marco de ese crecimiento, cayó el salario real y creció muchísimo el empleo precario. 2022, el año en que se firmó el acuerdo con el FMI, tiene esos resultados para la clase trabajadora.

Así  se desprende de un estudio realizado por el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas dirigido por los economistas Claudio Lozano y Ana Rameri, siguiendo los datos de la distribución funcional del ingreso que difunde trimestralmente el Indec.

En concreto, tomando el total de “la torta” del PBI, las y los trabajadores asalariados resignaron 2,2%, mientras que las ganancias empresarias ganaron un 3,5%.  Si tomamos exclusivamente el sector privado, los salarios cayeron 4,5%, mientras que las ganancias empresarias subieron 4,2%.

Pasado a números, las y los trabajadores perdieron 2,7 billones de pesos que pasaron a manos de las patronales, los acreedores externos y el FMI. Esto, a valor de dólar oficial, implica una transferencia de recursos equivalente  20.250 millones de dólares.

Todo esto sucede mientras crece el empleo precario. Centenares de miles de trabajadoras y trabajadores que perdieron empleos formales durante la pandemia, o que ingresaron ahora a su “primer empleo”, lo hacen en condiciones de superexplotación extrema, con salarios de miseria y engordando las arcas de las patronales.

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Escribe Guido Poletti

Otra vez se dió un gigantesco apagón por culpa de Edesur. La empresa ya ni siquiera disimula su responsabilidad, lanzados sus dueños, la italiana ENEL, a vender sus activos y retirarse del país. Es que consideran que ya ganaron lo suficiente. Solo como ejemplo; durante 2022 la empresa se llevó 18.5 millones de pesos por día. Se trata de una compañía que reparte utilidades entre sus accionistas al mismo tiempo que le adeuda a la empresa mayorista proveedora de energía, la estatal Cammesa, 220.000 millones de pesos. Deuda sobre la que el gobierno del Frente de Todos directamente le perdonó 66 millones y les refinanció el resto en 96 cuotas.

Ante la bronca popular, que se repite y acrecienta apagón tras apagón, el gobierno amenazó con tomar medidas contra la empresa. Primero, la secretaria de Energía Flavia Royón habló de una “auditoría integral”. Luego, el ministro de Economía Sergio Massa anunció una multa de 1.000 millones de pesos contra Edesur. Y finalmente, una suerte de “intervención” sobre la gestión de la empresa, colocando a técnicos de la UBA y al Enre (Ente Nacional de Regulación Eléctrica) para controlar el funcionamiento diario de la empresa. Desde varios sectores del gobierno, se dejó correr incluso la posibilidad de la estatización de la compañía. Era una absoluta y pura mentira, solo títulos periodísticos hasta que pasara lo más agudo de la bronca popular.

Efectivamente, al día siguiente, los propios directivos de Edesur aclararon que en reuniones con el gobierno se les dijo explícitamente que estaba descartada cualquier privatización o intervención seria sobre la empresa. Es más, la empresa hasta podría “apelar” la multa ante la justicia (como ya sucedió otras veces, donde al final las privatizadas nunca tuvieron que abonar nada). Más aún, el gobierno ayudaría a ENEL en su búsqueda de compradores para la empresa. ¡El gobierno nacional termina siendo el garante de que la multinacional italiana consiga la mejor y más alta cotización para una empresa que viene estafando sistemáticamente a los argentinos!

Desde Izquierda Socialista y el FIT Unidad no tenemos doble discurso. Hace años que venimos reclamando la única salida posible: rescindir los contratos de concesión con Edesur (y también con Edenor -hoy propiedad de los “amigos del gobierno” José Luis Manzano y Daniel Vila- y el resto de las distribuidoras eléctricas privadas del país) y proceder a reestatizar el servicio, poniéndolo bajo gestión de sus propios trabajadores y usuarios. Eso es el comienzo para empezar a tener servicios de calidad, con tarifas sociales para quiénes la necesiten.

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